jueves, 1 de enero de 2015

Málaga (I)

Una estupenda oferta de Iberocruceros nos dio la oportunidad de hacer un pequeño crucero que partía desde Málaga, y nos dejaba en casa, en Tenerife, así que hicimos las maletas y nos fuimos.

Llegamos bien entrada la noche, así que al día siguiente nos levantamos temprano y empezamos la visita. Justo enfrente del hotel teníamos el Monumento al Marqués de Larios, homenaje de la ciudad agradecida
Y el viajero también, porque en Málaga, el monumento suele ser referente a la hora de dar indicaciones si se le pregunta a un amable viandante, por ejemplo, sobre la archifamosa calle Larios.




Para mí fue de una ayuda inestimable al llegar a la capital, desde el aeropuerto , y localizar el hotel Venecia, que estaba justo enfrente.


La verdad es que tiene el aire que quisieron darle cuando lo levantaron, el aire de grandeza y de homenaje que merece este aristócrata malagueño, primero por sus inversiones e importantes realizaciones industriales, mercantiles y promocionales como fueron los ingenieros azucareros en la zona oriental de Málaga, las fábricas de aceite y jabones… y segundo por haber abierto la elegantísima calle Larios donde antes sólo había pequeñas callejuelas que se retorcían a izquierda y derecha antes de llegar al centro histórico.

No voy a hablar de las características técnicas del monumento, pero sí que contaré un hecho histórico que sabe toda Málaga.
Durante la Segunda República, la estatua fue derribada de su pedestal y arrastrada por toda la ciudad por un tiro de caballos, bajo el pretexto del odio hacia los terratenientes y aristócratas y arrojada al mar. En su lugar se colocó la estatua al obrero anónimo que según los republicanos fue el verdadero artífice de la calle Larios.
Pasada la Guerra Civil, se recuperó la estatua del mar y se puso en su sitio de nuevo, recuperando la memoria histórica de tan insigne prócer malagueño.

Proseguimos por la calle Larios

Lo que antes era un laberinto de callejuelas estrechas que giraban sobre sí mismas y parecían no querer conducir a ningún sitio, se convirtió por obra y milagro del Marqués de Larios en una de las más elegantes vías comerciales y peatonales del continente europeo. Pero también de las mas caras, ya que el precio por metro cuadrado de un local en esta calle, supera los 145 € al mes, lo que la posiciona entre las 50 calles más caras de Europa.




Pero claro, es que no puede ser menos. Su anchura la convierten en un paseo muy agradable de recorrer y por supuesto ese gancho y el de las tiendas de moda y complementos atrae a todo malagueño que se precie a caminarla y a dejarse tentar por ella.

Quizá fuera ese principio comercial lo que inspirara la Marqués de Larios a ayudar a su construcción allá por 1891, con su rico patrimonio obtenido de sus tierras y de los ingenios azucareros que explotaba en la provincia.
La idea era que hubiera una arteria única que condujera desde la Alameda Principal hasta la Plaza de la Constitución, desde donde parten las ramificaciones ( nunca mejor dicho) del dédalo de calles que constituyen el Centro Histórico de la ciudad de Málaga.




Al parecer lo consiguió, ya que no hay manera más directa de llegar al centro y disfrutar de esta maravillosa ciudad de Málaga.


La Plaza de la Constitución constituye uno de los varios corazones que parece tener la ciudad de Málaga. Y digo varios, porque no da la impresión de respirar desde un solo pulmón sino que la calle Larios hace de vía principal desde donde se ramifican los distintos lugares de reunión y esparcimiento de los malagueños.
Este espacio, de reconocida importancia desde el siglo XV, albergó durante mucho tiempo los tres edificios principales de cualquier ciudad: el ayuntamiento, la Audiencia y la cárcel. Con el paso de los años, de los gobernantes y de los regímenes, tuvo varios nombres, aunque el de 1812 fue retomado y es el actual.








