Por su parte el Anexo, en un lateral está dedicado a las oficinas de la Sociedad de Promoción de Tenerife y salas de mantenimiento y control.
Frente a la estructura y haciendo costa con el mar, encontramos El Palmetum, o como me gusta llamarlo, el "Patito Feo" de la ciudad, y les cuento el porqué de ese nombre.
Como vimos antes, esta zona de Santa Cruz permaneció olvidada y repudiada hasta hace relativamente poco. Uno de los peores lugares era una montaña artificial formada por toneladas de basuras y escombros que medía unos 40 metros de altura. Era terrible acercarse a ella en los días de viento a causa del polvo y los malos olores que surgían de la fermentación de la materia orgánica. Si a eso sumábamos los que provenían de la refinería encontramos una de las razones por las que nadie se acercaba por la zona. Afortunadamente la idea de un cambio radical surge en los años 90. La montaña se cubre de tierra fértil y se instalan sistemas para extraer los gases restantes de manera que la montaña pueda albergar vida vegetal.
Mientras, desde diversos países empiezan a llegar semillas de palmeras de multitud de especies con toda la información necesaria para su crecimiento y cultivo. Las obras van a buen ritmo, ya que poco a poco van construyéndose los ríos, cascadas y otras estructuras que conformarán el parque. Es un proceso lento y difícil, ya que no todas las palmeras encuentran las condiciones ideales para brotar y desarrollarse. Aún así el empeño de los responsables hace que 400 especies de palmeras de todo el mundo, algunas de ellas muy raras y únicas, vayan echando raíces en este espacio artificial que sería su nuevo hogar.
No se quiere perder tiempo, así que se levanta también el Museo de las Palmeras, que aportaría valiosa información sobre estas maravillas vegetales y el uso de sus partes a lo largo de la historia. Embarcaciones, medicinas, e incluso sombreros y esculturas, darían una idea de lo valiosas que eran las palmeras para el hombre. Y de repente todo quedó parado por falta de fondos. Durante unos años, el frenesí del inicio queda reducido a pequeñas obras de mantenimiento y algunas ampliaciones que hacen pensar que no todo está perdido. Hasta el año 2007, que ve la reactivación del proyecto.
Fue en ese momento cuando se actúa sobre lo ya realizado, mejorando la estética del parque, recuperando espacios que habían quedado maltrechos y plantando nuevos ejemplares de lugares tan lejanos como Borneo y Filipinas. Se introduce también un "código verde", con el uso de abonos puramente vegetales y la eliminación de productos químicos en el tratamiento de plagas y enfermedades. Esto hace que aves y reptiles entren al parque para formar parte del nuevo ecosistema creado por el hombre.
Con la estructura vegetal casi terminada, en 2013 y con ánimo de completar el catálogo vegetal que se abrió a otras especies que pudieran complementar el entorno, se plantaron otros árboles exóticos, como la vainilla o las bromelias.
Y llega el ansiado momento de la inauguración. El 28 de enero de 2014, casi 20 años después de las primeras actuaciones sobre la montaña, los entonces Príncipes de Asturias recorren el nuevo jardín e incluso son invitados a plantar una palmera de gran porte y elegancia. A partir de este momento, el patito feo se convierte en un nuevo y hermoso cisne que forma parte de los atractivos de la ciudad.
Casi inseparable del Palmetum está el Parque Marítimo César Manrique.
Este espacio de recreo tiene el honor de ser la última obra diseñada por el genial arquitecto lanzaroteño César Manrique, que falleció sin ver terminada su obra, Todo empezó en 1991, como parte del plan de mejora de la zona, como hemos visto anteriormente, y concluyó en 1995, con su inauguración oficial.
Son 22.000m² los que ocupa un complejo de piscinas que es en su diseño y disposición hermano menor del Lago Martiánez en el Puerto de la Cruz. Rocas volcánicas, palmeras y enormes árboles ornamentales, que se complementan con fuentes, cascadas y esculturas creadas por el artista conejero crean un espacio único para el relax y disfrute de los visitantes que acuden al Parque Marítimo.
Con estas obras modernas dedicadas al ocio del chicharrero, comparten espacio dos edificios históricos del antiguo Santa Cruz, la Casa de la Pólvora y el Castillo Negro.
La primera fue construida entre 1756 y 1758, para servir de almacén de armas y munición militar.
Su estructura fue levantada en mampostería y piedra volcánica, con una curiosa bóveda de medio cañón que la hacen inconfundible. Tras siglo y medio de uso, se cerró en el siglo XIX.
Junto a él, inseparable por situación e historia, se encuentra el Castillo de San Juan Bautista, o como lo conocemos los chicharreros, el Castillo Negro.
Su apodo, que puede parecer siniestro, le viene dado no por su color exterior, ni por ninguna leyenda tenebrosa, sino porque se levanta en la que era conocida como Caleta de los Negros, una pequeña playa de oscura arena volcánica.
Su construcción se debe al ingeniero militar milanés Leonardo Torriani, enviado por el rey Felipe II a Canarias para reforzar las defensas castrenses de las Islas. Como complemento al Castillo de San Cristobal debía construirse este de San Juan y el de Paso Alto, aunque no sería hasta 1641 que habría dineros suficientes para empezar las obras.
Portugal y Cataluña tenían sus ojos puestos en un archipiélago que estratégicamente tenía un valor incalculable, por lo que se tuvo que acelerar su construcción tirando de los activos de la Corona y exigiendo a los tinerfeños un sacrificio económico que pasaba por reducir sus salarios y el dinero destinado a sufragar fiestas religiosas y populares.
Pero no siempre la fortaleza ha tenido la imagen y forma que vemos hoy en día, ya que llegó al siglo XVIII prácticamente en ruinas. Esto hizo que de manera urgente se pusiera en marcha una reconstrucción y reforma por la que adquirió su estructura actual.
Ahora su cuerpo principal sería una torre cilíndrica de 8 metros de altura por 30 de base, separada de tierra firme por un foso cruzado por un puente de piedra con un extremo levadizo. Se completaba el sistema defensivo con una batería de siete grandes cañones.
La Gesta del 25 de Julio se celebra cada año desde 2008 para recordar el arrojo y valentía de los chicharreros frente al ejército inglés que pretendió conquistar la ciudad en 1797 al frente de Horacio Nelson.
No sé que loca idea se gestó en las mentes británicas del siglo XVIII cuando pretendieron ocupar las Islas Canarias dos siglos antes de que lo hicieran a través del turismo, lo cierto es que el Contralmirante Nelson partió de las costas inglesas pensando en que sería empresa fácil.
Pero no contaba con que la ciudad iba a ser defendida por las tropas del general Gutierrez, armados con más valentía y coraje que con armas que pudieran hacer frente a los ingleses, ya que el destacamento defensor estaba formado en su mayor parte por vecinos de la ciudad, con poca formación militar.
Envalentonados al saberlo, los ingleses se lanzaron al ataque, y tras dos intentos infructuosos consiguieron desembarcar en una de las playas de la costa para hacerse con el castillo de San Cristóbal, que ocupaba el lugar de la actual Plaza de la Candelaria.
La batalla no se hizo esperar y transcurrió por las calles de la ciudad, y acabó con la derrota de los ingleses cerca del castillo que nos ocupa. el de San Juan, con un Nelson que pierde el brazo por una andanada del cañón Tigre. No quiero pensar en lo avergonzados que debieron sentirse los ingleses al ser derrotados por un pequeño ejército de ciudadanos sin apenas conocimientos militares...
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