jueves, 4 de febrero de 2021

Asturias, el Paraíso de los Sentidos (IV)

Pocos lugares tienen en España tanta carga religiosa e histórica como Covadonga. Lugar de peregrinaje católico y germen de la Reconquista y el alma asturiana, este enclave situado a dos pasos del Parque Nacional de los Picos de Europa es visita inexcusable para quien quiera entender la historia del Principado y de la misma España. De hecho, la unión del lugar con la Corona Española es indisoluble, cuyos miembros. desde Isabel II, Alfonso XII y XIII a Juan Carlos I lo visitaron y crearon el conjunto que vemos hoy en día. Baste decir que el Santuario fue el lugar de nombramiento del futuro Felipe VI como Príncipe de Asturias. Pero conozcamos su historia. Si nos alojamos en Oviedo y queremos llegar hasta aquí cómodamente y además visitar los Lagos de Covadonga, recomiendo esta excursión que incluye ambos lugares

El nombre deriva del latín Cova Dominica o Cueva de la Señora, lugar en el que un ermitaño veneraba una imagen de la Virgen antes de la llegada de Pelayo. El héroe de la Reconquista habría llegado hasta allí para refugiarse, junto con sus cristianos, de un ejército musulmán y recuperar fuerzas. Una vez alimentado con la miel que producían las abejas que vivían en la cueva, Pelayo se enfrentó a ellos justo en la explanada situada bajo ella.


Más tarde será su hija, Emersinda, la que junto a su esposo Alfonso I, construirá la primera capilla, que luego se convertiría en iglesia y que fue llamada "de los milagros", ya que su cubierta se había incrustado en la roca de tal manera que un milagro era que no se cayese. Luego se levantó un monasterio, al que colmaron de donaciones y privilegios

Dejemos aquí y momentáneamente la historia de la Santina para centrarnos en la explanada del Santuario y sus elementos.
Fue en el año 1877 cuando se decidió comenzar las obras de un templo que pudiera albergar el creciente número de peregrinos que acudían a venerar a la pequeña Virgen. Para ello hubo que desmontar y allanar un cerro localizado a tiro de piedra llamado del Cueto. Tras un pequeño parón por cuestiones eclesiásticas, la obra se retoma en 1844, siendo director de obras Federico Aparici y Soriano. Ya metidos en harinas, se añadieron otras construcciones para que fueran levantadas de manera simultánea, como la casa abacial, el archivo, el conocido como Hotel Pelayo y la biblioteca.

Un millón y cuarto de pesetas y veinticuatro años después el templo quedó finalizado e inaugurado en septiembre de 1901. Pronto se añadió una línea de tren y otros edificios anexos que acabaron de constituir el Real Sitio.

El estilo del templo es neorrománico, levantado en preciosa piedra rosada extraída de las mismas montañas de Covadonga, que junto a sus dos elegantes torres hace que destaque desde muy lejos.

Dentro, entre otras obras, encontramos cuadros como el de Madrazo que representa a Pelayo en Covadonga, o el de Carducho que revive la Anunciación. Destaca también la capilla dedicada al Santísimo.


Sobre el altar encontramos una acertada réplica de la simbólica Cruz de la Victoria, realizada por Pedro Álvarez Miranda.


Ya fuera nos topamos de frente con Don Pelayo, representado en una escultura que data de 1965 y que señala el lugar de la Santa Cueva, gracias a la que consiguió su victoria sobre los musulmanes. Una placa reza: "Nuestra esperanza está en Cristo/ este pequeño monte será la salvación de España".

 
A su izquierda se levanta la maciza Sala Capitular del monasterio de San Pedro, lugar donde se guardaban los tesoros y las cuantiosas ofrendas realizadas a la Santina, y que presenta un gigantesco escudo con las armas de Covadonga.


Pero sigamos la dirección que marca el brazo de Pelayo y vayamos a ver a la Santina. Para llegar hasta ella crucemos un túnel que traspasa el corazón de la montaña y que nos prepara para la emoción del siguiente enclave. El camino hasta la Virgen se realiza por este pasadizo artificial que con mucha frecuencia se encuentra repleto de velas que van dejando los peregrinos.

El pequeño santuario, que parece sostenerse de milagro en la oquedad de la roca de la montaña, albergaba hasta el siglo XVIII la imagen original de la Virgen, quemada en un incendio donde también se perdieron valiosos objetos de liturgia y joyas de inmenso valor. Fue la Catedral de Oviedo, la que donó la imagen que hoy en día veneran los asturianos, para compensar la inmensa pena que sintieron los devotos por la pérdida de la Santina original.
Antes de llegar a Ella, Don Pelayo, en su sepultura se encarga de velar por la imagen, junto a su esposa Gaudiosa y su hermana, tras ser trasladados sus restos aquí hace 8 siglos. También le acompañan los de su hija Ermesinda junto a su esposo Alfonso I.


