domingo, 2 de junio de 2019

Bremen (II)

Rheinland Bremen

En la llamada casa de San Pedro, construida entre 1923 y1926 con la idea de convertirse en el mejor restaurante de Bremen, encontramos este local que pertenece a la pequeña franquicia alemana Ständige Vertretung. En su arquitectura con ventanales, frontones y arcadas, combina el estilo de casa de campo inglesa con elementos tradicionales hanseáticos.


Centenares de fotografías de personajes famosos que han visitado el restaurante, objetos procedentes de toda Alemania, recortes de periódicos y toda la parafernalia germana que las paredes puedan aguantar, sirven de decorado a este local que ofrece comida típica alemana en medio del laberinto de Böttcherstrasse.


Aunque sólo paramos para tomar un café, nos dio tiempo de leer la carta, y sinceramente la vimos un poco dirigida al turismo, así que preferimos investigar el restaurante desde el punto de vista decorativo, y les puedo asegurar que no tiene desperdicio. Entren y verán.

El paseo fluvial del Weser

El paseo y embarcadero localizado justo debajo de la Iglesia de San Martín, es el muelle para los barcos que traen mercancías y pasajeros a la ciudad de Bremen.
Y así ha sido desde el 1.200, cuando el llamado Schlachte era el único lugar donde podían atracar los barcos para descargar bienes en Bremen. Con la llegada de los grandes naves de mayor calado, el muelle cayó en desuso como gran puerto. Para llegar a ellas desde el casco o viceversa y teniendo en cuenta de que el muelle estaba fuera de las murallas de la ciudad, sólo podía usarse el camino que formaban calles como la  Böttcher de la que ya hemos hablado.



Poco a poco cayó en el abandono, hasta el año 2.000, momento en el que se rediseñó todo el entorno del río y las calles aledañas para la Expo. Hoy, uno de los corazones y pulmones de la ciudad es este muelle y su paseo, donde los bremenses acuden a pasear, comer, beber o simplemente festejar la victoria de sus equipos deportivos.




Para quien tenga tiempo suficiente, se ofrecen paseos por el río en veleros e incluso barcos con bastante historia, que han sido restaurados para uso y disfrute de los visitantes.

La iglesia de San Juan

La iglesia de San Juan es la más pequeña, la más moderna y la más pintoresca  de las cuatro iglesias parroquiales de la ciudad.

Construida sobre una capilla anterior que databa de 1229, los franciscanos levantaron una iglesia gótica alrededor de 1380 en el Schnoorviertel de hoy. El dinero provino principalmente de las numerosas donaciones que los ricos comerciantes de la ciudad entregaron tras la epidemia de peste que asoló  Europa, en la que murieron siete mil bremenses.


Como signo de pobreza y simplicidad que caracteriza la orden, no tiene torre, sino una torrecilla con pequeñas campanas. En el transcurso de la Reforma, el monasterio se derriba en 1523 y el templo, que queda en pie, se usa entonces como almacén. 




En 1816, el consejo de la ciudad entrega el edificio en estado de semirruina a los católicos y después de una renovación espectacular, se vuelve a abrir en 1823 como iglesia. La fachada muestra la belleza cruda del ladrillo gótico característico del norte de Alemania, con unas vidrieras que tras ser reformadas y en muchos casos sustituidas representan a santos del área de Bremen, así como a otros santos importantes, por ejemplo, el patrón de la iglesia, San Juan. 

Schnoor

Por fin hemos llegado al barrio más antiguo que se conserva en Bremen y fue en 1959 cuando toda Alemania se puso de acuerdo en nombrar el barrio como un conjunto histórico digno de ser protegido. 


Su nombre proviene de la palabra alemana para "cordel", ya que las pequeñas casas del siglo XV y XVI están engarzadas como perlas en un cordel siguiendo el curso del río de la ciudad.


Desde el principio, las casas fueron construyéndose para las clases menos favorecidas de la ciudad, como los pescadores que tenían cerca el acceso al río, o los pequeños artesanos que no podían permitirse tener un puesto en el caro centro de la ciudad.


A mediados de la década de 1950 tras la Guerra,  las casas estaban en un estado de abandono total, por lo que el  Senado de Bremen decidió en 1959 reconstruir el área histórica de Schnoor. Para ello se invitó a los propietarios de las casas a restaurar los edificios más deteriorados con el apoyo financiero del Estado de Bremen.
Casas que hoy cuentan sus historias, y que merecen ser escuchadas.


