jueves, 9 de junio de 2016

Las más hermosas islas griegas V. Rodas

Visitar Rodas es sencillo. sobre todo cuando lo hacemos tras haber hecho escala en un crucero, lo que no es habitual desgraciadamente. Fui afortunado hace unos años cuando uno de los puertos de mi viaje fue la capital de la isla más grande del Dodecaneso.

Como sabemos las escalas en muchas ocasiones son cortas, por lo que me prometo volver para conocer el resto de la isla, y no sólo la capital. Pero no perdamos más tiempo y conozcamos este enclave lleno de historia.

La ciudad, que cuenta con una población de 6.000 habitantes, está rodeada por murallas medievales abiertas por siete puertas y nosotros entramos por la llamada Puerta de la Virgen, que es la más cercana al puerto de cruceros.

Cruzar la muralla por una de estas bocas es volver atrás en el tiempo, aquel en el que un puñado de caballeros se refugió en uno de los últimos reductos cristianos en esta parte del mundo, que se había visto completamente dominado por los musulmanes, en concreto los turcos otomanos.

Hoy en vez de aquellos "infieles", las calles están tomadas por los turistas que curiosean entre las tiendas  y museos, o dedican su tiempo a saborear la gastronomía de la isla en restaurantes y cafeterías.


Se podría dividir la ciudad en tres partes. La primera localizada en el norte que incluiría la Acrópolis de los Caballeros y el Palacio del Gran Maestre; la segunda Hora, donde vivían los comuneros, y una tercera totalmente habitada por la comunidad judía.
Al entrar en la ciudad nos percatamos de que no todo es medieval en ella, sino aún mucho más antiguo. Un buen ejemplo es el Templo de Afrodita, que se remonta al siglo III y que comparte solares con la Logia de los Caballeros de Aiberne que nos vuelve a llevar al siglo XVI. Casi pared con pared, encontramos la casa de campo del Batallón de Inglaterra y el primer hospital de los Caballeros del siglo XV y que es hoy sede de la Biblioteca de la Sociedad Arqueológica.

Este edificio contiene y guarda gran cantidad de reliquias y artefactos medievales, y ya es en sí lugar obligado de visita, por su monumentalidad y carga histórica.

Muy cerca se encuentra la famosa Calle de los Caballeros, total y acertadamente restaurada, que ha vuelto ha sacar a la luz toda la belleza de los edificios que la conforman y que dieron cobijo a aquellos guerreros santos que pasaban su tiempo en practicar la oración y entrenar con sus espadas y lanzas.



La calle se extiende desde el Nuevo Hospital hasta la Logia del Batallón de Francia, que es sin duda uno de los edificios más hermosos de la isla.


Podemos hacernos una idea de la extensión de la ciudad amurallada y su entorno subiendo a la Torre del Reloj, una construcción que mezcla aires turcos y europeos.

Desde su cima se distinguen al instante varias mezquitas que recuerdan el pasado turco de la ciudad, como la de Suleiman o Ibrahim.

De todos los edificios de la ciudad el más imponente e importante es sin duda el Palacio del Gran Maestre, que se ordenó construir en los años de mayor esplendor y poder de la Orden de los Caballeros de San Juan, allá por el siglo XV. De la misma manera que cualquier otro gran mandatario religioso o civil, el maestre debía tener una residencia acorde con su cargo, por lo que este baluarte de 80x75 metros se levantó para convertirse en su residencia, sede del gobierno y lugar de reunión del Consejo.
Fueron diecinueve los Grande Maestres de la Orden que vivieron entre los muros de esta fortaleza de altísima protección que domina el punto más alto de la ciudad y que actualmente es lugar de exposiciones temporales y permanentes, sobre todo de arte helenístico y romano así como artefactos y documentos que pertenecieron a la Orden.


