viernes, 1 de diciembre de 2017

Copenhague sobre las aguas (I)

Copenhague es agua y tierra, tierra y agua, al igual que una Venecia que surgiera del frío y volviera a sumirse en él...

Así que lo mejor es que empecemos por ahí, por es esa unión de dos elementos.




 Y si hay un punto donde se conjugan es en el Hotel Copenhaguen Island 

En plena bahía de Copenhague, rodeado por la arquitectura de vanguardia que caracteriza a la ciudad, encontramos el estupendo Hotel Copenhaguen Island, un establecimiento que nació sin pretensiones, pero que se está convirtiendo en destino de muchos visitantes de la capital danesa, entre los que se cuentan, por supuesto los cruceristas.

El edificio nos recibe en un terreno ganado al mar y cubierto por pasarelas de madera. El propio hotel se encuentra edificado, como si fuera Venecia, sobre las aguas. Las líneas son muy puras, muy de diseño nórdico, frío por fuera, pero rodeado de cristaleras para aprovechar el sol y la luz natural en los meses más fríos.
La estructura consta de dos edificios que forman una “ L” donde se encuentran las habitaciones, que se unen por medio de una torre central donde se sitúa la recepción del hotel y los ascensores de cristal que dan acceso a las habitaciones de ambos edificios.
Y no es que está precisamente cerca del puerto de cruceros, situado más al norte, cerca de la preciosa Sirenita, pero es que la singularidad del entorno y la comodidad a la hora de llegar al aeropuerto o volver a él, más la cercanía del servicio de metro y el propio hotel, hacen de él una buena opción.



Y es que tampoco hace falta, a menos que seamos muy cómodos, usar el transporte público para llegar al centro. Sin ir más lejos, el Tívoli, archifamoso parque de atracciones, está a dos pasos del hotel, e incluso alguna de las atracciones se pueden ver desde las habitaciones.

La sala de desayuno se encuentra en la parte baja del más pequeño de los dos, con una preciosa terraza acristalada que parece flotar sobre el canal. La oferta gastronómica para el desayuno es muy variada, poniendo especial atención en muchas especialidades nórdicas como el arenque ahumado o la bollería escandinava, lo que me hizo pensar en que es un hotel de elección prioritaria para los mismos daneses y sus vecinos de Suecia y Noruega.
La recepción es muy rápida y toda la ayuda que nos proporcionan los empleados del hotel es preciosa. Hablan inglés, pero muy despacio y claro, y se desviven por despejar todas nuestras dudas y preguntas. Con un mapa que nos proporcionan rápidamente nos hacemos una idea de la ciudad y de igual manera nos sugieren bares y restaurantes a nuestro gusto en el centro.

Pero subamos a la habitación. Tuve la inmensa suerte de que me tocara un precioso y luminoso alojamiento con un balconcito de cara a la bahía y a las piscinas de verano que se instalan en la época estival. Parecía que los edificios que estaban enfrente flotaban, como el mismísimo hotel sobre las aguas.
Ya sólo con esta vista, me había ganado el hotel. El resto lo completó la comodísima cama, y el impoluto baño, sencillo pero completo.


El hotel completa sus servicios con oferta de alquiler de kayaks, gimnasio, rutas para running y bicicleta, alquiler de botes de motor, y gimnasio.
En resumen, se trata de una opción diferente, en un establecimiento a un precio moderado, que nos permite ponernos en el centro en pocos minutos y con conexión rápida con el puerto de cruceros y con el aeropuerto, lejos del bullicio del centro pero cerca de los principales puntos de interés. Muy recomendable.


La ciudad tiene muchísimo que contarnos, y si sólo se dispone de un par de días, lo mejor es contratar, por ejemplo, el free tour por Copenhague, para empaparnos de la historia y leyendas de la urbe danesa.
Nos dirigimos al centro por el paseo Kalvebod Brygge, que va por la orilla del canal.
El centro de Copenhague, lo que llaman la City, reúne la mayor parte de las atracciones turísticas de la ciudad. Podemos delimitar lo que llamamos el centro en una zona de alrededor de cuatro kilómetros de este a oeste y dos de norte a sur aproximadamente. Un paseo de punta a punta del centro de la ciudad nos lleva alrededor de una hora, aunque, con todos los rincones interesantes por visitar, puede suponer bastante más tiempo.
Toda esta zona es muy nueva, hacia donde se expande la ciudad, es el Vesterbro.




Torcimos a la izquierda para entrar a la ciudad por Bernstorffgade, y encontramos varios ejemplos de arquitectura del siglo XVIII y XIX muy originales. Podemos decir que la City es la zona que va desde la estación central- límite oeste- hasta la estatua de la Sirenita y el Kastellet- al este-, y desde la zona de los Lagos en el norte, hasta el barrio de Christianshavn en el sur. Aquí se concentran casi todos los atractivos de la ciudad.



A la derecha tomamos Vesterbro gade y pasamos por delante del Parque Tívoli, al que volveremos más tarde...
Varias perspectivas de la preciosa entrada principal ( Tiene 3)







Y llegamos a la Plaza del Ayuntamiento o Radhus Pladsen. La plaza en sí es una gran espacio público, punto de referencia para los habitantes de Copenhague.

 Encontramos aquí la llamada Piedra del kilómetro 0, como en París.

La fuente del Toro derrotando a un dragón.


Y seguimos en la Plaza del Ayuntamiento.