Por ello, fue sede de todos los acontecimientos políticos y culturales durante siglos, y lo sigue siendo, aparte de ser el lugar de reunión antes de tomar las calles en una noche de fiesta, una manifestación o cualquier expresión popular que requiera un espacio amplio y que todos conozcan.

Estrecho, muy estrecho.
Y tanto, que era la entrada del antiguo hostal Chinitas y nombrado así por el famosísimo bar, prostíbulo, café cantante, centro literario y salón de juegos ilegal que durante decenios ocupó una de las esquinas del pasaje hasta su cierre en 1937.


Pero lo realmente irónico y hasta gracioso, es que fue desde siglos anteriores una de las dos entradas al convento de las Agustinas Descalzas, hasta que la Desamortización vino a romper con el mundo religioso que dominaba la ciudad y le dio un aire opuesto al que tenía.












Llamado en un principio pasaje Álvarez, por el potentado que le dio su aire actual, la fama del café de Chinitas acabó por imponerse y darle su nombre en el habla popular, si bien mantuvo el de su creador hasta los años 70 del siglo XX.

Recorrerlo es transitar por la historia más canalla de la ciudad, de las noches de farra y flamenco, de las navajas y los señoritos de postín, de las borracheras y las cupletistas.

Mezcla de estilos y órdenes, de volúmenes y tamaños, de formas y caprichos.

Según qué obispo llevara las riendas de la iglesia malagueña, qué familia patrocinara las obras o qué época transcurriera, así iba tomando forma el conjunto de edificios que conforman el palacio episcopal.






Aunque de todo el conjunto, yo me quedaría, como primera impresión con la preciosa fachada, en especial la puerta con el balcón en la parte superior, por supuesto el espacioso patio, alrededor del cual se estructuraba la vida religiosa y administrativa del obispado malagueño.










En el momento de la visita, el edificio estaba ocupado por una exposición sobre la Sabana Santa, por lo que no pude fotografiar el interior. Su función es actualmente esa, servir de lugar de muestras y exposiciones para nutrir la necesidad cultural de la ciudad de Málaga.






Seguimos la visita con la catedral.

Maravilla malagueña Sin duda, una de las grandes bellezas de la ciudad de Málaga y quizá la que más me atrajo, como un amor a primera vista.








Porque desde fuera ya choca y enamora.
Choca por esas dos torres que parecen añadidas a última hora y que dan la impresión de pesar más que la base, como si esta fuera de mantequilla o crema.
Enamora por la portada que es vecina del Palacio episcopal y que parece no tener ni un centímetro más libre para añadir un poco más de belleza a la filigrana que la conforma.











Por si fuera poco el exterior, dentro no nos espera, como en algunas catedrales españolas la fría y vacía pared, sino muy al contrario, la deliciosa y cálida expresión artística andaluza, arropando retablos de un dorado maravilloso, un órgano que nos eleva hacia el cielo sin siquiera soplar una nota, tiernas y emocionadas representaciones de piedad y devoción, techos altos y de nervaduras simétricas que parecen danzar con nuestros ojos. Pero sobre todo un calor que parece emanar de las supuestas gélidas piedras con las que se levantó sobre la Mezquita Mayor de Málaga.








Por esto y mucho más, el punto y aparte de la la ciudad siempre será " La Manquita".

El Sagrario

Pequeño tesoro malagueño Como es bien sabido, la catedral de Málaga se alza sobre lo que fue una vez la gran mezquita. Justo donde se encontraba la puerta de entrada al recinto religioso, los reyes católicos ordenaron levantar una pequeña capilla, hoy iglesia, dedicada al Santo Sagrario.










Los jardines de los que hoy disfrutamos eran el antiguo patio de abluciones de la mezquita, frescos y umbrosos.
El interior nos lleva de un tesoro a otro. Desde los retablos platerescos que parecen escalar las paredes, hasta las pequeñas imágenes de vírgenes que invitan al recogimiento y la oración. Todo parece perfectamente preparado y colocado de tal manera que nos sintamos invadidos por el silencio y la grandeza artística de los que crearon tales maravillas.




