Y visitamos un centro de adopción de elefantes, donde los vimos en todas las maneras y actitudes.
El elefante fue el animal domestico de Tailandia hace mucho tiempo y era el símbolo nacional, que antes aparecía en la bandera del país. A principios del siglo había en torno a 100.000 elefantes domesticados. Se utilizaban en la guerra, en transporte de troncos y para abrir la selva virgen. Los elefantes son conocidos como animales dóciles, amables e inteligentes.
No es de extrañar que cada año se celebre en Tailandia, desde los años 60, un festival dedicado íntegramente al elefante en la comarca de Surin. Su propósito es recaudar fondos para garantizar la supervivencia de cuidadores y elefantes. Durante varios días se celebran desfiles y competiciones e incluso un partido de fútbol (imagínense el tamaño del balón).
Paseo o rafting en balsas de caña de bambú por el rio Mae Taman. Elefantes pasando por la ribera del rio.
Mae Hong Son. Wat Doi Kong Mu, templo sobre una montaña al oeste de la ciudad.
Lago Chong Kham. Este lago, en un principio, era una charca para elefantes.
Wat Chong Klang de finales del siglo XIX. Este templo tiene unos peculiares chedis blancos y dorados.
Con las mujeres Padung o jirafa. Se cree que el origen de esta costumbre radica en que se ponían collares en el cuello para protegerse de los ataques de los tigres.
Y con esto nos despedimos de la maravillosa Tailandia, una país donde conviven etnias y razas que conforman una mezcla colorida y amable, donde las tradiciones se enfrentan, de manera pacífica con la modernidad que avanza a pasos agigantados, pero donde nunca se pierde la sonrisa.