A la izquierda del hotel Palace, al otro lado de la Frederiksberggade, al comienzo de Stroget, se encuentra la Politikens Hus, sede de la editorial y del diario Politiken, uno de los más leídos en Dinamarca.


El edificio del Ayuntamiento, construido en 1903, es de planta rectangular. Su fachada y el perímetro están adornados con multitud de esculturas de la mitología nórdica, sobre todo dragones y serpientes. En el interior se puede visitar el reloj astronómico de Jens Olsen, una verdadera joya de la ingeniería de la primera mitad del siglo XX. Desgraciadamente por la tarde ya no hay visitas, o sea que si nos interesa debemos ir por la mañana temprano entre semana.


También hay visitas guiadas a la parte superior de la torre del Ayuntamiento, que con una altura de 105 metros ofrece unas impresionantes vistas de Copenhague.

 El Radhuset (ayuntamiento) es un edificio que fue construido entre 1892 y 1905 según proyecto del arquitecto danés Martin Nyrop, ganador del concurso público en 1888. Tiene formas inspiradas en el renacimiento escandinavo e italiano, que guardan relación con el Kronborg Slot de Helsingor y el Palazzo Pubblico de Siena.

En el lado izquierdo, que mira a Vester Volgade se halla la Radhustarnet (torre del ayuntamiento), de 106 metros de altura, con reloj y aguja de campanas. Desde lo alto se divisa un amplio panorama de la ciudad. Desde el vestíbulo de entrada, a la derecha, se accede al Jens Olsens Verdensur, monumental reloj astronómico, obra de Jens Olsen en 1955, con 12 cuadrantes y datos astronómicos que incluyen el desplazamiento del polo celeste y las horas de salida y puesta del sol.


La fachada de ladrillo tiene a los lados dos ventanales salientes redondeados y en el centro, sobre la puerta de entrada, la estatua dorada del obispo Absalón, considerado fundador de la ciudad. La espada que empuña en la mano derecha simboliza su temperamento guerrero. Coronan el tejado seis estatuas de centinelas con vestiduras renacentistas y detrás, un alto friso de ladrillo con almenas estilizadas y dos agujas en los extremos.

A la izquierda del ayuntamiento, en el centro de Vester Voldgade, una sólida columna sostiene el grupo de bronce de los Lurblaeserne o tañedores de lur. Estos son unos instrumentos de viento tradicionales de los pueblos nórdicos entre los siglos XII y VI a. C. que se mantienen como el único legado musical de las antiguas poblaciones escandinavas. Esta escultura es obra de Sigfried Wagner, quien la realizó en 1914.


 Justo enfrente se encuentra el edificio de estilo ecléctico del Palace Hotel, construido a principios del siglo XX. Su torre de gran altura tiene una fachada adornada de mosaicos muy parecida a la del ayuntamiento. En este mismo edificio se encuentra el Museo Ripley, un insólito lugar que recoge rarezas procedentes de todo el mundo.




Por toda la ciudad están estos elefantes pintados por artistas y anónimos para recaudar fondos para salvar a los elefantes de Asia.

 Decidimos tomar un poco el pulso a la ciudad y nada mejor que un paseo por la calle Stroget. Allí vimos esta tienda de Lego.

A decir verdad, la vía está formada por varias calles que unen plazas importantes de la ciudad como Rådhuspladsen, Kongens Nytorv y los pintorescos canales de Nyhavn. Lo más común –pero no por eso la única forma- es recorrer este fantástico camino desde la Plaza del Ayuntamiento, para avanzar por una serie de restaurantes y tiendas de souvenirs. Al paso vimos comercios de los más diversos cortes, desde los que exhiben artesanías minuciosas y baratas hasta los más elegantes, como el que acoge las míticas porcelanas danesas Royal Copenhagen.


Parecida a una rambla en Barcelona, pero mucho más larga, los espectáculos callejeros y las estatuas humanas conviven en completa armonía con músicos, trileros, comediantes y malabaristas…Todos están ahí, sonrientes, pescando miradas y monedas. Los turistas circulan a toda hora. No se puede negar que el lugar –en medio de cualquier clima- es un cuento de hadas.

Continuando por Stroget, tras pasar tres calles perpendiculares, aparece a la izquierda la Helligandskirken, capilla originaria de la Edad Media reconstruida en el siglo XVIII tras uno de los incendios que sufrió la ciudad. Dicha iglesia puede visitarse de lunes a viernes, de 12.00 a 16.00 horas.


 Por un callejón que discurre paralelo a Stroget, en dirección hacia Nyhavn, llegaremos a la Iglesia de San Nicolás, reconstruida a principios del siglo XX, pero que aún mantiene algunas secciones renacentistas, como la torre.



Bajamos por Amiralgade y encontramos la Iglesia de Holmens.
En 1619, Christian IV mandó ampliar una pequeña herrería de Bremerholm hasta convertirla en una iglesia naval. Holmens Kirke sigue siendo hoy día la iglesia de los marineros y, al mismo tiempo, la iglesia de la familia real.

La pequeña isla de Slotsholmen, rodeada por un canal y comunicada con el centro por pequeños puentes, fue el lugar elegido por el obispo Absalón –fundador de Copenhague- para erigir una fortaleza defensiva que vigilara el canon de paso de los barcos que navegaran por sus aguas.
Slotsholmen es sede de varios edificios administrativos e históricos: el Parlamento, la Bolsa (Borsen), diversos ministerios y el Museo Thorvaldsen.
 Para llegar a ella cruzamos el puente de Holmensbro.

1 comentario: