domingo, 4 de agosto de 2019

Gran Canaria Walking Festival ( y IV)

En la ruta que hoy Gran Canaria Natural & Active nos tiene preparada dentro del Gran Canaria Walking Festival nos vamos a ver envueltos en un sortilegio mágico, un hechizo verde y vivo, que cubre la cumbre de la hermosa isla de Gran Canaria.
"La Magia del Pinar" es el acertado nombre que ha recibido este camino de hoy que nos regalará sonidos de silencio, de paz, de susurros y de naturaleza en estado puro.
Comenzamos nuestro sendero en el lugar llamado "Cruz de los Llanos", en dirección a nuestra meta, la Vega de San Mateo, donde llegaremos tras 3 horas y 13 kilómetros prácticamente en bajada, por lo que podemos decir que es una ruta cómoda y que apenas requiere esfuerzo.

Recomiendo encarecidamente en este recorrido de hoy, dejarse envolver por los colores, el silencio, los contrastes, y las pequeñas sorpresas del camino, que dejarán un recuerdo imborrable en nuestra memoria.


La zona por la que discurre la ruta de hoy, fue en el pasado muy transitada, ya que la gran masa forestal de pino canario que cubría la isla proporcionaba grandes y variados recursos, como leña para fabricar carbón con el que alimentar los motores de los barcos de vapor que recalaban en el Puerto de La Luz, brea para impermeabilizar los cascos de las naves en reparación, tablones de la magnífica y olorosa tea canaria con el que se construyeron por ejemplo los magníficos balcones de Teror o la recogida de pinocha (aguja de pino) para empaquetar los plátanos.


Hacemos en este punto un alto para disfrutar del picnic y del maravilloso bosque que nos rodea. Aprovecho este descanso para resaltar la importancia de mantener nuestro patrimonio natural en perfectas condiciones, ya que tenemos la fortuna de poseer especies de árboles que captan el agua y la humedad de la atmósfera y permiten que por condensación pase al suelo donde puede ser aprovechada, fijan el suelo con lo que frenan la erosión natural, y muy importante, son una auténtica reliquia de la Era Terciaria.


Pinares como los de Tamadaba, Pajonales o Inagua deben ser protegidos con toda prioridad, ya que es una especie con tal  resistencia al fuego que si no fuera por su presencia todas las cumbres insulares serían áreas deforestadas o auténticos desiertos de rocas erosionadas. Es por tanto el pinar un elemento fundamental, ya que crea condiciones únicas para que otras plantas puedan nacer y crear un ecosistema. 
Cuando dejamos atrás los últimos pinos entendemos que la magia de estos árboles existe y debemos cuidarla y protegerla.


Los eucaliptos nos van acercando a las zonas pobladas.


Y entramos en la Vega de San Mateo, la quintaesencia del espacio rural de Gran Canaria.

En una perfecta simbiosis entre modernidad y tradición, San Mateo sobresale entre los municipios de la isla por su amor al campo, a las costumbres, al buen hacer y sobre todo a esa forma de ser tan canaria, noble y acogedora con el visitante.
  
San Mateo tiene mucho que ofrecer, ya que es guardiana de tradiciones rurales, de buena gastronomía, de magnificas rutas de senderismo, de paisajes y de un precioso y cuidado casco antiguo.
Y llegamos al final de la ruta entrando por La Lechuza, uno de los barrios con más solera de los que conforman la localidad.
¡Y ay!, aquí tengo que desplegar todas mis pocas dotes poéticas, ya que mantengo un idilio de amor desde hace años con el lugar que vamos a visitar, el Hotel Rural Las Calas.

La antigua casona del siglo XVIII que había pertenecido a varias familias hasta el año 1998, cayó en las mágicas manos de Magüi Carratalá. Y así nació un lugar maravilloso y único.


Calidez en los colores que ha elegido la propietaria para dar una nueva vida a una casa solariega que se había perdido en la historia, toques árabes en las celosías de las habitaciones, recuerdos de decenas de hogares y fogones en la maravillosa colección de porcelana y cristal de la que nos permite disfrutar en el pequeño pero acogedor comedor, donde todos los huéspedes comparten mesa, para intercambiar experiencias, vivencias y sensaciones. Espacio en el que los sentidos se deleitan con la maravillosa cocina, suculenta y sabrosa, casera y de sabores sencillos pero apetitosos, que con tanto cariño prepara el pequeño pero muy eficiente equipo del hotel.

Y es la intención de Magüi que en todo momento tengamos esa sensación de confort, de bienestar, de sentirnos arropados y cuidados en un hotel que por unos días se convierte en nuestro segundo hogar.
Para ello cuida de cada pequeño detalle no sólo en la decoración, para la que tiene un gusto exquisito ( sencillo, sin abigarramientos, pero elegante y acogedor), sino también en la atención, cercana pero con cortesía como corresponde a una autentica dama de educación envidiable.

Horas pasaríamos charlando con Magüi sobre viajes, senderismo, libros o de mil y un temas en el acogedor y luminoso salón, cubiertos por las cálidas mantas para paliar el fresco de las noches de la Vega de San Mateo. Forma parte de su manera de ser, su amabilidad y su capacidad para hacer sentir a sus huéspedes cómodos y bien acogidos.
Y eso lo transmite al hotel, como si fuera una parte indivisible se sí misma, como si Magüi fuera la sangre que circula por cada una de las estancias del edificio, dándole vida y haciéndolo latir.
Y como no podía ser menos, en esta ocasión también demostró sus habilidades y encantos como anfitriona para agasajar a los participantes de la ruta, ofreciendo exquisitas muestras de la gastronomía y los vinos de la zona


Agradecidos pero al tiempo tristes por dejar el precioso hotel, nos dirigimos a Las Palmas, para descansar unas horas y disfrutar de la última ruta del Gran Canaria Walking Festival.

Y llegó el momento de deleitarse con una de las rutas más interesantes del programa, " Un paseo por las Nubes".
Partimos desde el campamento "El Garañón" para seguir un corto y sencillo recorrido de apenas 3 kilómetros, sobre el que durante 3 horas se desplegarán todos los encantos de los cielos de Gran Canaria.
El prestigioso astrónomo Frank Rodriguez, una eminencia en el campo de la astrofísica y un gran comunicador puso al alcance de nuestra mano las estrellas, los planetas, las constelaciones y las galaxias. 

La sencillez de sus explicaciones y la pasión que pone en cada una de sus palabras hicieron amena y corta esta ruta diferente, que serviría para poner broche de oro a un encuentro de senderistas que marcaría un hito en la historia de Gran Canaria por el gran número de participantes y la variedad, riqueza e interés de las rutas ofrecidas.
Ya cuento los días para inscribirme de nuevo en el Gran Canaria Walking Festival de este año 2020, que será aún mejor y que seguro que ya prepara con dedicación y cariño Gran Canaria Natural & Active.
Nos vemos muy pronto en Gran Canaria, Reserva Mundial de la Biosfera y paraíso de los amantes del senderismo...

sábado, 3 de agosto de 2019

Gran Canaria Walking Festival (III)

Antes incluso de que el sol despierte y nos regale un nuevo día, nos reunimos con el resto de los participantes del Gran Canaria Walking Festival para disfrutar de la siguiente ruta minuciosamente preparada por Gran Canaria Natural & Active. La de hoy nos llevará a lo largo de 13 kilómetros por zonas rurales donde el paisaje cambia a cada momento, hasta llegar, después de casi 5 horas de apasionante recorrido hasta la ciudad de Arucas.

Partiendo desde la Laguna de Valleseco, en pleno Parque Rural de Doramas, y tras dejar atrás las zonas habitadas y los pequeños núcleos rurales, nos internamos en los bosques semisalvajes de laurisilva, ese regalo que la Madre Naturaleza ha ofrecido a Canarias y que está formado principalmente por laureles, fayas y brezos.

Desgraciadamente, este tipo de bosque subtropical se redujo drásticamente, ya que su madera fue talada para abastecer los hornos de vapor de los barcos que atracaban en el Puerto de La Luz en el siglo XIX.


Caminamos un buen trecho siguiendo las atarjeas de las medianías. Después de la conquista de las Islas Canarias, se construyeron estas canalizaciones de agua para llevar el preciado líquido desde sus nacientes en pozos o galerías hasta los nuevos cultivos que se introdujeron desde América, como la caña de azúcar y el tomate, o desde Filipinas, como el plátano. Eran especies que requerían una cantidad enorme de agua, por lo que las medianías se vieron rápidamente cubiertas de una red intrincada de este tipo de acequias.

A lo largo del camino, el paisaje cambia de manera constante, ya que la laurisilva queda atrás y aparecen otro tipo de árboles que si bien no son propios de la isla, fueron introducidos hace siglos y se han adaptado perfectamente, como nogales, eucaliptos o castaños.

