jueves, 4 de septiembre de 2014

Encantadora Bratislava ( y IV)

Seguimos callejeando...








Y después, con el hambre instalada en el estómago decidimos parar a comer.
Entramos por probar en el Minute, Fresh Food Bar








Pues resultó ser una franquicia eslovaca que tiene locales por toda la ciudad y en algunas otras poblaciones del país, así que básicamente el plato estrella son recetas nacionales pasadas por el tamiz de la modernidad y las prisas del que quiere comer rápido y barato.







No debemos esperar una comida suculenta y exquisita, pero tampoco desmerecen el precio y la variedad que encontramos en los locales.
Las grandes empanadillas que todos parecen consumir con autentica pasión, tienen varios rellenos, desde una sabrosa mezcla de bacón, huevos y espinaca, hasta una innovadora tropical, con piña y maíz, o una mexicana, con judías.
Aparte, hay varios tipos de pizza, de masa esponjosa, bolas de papa, ensaladas, miniempanadillas, y un surtido de hojaldres de manzana, ciruela y caramelo para el postre.




La bebidas, saliendo de los consabidos refrescos con gas, si que merecen mención aparte, ya que ofrecen una marca de zumos naturales con gran contenido en fruta, de tal manera que un botellín de pera por ejemplo, parece contener dos y hasta tres frutas.
Los locales son limpios y decorados con colores frescos y brillantes.
Una buena opción para comer bien y con contundencia, en una breve parada para seguir conociendo Bratislava.

Y seguimos andando.
Bratislava fue durante siglos un importante centro de la vida judía. La presencia hebrea en la ciudad medieval se rige por la carta municipal otorgada a Bratislava por el rey Andrés III Arpád, en 1291. Una sección del documento estipula que los judíos tenían derecho a residir dentro de las murallas de la ciudad, elegir a su propio alcalde y pagar impuestos directamente al rey.




Más tarde, los judíos fueron expulsados de la ciudad en varias ocasiones, la última vez en 1526. En 1599, regresaron a Bratislava, pero no a la ciudad propiamente dicha. Invitados por el conde Pálffy, se asentaron en una estrecha franja entre la colina del castillo y las fortificaciones de la ciudad. El llamado Judengasse, una parte de la zona controlada por el castillo, sigue siendo el único lugar en el que a los judíos se les permitió vivir hasta 1840. En la primera mitad del siglo XIX, Bratislava se convirtió en un importante centro de aprendizaje judío.




Chatam Sofer( Gran Rabino que vivió en el siglo XVII) estableció un famoso yeshiva (escuela rabínica), y al mismo tiempo sus oponentes en la comunidad abrieron una escuela primaria judía más moderna y liberal. Más tarde, éstas fueron dos de las comunidades judías en Bratislava la ortodoxa y la neóloga, cada una de ellas con su propia gran sinagoga.
La mayoría de los judíos de Bratislava fueron asesinados en el Holocausto, pero lo curioso es que la mayoría de sus construcciones, patrimonio de la ciudad, fueron destruidas después de la guerra.




La Sinagoga Ortodoxa fue demolida en 1961 y el resto de la Judengasse, junto a la sinagoga Neóloga, fue arrasada en 1968, cuando se construyó el puente de SNP. Hoy en día, hay una pequeña pero activa comunidad judía. La única sinagoga que queda en Bratislava se encuentra en la calle de Heydukova, no lejos del centro histórico de la ciudad. Fue construida entre 1923 y 1926, décadas después de que se levantaran las restricciones a la residencia judía, permitiéndoles moverse fuera del distrito Judengasse y asentarse en toda la ciudad.
El exterior de la sinagoga tiene una columnata de siete pilares que da a la calle. El interior ( prohibido fotografiar) incluye un gran santuario en el que la construcción moderna de acero y hormigón, cubista y contemporáneo se combina con elementos historicistas, tales como la arcada de la Galería de la Mujer, un bimah metálico y el arca. La arquitectura cumple con los requisitos religiosos tradicionales, tales como la separación de hombres y mujeres y la colocación de la bimah en el centro, pero también cuenta con modernas instalaciones: guardarropas, aseos y una serie de habitaciones adicionales para estudio y salones de reuniones sociales a lo largo de la fachada occidental del edificio. El Museo de la Comunidad judía de Bratislava se abrió aquí en junio de 2012.
En una céntrica plaza encontramos la Iglesia de Alžbetínok o de Santa Isabel.




La orden dominica de Santa Isabel de Hungría, funda en lo que era un dominio real una pequeña iglesia a mediados del siglo XVI. Más adelante, con el auge de las órdenes mendicantes, su poder aumenta, por lo que la actual iglesia, mucho menos austera y más barroca fue fundada el 13 de agosto de 1622. A partir de ahí la iglesia y sus alrededores crecen hasta convertirse en un complejo monástico que basaba su existencia en las reglas de la pobreza, la obediencia y la pureza, con la misión del cuidado de los enfermos. Así pronto se convirtió en referencia para la medicina en el país y la zona centroeuropea, sobre todo por su especialización en oncología.












