miércoles, 10 de enero de 2024

Sri Lanka, la maravilla de Asia. (XII)Parque Nacional de Yala y Plantación de Té Handunugoda.

El Parque Nacional de Yala fue una de las muchas sorpresas que nos regaló Sri Lanka.

Con una extensión de 1.300 kilómetros cuadrados, ofrece un terreno variado que incluye bosques claros, matorrales, pastizales, estanque, lagunas e incluso costa marina, ya que llega al Océano Índico.

Para visitarlo nos subimos a uno de los jeeps con el que recorrimos una parte del parque.


El Parque está dividido en 5 bloques y ya fue declarado Santuario de Vida Silvestre en 1900, para pasar a Parque Nacional en 1938.
Curiosamente fue coto de caza de los británicos durante décadas, al que acudían las élites gobernantes.

El ambiente en el que se encuentra Yala es cálido y semiárido, aunque en algunas zonas el verde sea tan exuberante como el de una selva, sobre todo en la época de los monzones, que van de septiembre a diciembre. La temperatura es bastante estable y agradable, ya que oscila entre los 26º y 30º.


El último censo del Parque registró 14 especies de anfibios, 30 de reptiles, 31 de peces, 31 de mamíferos y 151 de aves.

Entre las más curiosas están el cocodrilo de las marismas, el marino y el varano de Bengala.

También hay una gran población del leopardo de Ceilán, que se encuentra entre los felinos más grandes del mundo.

Es un lugar privilegiado para observar una gran concentración de elefantes asiáticos con casi 400 ejemplares en un área de 300 km².

Entre los animales que protege este gran parque se encuentran los búfalos de agua, el ciervo moteado y el chacal común.





Las aves tienen también aquí un paraíso donde vivir en paz. Garzas, águilas, pelícanos, flamencos o patos aguja, conviven con el abundante pavo real, tan numeroso que aquí, en el sur puede encontrarse incluso paseando por las carreteras y autopistas.




Dejamos el fabuloso parque de Yala para dirigirnos como final del día a visitar una plantación de té especializado en el exquisito te blanco, Handunugoda Tea State.

Existe una antigua tradición china, que cuenta que los emperadores ordenaban a jóvenes vírgenes con guantes de seda que cortaran los tiernos brotes de té blanco utilizando tijeras de oro y los depositaran en cuencos macizos del mismo metal.
Las hojas se dejaban secar al viento de los dioses y se servían en infusión exclusivamente en la Corte Imperial.

El té blanco es el tipo más raro y también el más rico en antioxidantes.
En este lugar, que se encuentra entre la selva y el Océano Índico, las mujeres ( ya no tienen que ser vírgenes), recogen con la ayuda de suaves guantes los brotes de té que se secarán exclusivamente bajo luz solar filtrada para proteger todas sus propiedades.


A simple vista el arbusto de té blanco no tiene nada de especial, aparte de un color, curiosamente, mas oscuro que sus parientes verde, negro y rojo. La diferencia está en la selección a la hora de la recogida, ya que de otros tipos de té se puede recoger un promedio de 30 kg al día, mientras que del blanco tras recolectar, puede quedar casi exclusivamente 160 gr. Se calcula que una cucharadita de te blanco puede dar hasta cuatro tazas de esta exquisita bebida.


Un laboratorio suizo, tras analizar el té blanco de esta plantación, reveló que tiene un contenido del 10,11%, el más alto de cualquier medida. Y su nivel de exclusividad es tan alto que uno de los salones de té más exclusivos del mundo el "Mariage Fréres Internacional" en París, es el único en todo el mundo que sirve este Herman Virgin White.

Este tipo de té sólo puede ser recolectado durante épocas específicas del año, para que los brotes sean tiernos, ligeros y de sabor muy delicado.

Nos despedimos de la plantación y de la zona observando el proceso de la extracción de la canela dentro del mismo recinto.

Sri Lanka, la maravilla de Asia. (XI) El País de las Montañas.

 Temprano, aunque no tanto como en Colombo, tomamos el tren que nos llevaría al lugar que se conoce en Sri Lanka como El País de las Montañas.


Una vez dejamos atrás la estación de Kandy, el paisaje urbano deja paso a una infinita paleta de tonos verdes y ocres. El ocre de una tierra rica y agradecida sobre la que se extiende el verde de una vegetación en la que dominan ordenadas filas de arbustos de te.