Pero si algo me impactó fue el Cristo Mutilado.


La imagen del Santísimo Cristo Mutilado, era una talla completa de tamaño natural, que formaba parte de del misterio de un Calvario en el conjunto retrablistico de la Iglesia del Sagrario, dicha Iglesia fue saqueada por los revolucionarios durante la Guerra Civil Española. Las diferentes versiones que circularon a partir de 1937 acerca de la causa directa de las mutilaciones de la imagen llevaron a afirmar con rotundidad que los destrozos en las piernas de la talla se debían a la acción de golpes de hacha. Sin embargo, el examen de las roturas sufridas por la imagen permiten concluir que los miembros inferiores de la imagen se fracturaron por las líneas de ensamblaje, quizás por los golpes producidos al caer fragmentos del retablo, quizás por el efecto de cuerdas que pudieron usarse para intentar arrojarla al suelo.
Una vez llegada la finalización de la guerra, la incompleta imagen de aquel crucificado fue devotamente recogida por un grupo de caballeros mutilados, acordando fundar una cofradía de carácter militar y procesional. Efectuó su primera salida procesional en la Semana Santa malagueña de 1939 en la noche del Jueves Santo por las calles malagueñas siendo portado por militares con sus respectivos uniformes. Al ser una imagen de culto mayoritariamente falangista y ante el cambio político de España, la cofradía del Santísimo Cristo Mutilado creyó prudente no efectuar su salida procesional por el momento (la última procesión fue en 1976), aunque la imagen sigue recibiendo culto.

La veneración de esta joya es una de las tradiciones más singulares de la Semana Santa de Málaga. Su culto público 'tal cual quedó' fue autorizado por privilegio del Papa Pio XII.



















Para acabar con esta visita, y como anécdota, decir que la capilla tuvo una vez una escalera de piedra amplia y pomposa, pero tuvo que ser destruida para que pudiera pasar la carroza de la reina en una de las visitas que hizo Isabel a Málaga. Menos mal que la volvieron a construir en los años cuarenta, aunque menos espectacular....

Seguimos caminando y nos encontramos con una procesión. Una maravilla.












Y Picasso fue bautizado... Bautizado aquí, sin duda, para que el destino demostrara que hasta en su lugar de nacimiento estuvo rodeado de arte y belleza. Es la parroquia de Santiago Apóstol.







Se llega a esta iglesia que más parece capilla retorciéndonos, como queriendo seguir el dédalo de callejuelas que conforman el centro histórico, por angostos callejones y calles que quieren no llevar a ningún sitio, como despistando al visitante.






El frente parece chocar con las casas que se le oponen, encajonada la iglesia y encajonadas las viviendas, sin dejar un resquicio para que pase el aire y con el único respiro de la torre del campanario de estilo mudéjar, construida aparte del templo.

Ya dentro es otra cosa sigue siendo pequeña, pero con los aires de catedral que le da una cúpula y un retablo mayor altos e impresionantes.








En las capillas de la nave de la epístola se encuentran los titulares de la Hermandad Sacramental de Jesús de la Sentencia , la Virgen del Rosario y el Cristo del Medinaceli. Y en la nave del Evangelio se encuentra la Hermandad de Jesús el "Rico" y la Virgen del Amor, todos de gran devoción malagueña.










Nada parece indicar que se trata de la más antigua de la ciudad, y sin embargo lo es, ya que data de 1487.
Para los menos religiosos y más amantes del arte moderno, la peregrinación será para contemplar el acta de bautizo y la pila donde recibió las aguas el genial Pablo Picasso, malagueño donde los haya e internacional por méritos propios.

Como podemos ver, el lugar tiene todas las de ganar para merecer una amplia visita...

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