viernes, 3 de julio de 2020

La Palma, un fin de semana en la Isla Bonita ( y III)

Seguimos el sentido de la carretera en dirección al mar.

Rodeado de acantilados y con una preciosa playa de arena negra, el puerto y sus casas que se encuentran al final del barranco por donde se llega hasta él, fue el lugar donde desembarcó el conquistador Alonso Fernández de Lugo para empezar la conquista de la Isla en 1492.

Pero subamos hasta el pueblo de Tazacorte, cabeza del municipio más pequeño de la isla de La Palma, que se encuentra rodeado y semioculto por las extensas fincas de plataneras y que un día tuvo los ingenios azucareros más florecientes y productivos de Canarias.

Tazacorte es, como hemos dicho, el municipio más pequeño de la isla, pero les puedo asegurar que atesora quizá las mejores muestras de arquitectura rural de La Palma. 
Enormes e históricas casonas como la del Almirante Díaz Pimienta, Massieu Monteverde y Ponte, o la de los Santos Mártires de Tazacorte ( donde los jesuitas martirizados pasaron su última noche) nos dan una idea del inmenso poder económico que tuvieron las grandes familias terratenientes que se instalaron en La Palma y concretamente en este municipio y que desarrollaron y se enriquecieron con la producción bananera y de caña de azúcar.


En la Plaza de España encontramos, junto a la Iglesia de San Miguel Arcángel, una preciosa pérgola que se construyó en los años 30 del siglo XX, cubierta de hermosos azulejos de estilo andaluz y adornada con coloridas y fragantes bouganvillas.

La iglesia, heredera de aquella ermita que se levantó en 1492 y que era la más antigua de la isla, atesora valiosísimas imágenes religiosas traídas de Flandes por la familia Monteverde, además del cáliz y la patena utilizados en la última misa celebrada por los Mártires de Tazacorte de los que anteriormente hablamos.

Hasta la década de 1960 la iglesia tenía una sola nave, tal y como había sido diseñada, pero durante esos años se le añadió una segunda nave a la derecha, que contrasta radicalmente con la primigenia.

La Palma es también famosa por sus miradores, como hemos visto anteriormente, y uno de los más espectaculares es el de La Concepción, que constituye un balcón sobre la capital, Santa Cruz de La Palma y parte de la costa este de la isla.


Muy cerca, y como complemento a este apacible rincón, encontramos la ermita de Nuestra Señora de La Concepción, que se remonta a principios del siglo XVI.


Y de este pequeño templo saltamos al más entrañable e importante de la isla, el de Nuestra Señora de las Nieves, patrona de La Palma y protagonista de las Fiestas Lustrales de la Bajada.

Protectora de los palmeros, frente a todas las adversidades a las que han tenido que enfrentarse a lo largo de los siglos, ya sean erupciones volcánicas, sequías, plagas de langosta, inundaciones, hambrunas, ataques y saqueos piratas, la imagen milagrosa de la Virgen de las Nieves ha recorrido desde el siglo XVII y en innumerables ocasiones, los caminos de La Palma, para confortar y proteger el corazón y la vida de sus fieles. 


La imagen, del siglo XIV, apenas mide 82 centímetros, y está hecha de humilde terracota y pintada en preciosos colores, que le dan más valor aún, si cabe, a esta Virgen que es considerada la más antigua de Canarias. Aún hoy en día se debate sobre si la imagen llegó a la isla acompañando a misioneros mallorquines o procede de uno de los múltiples naufragios que se produjeron en las costas palmeras. Lo que sí es cierto es que fue venerada ya por los antiguos benahoritas en el Morro de las Nieves, donde se levantó posteriormente el Real Santuario.

El templo que data de 1646, sustituye a uno anterior levantado en la temprana fecha de 1517, y guarda preciosas tallas flamencas, como este Calvario del Amparo, la de San Miguel Arcángel...

...o Nuestra Señora de los Ángeles.

Tal y como hemos visto, uno de los desastres más recurrentes en la historia de La Palma es la erupción repentina de volcanes, y precisamente nos dirigimos a la más reciente de ellas, en el municipio de Fuencaliente. Aunque puede recorrerse con facilidad, recomiendo una completísima excursión por el sur de La Palma que entre otros lugares visita los que veremos a continuación.
Una de las más graves y destructoras ocurrió en 1677, cuando el volcán de San Antonio despertó de su sueño de siglos y arrasó una buena parte del caserío del municipio e hizo desaparecer la famosa Fuente Santa, de aguas termales con propiedades curativas.



Otros volcanes siguieron la estela eruptiva del San Antonio, como el del Charco, el de San Juan, o más recientemente el de Teneguía, que derramó su lava sobre la costa y modificó el paisaje definitivamente.

Desde arriba puede verse nuestro siguiente punto de visita, las Salinas y faro de Fuencaliente.


Por una carretera que discurre entre lava y plataneras, que crecen maravillosamente, alimentadas por el rico suelo volcánico, llegamos al faro.

O debemos decir a los faros, ya que junto al mar se yerguen dos centinelas, uno de ellos, que se levantó tras muchas penurias a principios del siglo XX, quedó muy dañado por los terremotos que acompañaron a la erupción de 1971...

...lo que hizo que se construyera uno nuevo en 1983.

En el año 2006 el viejo faro revivió gracias a una reconstrucción que lo convertiría en sede del Centro de Interpretación de la Reserva Marina de la isla de La Palma.
Junto a los faros encontramos las Salinas Marinas de Fuencaliente.

Fueron las salinas de Lanzarote el modelo que se tomó para crear en 1967, las que podemos disfrutar hoy en Fuencaliente, y que constituyen un paisaje salado de 35.000 metros cuadrados único en el Archipiélago.

El lugar donde se ubicaron las salinas fue cuidadosamente elegido, lindando con el mar, con vientos adecuados y un régimen de lluvias escaso y el necesario sol para la evaporación del agua de mar, que deja a su paso el regalo de la preciada sal.

De manera 100% ecológica, se obtiene una sal de primera calidad, que se comercializa en forma de sal fina, gruesa y la delicada flor de sal.

Nos acercamos hasta Puerto Naos, para deleitarnos ante la vista de la playa más grande de la isla, por una carretera que discurre entre el verdor de las plataneras y el azul del mar.


La playa de Puerto Naos, con una agua tan cristalina y una arena tan limpia que merece desde 2007 la Bandera Azul, no es sólo un punto donde tomar el sol y darse un estupendo baño en el mar. Este punto de la costa palmera es famoso por la calidad de sus servicios hoteleros y de restauración, la limpieza de sus calles y la bondad de su clima.

Aparte, es famosa por ser el lugar de referencia a la hora de tomar tierra para los aficionados al parapente, por el ligero brillo verdoso que otorga la olivina a la negra arena volcánica, y haberse convertido en sitio privilegiado para el buceo nocturno.

Para despedirnos de nuestra maravillosa isla de La Palma, nos acercamos hasta su cumbre, hasta el borde mismo de la Caldera de Taburiente. Existe una excursión que nos trae hasta aquí desde la capital y que también recorre el lugar donde se sitúan los observatorios, es senderismo por el Roque de los Muchachos

La morfología de este Parque Nacional se creó a partir de múltiples erupciones volcánicas y varios grandes deslizamientos de tierras, que dieron lugar a una gigantesca caldera de más de 8 kilómetros de diámetro, con paredes que alcanzan los 2.000 metros de altura.

En su interior se esconden numerosos arroyos y cascadas, que conducen el agua por todo el Parque, vital elemento para la supervivencia de la gran diversidad de especies animales y vegetales, muchas de ellas exclusivas de nuestro archipiélago.

Y cerramos el viaje cerca de las estrellas, en el Observatorio del Roque de los Muchachos.

Considerado el de La Palma como uno de los cielos más limpios y claros del mundo, fue baza fundamental para que desde 1984 empezaran a funcionar potentes telescopios con los que observar el universo en un lugar privilegiado.