Por ejemplo la Casa de las Bodas, que nos recuerda que en la Edad Media las parejas que venían del campo sólo podían casarse en Bremen si demostraban que tenían una residencia en la ciudad, así que "retocando" los papeles de propiedad quienes se hospedasen en ella podían dar a entender que eran ciudadanos con todos los derechos y deberes. Hoy en día es el hotel más pequeño del mundo con sus 43 m² totales.


Por otro lado la Casa de los Baños, nos recuerda que hace siglos las casas no tenían baño tal y como lo conocemos hoy en día, así que debían acudir a estos baños para sus abluciones mensuales o incluso anuales. ( ya sabemos que la higiene personal no era el punto fuerte de los habitantes de las ciudades hasta bien entrado el siglo XIX). Pero también el local servía para encuentros sexuales  furtivos entre amantes o "acciones inmorales" como se decía en Bremen.


Hoy Schnoor es una atracción para turistas y residentes que siguen el rastro de la historia. 


Un paseo por sus calles peatonales vale la pena, especialmente por las maravillosas tiendas escondidas de artesanía, joyas, diseño, chocolates o simplemente para disfrutar de una preciosas fachadas adornadas con letreros publicitarios de un pasado que parece no tan lejano. Y como dicen los habitantes de Bremen, "¡Siempre puede descubrirse algo nuevo en Schnoor !"


Los músicos de Bremen

Aunque el cuento se remonta a muchos siglos atrás (ya se conocía en el siglo XII),  sólo fue en 1951 cuando se decidió encargar una escultura en bronce a los protagonistas de esta divertida y metafórica historia, que cuenta como un burro, un perro, un gato y un gallo, considerados por sus amos ya inútiles por su edad, deciden ir a Bremen a probar suerte en lugar de aceptar ser sacrificados.

Quieren ser músicos,  y se ponen en camino hacia la ciudad, pero la noche cae antes de que puedan cruzar el río y tienen que dormir en una casa de campo. Aparecen unos ladrones a los que echan gracias al escándalo que forman todas sus voces y gritos. Al final deciden instalarse en la casa y vivir juntos, protegiéndose y viviendo sus últimos días como buenos amigos.
La metáfora nos cuenta que los débiles pueden ganar a los fuertes si cooperan, juntos y con un  mismo objetivo, como los habitantes de Bremen en su búsqueda de la libertad.

No podemos irnos sin pedir un deseo agarrando ambas patas del burro, pero debe ser con las dos manos, ya que si sólo agarra una de ellas, y según los bremenses, es como si un burro saludara a otro para dar los buenos días.

Y para despedirnos de Bremen vamos a visitar un molino, quizá el más fotogénico de mis viajes
Los molineros han usado desde siempre la fuerza de la naturaleza para poner en marcha la maquinaria de sus molinos. En Bremen no iba a a ser menos, y por ello se asentaron cerca del rió Weser o sobre pequeñas colinas, donde el viento era un poco más fuerte que en las planas llanuras del norte de Alemania.

Por ello, el primer Kaffeemüle o "molino de café" fue construido en 1699 en un lugar cercano al actual emplazamiento, un poco más elevado que el resto de la ciudad, pero tuvo que ceder el lugar a una fortificación (el Doventorswall)
Así que el nuevo ingenio tuvo que levantarse un poco más al norte y buscar la manera de ser productivo para no ser movido de nuevo.

Durante más de 100 años, nadie se atrevió a levantar la voz ni los planos contra el molino, hasta que en 1832, el "Kaffeemühle" se incendió y un año después, el lugar se vendió al constructor de molinos Erling, que inmediatamente construyó uno nuevo mucho más alto y con los avances que el siglo XIX le permitía.

Pero llegó la era industrial y la energía eólica del molino no era suficiente para producir todo lo que los ciudadanos exigían, así que las máquinas de vapor sustituyeron al pobre molino de madera y éste cayó pronto en el abandono.
Su propietario lo vendió a la ciudad por menos de un tercio del precio real.
Ahora propiedad de todos los habitantes de Bremen, disfrutó de una restauración completa en 1997, ajardinando todo el solar que lo rodea que se ha transformado en un pequeño y precioso parque.
Hoy en día el molino con varios pisos habilitados y decorados con exquisito gusto, sirve de cafetería, restaurante y lugar favorito de los bremenses para la celebración de sus fiestas familiares.
Un detalle, la mejor vista, como la de la primera foto se obtiene desde el puente Herdentor, y nos servirá para llevarnos una última y preciosa imagen de la maravillosa Bremen.

sábado, 1 de junio de 2019

Bremen (I)

Y llegamos a Bremen en un tren procedente de Hamburgo para descubrir en un día las maravillas que nos ofrece esta preciosa ciudad del norte de Alemania.

