Seguimos el sentido de la carretera en dirección al mar.
Rodeado de acantilados y con una preciosa playa de arena negra, el puerto y sus casas que se encuentran al final del barranco por donde se llega hasta él, fue el lugar donde desembarcó el conquistador Alonso Fernández de Lugo para empezar la conquista de la Isla en 1492.
Pero subamos hasta el pueblo de Tazacorte, cabeza del municipio más pequeño de la isla de La Palma, que se encuentra rodeado y semioculto por las extensas fincas de plataneras y que un día tuvo los ingenios azucareros más florecientes y productivos de Canarias.
Tazacorte es, como hemos dicho, el municipio más pequeño de la isla, pero les puedo asegurar que atesora quizá las mejores muestras de arquitectura rural de La Palma.
Enormes e históricas casonas como la del Almirante Díaz Pimienta, Massieu Monteverde y Ponte, o la de los Santos Mártires de Tazacorte ( donde los jesuitas martirizados pasaron su última noche) nos dan una idea del inmenso poder económico que tuvieron las grandes familias terratenientes que se instalaron en La Palma y concretamente en este municipio y que desarrollaron y se enriquecieron con la producción bananera y de caña de azúcar.
En la Plaza de España encontramos, junto a la Iglesia de San Miguel Arcángel, una preciosa pérgola que se construyó en los años 30 del siglo XX, cubierta de hermosos azulejos de estilo andaluz y adornada con coloridas y fragantes bouganvillas.
Hasta la década de 1960 la iglesia tenía una sola nave, tal y como había sido diseñada, pero durante esos años se le añadió una segunda nave a la derecha, que contrasta radicalmente con la primigenia.
La Palma es también famosa por sus miradores, como hemos visto anteriormente, y uno de los más espectaculares es el de La Concepción, que constituye un balcón sobre la capital, Santa Cruz de La Palma y parte de la costa este de la isla.
Muy cerca, y como complemento a este apacible rincón, encontramos la ermita de Nuestra Señora de La Concepción, que se remonta a principios del siglo XVI.
Y de este pequeño templo saltamos al más entrañable e importante de la isla, el de Nuestra Señora de las Nieves, patrona de La Palma y protagonista de las Fiestas Lustrales de la Bajada.
Protectora de los palmeros, frente a todas las adversidades a las que han tenido que enfrentarse a lo largo de los siglos, ya sean erupciones volcánicas, sequías, plagas de langosta, inundaciones, hambrunas, ataques y saqueos piratas, la imagen milagrosa de la Virgen de las Nieves ha recorrido desde el siglo XVII y en innumerables ocasiones, los caminos de La Palma, para confortar y proteger el corazón y la vida de sus fieles.
La imagen, del siglo XIV, apenas mide 82 centímetros, y está hecha de humilde terracota y pintada en preciosos colores, que le dan más valor aún, si cabe, a esta Virgen que es considerada la más antigua de Canarias. Aún hoy en día se debate sobre si la imagen llegó a la isla acompañando a misioneros mallorquines o procede de uno de los múltiples naufragios que se produjeron en las costas palmeras. Lo que sí es cierto es que fue venerada ya por los antiguos benahoritas en el Morro de las Nieves, donde se levantó posteriormente el Real Santuario.
El templo que data de 1646, sustituye a uno anterior levantado en la temprana fecha de 1517, y guarda preciosas tallas flamencas, como este Calvario del Amparo, la de San Miguel Arcángel...
...o Nuestra Señora de los Ángeles.
Tal y como hemos visto, uno de los desastres más recurrentes en la historia de La Palma es la erupción repentina de volcanes, y precisamente nos dirigimos a la más reciente de ellas, en el municipio de Fuencaliente. Aunque puede recorrerse con facilidad, recomiendo una completísima excursión por el sur de La Palma que entre otros lugares visita los que veremos a continuación.
Una de las más graves y destructoras ocurrió en 1677, cuando el volcán de San Antonio despertó de su sueño de siglos y arrasó una buena parte del caserío del municipio e hizo desaparecer la famosa Fuente Santa, de aguas termales con propiedades curativas.
Otros volcanes siguieron la estela eruptiva del San Antonio, como el del Charco, el de San Juan, o más recientemente el de Teneguía, que derramó su lava sobre la costa y modificó el paisaje definitivamente.
Desde arriba puede verse nuestro siguiente punto de visita, las Salinas y faro de Fuencaliente.
Por una carretera que discurre entre lava y plataneras, que crecen maravillosamente, alimentadas por el rico suelo volcánico, llegamos al faro.
O debemos decir a los faros, ya que junto al mar se yerguen dos centinelas, uno de ellos, que se levantó tras muchas penurias a principios del siglo XX, quedó muy dañado por los terremotos que acompañaron a la erupción de 1971...
...lo que hizo que se construyera uno nuevo en 1983.
En el año 2006 el viejo faro revivió gracias a una reconstrucción que lo convertiría en sede del Centro de Interpretación de la Reserva Marina de la isla de La Palma.
Junto a los faros encontramos las Salinas Marinas de Fuencaliente.
Fueron las salinas de Lanzarote el modelo que se tomó para crear en 1967, las que podemos disfrutar hoy en Fuencaliente, y que constituyen un paisaje salado de 35.000 metros cuadrados único en el Archipiélago.
El lugar donde se ubicaron las salinas fue cuidadosamente elegido, lindando con el mar, con vientos adecuados y un régimen de lluvias escaso y el necesario sol para la evaporación del agua de mar, que deja a su paso el regalo de la preciada sal.
De manera 100% ecológica, se obtiene una sal de primera calidad, que se comercializa en forma de sal fina, gruesa y la delicada flor de sal.
Nos acercamos hasta Puerto Naos, para deleitarnos ante la vista de la playa más grande de la isla, por una carretera que discurre entre el verdor de las plataneras y el azul del mar.
La playa de Puerto Naos, con una agua tan cristalina y una arena tan limpia que merece desde 2007 la Bandera Azul, no es sólo un punto donde tomar el sol y darse un estupendo baño en el mar. Este punto de la costa palmera es famoso por la calidad de sus servicios hoteleros y de restauración, la limpieza de sus calles y la bondad de su clima.
Aparte, es famosa por ser el lugar de referencia a la hora de tomar tierra para los aficionados al parapente, por el ligero brillo verdoso que otorga la olivina a la negra arena volcánica, y haberse convertido en sitio privilegiado para el buceo nocturno.
Para despedirnos de nuestra maravillosa isla de La Palma, nos acercamos hasta su cumbre, hasta el borde mismo de la Caldera de Taburiente. Existe una excursión que nos trae hasta aquí desde la capital y que también recorre el lugar donde se sitúan los observatorios, es senderismo por el Roque de los Muchachos
La morfología de este Parque Nacional se creó a partir de múltiples erupciones volcánicas y varios grandes deslizamientos de tierras, que dieron lugar a una gigantesca caldera de más de 8 kilómetros de diámetro, con paredes que alcanzan los 2.000 metros de altura.
En su interior se esconden numerosos arroyos y cascadas, que conducen el agua por todo el Parque, vital elemento para la supervivencia de la gran diversidad de especies animales y vegetales, muchas de ellas exclusivas de nuestro archipiélago.
Y cerramos el viaje cerca de las estrellas, en el Observatorio del Roque de los Muchachos.
Considerado el de La Palma como uno de los cielos más limpios y claros del mundo, fue baza fundamental para que desde 1984 empezaran a funcionar potentes telescopios con los que observar el universo en un lugar privilegiado.
El Gran Telescopio Canarias, el Liverpool o el Galileo, son algunos de los muchos que pueblan hoy en día ésta cumbre a 2.396 metros de altura, protegidos de la poca contaminación lumínica por un mar de nubes que hace de escudo a unos 2.000 metros de altitud.
Afortunadamente la maravillosa isla de La Palma se encuentra bien comunicada con el resto de islas del Archipiélago y la Península, lo que favorece que podamos visitarla cada vez que queramos descubrir un poco más las bellezas, el color y la calidez de la inigualable Isla Bonita.
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