En el llamado Pico de Osorio contemplamos la vista que une tres municipios: Teror, Valleseco y Firgas, y tras un breve descanso para tomar el picnic, continuamos el camino.

Continuamente salen al paso endemismos canarios con los que podría maravillarse cualquier naturalista.


Charcas y estanques naturales nos hablan de la enorme riqueza hídrica de la zona.


Vamos avanzando por bosques de eucalipto que perfuman el aire y abren nuestros pulmones...



...y restos de antiguas construcciones hechas en recia piedra.


Incluso dos amigos de dispares tamaños asoman para saludar a los senderistas.

Poco a poco, bajamos por Los Castillos hasta la hermosa ciudad de Arucas.
Situada entre los barrancos de Azuaje y Tenoya, Arucas o Arehucas, fue núcleo de las grandes plantaciones de azúcar de la isla que se importaron al Nuevo Mundo. La ciudad es un escaparate de talento en la tradición cantera canaria, puesto que tanto fachadas nobles como humildes de la isla se visten de su piedra azul.

Arucas conserva todo su encanto decimonónico, rematado por la filigrana en piedra de su iglesia neogótica, empezada en 1909 y terminada ochenta años más tarde.


Otra bonita muestra de cantería azul la encontramos en el Ayuntamiento.

Satisfechos por haber conocido esta joya histórica de Canarias que es Arucas nos dirigimos a un auténtico oasis de tranquilidad donde repondríamos fuerzas con una exquisita muestra de la gastronomía local, el Hotel Rural La Hacienda del Buen Suceso.

Este espectacular rincón de Arucas, una hacienda sumergida en una finca de plátanos de más de 500.000m²  y de la que se dice que es una de las más antiguas de Canarias, nos regala una arquitectura típica canaria, que combina a la perfección la madera y la piedra.

Con un gusto exquisito se viste este hotel de 18 habitaciones, piscina climatizada y el fabuloso restaurante El Alpende. 



Bocados deliciosos como estos canapés de confitura de manzana y queso de Valsequillo,

o unas frescas y deliciosas ensaladas, nos ayudaron a reponer fuerzas, tras finalizar la larga pero preciosa ruta del día.

Y al terminar nos dirigimos al siguiente hotel donde íbamos a pasar las siguientes dos noches, el encantador, confortable y espectacular Hotel & Spa Cordial Roca Negra, un oasis de paz, relax y con una atención exquisita.





Decir que el hotel Cordial Roca Negra es excelente es decir poco. Su situación privilegiada junto al mar, su arquitectura sencilla y funcional, su magnífica piscina, de agua cristalina, el acceso a las piscinas naturales desde donde ver uno de los atardeceres más hermosos del mundo, sus habitaciones limpias y frescas con vistas a una mar infinito son factores materiales pero de un valor excepcional. 



Por eso, a estos valiosos elementos debemos sumar los aún más importantes valores personales de los que hoy en día carecen muchos hoteles. Me refiero a una plantilla motivada, alegre, contenta y con ganas de trabajar para satisfacer a un cliente cada vez más satisfecho.


Y ahí radica su fuerza. Desde que entramos por recepción vemos la sonrisa de cálida bienvenida que nos hace ya sentir como en casa, arropados por un equipo directivo que motiva y anima a su plantilla y trabaja junto a ella. Tanto el personal de cocina (que puedo dar mi palabra que prepara uno de los mejores buffets de cena y desayuno que he probado en mi vida, con auténticas exquisiteces de la cocina canaria y mundial), hasta el personal de sala, pendientes de cualquier cosa que pudiéramos necesitar, trabajan con ligereza, sin descanso, pero siempre sonrientes y motivados.



El resultado de todo este cóctel de sensaciones para el cliente es un ambiente cómodo, donde sentirnos mejor que en casa, y donde nuestra única obligación es disfrutar de nuestras vacaciones en un hotel que merecería 8 estrellas. Todo un descubrimiento en el bonito y tranquilo pueblo de Agaete, que cada día nos regalaba estas espectaculares puestas de sol desde sus piscinas naturales, localizadas justo debajo del hotel.


Y con esta maravillosa vista terminamos un día inolvidable que nos obsequió con algunos de los miles de rincones encantadores que posee la isla de Gran Canaria y que pudimos disfrutar gracias a Gran Canaria Natural & Active y su espectacular Gran Canaria Walking Festival.