lunes, 6 de mayo de 2024

China, los secretos del Imperio Celestial (I). Pekín (I)

 


China es fascinante, inmensa, cautivadora, plena de colores y sabores, de aromas y de historia. China no es sólo superpotencia económica sino también un destino ineludible y obligado para cualquier viajero; es el Gran Viaje que todos queremos cumplir, lleno de exotismo y de modernidad, un contraste que sus habitantes parecen disfrutar, una una sociedad que ha cambiado muy rápidamente, pero que de ningún modo quiere renunciar a sus creencias y tradiciones.

Son casi 10.000 kilómetros los que separan nuestro país del gigante asiático. Pero la diferencia no es sólo espacial. Yo recomiendo haber viajado antes, como mínimo; a dos países de Asia antes de pisar tierra china, ya que de esta manera algunas singularidades no nos serán tan ajenas. Pero ya iremos desgranando estas perlas orientales que aún habiendo recorrido gran parte de Asia me chocaron y sorprendieron.

Volamos mientras en China era de noche, con lo que haciendo un esfuerzo, conseguimos ajustar nuestro reloj biológico para adaptar nuestro esquema de sueño a nuestro país de destino. Tras recogernos en el aeropuerto de Pekín nos llevaron al hotel, donde dejamos las maletas y comenzamos a visitar la capital china. 
Teníamos día libre así que aprovechamos para conocer algunos lugares que no estaían en nuestro guion de viaje.
Y es aquí cuando encontramos nuestra primera experiencia multitudinaria, el metro.

Pekín cuenta con una red de casi 900 kilómetros y 27 líneas, lo qu hacen de él el más extenso del mundo, y mueve a unos 8,5 millones de viajeros diarios. 
El precio oscila entre ¥ (0,40 ) y 10 ¥ (1,30 ) por trayecto y permite transbordos ilimitados. El funcionamiento es el mismo que cualquier otro metro del mundo, y el nombre de las paradas está escrito en caracteres chinos y latinos, por lo que no hay pérdida posible.

Nuestro primer punto de interés es el Templo de los Lamas, al que se llega usando la línea 2.

Una vez en la superficie nos dirigimos al templo y tras adquirir la entrada nos unimos a las ya considerables colas que desde temprano se formaban en su acceso.



Según los especialistas, el Templo representa el punto álgido de la iconografía y la liturgia del budismo tibetano. Como hemos visto hay que cruzar una serie de pórticos que nos van introduciendo dentro del recinto religioso.
Tras pasar el primero de ellos conocido como la Puerta de la Armonía entramos a un amplio patio con dos pabellones de la Longevidad, que albergan, como iremos viendo a lo largo de nuestro viaje, un tambor a la izquierda y una campana a la derecha.


Tuvimos la suerte de estar en China en el periodo que los vecinos japoneses conocen como "Sakura", en el que los árboles muestran todo el esplendor de la floración.


Una pareja de leones Fu, protegen la entrada a los templos. Son considerados protectores contra demonios y malos espíritus, energías y personas negativas. Por ello eran esenciales para guardar palacios, templos y toda clase de edificios. Por regla general las parejas son mixtas, es decir, formadas par un macho y una hembra.

Antiguos y grandes incensarios se distribuyen por los patios del templo.

Dice la doctrina budista que el mundo se divide en cuatro submundos protegidos por cuatro guardianes que en el Templo de los Lamas protegen a Maitreya, una enorme imagen de Buda que ostenta el título de la imagen más alta del mundo con 18 metros de altura. Fue tallada a partir de un único tronco de árbol de sándalo y regalada al emperador chino por el Dalai Lama en el siglo XVIII.




El siguiente pabellón fue construido por Qianlong en 1792.


A cada lado encontramos pabellones dedicados al estudio de la filosofía budista, la medicina y las matemáticas.


Llegamos al Salón de la Rueda de la Ley, donde se llevan a cabo los servicios religiosos diarios con una enorme figura de Tsongkhapa, fundida en 1924.

El ultimo patio nos lleva al pabellón de las Diez Mil Alegrías, de 1750.


Los estilos del complejo combinan magistralmente elementos tibetanos y chinos, ya que su construcción empezó en 1694, durante la dinastía Qing. En un principio fue residencia de los poderosos eunucos imperiales de la corte manchú, y luego palacio del príncipe Yong. En 1792 la mitad de los edificios fueron cedidos a los lamas tibetanos hasta la caída del imperio.


En 1949 el Templo fue declarado Monumento Nacional, aunque durante la Revolución Cultural tuvo momentos delicados que vieron peligrar su existencia. En 1979 se restauró completamente y fue de nuevo lugar de residencia de monjes provenientes de Mongolia.

Ya era la hora de comer, así que cerca del Templo encontramos un pequeño local donde probaríamos nuestra primera comida china, un delicioso cuenco de fideos de arroz con verduras y carne, con un refresco por poco más de 3€ al cambio.

