miércoles, 2 de septiembre de 2020

Tenerife, el Paraíso en el Atlántico (I) Santa Cruz de Tenerife (II)

 Y volvemos al presente, ya que a pocos pasos del castillo se encuentra el famoso y futurista Auditorio Adán Martín.

Obra del siempre controvertido Santiago Calatrava, se inauguró en septiembre de 2003, e inmediatamente se convirtió en símbolo e icono de la ciudad. Es frecuente ver como en sus instalaciones se ruedan películas y anuncios que requieren ese toque diferente y vanguardista que sólo este edificio es capaz de ofrecer.


A simple vista, una de sus curiosidades es que no tiene fachada propiamente dicha, ya que cualquiera de sus ángulos podría serlo, al igual que lo que nuestra imaginación pudiera interpretar en el caso de los parecidos. A unos nos recordará a un barco con sus velas al viento, a otros la luna en creciente, a otros una ola. En eso basa su carácter y su fuerza, en esa apertura a la interpretación.

Otra "curiosidad", esta vez menos agradable, fue su costo, ya que de un inicial de 27 millones de euros, acabó costando 72, algo que parece un recurrente en las obras del arquitecto valenciano.
Lo que si llama la atención es su abertura al exterior, a la ciudad y al mar, con sus amplias terrazas y una sensación de ligereza, a pesar de su tamaño que lo hacen único.


Asentado sobre una parcela de 23.000m² de superficie total que incluyen jardines, plazas y un aparcamiento, el edificio se levanta sobre 6.471m².

El Auditorio cuenta con dos salas principales, la Sinfónica, con una capacidad de 1.616 butacas y coronada por un techo en forma de cúpula, y la Sala de Cámara, más íntima y que cuenta con 422 localidades.


Realizado en concreto blanco, el edificio está recubierto en casi su totalidad por teselas cerámicas, en un claro homenaje al "trencadís" de Gaudí.



La gran "ola" o "vela", que se eleva hasta los 50 metros de altura, pesa nada menos que 3.500 toneladas y parece desafiar la ley de la gravedad.

No cabe duda, de que a pesar de todos los problemas que tuvo su construcción y sus costos, el Auditorio es hoy símbolo arquitectónico y cultural de una ciudad que de nuevo intenta acercarse y fundirse con un mar que nunca quiso dejarla. 





Cuando se construyó la escollera que protegería la superficie que ocupa el conjunto del Auditorio, se añadieron cubos de hormigón de considerable tamaño para formar el espolón del rompeolas. Un avispado artista búlgaro, Stoiko Gagamov, aprovechó estos lienzos en blanco para dar rienda suelta a si imaginación y crear una obra titulada "Las Cien Caras del Auditorio", compuesta por retratos de artistas musicales, creadas con más buena intención que gusto artístico.





18 meses tardó el artista en completar el centenar de retratos que van desde compositores clásicos hasta cantantes modernos como Michael Jackson o Bono. 




Cruzamos la calle para visitar un pequeño templo que resume entre sus paredes el carácter de la ciudad, la ermita de Nuestra Señora de Regla.
Edificada en el barrio de Los Llanos, se edificó en un principio para dar cobijo a la Virgen de Guadalupe, aunque luego, la imagen que sería su titular iba a ser la de Regla, traída de Méjico por un marino indiano, en 1674.

El templo no sólo sirvió para el culto cristiano, sino también como lugar de enterramiento, como ocurrió durante la epidemia de fiebre amarilla en 1810, al no quedar espacio disponible en el suelo de las iglesias de la ciudad.
Algo más adelante encontramos el Cuartel de San Carlos, en el lugar donde se ubicaba un antiguo hospicio que acogía ancianos y desvalidos que sobrevivían con la venta del producto de sus trabajos, especialmente salidos de sus telares. Luego se transformó en destacamento militar y finalmente cayó en desuso hasta que fue adquirido por el ayuntamiento para su rehabilitación para uso administrativo.

A su lado la ermita marinera de San Telmo, una de las construcciones más antiguas de la ciudad y construida por el gremio de Navegantes en el siglo XV. Además de cobijar la imagen del santo marinero, el pequeño templo está lleno de exvotos ofrecidos por los fieles, entre los que se encuentra un barco que regaló el famoso pirata Cara de Perro, aparte de ser custodia durante años la famosa Cruz de la Conquista.

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