viernes, 5 de enero de 2024

Sri Lanka, la maravilla de Asia. (X). Kandy

 Kandy se conoce en todo Sri Lanka como la "Capital de las Montañas".

Fundada al pie de las colinas, en las orillas de un hermoso lago bordeado de árboles, la reliquia del Diente de Buda no podía haber encontrado un lugar mejor para ser adorada. Y esto ocurre sobre todo cada mes de agosto, cuando es paseada a lomos de un elefante por toda la ciudad.


También la ciudad es centro religioso de gran importancia desde el siglo XII, capital política de la isla en un periodo que comenzó en 1590, a la llegada de los portugueses, holandeses y británicos, y foco de resistencia ante el avance europeo.

Alrededor del lago, que es el centro de la ciudad, se levantan lujosas residencias ajardinadas de estilo inglés, templos y mercados, lo que hace esta zona un vibrante punto neurálgico de la ciudad.

La característica orografía de Kandy nos regala imágenes como ésta.

En Kandy, como en el resto de la isla también abundan los monos.

Nos dirigimos ahora al Real Jardín Botánico de Peradeniya, que está situado a unos 5 km al suroeste de la ciudad de Kandy.
Este espectacular recinto es visitado anualmente por casi 2 millones de personas, entre locales y extranjeros, ya que incluye más de 4.000 especies de plantas entre palmeras, orquídeas, especias y plantas medicinales.


Una de las zonas más impresionantes es la de la colección de bambú, donde sobresale el bambú de Birmania que es el más alto del mundo, con una altura de 40 metros y unos 25 de diámetro. Estos ejemplares crecen unos 30 cm por día. Otros tipos son el enano de China, el espinoso, el emplumado y el amarillo, que se usa para la construcción en Asia.


La superficie total del Jardín Botánico es de 60 km² y su origen se remonta a una extensión natural que desde 1371 formaba parte del jardín del palacio del rey Wickramabahu III. Oficialmente se convierte en Jardín Real en 1747.



En un principio, el recinto contenía un pequeño vihare o templo, y una dagoba. o estupa que fueron destruidos por los ingleses cuando ocuparon Kandy. Curiosamente, fue un inglés. Alexander Moon quien dio reconocimiento a los jardines en 1821.



En principio se abrió la parte suroeste de los jardines, con varias especies de canela y café, luego se añadieron más de mil plantas autóctonas de la isla. Posteriormente, a principios del siglo XX, empezó la llegada de plantas de todo el mundo que pudieran desarrollarse en un clima húmedo y lluvioso como es el de Kandy.



Una de las muchas curiosidades del Jardín es un gran abanico formado por los distintos tipos de césped que se dan en la isla.


Great Lawn es un lugar especial, ya que en su centro se encuentra un Ficus Benjamina o Higuera de Java, con un diámetro tan grande que se ha tenido que usar grandes horquillas de hierro para poder soportar el peso de sus ramas que le dan aspecto de gigantesco paraguas.



En cuanto a las palmeras, hay más de 200 especies, entre las que destaca la de Seychelles, con su gigantesco coco que es la semilla más grande del reino vegetal. Hasta 5 años tarda en desarrollarse este fruto.


Con unas precipitaciones muy intensas durante la época de monzones el Jardín se mantiene verde durante todo el año y su variedad de especies hace que siempre haya zonas con una floración espectacular.

La vereda del río Mahaweli nos lleva hasta el Paseo de los Murciélagos, con una enorme población de zorros voladores que pasan el día colgando boca abajo.



Para acabar nuestra visita recorremos la majestuosa Avenida de las Palmeras.

Al anochecer nos dirigimos a un teatro para disfrutar de las danzas singalesas, que son un compendio de movimientos simbólicos, corporales, elegantes pasos y acrobacias llenas de energía para contar sus historias. Los bailes de Kandy se remontan al ritual del dios Kohomba.

El lago de Kandy no siempre fue el perfecto y delimitado embalse que hoy vemos. Varios reyes le fueron dando forma hasta que en el siglo XIX se rodeó de un muro y se construyó el paseo que bordea sus orillas.

El sagrado Diente de Buda se custodia en Kandy, desde que llegó a la isla en el siglo IV d.C escondido entre los mechones de cabello de la princesa Orissan. Su importancia es tal, que desde siempre, la ciudad que lo guarda, es considerada la capital espiritual de la nación.



La reliquia llegó a Kandy en 1590, y fue el rey Wimala quién le construyó su primer santuario. Tres generaciones más tarde se levantó el templo de dos plantas que se conoce hoy como Santuario Interior.



Pocas personas han visto la reliquia del Diente. Lo que vemos al pasar rápidamente frente a la puerta es una verja dorada y tras ella una dagoba de plata que encierra otras siete en su interior. Cuando el Diente se exhibe, lo que ocurre en muy pocas ocasiones, la reliquia descansa sobre un lazo de oro que surge del centro de un loto dorado.



Son muchos los tesoros que alberga el templo, desde un Buda en miniatura tallado en una esmeralda de 6 cm hasta un a imagen sedente hecha en una sola pieza de cristal. El Santuario Interior está revestido de maravillosas piezas de madera labrada, artesonados, puertas de plata y marfil, y un fulgor dorado que parece envolverlo todo.



A principios del siglo XIX se añadió la Pittrippuva octogonal en la esquina más cercana al lago, en principio con la idea de que fuera un púlpito desde donde el rey pudiera pronunciar sus discursos. Luego pasó a albergar la biblioteca del templo, que custodia ejemplares de incalculable valor, grabados a mano en hojas de palma y encuadernados en plata y marfil.




Nos despedimos de Kandy en la orilla del lago, visitando el Pabellón de baño de las reinas y concubinas al que los británicos añadieron un piso para usarlo como biblioteca.

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