Hoy en día sigue con su labor, con más medios y menos pobreza, que la vida cambia, y con una iglesia muy bella, aunque fría, que simboliza de manera casi perfecta el gusto barroco.
A su alrededor la ciudad ha crecido sin su permiso, engullendo el silencio que la rodeaba y convirtiéndose en parte del nuevo centro, moderno y comercial de Bratislava.

La Iglesia Azul de Bratislava El más atractivo edificio de estilo “art nouveau” de Bratislava es oficialmente conocido como la Iglesia de Santa Isabel de Hungría, pero comúnmente se denomina simplemente como “la Iglesia Azul”.






Su estilo, conocido también como “art nouveau húngaro”, se repite en el edificio de la cercana escuela primaria en la calle Grosslingova. Ambos fueron diseñados por el arquitecto de Budapest, Edmund Lechner, y construidos a principios del siglo XX (la iglesia fue consagrada el 11 de Octubre de 1913). Está bastante escondido, o más bien separado de las rutas turísticas de la ciudad, pero me hubiera dado mucha pena irme de la ciudad sin verlo, sobre todo por la personalidad de la construcción. No sólo destaca por su color y sus formas, sino que su viveza y claridad exterior chocan de manera brutal con varios edificios de la era soviética más rabiosamente comunistas que la rodean. Lo mejor de todo es que se encuentra en un espacio entre varias manzanas de casas, que han creado un espacio a su alrededor que parece arroparla y permite que se puede contemplar en todo su esplendor.














Puede tener detractores o amantes sin medida, lo que es seguro es que no dejará indiferente a nadie...

Cerca de la plaza principal, junto a una de las cafeterías más conocidas de la ciudad, el Café Mayer, encontramos la estatua de Schoner Naci. Su nombre en alemán significa "el bello Ignacio" y nos da una pista sobre las características de este personaje.






Hijo de un zapatero y nieto de un famoso clown, Ignaz Lamar fue un antiguo "prespurak", se llamaba así a los habitantes de Prespurk (antiguo nombre de Bratislava). Aunque pobre y mentalmente enfermo no descuidó nunca su impecable aspecto, luciendo siempre frac, sombrero de copa, guantes blancos y en sus manos un bastón. Solía frecuentar las cafeterías de la ciudad y siempre saludaba cortésmente a las mujeres jóvenes con un " Beso su mano", y de él se dice que perdió la cabeza por un amor no correspondido. Murió de tuberculosis después de años de vivir de la caridad y la comida de las cafeterías de la ciudad y algún que otro trabajo como limpiacristales.

La de Cumil, sin duda es la escultura más original no sólo de la ciudad, sino de todo el país.






A simple vista ni siquiera se ve, y hay que preguntar por el lugar exacto donde se encuentra, a menos que se haya investigado antes el terreno.
Incluso uno puede tropezarse con él si no va atento, sobre todo en época de nieves. Para evitar accidentes han puesto una señal de " hombres trabajando" que no sólo es útil sino que añade gracia a la cosa. Y no es broma, ya que dos veces perdió la cabeza, y no fue por amor, sino por el despiste de dos conductores...
El Miranda, como también se le conoce, recibe su nombre ( del eslovaco cumit) " cotilla" porque parece mirar lo que hay bajo las faldas de las señoras, como cualquier obrero que descansase de su trabajo y saliera a la superficie a tomar aire y descansar.
Cumil vive en Bratislava desde 1997 y desde el principio se convirtió en una de las atracciones principales de la ciudad.











Para acabar la jornada paseamos por el manso rio de las tres capitales. El rio Danubio, objeto de poemas, canciones, libros y romanticismos en general, siempre ha sido un río plácido, que parece llevar consigo no sólo agua, sino también arte, música, y por supuesto riqueza, ya que ha sido, y es, carretera de agua para tres de los países a los que vertebra.
Austria, Hungría y Eslovaquia han utilizado el gigantesco curso de agua para mover mercancías, pasajeros, y pensamientos. Siempre me da la impresión de que este río se tranquiliza al pasar por las ciudades, como si ver tanta maravilla en sus orillas le hiciese ir más despacio, para disfrutarlas. Me pasó en Viena, en Budapest y como no, en Bratislava.






Además parece que las vistas de la ciudad siempre son más bonitas con el río en primer plano, como las imágenes que vemos, que enmarcan el castillo o el puente que lo cruza, con el restaurante mirador que los eslovacos llaman "el Ovni", por su evidente forma.

Es inevitable susurrar la canción del " Danubio Azul" al estar frente a él, en su orilla, porque parece compuesta por el mismo río, por su movimiento...
Y con su música volvimos a Viena.