Historias y leyendas envuelven este imponente castillo, que fue utilizado como cárcel en época otomana e italiana y que sufrió asedios, terremotos y explosiones. Todo cabe en su enorme patio del que irradian las despensas, las cuadras y las cocinas, que sirven de antesala al piso superior donde se encuentran las estancias nobles, como la residencia del Gran Maestre y la Sala de Reunión del Consejo.

Pero sigamos nuestro recorrido por el barrio judío donde encontramos la llamada Plaza de los Judíos Mártires, que se encuentra justo en su corazón. Originalmente el lugar fue un área de viviendas judías que albergaban también pequeñas tiendas. Duramente bombardeada durante la Segunda Guerra Mundial, cuando se reconstruyó se transformó en un pequeño parte con una tranquila y serena plaza, cuyo monumento más interesante es el que conmemora el Holocausto. El monolito es reciente, ya que se erigió en 2002 para recordar a las víctimas judías que perecieron durante la Gran Guerra y que eran naturales de Rodas y de la isla de Cos.

Por parte cristiana encontramos los restos de la Catedral Panagia Tou Bourgou, un edificio gótico del siglo XIV, que destaca por los su basílica de tres naves y elegantes arcos ojivales. Es sede de la imagen patrona de la ciudad, la Virgen María de la Misericordia.

Es obligatorio terminar nuestro recorrido en el puerto de Rodas, sin el cual la ciudad no se entendería y que en su día, si las leyendas no fallan, regalaba desde muy lejos a sus visitantes la imagen del coloso de 31 metros de altura que representaba al dios Helios.
La impresionante escultura tan sólo sobrevivió 66 años, ya que un terremoto en el año 266 la agrietó de tal manera que acabó derrumbándose, y sus piezas fueron vendidas a un mercader que las compró, y ayudado por 900 camellos las fue vendiendo por toda Asia.
En el supuesto lugar donde según cuentan las historias se erguía la formidable estructura, y para su recuerdo, encontramos hoy dos figuras en bronce, Elafos y Elafina, que representan a una pareja de ciervos.

En el siglo XV los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén construyeron la Torre de San Nicolás, que vemos al fondo, para defender el puerto, y tras perder su uso defensivo fue complementada con un faro.

Dejamos atrás la ciudad, capital de una isla cargada de historia, mitología y siglos para continuar nuestra singladura por el Egeo.

miércoles, 8 de junio de 2016

Las más hermosas islas griegas IV. Creta (II)

 En esta segunda visita a Creta nos dedicamos a explorar el interior. Tras alquilar un coche con guía empezamos una ruta que nos llevaría por lugares fascinantes y curiosos.

Como el primero de ellos, la Presa de Aposelemi, con su pueblo abandonado y semisumergido de Sfendili. No eran muchos sus habitantes, apenas 80, pero todos tuvieron que trasladarse si no querían verse anegados cada invierno, cuando la presa recogía ingentes cantidades de agua de las montañas de la lluviosa Creta.

Algunos residentes inicialmente se negaron e interpusieron demandas contra los constructores, pero no tuvieron ninguna posibilidad. La presa se completó en 2012, las masas de agua llenaron sin descanso el lago y el pueblo se inundó parcialmente. Sfendili ya no es habitable. Por lo menos para humanos, ya que se ha convertido en el humedal favorito de muchas especies de aves y anfibios. 

Seguimos rutas para detenernos en el Monasterio de Panagia Kera Kardiotissa.

Ocupado por el Ejército de Liberación Griego durante la Segunda Guerra Mundial, su historia está indisolublemente unida a Creta, ya que es uno de sus monasterios principales. Levantado en honor de la Natividad de María, su población actual se reduce a seis monjas que se encargan de su mantenimiento y se nutre prácticamente de las visitas turísticas, que llegan para contemplar la reproducción del icono de María que sostiene a Jesús en el lado correspondiente a su corazón, de donde proviene el nombre Kardiotissas, del griego "cardio" o corazón.


