Al día siguiente retomamos nuestra ruta por el norte de la isla, acercándonos hasta Point Pedro, la población más septentrional del país.
Allí se encuentra el buzón de correos más al norte de la isla, aún en uso.
También destaca un precioso faro construido por los británicos en 1916, con 33 metros de altura en un blanco casi inmaculado. En su momento la luz alcanzaba hasta 10 millas náuticas, pero hoy en día su uso es básicamente militar.
Conozcamos ahora el punto geográfico más al norte de la isla, cabo Sakkotei.
En una terraza construida sobre el arrecife, encontramos este área de observación donde se han colocado dos estructuras. La de la izquierda muestra un mapa de Jaffna con la localización exacta del lugar en el que nos encontramos, y la de la derecha es la bandera del país con el lema " La unidad en la diversidad es la fuerza de Sri Lanka".
El mar que rodea el cabo es poco profundo y en la orilla hay una pequeña aldea de pescadores. La playa suele estar repleta de barcas de pesca y aves que llegan con la esperanza de atrapar algún pescado extraviado en la orilla. En los días muy claros puede verse la costa de la India.
Muchos fieles hinduistas, recorren el llamado sendero Ramayana en Sri Lanka, que sigue todos los puntos que supuestamente fueron bendecidos por el dios Rama, Sita, Hanuman o el rey Ravana.
Uno de los puntos de este sendero es el templo Keerimalai Naguleswaram, pero quizá debido a su lejanía en el norte es de los menos visitados.
El rey estableció cinco puntos de peregrinación alrededor de la isla, y en cada uno de ellos colocó un lingam sagrado o Pancha Ishwarams, uno de ellos se encuentra en este templo.
Pero los peregrinos no sólo acuden aquí para venerar el lingam, sino que también lo hacen para bañarse en las aguas termales de Keerimalai, ya que según la leyenda, Rama, aconsejado por los santos, se bañó en estas aguas para limpiar sus pecados.
El poder de las aguas del estanque es tal, que incluso una princesa pandyana que tenía el rostro tan desfigurado que la hacían parecer un caballo, se bañó en las aguas y al momento quedó convertida en una atractiva joven. El contenido mineral de las aguas es muy rico, y al parecer mejora muchas enfermedades de la piel. Hay incluso quien dice que ayuda a las mujeres a quedar embarazadas.
Pero no todo ha sido bueno en la historia del templo y del estanque sagrado. Viendo las riquezas del santuario, los portugueses lo saquearon y destruyeron en el siglo XVII y quedó abandonado hasta 1890, cuando se pudo reconstruir gracias a donaciones provenientes de todo el país. Pero de nuevo fue destruido por un incendio en 1910 y vuelto a reconstruir.
En 1990 fue arrasado por las bombas de la guerra civil y ya en 2012 alcanza el estado que vemos hoy.
En el camino a nuestro siguiente destino pudimos ver un monumento conmemorativo.
En el año 250 antes de Cristo el budismo llegó a Ceylan de la mano del monje Mihindu. Poco después, su hermana Sanghamitta, a bordo de una barca, cruzó el mar que separa la isla de la India, trayendo un esqueje del árbol bodhi (ficus religiosa), bajo el que Buda alcanzó la iluminación.
El esqueje se dividió en ocho porciones y se repartió por la isla.
Y almorzamos en Fort Hammenhiel Resort, un restaurante que se encuentra frente al fuerte del mismo nombre.
Pedimos una gambas que ya de por sí eran picantes, pero además venían acompañadas de este puré de chile picante que era auténtico fuego.
De segundo pedimos arroz con verduras y pollo...
Y de postre cuajada de búfala con sirope de kitul o palmera cocotera.
Tras el almuerzo observamos el fuerte que da nombre al lugar.
Construido en duro coral por los portugueses para proteger la entrada de la Península de Jaffna en el siglo XVII, pasó a manos holandesas y fue bautizado como Hammenhiel (Tacón del Jamón), ya que para ellos, Ceylán tenía forma de jamón ahumado y el fuerte se situaba en la punta del hueso.
Al disponer de mucho espacio y una ubicación adecuada para servir de prisión, la Armada de Sri Lanka lo usó para confinar a los marineros acusados de delitos, y más recientemente la misma Armada ha transformado el lugar en un hotel de lo más original.
Después del almuerzo nos dirigimos a Kantharodai, un fascinante lugar descubierto en 1916, que no vio la luz hasta 1966, momento en que empezaron las excavaciones.
En una zona que no supera los 4 km², se han encontrado casi 100 dagobas, teniendo la mayor unos 4 metros de diámetro.
Con una antigüedad de más de dos mil años y con una naturaleza votiva, son los restos de la influencia budista singalesa antes del siglo VIII en Jaffna
Hay una leyenda que dice que estas pequeñas estupas se construyeron para guardar los restos de los sesenta monjes budistas que murieron mientras huían de la opresión del rey de Jaffna, Sangili.
Las estructuras tienen características únicas en Sri Lanka, ya que están construidas con piedras de coral gris y tienen un patrón específico con pequeños agujeros a su alrededor.
Nos vamos despidiendo de este norte que me sorprendió profunda y gratamente y del que creo que sin haberlo visitado, mi viaje a Sri Lanka no hubiera sido tan perfecto como lo fue.
El puente Sangupiddy es uno de los dos únicos puentes de carretera que conectan Jaffna con el resto de Sri Lanka.
Se empezó a construir en abril de 2010 y en ocho meses quedó finalizado. Tiene dos carriles con 288 metros de largo y 7,35 de ancho. El puente reduce el tiempo de viaje en 110 kilómetros o tres horas en comparación con el camino a recorrer por Elephant Pass.
La laguna, en sí misma tiene extensas marismas, manglares y praderas marinas, con gran cantidad de aves como flamencos, charranes, gaviotas o patos.
A ambos lados de la carretera pueden verse pescadores que trabajan en sus redes, recogiendo gambas y peces que quedan atrapados con los cambios de marea.