domingo, 2 de octubre de 2016

Sicilia (II): Palermo

Palermo
Comenzamos la visita muy temprano, con un sol radiante pero un viento gélido.
Y nada mejor que viendo, aunque sólo el exterior, el teatro Politeama o Garibaldi

El teatro Politeama Garibaldi es el primero de los grandes teatros construidos en Palermo en la segunda mitad del siglo XIX, en plena remodelación urbanística de la ciudad. Proyectado por Giuseppe Damiani Almeyda en 1867, se terminó en 1891, dominando la plaza que iba a ser el corazón de la ciudad moderna, y dando muestra de la feliz condición de la cultura artística palermitana y de la nueva clase dirigente burguesa en la escena europea.

El teatro ofrecía exhibiciones de gimnastas y acróbatas de circos ecuestres, de moda en aquella época, operetas, piezas cómicas y dramáticas, fiestas y bailes de máscaras, no reservados solo a la nobleza y a los ricos, además de espectáculos líricos.
Siguiendo en la misma línea nos acercamos al Teatro Massimo, el mayor de los teatros de ópera de Italia y el tercero más grande de Europa. Está dedicado al rey de Italia Víctor Manuel II.


De gusto neoclásico, fue construido sobre los terrenos resultantes de la demolición de la iglesia de le Stimmate y del monasterio de San Guiliano, a finales del siglo XIX.



Como nos pillaba de camino, en la Plaza Garibaldi tomamos un autobús que nos llevó a Monreale.

Catedral de Monreale
En el extrarradio de Palermo y sobre el denominado Mons Regalis que fue una finca de caza de los reyes normandos, hallamos la Catedral de Monreale. Bajo la sugerente excusa de que un sueño-visión en el cual encontraba un tesoro oculto por su padre, el rey normando Guillermo II llevó a cabo la construcción de una de las catedrales más bellas de Europa.




Aparte de los tesoros que se encuentran contiguos a las tumbas, se hace imprescindible subir los 180 escalones que llevan al tejado y que nos permiten admirar los claustros desde lo alto, además de ofrecernos una panorámica de Palermo desde Monreale.


 
Los claustros de Monreale, a los que accederemos desde fuera de la catedral son parte del monasterio benedictino adosado a la catedral. Los arcos porticados contienen 228 columnas ricamente decoradas y capiteles románicos del siglo XII obra de albañiles borgoñeses y provenzales, y con iconografías que combinan lo religioso, con lo pagano, los elementos clásicos y la mitología popular.

Palermo, capital de Sicilia, es una joya cubierta del polvo de la historia, de las desgracias que han causado los desastres naturales en forma de terremotos, y del lastre que ha provocado la especulación inmobiliaria, la miseria y el paro o los crímenes de la mafia. Al final si obviamos estos apuntes que no explican la totalidad de la realidad palermitana, nos encontraremos con una asombrosa ciudad, repleta de piedras con historia, una amalgama de retales que forman el gran puzzle de estrellas que brillan en Palermo.


Los mosaicos del interior de la catedral de Monreale necesitaron 2.200 Kg de oro y cubren casi 6.000 metros cuadrados de superficie. No fueron finalizados hasta 1182 y participaron artistas griegos, bizantinos sicilianos y probablemente artistas venecianos enviados por el Papa para los mosaicos posteriores de la nave y los muros.


La temática abarca la Creación hasta la Pasión de Cristo, siguiendo una cronología lineal en el sentido de las agujas del reloj. El ábside lo preside un Pantocrator que corona la jerarquía de Virgen, ángeles y santos.


Tumba del Rey Guillermo.

Restaurando los mosaicos del suelo.

La puertas de la Catedral.

Volvemos a la ciudad y nos paramos ante la Porta Nova
Después de 4 siglos, esta Puerta sigue marcando el límite entre la parte nueva y vieja de la ciudad. Situada junto al Palazzo dei Normanni, la Porta Nuova, fue construida para celebrar la llegada de Carlos V a Palermo en el año 1535, tras haber vencido a los tunecinos.