No es China un país donde se suela ver animales en la calle (ya se lo que están pensando), pero cuando un chino adopta una mascota la trata mejor que si fuera su hijo. Lo pudimos ver a lo largo de nuestro viaje, como por ejemplo este perrito, que incluso calzaba botines.

Seguimos por la misma calle Wusidajie hasta llegar a nuestro siguiente punto, el parque Jingshan o la Colina del Carbón.


La historia de este parque tiene sus orígenes en la dinastía Liao, casi mil años atrás en el tiempo. Es una colina artificial, creada a partir de la tierra extraída para crear los enormes fosos de la Ciudad Prohibida, que se amontonó hasta llegar a los casi 50 metros de altura.

Y todo ello usando tan sólo la fuerza manual de los trabajadores y animales que tiraban de enormes carros con los que trasladaban la tierra desde la vecina obra.
El parque consta de cinco picos con un pabellón encima de cada uno de ellos, que en su momento guardaban un imagen de Buda y representaban los cinco sabores (acido, amargo, dulce, acre y salado). Estas edificaciones se usaron para las reuniones de la corte y para aliviar los calores del verano y el gélido frío del invierno pekinés. Y de ahí le viene su segundo nombre, la Colina del Feng Shui, ya que las residencias se hallan al sur de la colina para favorecer las buenas energías.

Como hemos visto, el parque estaba muy unido a la Ciudad Prohibida, pero en 1928 se abrió una nueva calle que lo separó del recinto definitivamente. No se puede dejar de subir a la pequeña cumbre para tener una perfecta imagen que no sólo incluye la Ciudad Prohibida sino también la Torre del Tambor y de la Campana, el Parque Beihai o el Templo Miaoying.



En este punto de la colina se encuentra el Pabellón Wanchun o de las Diez Mil Primaveras.

Otras construcciones son el Pabellón Shouhuang o de la Longevidad Imperial o el Yongsi o Salón Desaparecido.
En estas estructuras, los emperadores presentaban sus respetos a los antepasados e incluso llegaron a albergar los restos de pasados emperadores y reinas.


Hasta la desaparición del Imperio, la familia imperial, disfrutó aquí de jornadas de caza y largos momentos de ocio, en un entorno tranquilo, rodeados de frutales rebosantes de preciosas y coloridas flores y un aire mucho más puro del que se respiraba en el atestado Pekín que vivía su día a día al pie de la colina. En 1928 se abrió la colina al público y fue restaurado en profundidad en 1949.
Ya era hora de finalizar la jornada y recuperar nuestros biorritmos, por lo que nos dirigimos al hotel bordeando la Ciudad Prohibida y disfrutando de la vida en la calle.

Por el camino vimos algunos edificios bastantes impresionantes, como el Museo Nacional de Arte de China

o ya en la occidentalizada E Chang'an Street el Grand Hotel Beijing.


Y tras una cena ligera, llegó el primer atardecer de Pekín...

domingo, 4 de febrero de 2024

Sri Lanka, la maravilla de Asia. ( y XIII) Galle.

 Ya estamos en la última etapa del viaje. Vamos a despedirnos de Sri Lanka en un hermoso lugar, Galle, principal ciudad del sur de la isla.

La entrada a la ciudad muestra el escudo holandés que reza "Vereenigde Oost Indische Compagnie".Por aquí entraba las mercancías que llegaban en barco desde la India y que incluían animales, especias y seda de gran calidad.


El puerto de Galle era el más importante del país, y también el más antiguo, ya que funcionaba antes de la época precristiana. 
Su momento más álgido fue entre el siglo XII y XIV, y se mantuvo hasta 1873, cuando se construyó el gigantesco puerto de Colombo.
Los barcos cargados de especias, sedas y metales y piedras preciosas circulaban sin cesar entre Asia y Europa, y Galle era el puerto perfecto en medio del Índico.

La ciudad, se convirtió en un imperio de comercio de enorme importancia con una población procedente de numerosos países que se enriqueció rápidamente. 
Los primeros en llegar, como hemos visto fueron los portugueses que en 1505 recalaron en las costas de la isla de manera accidental, ya que perseguían a la flota árabe que comerciaba con las especias de la zona.



En 1589 establecieron aquí el primer fortín, después de ser atacados por los kandyanos en Colombo. Los holandeses, uno de sus eternos rivales, atacaron la cada vez mayor fortaleza en 1640 con una flota de 12 barcos y 2.000 hombres, consiguiendo su captura tras cuatro días de duro asedio.



Con la toma de la fortaleza el cambio fue radical, ya que hoy en día no quedan huellas de la ocupación portuguesa.
Mejoraron, eso sí la estructura, agregando un sistema de alcantarillado subterráneo de ladrillo, que las mareas se encargaban de lavar dos veces al día.



Ya los británicos, a principios del siglo XIX, reconocieron el valor histórico y arquitectónico del fuerte, mejorándolo y añadiéndole edificios administrativos  y gubernamentales. De esta época data el espectacular faro de Galle.