La grandiosa Estación Central.

El buscar la independencia es algo que siempre interesó a los ciudadanos de Bremen, por ello en cuanto fue posible se unió a la Liga Hanseatica. Hoy en día es la décima ciudad alemana en tamaño, una metrópolis moderna con un ambiente inconfundible que no resta valor a sus más de 1.200 años de historia.


Tal y como ocurrió con muchas ciudades Alemania, Bremen fue duramente castigada por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, a diferencia de otras grandes urbes como Frankfurt o Berlín, muchos edificios pudieron ser reconstruidos debido a que se guardaban planos y fotografías en los archivos municipales. Afortunadamente tres de los puntos más importantes de la ciudad, el ayuntamiento, el Roland y la catedral no sufrieron daño alguno. Los dos primeros son actualmente Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.


Pasear sus calles es toda una lección de historia y arte, y sobre todo una demostración palpable de la energía y fuerza del pueblo alemán a la hora de resurgir de sus cenizas.


Nos encaminamos a la primera visita de la jornada, la Iglesia de Nuestra Señora de Bremen.



Nada menos que al año 1000 se remontan los pocos restos que perviven de la primitiva iglesia que se levantaba aquí antes del actual templo y de la que apenas quedan algunos pilares, muros y bóvedas. Eso sí, los arquitectos que se encargaron de edificar lo que hoy vemos ante nuestros ojos no escatimaron medios ni imaginación para convertir este edificio en una filigrana de recios y fuertes muros, y que sólo con mirarla nos hace elevar los ojos al cielo y quedar maravillados ante tanta elegancia.




Tras una serie de mejoras y ampliaciones, que desde el siglo XIII fueron  embelleciendo la iglesia, finalmente las obras concluyeron tres siglos más tarde, quedando el templo casi con el mismo aspecto que actualmente vemos.
Mas recientemente se han hecho mejoras que han hecho aparecer restos interesantísimos de la primitiva iglesia entre los cuales unos frescos de incalculable valor artístico e histórico.




Ya dentro y tras pasar los muros de ladrillo rojo encontramos algunos tesoros, como el púlpito tallado del siglo XVIII o las maravillosas vidrieras de Alfred Manessier.


Alta, como todas las iglesias del norte germano, la nave se eleva casi tocando las nubes, y una torre románica da escolta a su hermana mayor, que fue gravemente dañada durante los bombardeos aliados de la Segunda Guerra Mundial.

La Plaza del Mercado de Bremen.

Fundada exactamente aquí, a su alrededor se halla la historia de Bremen. Y digo exactamente aquí, porque si vamos a su centro justo y miramos al suelo veremos una rueda con diez radios hecha de oscura piedra, en cuyo centro se encuentra la cruz hanseática hecha en piedra roja.

Conocida como una de las plazas más bonitas de Europa, es un imán y punto de encuentro para millones de turistas. En verano podemos observar la agitada vida ciudadana de los habitantes de Bremen y la tranquilidad de los visitantes, sentados en la terraza de un café, frente a un riquísimo trozo de pastel o una refrescante cerveza.


Es innegable que la plaza es una obra de arte arquitectónica, que se desarrolló en el más importante lugar de comercio del norte de Alemania a principios de la Edad Media y con la edificación del ayuntamiento, la función de mercado se vio aumentada a la categoría de administrativa, ya que el gobernador de la ciudad juzgaba y condenaba a los reos desde el balcón del edificio. El ayuntamiento, que tiene más de 600 años, fue construido en estilo renacentista con gran influencia holandesa, para albergar los órganos de gobierno de la ciudad. Adornada con 8 esculturas monumentales que representan a Carlomagno y a los 7 príncipes electores, simbolizan la decisión de Bremen de ser independientes del gobierno de la iglesia.



Algunas secciones de la plaza no son originales, como las casas que se encuentran a espaldas del Rolando, ya que fueron destruidas en la Segunda Guerra Mundial.




