jueves, 2 de julio de 2020

La Palma, un fin de semana en la Isla Bonita (II)

Al día siguiente empezamos nuestro periplo por la isla, empezando por la localidad de San Andrés y Sauces, concretamente la piscina natural del Charco Azul.


Tras dejar el coche en un aparcamiento cercano y caminar apenas 10 minutos por un camino ancho y cimentado que discurre entre plataneras, llegamos a la orilla rocosa del mar, que en esta zona, debido a la lucha entre antiguos volcanes y el bravo mar, aparece como un litoral agreste lleno de charcos naturales que se esconden entre diques de lava.




Podemos bañarnos en cualquiera de ellos, pero claro, lo que nos ha traído aquí es la comodidad y singularidad de podernos refrescarnos en uno muy singular que ha sido modificado por el hombre para su uso recreativo.

El Charco Azul, al igual que una pequeña piscina para niños ( ésta sí, artificial) se llenan de manera natural con el agua de las mareas que provienen del Océano Atlántico, por lo que podemos estar seguro de que siempre estará limpia y fresca.


Además la zona cuenta con servicios muy completos, como un bar, casetas para cambiarnos, baños, y algo muy importante, un socorrista. De cayados y cemento se ha acondicionado la zona alrededor de la piscina para que los bañistas puedan extender sus toallas y colocar sus bártulos para pasar un estupendo día junto al mar en este rincón palmero.


Y de unas piscinas nos vamos a otras, un poco más al norte, a las de La Fajana.

El conjunto lo forman tres piscinas naturales, una de ellas de buen tamaño, con unas transparentes y limpias aguas, que se renuevan constantemente gracias al oleaje que procede del Atlántico.


Disponen de un enorme aparcamiento, restaurantes de pescado y jardines muy bien cuidados y llenos de flores, que contrastan con los colores secos de las montañas que se sumergen en el mar.


Seguimos nuestro camino y nos acercamos a Barlovento, donde visitamos la hermosa Iglesia del Rosario, la más larga de una sola nave de la isla.

El interior, muestra el estilo canario más puro, con grandes espacios vacíos en las paredes laterales y un gran retablo central, donde se custodia la imagen de la Virgen del Rosario de origen flamenco.


Asimismo, el templo nos regala otras imágenes religiosas de gran belleza.



De Barlovento nos vamos a Garafía, que cada vez adquiere más fama por dos razones fundamentales. La primera es la riqueza vegetal de su cumbre, siempre verde y con abundantes rutas de senderismo, que con una estancia un poco más larga pueden disfrutarse gracias a una Ruta de senderismo por el noroeste de La Palma.



Y la segunda, que es la calidad de su cielo y la limpieza de su aire, lo que convirtió la zona del Roque de los Muchachos en el lugar ideal para levantar un observatorio astronómico que se ha convertido en referencia mundial y que luego veremos con más detalle.
Aprovechamos para almorzar mientras disfrutamos de la arquitectura de la enorme iglesia de Nuestra Señora de La Luz, imagen que según cuenta la leyenda iba destinada a Tazacorte pero se quedó en Garafía, ya que cada vez que intentaban trasladarla por mar se levantaba una tormenta que lo impedía.


Lo que teníamos claro es que el lugar invita al descanso y la relajación.

Siguiendo la carretera del norte pasamos por Las Tricias.

Muy conocida en la isla, y fuera de ella por los numerosos ejemplares de dragos canarios, enormes y frondosos que miran al mar.
La población es poco más que un grupo de casas arracimadas alrededor de una preciosa ermita de cemento y piedras, adornada con roca volcánica y madera de tea. 


Un centro de visitantes, un par de bares y una emergente cantidad de casas rurales conforman éste pequeño núcleo que pertenece al municipio de Garafía. El lugar es realmente hermoso, levantado sobre una ladera rodeada completamente por almendros, que en época de floración deben hacer del lugar un paraje idílico. Silencio, tranquilidad y serenidad parecen ser las palabras que mejor definen a Las Tricias.

