Pero quizá la joya de la ciudad sea su magnífica catedral, única en España y segunda en tamaño del país tras la de Sevilla. Y digo única porque amalgama en su factura la mayoría de los estilos artísticos que a lo largo de la historia dieron forma a los más espléndidos edificios de nuestro país.
Estructura gótica, yeserías y techos árabes, barroca en su fabuloso Transparente, neoclásico en la llamada Puerta Llana...y todos los estilos conviviendo armoniosamente para dar mayor brillo y belleza a este maravilloso templo toledano. El resultado es un viaje en el tiempo por la Historia del Arte, así, con mayúsculas que invita a pasearla y disfrutarla tranquilamente, sin agobios, para que cada piedra impregne nuestros sentidos y la amemos tanto como lo hacen los habitantes de la ciudad.
Comenzada a construir en año 1226 sobre lo que había sido catedral visigoda y luego mezquita mayor, tiene la peculiaridad de que si bien en principio, la fachada debía presentar dos torres exactamente iguales, siguiendo el estilo francés que podemos ver en Notre Dame de París, al final sólo una se elevó siguiendo los planos, mientras que de la otra solamente se construyeron un par de tramos, aunque a cambio alberga la preciosa capilla mozárabe.
En la torre alta encontramos nueve campanas, entre las que destaca la Gorda de 17 toneladas, que tuvo que ser izada por 100 marineros de Cartagena.
Según la leyenda, sobre uno de los pilares que pertenecía a la antigua catedral visigoda, puso un pie la Virgen al aparecerse a San Ildefonso, para investirlo con la famosa casulla.Para quién ame los datos y números, decir que las medidas del templo son 120 metros de largo por 60 de ancho y que sus 5 naves están cubiertas por 72 bóvedas que se apoyan en 88 columnas.
Su joya más preciada es sin duda la famosa Custodia, realizada en el siglo XVI con el primer oro que se trajo de América. Para ello se diseñó una estructura de 183 kilos de plata maciza que luego se adornó con 18 kilos de oro y piedras preciosas.
A dos pasos encontramos la Posada de la Hermandad, un edificio de la época de los Reyes Católicos que servía de casa, cuartel y cárcel de la Santa Hermandad de Toledo, encargada de proteger y administrar los caminos, colmenas y montes durante la Edad Media.
Alrededor de la catedral las tiendas de recuerdos toledanos dan un aire pintoresco, y en ellas podemos encontrar damasquinados de hilo de oro y plata, que embellecen broches, muebles o joyas, espadas de acero toledano, azulejos y cerámica o mazapanes y quesos.
Pasamos ahora junto al Alcázar, emplazado en la zona más alta de la ciudad, y cuyos cimientos se remontan a la época romana. El edificio que vemos hoy, cuya estructura original fue mandada a levantar por Carlos I, fue destruido por un incendio en el siglo XVIII, reconstruido y vuelto a destruir por los bombardeos de la Guerra Civil. Una vez acabada la contienda, Franco lo reconstruyó siguiendo los planos originales y lo convirtió en uno de los símbolos de su régimen y poder.
La mejor vista de la ciudad que abarca toda su plenitud y extensión la podemos contemplar desde el cercano parador, ubicado al otro lado del Tajo, que parece rodear la ciudad. Para disfrutar de ella no hace falta estar alojado en el establecimiento. Bien vale la pena dedicar un tiempo a tomar un café en sus jardines mientras la historia de Toledo entra por nuestros maravillados ojos.
Tras el café nos metimos de lleno en la oscura historia de la ciudad, visitando el Museo de los Antiguos Instrumentos de Tortura de la ciudad, con una muestra de las más terribles herramientas usadas para doblegar y perseguir herejías y todo lo que fuera contrario a las doctrinas impuestas por el poder civil, y sobre todo el religioso.
La temida Inquisición se especializó en investigar y desarrollar nuevos estilos de tortura para lograr las confesiones que buscaba. Así en la muestra pueden verse artilugios como la pera anal, el aplastacabezas, el collar de púas, la rueda, la picota en tonel o las infamantes máscaras o sambenitos.
En el exterior destacan, aparte de los escudos de los reyes y sus símbolos más conocidos ( el yugo y las flechas), decenas de cadenas que provienen de los prisioneros cristianos liberados del reino de Granada, y que recuerdan la campaña de conquista del siglo XV.
Otro lugar de interés es la Colegiata del Santísimo Sacramento, que con más de 500 años de historia es una combinación fascinante de elementos góticos, renacentistas y platerescos que podemos disfrutar sobre todo al colocarnos frente a su espectacular portada.
Muy cerca encontramos la población de Maqueda, con su peculiar iglesia de Santa María de los Alcázares, custodiada aún por un par de arcos que pertenecieron a las murallas que un día la guardaron al estar dentro del núcleo fortificado. Dentro se custodia la imagen de Santa Brígida, patrona de la pequeña ciudad.
Del castillo que enseñorea la ciudad, decir que su origen es árabe, que fue Cuartel de la Guardia Civil y que en él vivió la reina Isabel la Católica.
Nadie quiere pagar los 6 millones de euros que por el castillo pide el ministerio del Interior, que no quiere hacerse cargo del costo de su reforma y mantenimiento. Al interior no se puede acceder a menos que se pida cita previa, y claro, con la intención de comprarlo, por lo que dirigimos nuestros pasos al siguiente punto de nuestra ruta.
