miércoles, 4 de octubre de 2017

Cuba, la Perla del Caribe (IV). De Ciego de Ávila a Camagüey.

Y muy temprano salimos hacia Camaguey, con el tiempo bastante inestable aún.

 Paramos en el Mirador del Valle de los Ingenios para ver la gran Vega de Trinidad.



Esta zona es eminentemente agrícola.



En Cuba, sobre todo en esta región, el mango se encuentra por todas partes, principalmente a los lados de los caminos y carreteras, así que sólo hay que parar...Y coger los mangos que queramos, que apropósito estaban deliciosos y fragantes...

Pasamos por varias poblaciones...


Con paisajes típicos cubanos....

 Las consignas revolucionarias por todas partes...

Ciego de Ávila, fundada en 1840 se caracteriza por la regularidad del trazado en cuadrícula y la presencia de portales corridos y columnas neoclásicas de variado diseño que definen la imagen de este territorio.




El origen del nombre de Ciego de Ávila se relaciona con la Colonización española. En aquellos tiempos se le refería por “ciego” a un terreno que fuera llano rodeado (obstruido o tapiado) por bosques. Y se dice que Ávila era el nombre de uno de los colonos, aunque no se determina con exactitud quien fue o el papel que desempeñó en la colonización de la región.
Con el transcurso de los años, realmente de los siglos, la fertilidad de la tierra permitió que la zona se fuera poblando y prosperando. La localidad que después llegaría a ser Ciego de Ávila en particular, beneficiándose de encontrarse en el camino por tierra de La Habana a Santiago de Cuba.
Al principio este camino no era muy transitado, pero servía para facilitar que el agente de Correos pudiera recorrerlo dos veces al mes, una en cada dirección. Con la mejora de las comunicaciones llegó a ser el patrón para otras vías más modernas, culminando en la Carretera Central, que es la gran arteria que une a Cuba.




Actualmente Ciego de Ávila es una ciudad moderna, aunque en el casco histórico se puede encontrar muchos rasgos de la arquitectura colonial típica de este tipo de ciudades. Otra joya de la arquitectura del casco histórico de la ciudad es el Teatro Principal, considerado uno de los mejores teatros de Cuba. En el centro de la ciudad, se localiza el parque José Martí, terminado en 1995. Sus orígenes se remontan al siglo XIX, ya que en el mismo lugar se localizaba la Plaza Alfonso III, con una glorieta en el centro donde la orquesta sinfónica municipal tocaba los domingos.


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Alrededor de dicho parque se localizan varios edificios que datan de la primera mitad del siglo XX, y a lo largo de la calle principal de la ciudad se localizan otros edificios antiguos también. Cuna de poetas, escritores y músicos es en la actualidad una pequeña ciudad que lucha por conservar su identidad mientras se reinventa continuamente.

La Iglesia Católica, con una arquitectura ecléctica, tiene en su entrada la estatua de San Eugenio de la Palma, santo patrón de la ciudad; esta Iglesia fue terminada en el año 1952. 




Aquí disfrutamos de una de las mejores comidas en nuestro viaje a Cuba.
El restaurante Don Ávila sorprende y cautiva. La excelencia de la comida que en él se oferta no solo es el secreto de que muchos visitantes extranjeros y de Cuba opten por acudir al sitio. Los valores arquitectónicos, ambientales y su estado de conservación, representativo de la arquitectura ecléctica que imperó en la ciudad de Ciego de Ávila, ubicada en la zona central del país, en las primeras décadas del siglo XX son un atractivo al que no se puede rehusar. Más de 5 mil clientes se han atendido en la instalación, que solo cuenta con un año de creada, en su función social actual, y cada uno de ellos van al sitio en busca de la rica historia e imagen del lugar.
El menú por solo cinco euros constaba de un potaje de verdura, ensalada, plátanos fritos deliciosos, arroz congrí, espada de cerdo, ternera y pollo, refresco y café. Una maravilla...









 Y salimos de esta ciudad, que fue una pequeña joya inesperada...