El icono ha sido robado o ha "desaparecido" en varias ocasiones y para evitarlo llegaron a atarlo con una cadena a una columna de mármol.

La actual iglesia está construida en cuatro fases. Originalmente había un templo de una sola nave que luego se amplió con dos habitaciones y una capilla más pequeña. Son típicos los antiguos frescos del siglo XIV, bastante deteriorados por el tiempo.


Debido a su posición fortificada, durante las revoluciones de Creta, el monasterio de Kera sirvió como el centro revolucionario de la provincia local y, por lo tanto, sufrió muchas veces los ataques turcos.



Nos vamos del monasterio para emprender la dura ascensión a la llamada Cueva de Zeus, aunque su verdadero nombre sea Cueva de Psychro.


Después de un empinado camino entre laureles, aromas de tomillo y salvia, llegamos a la entrada de la cueva, donde aparte de un impresionante paisaje de estalactitas y estalagmitas encontraremos un espacio lleno de misterio y simbolismo, ya que según la leyenda fue el lugar donde nació Zeus y donde se le rindió culto, como demostraron en su momento las numerosas ofrendas encontradas.



En la antesala de la cueva se descubrieron los cimientos de un altar y los restos de los que hemos hablado, que incluían aceite de oliva, miel, vino, trigo y algunos sacrificios animales, todo ello reducido a cenizas, que debían conservarse después de ser consumidos por el fuego sagrado.



La espaciosa cueva consta de cinco salas de variados tamaños. La primera de ella hace de entrada, con paredes de roca desnuda, que contrastan con la siguiente que dispone de estanques naturales de cuya agua bebía Zeus.



Entre los paisajes rocosos encontramos puntos clave, como el nicho donde nació el dios, un lago subterráneo sobre el que cae una estalactita con forma de manto, que según dice la leyenda es el manto de Zeus...



Al margen de la leyenda, el paisaje pétreo no deja de ser impresionante.



Nos vamos a otro monasterio, en esta ocasión en la llanura de Lasithi, llamado Vidani.



Entre los típicos molinos de la llanura cretense encontramos este lugar de rezo y recogimiento dedicado a Zoodochos Pigi, es decir a la Fuente de la Vida y durante mucho tiempo estuvo completamente abandonado.



Hoy, con las celdas de los monjes restauradas, los jardines bien cuidados y liberados de la maleza, el monasterio ha vuelto a albergar religiosos que llenos de gozo reciben a los pocos turistas que se acercan hasta ellos y a su museo de historia natural promovido por la Universidad de Creta.



El monasterio y la iglesia no son antiguos, ya que tan sólo datan del siglo XIX, aunque lo más seguro es que se haya construido sobre un monasterio anterior, utilizando piedra y mampostería muy elaborada y un interior rico y con buenos y exquisitos acabados.




El terreno pertenecía a la familia Vidon (de ahí el nombre Vidiani), descendientes de una familia veneciana a la que se le había dado una parte de la meseta como feudo.

Πηγή: Monasterio Vidiani en la meseta de Lassithi - Guía de viaje para la isla de Creta, Grecia cretanbeaches.com
https://www.cretanbeaches.com/en/religious-monuments-on-crete/monasteries-in-crete/vidiani-monastery-in-lassithi-plateau

Πηγή: Monasterio Vidiani en la meseta de Lassithi - Guía de viaje para la isla de Creta, Grecia cretanbeaches.com
https://www.cretanbeaches.com/en/religious-monuments-on-crete/monasteries-in-crete/vidiani-monastery-in-lassithi-plateau


Y nos vamos de Creta sabiendo que necesitaremos otra visita para seguir conociendo la isla, sobre todo el lejano y desconocido sur...

Πηγή: Monasterio Vidiani en la meseta de Lassithi - Guía de viaje para la isla de Creta, Grecia cretanbeaches.com
https://www.cretanbeaches.com/en/religious-monuments-on-crete/monasteries-in-crete/vidiani-monastery-in-lassithi-plateau