sábado, 5 de abril de 2025

Burgos, la tierra del Cid (III) Ojo Guareña y Frías.

Nos acercamos ahora hasta Ojo Guareña, en las Merindades. Se trata de un complejo de cuevas cuya historia se remonta al Paleolítico, hecho confirmado por las pinturas que cubren la entrada de alguna de las cuevas que conforman un dédalo de cavidades de más de 100 km de recorrido. Junto con las pinturas, se han rescatado restos de cerámica, armas y hueso que datan de ese periodo.

Pero quizá lo que más llama la atención tras dejar nuestro coche aparcado sea lo que vemos al descender el camino, la ermita de San Bernabé.


Usada incluso, su parte delantera, como sala del Ayuntamiento hasta 1924, hoy en día sólo se abre con ocasión de la Romería del santo, en junio, fiesta declarada de Interés Turístico Regional.

Se desconoce la fecha exacta de su construcción, aunque la mayoría de estudiosos la sitúan entre los siglos VIII y IX. En el siglo XVII se une al santo San Tirso, de cuyo martirio dan fe las pinturas de las bóvedas.

En el interior encontramos el altar principal con una imagen de San Tirso datada en el siglo XIII, rodeada por una cenefa de pinturas que nos habla de los once milagros del santo.


También dentro, en una de las enormes galerías, se encuentra la Pila del Santo, que se llena milagrosamente de un agua que tiene el poder de curar las enfermedades


Llegamos a Espinosa de los Monteros, población que fundaron los cántabros sobre el 800 antes de Cristo. Fue aquí donde se confeccionaron las lonas para las velas de la Armada invencible. 
Su núcleo de población no es grande y tiene buenos ejemplos de arquitectura, entre los que destaca la Torre de los Velasco a la entrada de la población.
Se trata de una construcción medieval defensiva que al parecer fue construida por los árabes a petición de los Velasco en el siglo XV.

El ayuntamiento, construido a finales del siglo XIX, preside la plaza.


Otro de los edificios interesantes es el Palacio del Marqués de Chiloeches, una construcción renacentista con añadidos barrocos posteriores.

La iglesia de Santa Cecilia preside el centro del pueblo, con su estilo renacentista y algunos restos de gótico, que se comenzó a construir en 1927 en sustitución de un templo románico anterior.


Y nos vamos Frías, que presume de ser la ciudad más pequeña de España...y del mundo.
Esta afirmación puede chocarnos, ya que tan sólo tiene 300 habitantes, pero todo tiene su explicación.

Ya desde 1202, Frías gozaba del privilegio de la protección real gracias a su importancia como centro de comercio y cabeza defensiva de Burgos. Esta situación se vio reforzada por el título de ciudad concedido por Juan II en 1435.

Tras varios intentos de suprimir estos derechos por parte del Conde de Haro y las consiguientes rebeliones por parte de los vecinos, pasó a formar parte del señorío de los Velasco, Condestables de Castilla, ya con el ducado de Frías creado por los Reyes Católicos, que le otorgaron protección especial y aumentaron su riqueza patrimonial.

Como parte de las defensas de la ciudad, aparte del recinto amurallado, se levantó un macizo puente románico sobre el río Ebro, que permanece como uno de los mejores ejemplos de puente románico de España.

Dentro de la muralla, vemos que Frías se construyó sobre el peñasco conocido como La Muela, y su punto más alto está presidido por el castillo construido en el siglo X.

Después de su construcción se convirtió en un poderoso símbolo militar del Valle de Tobalina por su estratégica posición.


Como todos los castillos, el de Frías tiene su fantasma, el llamado Espíritu de la Torre, del que se dice que aparece en las noches de luna llena para proteger la fortaleza de todo aquel que quiera dañarla. No es raro ver que lo visitantes que entran al castillo pasen algo de tiempo buscándolo entre los restos de la construcción.



Les aconsejo subir a la torre principal, o del homenaje, que es la que hemos visto desde abajo encaramada en la roca de toba. Veremos que s estructura no es la original, ya que a lo largo de su historia se han producido desplomes sobre la villa que incluso han acabado con la vida de más de 30 vecinos. Su caída más importante se produjo en 1830, durante la Guerra de la Independencia, cuando fue atacada por las tropas de Napoleón.



La arquitectura civil de Frías es realmente interesante y atractiva, con edificios que combinan la piedra y la madera, levantados en cuestas que nos van llevando hasta lo alto.


Hacemos un alto para reponer fuerzas antes de finalizar la visita.


Completamos la visita a la ciudad, disfrutando de la imagen de las Casas Colgadas que se encuentran en la estrecha ladera de la peña de la Muela.
Hechas de madera y toba, la piedra del lugar, caliza y frágil, ya que está compuesta de organismos marinos calcificados, como los corales, superan las dos plantas


Aprovechando el poco espacio, se levantaron en el borde mismo de la roca, lo que permitió incluso tener una bodega, recurso necesario debido a la actividad vinícola de la zona.


Estas edificaciones, forman junto a las casas vecinas, calles que suben hasta la cima del risco, donde se encuentran el Castillo de los Velasco y la Iglesia de San Vicente. En su momento, el conjunto estaba rodeado de una muralla, de la que apenas quedan restos. El recinto contaba con tres puertas de acceso de las que permanecen la del Postigo y la de Medina.


La iglesia de San Vicente es fruto de varias restauraciones, una de las cuales se pudo pagar vendiendo su primitiva portada románica a un Museo de Nueva York, al caer su torre en 1906, por lo que de su origen románico sólo quedan algunos restos.


La plaza donde se encuentra la iglesia se llama de los Granos, puesto que en ella se celebraban los mercados de trigo, cebada, centeno, maíz y legumbres, que se guardaban bajo la cubierta para protegerlos de las inclemencias del tiempo.

También, la plaza es un mirador espectacular, desde donde se disfruta de la vista del Valle de Tobalina, con el río Ebro a lo lejos y el puente medieval que vimos al llegar, así como la Sierra de Aracena.