Nuestro tren va bordeando las suaves cordilleras que se elevan más de 900 metros sobre el nivel del mar, con picos que superan los 2.000m. Hacer el recorrido en este tren mayoritariamente ocupado por turistas es absolutamente imprescindible y es de lo más "Instagrameable".





En Sri Lanka se produce más té que en cualquier lugar de la tierra, con la excepción de la India. De hecho es el principal motor económico de la isla, con más de 200 millones de kilos de té anuales, exportando el 96 % de esa cantidad.



La historia del té en Sri Lanka se remonta a 1849 cuando el inglés James Taylor trajo a la isla las primeras semillas y las plantó en la que luego sería la hacienda de Loolecondera.


Y tras un recorrido lleno de hermosos paisajes y la  delicia de viajar en tren, sintiendo la fresca brisa de las montañas llegamos a Nuwara Eliya o la "Ciudad de la Luz".
Disfrutamos de nuestro almuerzo (un magnífico curry) en The Grand Hotel- Heritage Grand, un establecimiento de lujo decorado con un innegable estilo inglés.
Y es que fue Sir Edward Barnes, ayudante del duque de Wellington, quien se hizo eco de las bondades del clima y quiso transformar el lugar a imagen y semejanza de un pueblo británico.
En 1928 quedó tan prendado del lugar que mandó a edificar Barnes Hall, origen del actual The Grand.




Innumerables miembros de las familias reales europeas y orientales, se han hospedado en este lugar, y fue la reina Isabel II quien estableció la costumbre de periódicamente acudir hasta este rincón de la isla para disfrutar de la paz y el lujo del hotel.

Esa noche dormimos en Ella , un delicioso pueblo que es el epicentro del turismo de la zona. Suele estar literalmente tomado por viajeros jóvenes, mochileros y amantes de los deportes y la vida nocturna.
Despertar y ver este paisaje es algo mágico.

Tras el desayuno comenzamos la primera visita del día que nos llevaría a un lugar que se ha vuelto "viral" o popular en español, gracias a las redes sociales, Nine Arch Bridge o Puente de los nueve arcos. Si queremos honrar el idioma cingalés diremos "Puente de los Nueve Cielos" aunque para eso debes bajar al cauce del río y mirar hacia arriba. Así podrás ver el cielo a través de los nueve arcos.


Construido hace 103 años, se emplearon materiales resistentes como grandes bloques de piedra y cemento, sin usar hormigón ni refuerzos de hierro. Con 91 metros de largo, 8 de ancho y 24 de alto, el puente tiene un encanto especial, una magia que está reforzada por el verde de la selva que lo rodea. Sin duda constituye una de las obras de ingeniería más admiradas del periodo colonial británico en la antigua Ceilán.

Aunque también se construyó para que los viajeros pudieran salvar la quebrada que separa las montañas, el principal motivo fue el transporte de la mercancía más valiosa de en ese momento, el té.

Fue el ingeniero P.K. Appunami, un constructor de Ceilán quién se encargó de ejecutar la obra, con el asesoramiento y diseño de especialistas británicos.


La razón de que en su construcción sólo se empleara roca, ladrillos y cemento, es que justo antes de su construcción estalló la I Guerra Mundial, que requirió de todo el metal para construir armas.
Ahora el puente es visitado cuatro veces al día, momento en que el tren lo recorre, muy lentamente, para dar la oportunidad a todos los curiosos de tomar la famosa imagen.


Y tocaba hacer algo de trekking, así que Mario, nuestro maravilloso guía nos condujo por un sendero bordeado de plantaciones de té hasta la cima del Punchi Sri Pada, que es como se conoce al Little Adam´s Peak, de 1141 metros de altura.

Se tarda aproximadamente unos 45 minutos para llegar a la cima, mientras se observa el diario quehacer de los recolectores de te, recorriendo un sendero en zigzag.

Al llegar arriba las vistas son impresionantes, y además abarcan 360º, con preciosas panorámicas de la montaña y el desnivel de Ella.

La cascada de Rawana tiene un encanto especial, no solo por su espectacular belleza sino también por las historias, imaginarias o no de antiguos reyes y princesas.
Su caída más alta es de unos 25 metros y es de las más anchas de la isla, localizada en Reserva de Vida Silvestre de Rawana, cerca de Ella.
Algunas leyendas la vinculan muy estrechamente con el Ramayana, ya que según la epopeya, fue aquí, en una cueva oculta tras uno de los velos de agua, donde el rey Rawana escondió a la princesa Sita.