Entramos en Talavera de la Reina fijando nuestros ojos en dos de los puentes que cruzan el río Tajo. El primero y más antiguo, es el Viejo o de Santa Catalina, de origen árabe medieval y no romano, como siempre se ha dicho para otorgarle mayor venerabilidad.
El otro es el Puente de Hierro o Reina Sofía, de principios del siglo XX y casi 500 metros de longitud. Es la viva imagen de la importancia de los nuevos diseños arquitectónicos que trajo consigo la Revolución Industrial.
De la población, famosa por sus cerámicas, cabe destacar la Colegial de Santa María la Mayor, de estilo gótico mudéjar y un impresionante rosetón en piedra al que acompaña un esbelta y recia torre.
Prácticamente es todos los rincones pueden verse, como de si muestrarios se tratara, ejemplos del buen hacer ceramista por el que Talavera fue famosa durante siglos, como la Plaza del Pan, centro administrativo de la ciudad, y adornando numerosos edificios públicos, como el Teatro Victoria, edificio modernista que se construyó sobre el solar dejado por la antigua Casa de Comedias.
Pasamos ahora junto al Alcázar, emplazado en la zona más alta de la ciudad, y cuyos cimientos se remontan a la época romana. El edificio que vemos hoy, cuya estructura original fue mandada a levantar por Carlos I, fue destruido por un incendio en el siglo XVIII, reconstruido y vuelto a destruir por los bombardeos de la Guerra Civil. Una vez acabada la contienda, Franco lo reconstruyó siguiendo los planos originales y lo convirtió en uno de los símbolos de su régimen y poder.
La mejor vista de la ciudad que abarca toda su plenitud y extensión la podemos contemplar desde el cercano parador, ubicado al otro lado del Tajo, que parece rodear la ciudad. Para disfrutar de ella no hace falta estar alojado en el establecimiento. Bien vale la pena dedicar un tiempo a tomar un café en sus jardines mientras la historia de Toledo entra por nuestros maravillados ojos.
Tras el café nos metimos de lleno en la oscura historia de la ciudad, visitando el Museo de los Antiguos Instrumentos de Tortura de la ciudad, con una muestra de las más terribles herramientas usadas para doblegar y perseguir herejías y todo lo que fuera contrario a las doctrinas impuestas por el poder civil, y sobre todo el religioso.
La temida Inquisición se especializó en investigar y desarrollar nuevos estilos de tortura para lograr las confesiones que buscaba. Así en la muestra pueden verse artilugios como la pera anal, el aplastacabezas, el collar de púas, la rueda, la picota en tonel o las infamantes máscaras o sambenitos.
Si bien el museo alberga dispositivos infames como el potro o la dama de hierro, también cuenta con instrumentos de tortura menos conocidos, como la pera estranguladora o la silla de Judas, diseñados para castigar ofensas específicas o prolongar el sufrimiento antes de la muerte.
Antes de que cayera la noche toledana nos dirigimos al Monasterio de San Juan de los Reyes, una de las obras de la arquitectura gótica más espectaculares de España, edificado en plena judería para conmemorar la batalla de Toro y con la idea de ser el futuro lugar de enterramiento para sus benefactores, los Reyes Católicos.Durante la Guerra de la Independencia y la más reciente Guerra Civil, el edificio sufrió graves desperfectos, incendios y saqueos, y tuvo que ser remodelado aunque muchas de sus estancias no pudieron ser recuperadas. Hoy, continúa con su función de monasterio franciscano y es uno de los lugares favoritos de los toledanos para celebrar sus bodas y como no, es admirado por los visitantes por su innegable belleza.
Al siguiente día dejamos atrás Toledo y seguimos nuestra ruta, en la que teníamos planeada una pequeña parada en Torrijos, donde visitamos el palacio de Pedro I, que también fue monasterio y que tras caer en el abandono, fue comprado por el ayuntamiento de la ciudad y rehabilitado para mostrar todo su esplendor. En él destaca sobre todo su precios patio con dos galerías cuajadas de arco que enmarcan un mar de banderas de origen medieval que dan un colorido fantástico a la imagen.
Muy cerca encontramos la población de Maqueda, con su peculiar iglesia de Santa María de los Alcázares, custodiada aún por un par de arcos que pertenecieron a las murallas que un día la guardaron al estar dentro del núcleo fortificado. Dentro se custodia la imagen de Santa Brígida, patrona de la pequeña ciudad.
Nadie quiere pagar los 6 millones de euros que por el castillo pide el ministerio del Interior, que no quiere hacerse cargo del costo de su reforma y mantenimiento. Al interior no se puede acceder a menos que se pida cita previa, y claro, con la intención de comprarlo, por lo que dirigimos nuestros pasos al siguiente punto de nuestra ruta.
Entramos en Talavera de la Reina fijando nuestros ojos en dos de los puentes que cruzan el río Tajo. El primero y más antiguo, es el Viejo o de Santa Catalina, de origen árabe medieval y no romano, como siempre se ha dicho para otorgarle mayor venerabilidad.
El otro es el Puente de Hierro o Reina Sofía, de principios del siglo XX y casi 500 metros de longitud. Es la viva imagen de la importancia de los nuevos diseños arquitectónicos que trajo consigo la Revolución Industrial.
De la población, famosa por sus cerámicas, cabe destacar la Colegial de Santa María la Mayor, de estilo gótico mudéjar y un impresionante rosetón en piedra al que acompaña un esbelta y recia torre.
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