La situación estratégica frente al Índico, con un espectacular puerto natural, lo convirtió en un bastión defensivo de vital importancia durante la época colonial, ya que protegía la ciudad de las invasiones y los numerosos ataques piratas.




Los enormes muros de piedra, con sus bastiones y murallas rodean el fuerte, con una longitud de 3 kilómetros, y fueron tan bien construidas que han resistido no sólo los ataques sino también las inclemencias del tiempo y del mar.
Pero echemos un vistazo a alguna de las construcciones que guarda el recinto.
El hospital holandés fue construido en el siglo XVIII para atender a los oficiales de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, luego fue cuartel británico y finalmente, tras la Independencia, se convirtió en el Ayuntamiento de la ciudad de Galle.
Actualmente alberga tiendas y restaurantes de gran calidad.


Otra de las estructuras conservadas es los Barracones de la Policía. La arquitectura del fuerte muestra la mezcla de estilos europeos que llevaron holandeses, portugueses y británicos.


Pero si tuviera que quedarme con uno solo de estos edificios, evidentemente mi elegido sería el faro de Galle.
Este edificio de 26 metros de altura disfruta de un estado de salud casi perfecto. Este 2024 cumplirá 90 años y sustituye a uno anterior que fue destruido en 1848 por un terrible incendio. La imagen de la torre rodeada de verde palmeras es magnética.



La fortaleza de Galle, aparte de un referente arquitectónico, es también un punto cultural y patrimonial, lleno de tradiciones y costumbres diversas. Su herencia multicultural se refleja clarament en sus habitantes, descendientes de aquellos que vinieron de la lejana Europa.



La fusión de culturas es palpable en la cocina y la vida cotidiana, con aromas cingaleses, musulmanes y europeos..
Uno de los edificios más llamativos es la mezquita Meeran, de principios del siglo XX, que a simple vista podemos confundir con una blanca iglesia. 


Los atardeceres son mágicos en Galle si se disfrutan desde un punto concreto, Flag Rock. Utilizada como muro de defensa por los portugueses contra los invasores, hoy, jóvenes atrevidos se lanzan al agua desde el bastión a cambio de algunas monedas.

Un poco más adelante tenemos el Bastión del Tritón.


Seguimos nuestro paseo rodeando la fortaleza. A un lado el océano Índico y al otro las preciosas construcciones  que son patrimonio histórico.


Pasamos por el Waterhole Point.


The Ramparts es una zona donde el césped recibe a todo los que deseen acercarse con amigos o mascotas a disfrutar del aire fresco del océano.

El bastión de la Estrella, edificado por los portugueses, fue vital para los holandeses, que lo pertrecharon con cañones, aún así no es de los más importantes del fuerte.

Por su lado, el bastión de la Luna fue reforzado también por los portugueses con 16 cañones que apuntaban al norte, para evitar los ataques desde tierra.



Aunque lo llamativo aquí es la Torre del Reloj.

onstruida en piedra en 1883, tiene 4 pisos en sus casi 25 metros de altura, y fue levantada en honor a la labor realizada por el cirujano Doctor Anthonisz. Fue donado para la ocasión por el    Mudaliyar Samson Rajapakse, un adinerado político cingalés.





Casi completando el recorrido nos acercamos al bastión de Sol y el Fishmark.
Ambos están situados al noreste de la fortificación y tienen una buena panorámica de la bahía y la ciudad.
Se construyeron también para proteger de los ataques del norte y dar cobijo a los barcos de pesca.





La biblioteca pública de Galle presume de ser la más antigua de Sri Lanka, ya que su edificación data de 1832. En sus estanterías encontramos numerosos textos antiguos y de gran importancia. Sus fondos provienen, aparte de donaciones cingalesas, de su ciudad hermana, Velsen, en Holanda, que regularmente envía libros en inglés a la biblioteca.

Cerramos la visita a Galle en el Museo Marítimo Nacional, que se ubica dentro de un almacén holandés de 1671, integrado en el mismo edificio que la Puerta Vieja por donde entramos.
Afectado por el tsunami de 2004, reabrió sus puertas tres años después, para mostrar una amplia colección de embarcaciones tradicionales, artefactos de más de 800 años, y un recorrido por el arte de la pesca en el sur de la isla.

En uno de los laterales se encuentra un campanario que data de 1701, es decir del periodo holandés, y perteneció a una iglesia anterior a la Reformada. Se ha utilizado para dar la hora y para avisar a los habitantes en situaciones de emergencia.

Y hasta aquí este maravilloso y fascinante recorrido por la Maravilla de Asia. Una isla que lo tiene todo, que sigue siendo uno de los pocos paraísos que quedan en el mundo. Su encantadora y amable gente, sus paisajes, su naturaleza, ese espíritu de paz y buena convivencia que hacen que sea un destino seguro 100%, la convierten en un destino que debe ser visitado al menos una vez en la vida.
මගේ ආදරණීය ශ්‍රී ලංකාව ඉක්මනින්ම හමුවෙමු