martes, 8 de diciembre de 2015

Viva México ( y VIII)

El observatorio


Llamado también El Caracol por sus escaleras en espiral, este edificio fue un observatorio astronómico. Las hendiduras de los muros corresponden a las posiciones de algunos cuerpos celestes en las fechas cruciales del calendario maya.
Los mayas poseían conocimientos de astronomía muy avanzados para su época; observaban y predecían las fases de la luna, los equinoccios y solsticios y los eclipses de sol y luna; sabían que el lucero del alba y el de la tarde eran el mismo planeta, Venus, y calcularon su "año" en 548 días. También es casi seguro que calcularon la fecha exacta de la órbita de Marte. Y lo curioso es que realizaron todo esto sin ayuda de lentes para observar objetos lejanos, instrumentos para calcular ángulos, ni relojes para medir los segundos, minutos y horas.
Cenote Xkekén
No me atreví a bañarme en el agua del cenote, y eso que iba con la intención. Pero no es lo mismo verlo en fotografías, que bajar por una boca de gruta, unas escaleras de piedra y tierra y de repente recibir un golpe de humedad en la cara para casi en la oscuridad toparte con un gran charco de agua que por muy limpia e iluminada que está no deja de ser un lugar que impresiona un poco. Así que me limité a observar la cúpula natural de piedra y sacar unas fotos, que como vemos de ninguna manera tienen ni tendrán esa sensación de un poco de miedillo ante las aguas oscuras y tranquilas, aparte de no quedar nada bien por lo borrosas.


Hay muchos cenotes en la zona de Yucatán, que se usaban como depósitos de agua y según la leyenda como altares a los dioses del agua, por lo que se han encontrado multitud de objetos valiosos que fueron arrojados por no se sabe qué sacerdote como tributo. Aparte, se piensa que también las ofrendas pudieron incluir seres humanos, por los restos encontrados en el fondo por los submarinistas...
La gran pirámide de Kukulcán
La estructura más impresionante de Chichén Itzá es la pirámide conocida como El Castillo. Su diseño responde a un orden astronómico: las cuatro escalinatas se orientan a los puntos cardinales; ciertos elementos se corresponden con los aspectos del calendario maya, y dos veces al año, al ponerse el sol, se produce la fascinante ilusión óptica de la escalinata norte.



El 21 de marzo y el 21 de septiembre el sol proyecta una sombra en el lado norte, haciendo que una serpiente baje los peldaños por detrás de las dos cabezas de serpiente esculpidas.
La subida a la cima se ve recompensada por unas vistas sobrecogedoras. También es posible ascender a otra pirámide más antigua que está en el interior, empresa poco aconsejable para claustrofóbicos.

                                                    El juego  de pelota
Más que deporte o entretenimiento, el juego de pelota se practicaba en toda Mesoamérica con un carácter ritual. Dos equipos competían para introducir una gran pelota de hule a través de un anillo de piedra empotrado en la pared, a un lado de la cancha. Se cree que quienes perdían el partido encontraban después la muerte.


Aunque probablemente hubo varias versiones del juego, siempre se jugaba en un campo con forma de " L" los campos eran de tamaño variable, pero los más antiguos se alineaban en sentido norte- sur y los posteriores en sentido este-oeste.

Los perdedores eran sacrificados después del partido, lo que se consideraba una manera honrosa de morir.
                                                     El Templo de los Guerreros
Sobre una pequeña pirámide, este templo está adornado con esculturas del dios de la lluvia Chac y la serpiente emplumada Kukulkán; custodian la entrada un chacmool y dos columnas esculpidas.





Es conocido también como el Templo de las 1000 Columnas, aunque en su vestíbulo sólo tiene 100.
La estructura, tiene varios muros en talud, tres de los cuales están decorados con guerreros, águilas y jaguares que devoran corazones humanos.
El término Chac Mool designa un tipo de escultura que representa a un hombre acostado sosteniendo un plato sobre el vientre. El hombre se apoya sobre sus codos, con las rodillas dobladas y la cabeza girada 90 grados hacia un lado.







El simbolismo se basa en que de acuerdo al gnosticismo universal, en el interior del ser humano a la par de los miles de defectos psicológicos que cargamos, también llevamos afortunadamente las distintas partes del Ser que como guerreros nos ayudan a combatir la maldad que llevamos en el interior.
No es de extrañar que el complejo constituyera una especie de laberinto gnóstico o de iniciación para los guerreros.
De cualquier manera el lugar es de los más mágicos de la zona y no de los más frecuentados, así que debemos aprovechar este hecho para disfrutar de la visita.
Tulúm
Con un emplazamiento espectacular sobre un acantilado, Tulum es un yacimiento maya tardío que conoció su esplendor desde el 1200 d.C. hasta la llegada de los españoles. El nombre, que significa "recinto" o "muralla", es probablemente moderno. Se cree que el lugar se denominó originariamente Zama ( amanecer), en alusión a la situación en la costa este y la alineación poniente-levante de sus edificios. Quienes lo habitaron comerciaban con Cozumel, Isla Mujeres, Guatemala y México Central.