El Duomo (Catedral), de Palermo, es un impresionante templo del siglo XII que abarca una amplia variedad de estilos arquitectónicos.


En 1184, durante el periodo de la Sicilia Normanda , el arzobispo de Palermo Gualtiero Offamiglio fundó la catedral en el sitio de una mezquita musulmana, que había sido construida sobre una basílica cristiana primitiva.


El principal objetivo del arzobispo fue el de superar la gloria de la magnífica catedral de Monreale, y la Catedral de Palermo se convirtió en un campo de batalla de arquitectura de "La Batalla de las Dos Catedrales". Para la mayoría de los visitantes, Monreale sigue siendo la triunfadora, aun así, la catedral de Palermo, vale la pena una visita.

Dentro, la Catedral es un panteón real, que alberga muchas tumbas de los reyes de Sicilia. 

Varias imágenes del Gnomon.


  
Como era de esperar dada su historia, la característica más prominente de la Catedral es sus muchos estilos arquitectónicos. El exterior muestra la evolución del estilo gótico de los siglos XIII al XIV.


 El palacio de los normandos es la actual sede de la asamblea Regional Siciliana. No es una casualidad la designación de la localización, ya que en este emplazamiento ubicado frente a la Piazza Della Vittoria, se encontraba el más antiguo asentamiento de Palermo (Paleópolis).

  En su interior encontramos la Capilla Palatina.


Para acceder a la capilla pasamos por el patio interior columnado, y las escaleras de ángulos rectos que dan una perspectiva insospechada del patio.


Nada más entrar a la capilla palatina no existe mirada que pueda escapar de tan embriagadora imagen.

Revestida de gigantescos mosaicos de fondo de oro, se suceden imágenes religiosas mezcladas con elementos naturalistas.

Asombra la luminosidad de una capilla sin entradas de luz, y que despliega una explosión de colorido que se multiplica gracias a los mosaicos poblados de apóstoles.

Construida por Roger II en 1192 en estilo gótico normando, esta pequeña capilla de tres naves posee unas medidas de 33 metros de largo y trece de ancho.

Siguiendo la nave central, y guiados por dos hileras de columnas de mármol de colores diferentes, llegamos al espacio sobre el que sea alza la cúpula, donde el Pantocrator está escoltado por una serie de ángeles con las alas desplegadas.

Destaca también el mosaico que forma el fondo de la capilla de la nave lateral izquierda, en el que San Juan predica en el desierto delante de las montañas de Oriente y el cielo majestuosamente representado.
 Alguno de los dichosos ojos que han podido gozar de esta joya, como el escritor Guy de Maupassant han quedado maravillados de la capacidad decorativa de los maestros musulmanes.

Para su visita conviene evitar las horas centrales del día cuando la congestión de turistas hace de este pequeño paraíso un circuito por el que debamos disfrutar en poco tiempo lo que merece una eternidad.

Una tienda de las típicas marionetas sicilianas.

Quattro Canti
Quattro Canti o Piazza Vigliena, en honor al virrey bajo cuyo mandato se finalizó la construcción de los cuatro palacios barrocos, es el centro del Palermo histórico, en la intersección de Via Vittorio Emmanuele y Via Maqueda. Proyectada entre 1608 y 1620 por Giulio Lasso, quién estructuró las cuatro fachadas cóncavas de los palacios que dan a la plaza con tres ordenes de estilo dórico, jónico y corintio en las tres plantas de los edificios.




La Fontana Pretoria, situada en la plaza Pretoria, es quizá la fuente más curiosa de toda la ciudad.

Ocupa el centro de la plaza, y se levanta a un nivel más alto que la Vía Maqueda, que atraviesa uno de los lados de la plaza. 
Las pilas con agua se disponen en tres niveles, rodeados de estatuas representando monstruos, animales mitológicos, y los cuatro ríos de Palermo, el Oreto, el Papireto, el Gabriele y el Maredolce. En su momento fue denominada La fuente de la vergüenza debido a la desnudez de las estatuas.