Y llegamos a Camaguey...

El hotel Horizontes de Camaguey no se como describirlo.....Cutre pero con el encanto y la sencillez de la cubanía.. Incómodo pero con 4 estrellas cubanas... no sé. Juzguen ustedes mismos. Primero el baño.



 La habitación.










Así que decidimos cenar un sandwich y una cervezas en el mismo hotel y descansar para aprovechar el día siguiente.
Toda la zona que rodea Camagüey es verde y exuberante, con enormes árboles frutales y palmeras propias de las zonas tropicales y húmedas. 


 Camagüey. Es la provincia más oriental del centro de Cuba, la de mayor área y la más llana. Antes de la actual división político-administrativa incluía los territorios de las provincias de Ciego de Ávila, parte de Sancti Spíritus y Las Tunas. Llamada también la Ciudad de los Tinajones por la proliferación de estos enormes recipientes de barro cocido, Camagüey (nombrada así desde 1903) tiene una trama urbana singular formada por calles estrechas y tortuosas que invariablemente desembocan en plazas y plazuelas, donde aún se conservan edificaciones de sobresalientes valores histórico-culturales y arquitectónicos, un auténtico laberinto, vamos.


En el año 1492, con la llegada de los españoles, cambió el sistema de vida en esa región. Comenzó el maltrato y la violencia, lo que provocó la extinción de sus moradores. La Villa fue fundada en el año 1514, en Punta del Guincho, con el nombre de Santa María del Puerto del Príncipe. En el año 1516 se trasladó hacia las márgenes del Río Caonao, luego alrededor del año 1528, hacia el pueblo indio de Camagüey, en el centro del territorio, donde alcanzó el ulterior desarrollo.


En poco tiempo, la ganadería se convirtió en la principal fuente de riqueza, y con el auge de la producción pecuaria se inició un intenso comercio de contrabando con navegantes de las Antillas inglesas, francesas y holandesas, que burló al monopolio comercial impuesto por la metrópoli española y que fue un elemento determinante en la creación de considerables niveles de riqueza para la época. Un incendio provocado por esclavos sublevados, en el año 1616, arrasó con la Villa, pero pronto se recuperó. Luego, filibusteros ingleses y franceses atacaron y saquearon la localidad en 1668 y 1679, respectivamente.


La imagen de la ciudad en esta época es la de una población próspera con una economía sólida. Las construcciones religiosas, militares, gobernativas y domésticas marcaban el sello de la riqueza. El Rey de España Fernando VII, considerando la cantidad de los habitantes y la importancia económica de la villa de Puerto Príncipe, le concedió el título de Ciudad y el uso del escudo de armas, el 12 de noviembre de 1817. El desarrollo económico alcanzado por la ganadería, algunos renglones agrícolas y el auge azucarero con las instalaciones de los trapiches, condujeron a la creciente evolución de la manufactura de la industria. Al mismo tiempo, la alfarería alcanzaba un importante desarrollo en la industria artesanal, mediante al aprovechamiento del abundante caudal de arcilla de los suelos de la localidad.


En la Villa, una generación de criollos crecía en la abundancia económica. Estos hacendados deseaban dominar el poder político; apenas la metrópoli española se percató del peligro que esto arraigaba, comenzó a reprimirlos con violencia, lo que condujo a la inconformidad y rebeldía de sus habitantes. Al inicio de la Guerra de los Diez Años, los camagüeyanos respondieron a la llamada de la Patria y su territorio fue escenario de las luchas libradas durante ese siglo. La Villa fue pródiga por sus valerosos hombres incorporados a la lucha por la independencia, entre ellos: Ignacio Agramonte, Salvador Cisneros Betancourt de origen canario, Javier de la Vega Basulto y otros muchos, pertenecientes a una clase social rica y culta. El 9 de junio de 1903, Santa María del Puerto del Príncipe pasaba a ser un patronímico para la historia; pues se tomaba el acuerdo oficial de cambiar el nombre por Camagüey. Varias generaciones se enfrentaron a los gobiernos sucesivos, y con el triunfo de la Revolución, Camagüey comienza la transformación socio-económico y política, materializada en el desarrollo industrial, agrícola y en otras ramas, que la ubican en un lugar puntero entre las ciudades de la Isla. El 10 de octubre de 1978, se declara el casco histórico de la ciudad Monumento Nacional. Camagüey crece a un ritmo acelerado como resultado de las transformaciones que a través de los años se han logrado.