La capilla que vamos a ver ahora se levantó, en estilo neorrománico a principios de los años 40, al acabar la Guerra Civil, complementada con imágenes de la Batalla de Covadonga y unas preciosas lámparas de estilo visigodo que iluminan la imagen de la Virgen y que reproducen la corona de Recesvinto.



Pero hablemos de la imagen que es culto y devoción de todos los asturianos. Como hemos apuntado antes, la imagen actual data del siglo XV, reformada completamente a finales del siglo XIX, cuando se le dio su aspecto actual. De madera de roble policromada, la Santina había recibido un Niño Jesús en 1704, que en su origen no llevaba en brazos y el hecho de estar expuesta a vientos, fríos y humedades había dañado sus policromías, por lo que fue necesaria su restauración.

Al parecer, la imagen a la que sustituyó y que fue pasto de las llamas, tampoco era la original, a la que Pelayo conoció como María Santísima de las Batallas.  
  
Hoy, se levanta sobre un pedestal de piedra, coronada en 1918 con una preciosa  diadema. La Virgen al parecer fue objeto de deseo por parte de un grupo de indeseables durante la Guerra Civil española. Afortunadamente fue localizada en Paris al poco tiempo del robo y devuelta a Asturias en 1939.                                                  

Dejamos atrás la Sagrada Imagen para continuar nuestro camino, bajando por una escalinata que nos lleva directamente al Pozón.

Quizá la estampa más fotografiada y espectacular para todos aquellos que visitamos Covadonga, este estanque donde remansan las aguas que vienen del río Las Mestas, caen en forma de cascada para luego desaparecer bajo una gruta que actúa como desagüe justo debajo del altar de la Virgen, para seguir su camino y formar junto con el río Reinazo, un nuevo curso de agua llamado, evidentemente, Covadonga.


Cangas de Onís es sin duda la Puerta al Parque Nacional de los Picos de Europa, primero en ser creado en 1919 y que abarca tres comunidades autónomas. Pero Cangas tiene una carga histórica difícil de superar. Primer y último refugio de la cristiandad en época musulmana, fue aquí donde comenzó la guerra más larga de la historia, ya que fueron necesarios 700 años para arrebatar el territorio conquistado por los ejércitos moros que abarcaba toda la Península hasta la Alhambra de Granada.
Como recordatorio de este episodio, el mal llamado puente romano de Cangas, que realmente es medieval y que fue declarado Monumento Nacional en 1931, deja caer sobre el río la cruz que es hoy emblema del Principado, la de la Victoria, y que fue colocada aquí para celebrar en 1939 la vuelta desde París de la imagen de la robada Santina.


Aún puede cruzarse el río por encima del puente, ya que tras numerosas restauraciones (la última de 1943) el puente parece preparado para resistir otro milenio más.

El río Sella, en este punto, ha sido desde siempre el lugar favorito de muchos pescadores que dedican horas a pescar salmones que según los entendidos son los mejores del Principado.

Un pequeño paseo por la que fue primera capital de Asturias nos muestra otros puntos de interés, como 
la llamada Casa Riera. Este precioso edificio de arquitectura indiana, que ya empezamos a conocer en Colombres, fue levantado a principios del siglo pasado por la familia de origen cangués de los Garro que habían emigrado a México. Su nombre actual se debe al hecho de haber sido residencia del doctor Aurelio Riera. Recientemente sus funciones han cambiado, ya que tras una remodelación y restauración radical, ha pasado a ser Oficina de Turismo de la Ciudad y sede de la magnífica exposición permanente "Cangas de Onís, Puerta de los Picos de Europa".


En la Plaza del Mercado se encuentran otros dos monumentos dignos de mención. Por un lado tenemos el Palacio Pintu o de la Capitana, del siglo XVII, con una fachada elegante que deja de ser sobria gracias a una decoración en su torre principal, combinada con las piedras de las esquinas y un enorme escudo heráldico.
A sus pies hay un busto en recuerdo al cangués Vázquez de Mella, afamado político y escritor. 


Y en la misma plaza encontramos la magnífica iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, que parece más antigua de lo que en realidad es, ya que se construyó en 1963. Lo más destacable es su campanario de 33 metros de alto y tres niveles que da cobijo a 6 grandes campanas.


Y dejamos Cangas para continuar ruta hacia Gijón.

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