El Gran Telescopio Canarias, el Liverpool o el Galileo, son algunos de los muchos que pueblan hoy en día ésta cumbre a 2.396 metros de altura, protegidos de la poca contaminación lumínica por un mar de nubes que hace de escudo a unos 2.000 metros de altitud.

Afortunadamente la maravillosa isla de La Palma se encuentra bien comunicada con el resto de islas del Archipiélago y la Península, lo que favorece que podamos visitarla cada vez que queramos descubrir un poco más las bellezas, el color y la calidez de la inigualable Isla Bonita.

jueves, 2 de julio de 2020

La Palma, un fin de semana en la Isla Bonita (II)

Al día siguiente empezamos nuestro periplo por la isla, empezando por la localidad de San Andrés y Sauces, concretamente la piscina natural del Charco Azul.


Tras dejar el coche en un aparcamiento cercano y caminar apenas 10 minutos por un camino ancho y cimentado que discurre entre plataneras, llegamos a la orilla rocosa del mar, que en esta zona, debido a la lucha entre antiguos volcanes y el bravo mar, aparece como un litoral agreste lleno de charcos naturales que se esconden entre diques de lava.




Podemos bañarnos en cualquiera de ellos, pero claro, lo que nos ha traído aquí es la comodidad y singularidad de podernos refrescarnos en uno muy singular que ha sido modificado por el hombre para su uso recreativo.

El Charco Azul, al igual que una pequeña piscina para niños ( ésta sí, artificial) se llenan de manera natural con el agua de las mareas que provienen del Océano Atlántico, por lo que podemos estar seguro de que siempre estará limpia y fresca.


Además la zona cuenta con servicios muy completos, como un bar, casetas para cambiarnos, baños, y algo muy importante, un socorrista. De cayados y cemento se ha acondicionado la zona alrededor de la piscina para que los bañistas puedan extender sus toallas y colocar sus bártulos para pasar un estupendo día junto al mar en este rincón palmero.


Y de unas piscinas nos vamos a otras, un poco más al norte, a las de La Fajana.

El conjunto lo forman tres piscinas naturales, una de ellas de buen tamaño, con unas transparentes y limpias aguas, que se renuevan constantemente gracias al oleaje que procede del Atlántico.


Disponen de un enorme aparcamiento, restaurantes de pescado y jardines muy bien cuidados y llenos de flores, que contrastan con los colores secos de las montañas que se sumergen en el mar.


Seguimos nuestro camino y nos acercamos a Barlovento, donde visitamos la hermosa Iglesia del Rosario, la más larga de una sola nave de la isla.

El interior, muestra el estilo canario más puro, con grandes espacios vacíos en las paredes laterales y un gran retablo central, donde se custodia la imagen de la Virgen del Rosario de origen flamenco.


Asimismo, el templo nos regala otras imágenes religiosas de gran belleza.



De Barlovento nos vamos a Garafía, que cada vez adquiere más fama por dos razones fundamentales. La primera es la riqueza vegetal de su cumbre, siempre verde y con abundantes rutas de senderismo, que con una estancia un poco más larga pueden disfrutarse gracias a una Ruta de senderismo por el noroeste de La Palma.



Y la segunda, que es la calidad de su cielo y la limpieza de su aire, lo que convirtió la zona del Roque de los Muchachos en el lugar ideal para levantar un observatorio astronómico que se ha convertido en referencia mundial y que luego veremos con más detalle.
Aprovechamos para almorzar mientras disfrutamos de la arquitectura de la enorme iglesia de Nuestra Señora de La Luz, imagen que según cuenta la leyenda iba destinada a Tazacorte pero se quedó en Garafía, ya que cada vez que intentaban trasladarla por mar se levantaba una tormenta que lo impedía.


Lo que teníamos claro es que el lugar invita al descanso y la relajación.

Siguiendo la carretera del norte pasamos por Las Tricias.

Muy conocida en la isla, y fuera de ella por los numerosos ejemplares de dragos canarios, enormes y frondosos que miran al mar.
La población es poco más que un grupo de casas arracimadas alrededor de una preciosa ermita de cemento y piedras, adornada con roca volcánica y madera de tea. 


