Y llegamos a Hangzhou, nacida como pueblo agricultores pero que ganó importancia durante la construcción del Gran Canal de China. hasta llegar a ser la capital de la dinastía Song del sur, Pronto se convirtió en referente en la elaboración de porcelana y textiles.
Su mayor atractivo turístico es el Lago del Oeste.
Por desgracia nos tocó un día muy lluvioso y oscuro que se alargó hasta que llegó la noche, pero aún así íbamos a recorrer el lago en una barca tal y como estaba planeado.
Este gran lago artificial de unos 6 kilómetros cuadrados está rodeado en tres de sus orillas por montañas y por la ciudad en la cuarta.
Originalmente, el lago era una laguna próxima al río Qintang pero el gobernador de la ciudad en el siglo VIII ordenó drenar el pantano y dar forma al lago.
Con el tiempo aumentó su belleza con la construcción de jardines, pagodas y puentes.
Lo más llamativo desde lejos son las pagodas, como la de Leifeng o "Pagoda del Pico del Trueno", que suele visitarse par ver las puestas del sol sobre el lago. Esta pagoda cuyo edificio original se levantó en el año 921 se derrumbó en 1924 para ser reconstruida en 2001. Durante los trabajos se encontraron en sus cimientos valiosos escritos budistas, entre otros tesoros.
Otro punto interesante es el Pabellón Chenghuang que es el templo del dios de la ciudad, una construcción reciente, ya que data de 1990, con sus 7 pisos, una altura de 41,6 metros y con un estilo de las dinastías Yuan y Ming.
Y con lluvia seguimos hacia nuestro siguiente destino, el Templo del Alma Escondida.
En las colinas que se encuentran al oeste de Hanghzou se levanta este complejo religioso cuya historia se remonta más de 1.700 años atás y que es uno de los destinos espirituales más visitados e importantes del país.
Fue el monje y filósofo Xuyun, quien lo bautizó con ese nombre, ya que anteriormente existía un pequeño templo en las faldas del monte Xianlin. En su memoria, sus cenizas se guardan en una pagoda relicario que podemos ver según entramos en el recinto.
La pequeña pagoda marca la entrada de la Gruta de la Fe Dorada, una cueva adornada con más de 470 estatuas de Buda talladas en bajorrelieve. Se trata de una interesante muestra de imaginería budista, al ser todas diferentes y datar de varias épocas distintas de la historia de China
La totalidad del complejo religioso tiene una extensión de unos 87 kilómetros cuadrados ya que no sólo abarca los templos sino también terrenos que incluyen ríos y bosques, así como tierras de cultivo.
El Templo del Alma Escondida ha tenido una historia azarosa y ha estado a punto de desaparecer en un par de ocasiones.
Pero también tuvo épocas de gran esplendor, como en el siglo X, cuando llegó a albergar unos 3.000 monjes provenientes del todo el reino de Wuhue. Fu en ese momento cuando se empezaron a tallar las imágenes en la piedra en la que se conocía como Colina Voladora.
Durante nuestro recorrido por China, hemos hablado en varias ocasiones de la Revolución Cultural de Mao. Pues bien, en ese negro capítulo de la historia china, no solo los Guerreros de Xian estuvieron a punto de desaparecer, ya que este templo podría haber sufrido la misma suerte.
Pero he aquí que los monjes tuvieron la genial idea, luego copiada, de colocar un retrato enorme del Gran Timonel en la entrada del Templo. Los guardias rojos no se atrevieron a descolgarlo para destruir el templo, pensando que el líder protegía el lugar y el complejo se salvó.
Cinco son los pabellones en los que podemos entrar en nuestra visita al complejo, siendo el primero la Sala de los Guardianes Celestiales, que de hecho se considera la mayor de toda China, y al que también se le conoce como el "Templo de las Nubes y los Bosques".
Estos reyes del cielo, son cuatro deidades budistas que protegen los puntos cardinales y al tiempo son los ayudantes de Buda. Cada uno tiene un ejercito de 91 hijos que protegen la Tierra de los ataques de los demonios.
En la siguiente estructura encontramos el Salón de la Magnificencia o Sala del Gran Sabio, de unos 36 metros de altura y que guarda una imagen de Buda sentado o Gautama Shydarta. La figura data de 1956 y es de estilo Tang, tallada en madera de alcanfor y recubierta de oro.
A los lados encontramos 18 arhats o sabios budistas tallados de manera que parecen estar en movimiento.
Tras la figura de Buda se encuentra un gigantesco retablo en madera tallada, cubierta de oro con más de 150 figuras que arropan a una triada sagrada.
La figura central, curiosamente, es una mujer, el buda Guanyin, que alcanzó la iluminación muy joven, gracias a su bondad y compasión y que no quería entrar en el Reino Celestial hasta que el resto de mortales alcanzara su mismo estado.
Esta figura que pisa un pez, que simboliza el demonio, también se conoce como el Buda de la Compasión o Madre de la Misericordia, ya que Guanyin significa "La que oye al mundo".
Rodeando el retablo encontramos los 12 discípulos de Buda, 6 a cada lado, de más de tres metros de altura. Son también los guardianes de la Medicina.
Dejamos atrás el Templo del Alma Escondida para dirigirnos a la Pagoda de las Seis Armonías.
Ubicada en una colina, con unas magníficas vistas al río Qiantang, que precede a la ciudad de Hangzhou, la Pagoda de las Seis Armonías empezó a construirse en el año 970 después de Cristo, en ladrillo y madera. Su nombre en chino, Liuhe, hace honor a las seis armonías budistas: el cielo, la tierra y los cuatro puntos cardinales, para conseguir domar las aguas del río durante las inundaciones.
Durante su historia de más de mil años ha sido destruida y vuelta a levantar en numerosas ocasiones, aunque la que vemos tiene su forma definitiva desde el año 1156, con sus 59 metros de altura.
Curiosamente, si observamos desde fuera, el edificio parece tener 13 pisos, pero cuando subimos a la cima tan sólo contamos siete.
Su forma octogonal esconde un grueso muro exterior que da forma a amplios pasillos que dan a las habitaciones que guardan un pilar central.
La subida no es apta para todos, ya que se accede a la cima gracias a largos y empinados tramos de escaleras de madera y piedra. Al llegar arriba, adornadas por los aleros en forma de pico y 104 campanas de hierro y bronce, las vistas a los bosques, al río y a la ciudad son realmente impresionantes.
Un pequeño museo, a los pies de la pagoda, nos habla de la historia y la actualidad del edificio.
Tras la pagoda fuimos a visitar los campos y la factoría de te de Longjingshan Cultural Village.
Los chinos son grandes bebedores de té, sobre todo verde. El de esta zona, a orillas del Lago del Oeste, se considera el té nacional, ya que aparte de su agradable sabor tiene grandes cantidades de vitamina C y aminoácidos, lo que lo convierten en una saludable bebida.
Fue Lu Yu, un famoso sabio chino, quien alabó en primer lugar las virtudes del té hace 1200 años, en un tratado que hablaba exclusivamente de todas las variedades que se cultivaban y cómo conseguir los mayores beneficios de la planta.
En uno de los capítulos habla de la pureza y dulzura del agua que brotaba del manantial de Longjing, cualidad apreciada por un grupo de monjes que plantaron los primeros arbustos de té en sus márgenes y dieron comienzo a su cultivo.
El centro que visitamos nos muestra todos los pasos en su elaboración y finalmente nos da a probar la valiosa infusión, no sin ánimo de que hagamos algunas compras para traernos a casa,
Y continuamos viaje, esta vez con destino Suzhou.
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