Si tuviera que destacar lo más que me interesó y recomiendo de la ciudad me quedaría con dos enclaves principales.
El primero es la Plaza de San Juan de Dios. Es un conjunto arquitectónico colonial del Siglo XVIII, declarado Monumento Nacional, es el entorno mejor preservado de la ciudad.
Debe su designación al antiguo Convento-Hospital de San Juan de Dios en Camagüey, que se da como concluido en 1728 y hoy es sede del Centro Provincial de Patrimonio Cultural en Camagüey.


El antiguo hospital sirvió de breve presidio, en 1822, al francés Jean Laffite, el Pirata del Golfo de México, uno de los más audaces corsarios de inicios del Siglo XIX. A principios de ese año, Laffite fue apresado por las autoridades españolas, que lo condujeron a Puerto Príncipe. El corsario francés fingió estar muy malherido y fue llevado a la cárcel como un preso cualquiera. Luego, atendiendo a la aparente gravedad de las heridas, fue trasladado a San Juan de Dios. En la noche del 13 de febrero, el Pirata del Golfo aprovechó la oportunidad y se fugó. A modo de despedida, dejó las muletas que usaba detrás de la puerta, como prueba de la burla hecha a las autoridades españolas.

En la plaza se encuentra una iglesia con un tesoro muy curioso. En su altar mayor se encuentra la Santísima Trinidad con figura humana del Espíritu Santo, que es la única en Cuba y la segunda en Hispanoamérica.


Bajo el piso de su altar mayor permanecen los restos mortales de sus benefactores Gaspar Alonso Betancourt Cisneros y su esposa Angela Hidalgo Agramonte, al igual que la señora María de la Trinidad Cisneros conocida como la Capitana o la Coronela debido a la graduación militar de su esposo, la cual hizo donación en 1792 de la interesante imagen de la Santísima Trinidad que preside el altar mayor del templo.



 Aquí tenemos la imagen de la Santísima Trinidad en figura humana, no menos que chocante, acostumbrados a las figuras tradicionales europeas de Dios, Jesús y una paloma simbolizando el Espíritu Santo. Aquí, el conjunto escultórico está formado por tres figuras casi exactas en diferentes posturas, simbolizando la unidad e igualdad de las tres en una sola. Realmente curioso.

Por el equivalente a unos 0,79€ subimos a la torre, mas bien por darle dinero al viejecito que a su vez nos dio conversación, que por la panorámica bonita, pero modesta que íbamos a ver. Digo esto porque Camagüey es la ciudad de las mil iglesias y hay torres el doble de altas y con mejor panorama. Pero ahí que subimos...



 Empinadísima escalera y la prohibición de rozar siquiera las campanas...



 Una vez aquí arriba, y pensándolo bien la vista no está tan mal...




Una vez abajo seguimos hacia otro punto de interés. Vimos este interesante cartel.

La Iglesia de La Soledad, construida en los años 1733 al 1736, se erige majestuosa en la intersección de la calle República (Reina) esquina a Ignacio Agramonte (Estrada Palma), casi al frente de la plaza de la Soledad, conocida como Plaza del Gallo. A pesar de que al frente se desarrolla un edificio de tres plantas, esto no impide que la torre sea un elemento de referencia para los citadinos y para los visitantes. Es el edificio del Centro Histórico al que la población adjudica el mayor valor simbólico.

Solo llegan a nuestros días las pinturas en los arcos y algunos pilares del presbiterio. El resto ha ido desapareciendo en sucesivas reformas. Algunas fueron retocadas, tapadas,  como las de columnas, paredes y pechinas y otras transformadas totalmente en el Siglo XX, con rasgos art nouveau, trabajos realizados por Juan Albaijés.