Iglesia de Santa Caterina
Cerrando el lado este de la plaza se alza la Iglesia de Santa Caterina, la iglesia barroca más bella de Palermo, con su típica historia siciliana. Custodiada por siete ancianas monjas, la puerta está firmemente cerrada y sólo se abre al público una vez al año para la festividad de Santa Catalina (25 de noviembre); de este modo se pueden apreciar la sorprendente estatuaria de estuco, los frescos al pastel y los altares de amatista y lapislázuli.

 La iglesia medieval más famosa de Palermo es La Martorana (Chiesa di Santa Maria dell’ Ammiraglio), que suele estar abarrotada de gente gracias a la celebración de bodas, normalmente programadas los sábados a última hora de la mañana.

Originalmente concebida como mezquita, esta construcción del s. XII fue promovida por Jorge de Antioquia, el emir sirio del rey Rogelio. Los artesanos griegos contratados para decorarla aplicaron su visión cristiana a los deslumbrantes mosaicos del interior. Los delicados capiteles fatimíes, que repiten sin cesar el nombre de Alá, sostienen una cúpula abovedada en la que se representa a Cristo entronizado entre sus arcángeles.

En 1433 la iglesia fue donada a una orden de monjas benedictinas, fundada por Eloisa Martorana (de ahí su sobrenombre), quien mandó derribar el ábside normando y rediseñar el exterior en estilo baroco; asimismo, añadió su propia capilla con frescos, para lo que tuvo que sacrificar algunos de los maravillosos mosaicos. Por fortuna, dos de los que sobrevivieron son un retrato de Jorge de Antioquia, escondido detrás de un escudo a los pies de la Virgen María, y otro de Rogelio II recibiendo su corona de manos de Cristo, la única imagen del monarca conservada en Sicilia.

Mussolini devolvió la iglesia a la comunidad ortodoxa griega en 1935; por eso, en ella se sigue celebrando la misa por el rito griego oriental en total armonía con la decoración.
A pesar de su famosa colección de manuscritos y de que el cementerio contiguo acoge la tumba del novelista Giuseppe Tommasi di Lampedusa, el Convento dei Cappuccini es conocido por sus macabras catacumbas donde están expuestas las momias de 8.000 palermitanos que murieron entre los ss. XVII y XIX.



En su origen las catacumbas estaban destinadas a los monjes, pero finalmente se abrieron a algunos personajes acaudalados que habían donado tierras o dinero al monasterio. Después de morir, estos pocos afortunados se dejaban secar, se lavaban con vinagre y se empolvaban con arsénico y leche de lima; por último, se vestían con sus mejores galas y se depositaban en sus nichos

Las momias están organizadas en función de su poder terrenal, el sexo, la religión y el estatus profesional: los hombres y las mujeres ocupan pasillos separados, y, dentro de la zona de las mujeres, existe una categoría más alta para las vírgenes. La visión más desconcertante es el cuerpo casi perfectamente conservado de Rosalia Lombardo, que murió a la edad de 2 años en 1920 sólo hay que seguir las indicaciones de bambina o niña. Tenebrosas y perturbadoras, las catacumbas constituyen una de las principales atracciones turísticas de la ciudad.

Porta Felice, que toma su nombre de la mujer del virrey español Marco Antonio Columna, Doña Maria Félix de Osuna, que en 1582, decidió darle una entrada monumental a la ciudad.
La puerta, constituida por dos gigantescos mástiles, fue diseñada por arquitecto Mariano Smiriglio y los trabajos se continuaron hasta 1637

Santa Maria della Catena. Fue construida entre 1490-1520 y es obra del arquitecto Matteo Carnilivari. Toma este nombre porque sobre un muro de la iglesia se sostenía una cadena que cerraba el puerto de la Cala. 


Y así acabamos, muy cerca del Puerto y habiendo disfrutado plenamente de la ciudad de Palermo.