Seguimos camino y al rato dirigimos nuestro coche al Mirador de Miraflores, en Puntagorda, desde donde se tiene un vista muy interesante de toda la zona agraria del municipio.

Aparte, y quizá lo más llamativo sea un mirador astronómico con varios paneles informativos y una flecha que señala el camino hacia la estrella Polaris. Es una forma de lo más atractiva para iniciar a los caminantes en el mundo de la astronomía de manera sencilla y amena.

Continuamos nuestro recorrido por el oeste de la isla acercándonos al pequeño pueblo de Tijarafe, donde me gustaría destacar dos puntos de visita fundamentales y muy cercano el uno del otro.

Por un lado la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Candelaria, el templo más querido por los habitantes de Tijarafe ya que la imagen flamenca de la Virgen del mismo nombre, tallada en el siglo XVI es de las más bellas de Canarias. La estructura del templo y la riqueza de su interior fueron claves para su nombramiento como Bien de Interés Cultural.

A unas decenas de metros encontramos el siguiente punto de interés, la Calle del Adiós.
Esta pequeña callejuela, que mira al cementerio, tiene en una de sus paredes un fragmento del libro "Un verano en Tenerife" de la poetisa cubana Dulce María Loynaz. En él hace referencia a esta calle que se dirige, en bajada, al camposanto del pueblo, y cómo la gente enfilaba el camino acompañando en un último adiós a sus familiares queridos.

A medio camino entre la calle y el cementerio encontramos la Plaza de la Paz, con una bonita escultura que homenajea el Salto del Pastor, y que curiosamente fue realizada por el artista cántabro Pereda de Castro, enamorado de la isla donde vivió durante varios años.

Bajando hacia el sur hacemos la obligada parada en el espectacular mirador de El Time.

Este mirador único, con vistas de 180 grados sobre el Valle de Aridane, nos permite una visión global de las inmensas plantaciones de plátanos que se extienden por todo el valle y que se cortan por el profundo barranco de La Angustias.

Las vistas desde este punto a 700 metros de altura, son tan espectaculares que a veces es difícil encontrar un lugar donde detener el coche, ya que los autobuses y coches de turistas suelen ocupar todos los espacios libre que permiten el aparcamiento. Aún así vale la pena caminar un poco desde donde encontremos sitio para disfrutar del maravilloso espectáculo.
Por el citado barranco de Las Angustias bajamos hasta el Puerto de Tazacorte, deteniéndonos unos minutos en el precioso Santuario de la Virgen de Las Angustias.

Este templo, cuya edificación se remonta a unos años después de la Conquista, es uno de los más antiguos de canarias, y también de los más hermosos. Dentro vemos la herencia histórica de los retablos canarios donde se guardan varias tallas flamencas de los siglos XVII y XVIII.

Pero quizá el Santuario sea más conocido por uno hecho histórico que tuvo lugar entre sus paredes y que voy a contarles. En su interior tuvo lugar la última misa  de aquel grupo de 40 misioneros jesuitas que embarcaron luego para evangelizar las tierras del Brasil.

Al día siguiente, los jesuitas embarcaron en el galeón Santiago desde el puerto de Tazacorte, y fueron costeando por el oeste de la isla hasta Fuencaliente. Desafortunadamente allí se tropezaron con el pirata Jaques de Sores, que abordó el navío y apresó a los religiosos. En los días siguientes, los sacerdotes fueron objeto de las más cruentas atrocidades y martirios y cuando ya apenas respiraban fueron arrojados al agua. Sus posesiones materiales, que consistían en imágenes y relicarios de gran valor y que iban a ser usados en las iglesias y templos que fundasen en el Nuevo Mundo, fueron profanadas y destruidas, quedándose los piratas con el oro como fruto de su pillaje.


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