Y sobre Rolando vamos a hablar, ya que no hay nadie como él que simbolice mejor la búsqueda del derecho y la independencia de la ciudad. Considerada la estatua más antigua de Alemania, es una de las 20 imágenes de Rolando que se conservan en Europa ( eran 55), y por casualidad esos mismos dígitos 5,5 son los metros que mide de alto y 55 la distancia en centímetros de una rodilla a otra, lo que se convirtió en la llamada Yarda de Bremen para medir tejido. En el siglo XV el gobierno de la ciudad encargó la figura de Rolando en caliza para simbolizar el derecho de las familias patricias de Bremen de administrar libremente la ciudad.


Desgraciadamente en 1983 hubo que sustituir la cabeza original, ya que la contaminación la había dañado irremediablemente. La leyenda cuenta que Bremen permanecerá en pie hasta que caiga Rolando, por lo que debe ser protegida como en la Segunda Guerra Mundial, cuando fue cubierta por un muro, y corre el rumor de que en el Ayuntamiento hay una estatua de reserva en el sótano.
Antes de dejar la plaza, vamos mirando al suelo y buscando una especie de tapa de alcantarilla mientras nos dirigimos a la Catedral. Es el Agujero de Bremen, donde debemos dejar caer una moneda en una ranura para oír los cantos de los Músicos de Bremen. La recaudación va íntegramente a causas benéficas.

Catedral de San Pedro

Tras este impresionante dato temporal y con una historia emocionante se esconde la ostentosa Catedral de San Pedro de Bremen.

Escoltada por el patrón de la catedral, San Pedro, con sus llaves para abrir el cielo, y Carlomagno, fundador de la ciudad de Bremen con una miniatura de la catedral en sus manos, la imponente basílica se empezó a construir en estilo románico y sólo se completó bien entrado el siglo XX, por lo que a simple vista pueden verse los diferentes estilos arquitectónicos que fueron dando forma al enorme templo.



Dos gigantescas torres de 98 metros quedaron intactas tras los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, al contrario de otros edificios de la plaza que como vimos quedaron totalmente destruidos, una suerte, ya que según la leyenda es imposible volver a construir las torres de la catedral, y si alguien lo intenta Bremen será borrada del mapa.



En los años 70 del siglo pasado, al intentar colocar un suelo radiante para paliar el frío intenso que castiga Bremen en invierno, descubrieron numerosas tumbas de altos cargos eclesiásticos de la ciudad y poblaciones cercanas, así como diversos objetos de valor incalculable que hoy se exhiben en un pequeño museo anexo al templo.


En 1998, se creó el Jardín de la Biblia. Está ubicado en el antiguo claustro, en el lado sur de la catedral. Más de 60 plantas diferentes se cultivan en este jardín, ya que según los monjes se mencionan en la Biblia. Algunas plantas del jardín del antiguo monasterio, donde eran cultivadas por sus efectos beneficiosos o curativos y utilizadas como remedios a muchas enfermedades.


La calle Böttcher

Como anticipo de la exquisita calle que vamos a visitar, el relieve dorado  Lichtbringer (El portador de luz) nos permite entrar a un rincón poco conocido de la ciudad y que se levantó entre 1922 y 1931 gracias a un industrial y mecenas que pretendía simbolizar el renacer de Alemania tras la Primera Guerra Mundial.

110 son los metros de una calle que es sinónimo del arte de saber vivir. Rincones como el " Patio de los Artesanos", decorado con esculturas en bronce y piedra que recuerdan a ciudadanos que sobresalieron por su innovación y aporte a la economía de la ciudad, como el inventor del primer café descafeinado, o maravillosas casas de ladrillo con nombres propios como la de Robinson Crusoe, o la del Salón Celestial. 








Las fachadas fueron destruidas en su mayoría en la Segunda Guerra Mundial y restauradas en la década de los 50, transformando la calle en el paraíso del comercio artístico gracias a su inusual arquitectura de pequeñas tiendas con aires Art Decó y Jugendstil.






Hoy, la Böttcherstraße es una de las más grandes atracciones turísticas de Bremen. Contiene muchos museos de arte (Kunstsammlungen Böttcherstraße), diversos talleres de artes y oficios, bares, restaurantes y negocios, el casino de Bremen y un hotel. Casi todos los edificios son propiedad de la fundación Roselius, apellido del magnate del café que tanto luchó por su creación.