Las esculturas más antiguas conservadas son dos imágenes de vestir, una es la Virgen de la Soledad del XVII, la misma que cuenta la leyenda; la otra del XIX, es una imagen de Santa Bárbara, en uno de los altares de la nave lateral izquierda. Predominan en La Soledad las imágenes del siglo XX, de madera revestidas con yeso. Algunas únicas en Camagüey por el Santo que representan como santa Lucía, san Hilarión, san Luis Gonzaga, santa María Goretti, Santa Clara, y san Agustín. Otras imágenes son la Virgen de la Caridad del Cobre, San Francisco de Asís y San Antonio de Padua.


 Esta iglesia junto a La Merced, se encuentra entre los edificios más antiguos de la Ciudad de Camagüey que conserva su composición constructiva y formal casi íntegra.



Y paseamos hasta llegar al último punto de la ciudad. Por el camino vimos a este pobre señor que se llevaba muy ufano, un colchón que tenía más muelles por fuera de los desgarrones que por dentro...



 El Parque Ignacio Agramonte.

Este parque comprende el área de la plaza fundacional o Mayor de la Villa, de 1528. En el Parque Agramonte, cuatro palmas recuerdan a igual número de patriotas, fusilados por haber participado en el primer alzamiento independentista del Camagüey (Jucaral, 4 de julio de 1851).

 
Los cubanos no podían erigir estatuas a sus mártires, por lo cual los honraron secretamente (1853) con el árbol que era el símbolo de la futura libertad de la Patria: la palma real cual monumentos vivientes. Cada palma que muere debe ser reemplazada por un ejemplar joven.

 Es un punto de visita casi obligado para quienes llegan por vez primera a la ciudad de Camagüey y su centro histórico; declarado por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad. El Parque Central denominado "Ignacio Agramonte" -como homenaje al heroico Mayor General de las luchas independentistas, además de atesorar pasajes históricos muy ligados a la fundación de la antigua villa principeña, resulta una invitación permanente para el descanso por la espontánea belleza que entrega.
Fue el sitio desde donde se originó el inicial núcleo urbano de la comarca, con sus casas techadas de guano, cuya simpleza constructiva fue cediendo terreno ante el demostrado arrojo de los naturales, que en varias ocasiones, tuvieron que enfrentarse a los piratas invasores y depredadores de sus bienes.
Y antes de volver al coche para emprender el camino, nos acercamos al Parque José Martí o Plaza de la Juventud "José Martí", de allí su nombre popular actual.
De acuerdo con la costumbre peninsular de edificar núcleos en torno a una llamada Plaza de Armas, la explanada en el sitio -actual Parque Central- recibió en aquel entonces tal nombre y en su entorno se erigieron la Catedral y el Ayuntamiento, transformados en imponentes ejemplares arquitectónicos.



 En sus cercanías se encuentra el Callejón de Funda del Catre, que recibe ese nombre por su angostez, y que es el más estrecho del país. Tanto es así, que ya en los viejos tiempos era proverbial que por Funda del Catre no podían pasar a la vez dos cabalgaduras. Hoy es sólo vía para bicicletas. También está cerca la Plazuela de Triana, barriada que ha conservado las tradiciones populares afrocubanas de raíz conga y en cuyas inmediaciones se encuentra la esquinera Casa de Pobres y Triana (por las calles), representativa de la arquitectura camagüeyana.
Por la Calle Avellaneda, unas cuadras más adelante y precisamente por ello el nombre, se encuentra la Casa Natal de Gertrudis Gómez de Avellaneda, la Divina Tula, una de las grandes mujeres de letras de la lengua castellana.
La Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús (1920), de estilo neogótico catalán, resalta en el entorno. Una pena que estuviera cerrada, porque parece que es famosa por sus vidrieras.

 Y con esto dejamos atrás Camaguey, con destino a Bayamo...

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