Un muro perimetral de 5 metros de grosor y con tres puertas cierra tres de las caras del yacimiento.





Quizá el más fotografiado sea el Templo del Viento, que silba cuando se aproxima un huracán, pero hay otros que merecen la visita, como el del Dios Descendiente o el Templo que corona el Castillo y que tiene tres nichos sobre la portada, o el Templo de los Frescos, que se usaba como observatorio para seguir el movimiento del sol y cuyas paredes interiores se adornan con pinturas en las que abundan serpientes mitológicas.





Una imagen única y típica es la que podemos obtener si bajamos a la playa y por un rato intentamos aislarnos de la marea de turistas que invaden el lugar....

Y con esta maravillosa visita, dejamos atrás uno de los países que enamoran, que cautivan y que nunca querremos olvidar. ¡Que viva México!

lunes, 7 de diciembre de 2015

Viva México (VII)

                                                        Hacienda Ochil
La zona en la que nos encontramos es pródiga en enormes haciendas de henequén, pequeños palacios que creó la nueva burguesía agrícola que se adueñó del estado de Yucatán. Pasear por sus decadentes paredes es volver a vivir el pasado.



Las haciendas eran parte de un sistema económico comenzado por los españoles en el siglo XVI, similar al sistema feudal de Europa. Eran eficientes granjas y centros de manufacturación que producían carne y otros productos para exportación. Al pasar el tiempo las haciendas se convirtieron símbolos de salud económica y cultura, adornadas con arquitectura, muebles y arte de todas partes del mundo.



Como las plantaciones sureñas de los Estados Unidos, las haciendas reforzaban el sistema de castas, basada en la raza, con los hacendados como amos y los Mayas o indígenas como esclavos. La mayoría de las haciendas yucatecas en el siglo XIX producían soga de henequén, una planta variedad del cactus de agave, el cual era exportado por la creciente industria de transporte. Las haciendas tenían grandísimos campos de henequén, atendidos por cientos de hombres; la casa principal era usualmente el edificio más grande, donde el hacendado tenía sus habitaciones centrales y donde tenía lugar la mayor parte de la administración. El procesamiento de henequén se localizaba en la casa de máquinas. Aparte existía una capilla, la casa del mayordomo donde vivía el capataz, y muchos otros edificios más pequeños para almacenamiento y habitaciones centrales. Cada hacienda tiene una casa principal, una casa de máquinas, las casitas humildes de los obreros, la escuela, la enfermería, la tienda, la iglesia, el cementerio, el área de hidráulicas, la prisión y los establos.


En los años 40, con la invención de fibras sintéticas, la industria de henequén cayó, y los dueños de las haciendas vieron tiempos duros. Sin el poder económico, se abandonaron las haciendas y se deterioraron, quedando así hasta los principios de los 90, cuando otra vez, muchas fueron restauradas a su gloria original y ahora transformadas en hoteles rurales y restaurantes para grandes celebraciones.


Mérida
Como la mayoría de las ciudades coloniales españolas, Mérida está construida a manera de damero, con la Plaza de la Independencia por centro. A su alrededor encontramos la casa de Montejo, construida en 1543 para servir de palacio al primer gobernador y que hoy es la sede de una entidad bancaria, conservando aún la portada plateresca con el escudo de armas de los Montejo y las estatuas de los conquistadores, triunfantes sobre las cabezas de los mayas.

 Frente al ayuntamiento está la catedral, la más antigua de América, con una bóveda de gran altura que cobija al Cristo de la Unidad, el mayor de América tallado en madera al que acompaña el Cristo de las Ampollas, que sobrevivió milagrosamente a un incendio ya que en vez de arder le salieron ampollas como si fuera piel humana.






Al norte tenemos el paseo de Montejo, que se extiende a lo largo de varios kilómetros, bordeado por las elegantes mansiones.
En el extremo noroccidental está el Altar a la Patria, obra del escultor Rozo, con figuras históricas, esculturas animales y una llama perenne, símbolo de la Independencia Mexicana.

Chichen itza
Pese a ser el yacimiento maya mejor conservado de la península, Chichén Itzá confunde a los arqueólogos. Y no es para menos, la cantidad de edificios destinados a no se sabe cuantos usos, tan variados, lleva a pensar al que lo visita, si no sería sólo parte de una gigantesca ciudad que se extendía mucho más allá de lo que podríamos imaginar.





Baste ver el tamaño y la altura de la pirámide de Kukulkán para soñar con una gigantesca metrópolis maya que gobernaría todo el Yucatán.
Por eso desde que entramos, no es difícil abstraerse y por un rato pensar en qué habrán sentido los primeros exploradores cuando llegaron a la ciudad y vieron semejantes portentos arquitectónicos.














Lo único malo es que parece ser un imán tan potente que siempre está lleno de visitantes, sea cual sea la época del año.