Un centro de visitantes, un par de bares y una emergente cantidad de casas rurales conforman éste pequeño núcleo que pertenece al municipio de Garafía. El lugar es realmente hermoso, levantado sobre una ladera rodeada completamente por almendros, que en época de floración deben hacer del lugar un paraje idílico. Silencio, tranquilidad y serenidad parecen ser las palabras que mejor definen a Las Tricias.

Seguimos camino y al rato dirigimos nuestro coche al Mirador de Miraflores, en Puntagorda, desde donde se tiene un vista muy interesante de toda la zona agraria del municipio.

Aparte, y quizá lo más llamativo sea un mirador astronómico con varios paneles informativos y una flecha que señala el camino hacia la estrella Polaris. Es una forma de lo más atractiva para iniciar a los caminantes en el mundo de la astronomía de manera sencilla y amena.

Continuamos nuestro recorrido por el oeste de la isla acercándonos al pequeño pueblo de Tijarafe, donde me gustaría destacar dos puntos de visita fundamentales y muy cercano el uno del otro.

Por un lado la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Candelaria, el templo más querido por los habitantes de Tijarafe ya que la imagen flamenca de la Virgen del mismo nombre, tallada en el siglo XVI es de las más bellas de Canarias. La estructura del templo y la riqueza de su interior fueron claves para su nombramiento como Bien de Interés Cultural.

A unas decenas de metros encontramos el siguiente punto de interés, la Calle del Adiós.
Esta pequeña callejuela, que mira al cementerio, tiene en una de sus paredes un fragmento del libro "Un verano en Tenerife" de la poetisa cubana Dulce María Loynaz. En él hace referencia a esta calle que se dirige, en bajada, al camposanto del pueblo, y cómo la gente enfilaba el camino acompañando en un último adiós a sus familiares queridos.

A medio camino entre la calle y el cementerio encontramos la Plaza de la Paz, con una bonita escultura que homenajea el Salto del Pastor, y que curiosamente fue realizada por el artista cántabro Pereda de Castro, enamorado de la isla donde vivió durante varios años.

Bajando hacia el sur hacemos la obligada parada en el espectacular mirador de El Time.

Este mirador único, con vistas de 180 grados sobre el Valle de Aridane, nos permite una visión global de las inmensas plantaciones de plátanos que se extienden por todo el valle y que se cortan por el profundo barranco de La Angustias.

Las vistas desde este punto a 700 metros de altura, son tan espectaculares que a veces es difícil encontrar un lugar donde detener el coche, ya que los autobuses y coches de turistas suelen ocupar todos los espacios libre que permiten el aparcamiento. Aún así vale la pena caminar un poco desde donde encontremos sitio para disfrutar del maravilloso espectáculo.
Por el citado barranco de Las Angustias bajamos hasta el Puerto de Tazacorte, deteniéndonos unos minutos en el precioso Santuario de la Virgen de Las Angustias.

Este templo, cuya edificación se remonta a unos años después de la Conquista, es uno de los más antiguos de canarias, y también de los más hermosos. Dentro vemos la herencia histórica de los retablos canarios donde se guardan varias tallas flamencas de los siglos XVII y XVIII.

Pero quizá el Santuario sea más conocido por uno hecho histórico que tuvo lugar entre sus paredes y que voy a contarles. En su interior tuvo lugar la última misa  de aquel grupo de 40 misioneros jesuitas que embarcaron luego para evangelizar las tierras del Brasil.

Al día siguiente, los jesuitas embarcaron en el galeón Santiago desde el puerto de Tazacorte, y fueron costeando por el oeste de la isla hasta Fuencaliente. Desafortunadamente allí se tropezaron con el pirata Jaques de Sores, que abordó el navío y apresó a los religiosos. En los días siguientes, los sacerdotes fueron objeto de las más cruentas atrocidades y martirios y cuando ya apenas respiraban fueron arrojados al agua. Sus posesiones materiales, que consistían en imágenes y relicarios de gran valor y que iban a ser usados en las iglesias y templos que fundasen en el Nuevo Mundo, fueron profanadas y destruidas, quedándose los piratas con el oro como fruto de su pillaje.