La " Colina de la Catedral" cuyo nombre es una deformación del alemán Domberg, es una roca de sólo 48 metros rodeada de verdes parques que dominan el puerto de Tallín; según la leyenda sería el túmulo del mítico héroe estonio Klaev, construido por Linda, su desolada viuda.
En la época hanseática fue la sede del clero y la aristocracia feudal, aferrados a los privilegios de su rango en esta ciudadela independiente de la administración civil de Tallín hasta 1889. Además de los monumentos del pasado, Toompea ofrece desde muchos lugares, hermosas vistas de Vanalinn y el Golfo de Finlandia.
El ascenso más espectacular a la ciudadela es desde el lugar en el que convergen las calles Pick y Lai. Allí está la Puerta de la Torre de la Pierna Larga, de 1380, que se cerraba de noche en épocas medievales para impedir la entrada de extranjeros. La calle asciende hasta Lossi Plats, la plaza principal de Toompea.
Y llegamos a uno de los hitos de la visita, la catedral de Alexander Nevski.
La iglesia ortodoxa, ricamente decorada, mezcla de estilos historicistas, fue construida en Toompea en 1900, cuando estonia era parte del imperio zarista ruso. El arquitecto de la iglesia fue Mikhail Preobrazhenski de San Petersburgo. La iglesia está dedicada al Príncipe de Novgorod, Alexander Yaroslavitz Nevski, que condujo a la famosa Batalla de Hielo a orillas del lago el 5 de abril de 1242 y detuvo el avance de los alemanes hacia el este.
Antes de la construcción de la catedral, hubo un jardín en el mismo sitio, delante del castillo de Toompea, con un monumento en memoria de Martin Lutero. La catedral es la estructura ortodoxa más grandiosa de Tallín. Sus cúpulas se levantan sobre un alto zócalo de granito finlandés. Contiene el más poderoso conjunto de campanas de Iglesia del país, formado por 11 campanas, incluida la más grande de Tallín, de 15 toneladas. Se puede oír su repicar antes de los servicios religiosos. Su maravilloso interior de mosaicos e iconos es realmente bonito.
El interior hace que nos confundamos; las iglesias ortodoxas tienen esa cualidad o esa debilidad ya que todas por dentro son tremendamente ricas e iguales. Vemos una representación de Nuestra Señora del Socorro aunque aquí como es preceptivo no es imagen sino pintura, pues no se puede representar a ningún personaje sagrado en más de una sola dimensión.
Seguimos por la calle Toom Kooli y llegamos hasta la Catedral de Santa María la Virgen o Iglesia Dome.
Es la principal iglesia luterana en Estonia y una de las tres iglesias medievales en funcionamiento. La apariencia de la Catedral es el resultado de múltiples reconstrucciones. La iglesia original era de madera y se cree que fue construida en 1219 aunque mencionada por primera vez en 1233. La iglesia de piedra fue iniciada diez años más tarde. Las torres y varias capillas son de periodos posteriores.
Y empezamos a bajar por otra de las puertas de la colina.
Y vemos las murallas de la ciudad perfectamente conservadas.
Pasamos por debajo de la torre de la Virgen María, la única cuadrada de la ciudad.
Esta zona estaba bastante animada..
Y llegamos a la Iglesia de San Nicolás, patrono de los pescadores y marineros. Originalmente construida en el siglo XIII, fue destruida parcialmente por la Unión Soviética durante el bombardeo de Tallinn, en la Segunda Guerra Mundial . Después de la restauración se viene utilizando como un museo de arte y sala de conciertos.
La iglesia fue fundada y construida entre 1230-1275 por comerciantes de Westfalia, que vinieron de Gotland en el siglo XIII. Mientras que la ciudad era fortificada, la iglesia tenía gruesos barrotes para el cierre de los accesos y lugares de escondite para los refugiados. Sólo algunas partes de la iglesia original se han conservado hasta el presente.
San Nicolás fue la única iglesia de Tallin que se mantuvo al margen de la iconoclastia presentada por la Reforma protestante en 1523. El jefe de la congregación vertió plomo fundido en las cerraduras de la iglesia, y las hordas furiosas no pudieron entrar.
Nos alejamos de la Iglesia y seguimos paseando, para acercarnos un poco a la parte moderna.
Pasamos cerca de la Torre de la Cocina, de 38 metros de alto, llamada
así porque los vigilantes que estaban en ella podían ver las cocinas de
las casas que la rodeaban.
Y llegamos a la Plaza de la Libertad. Desde los últimos días de los
zares y a través del primer periodo de independencia estonio, esta área abierta en el borde de la ciudad había sido un lugar de simbolismo
nacional y orgullo cívico. El gran pilar con la cruz que domina el lado
oeste es una de sus nuevas características. Es el monumento a la Guerra
de la Independencia, conmemorando la reñida lucha de Estonia entre 1918 y
1920 para liberarse de la dominación extranjera.
Y seguimos paseando y disfrutando de las calles menos concurridas
Ahora vamos a recorrer el pie de las murallas del norte.
El origen de la ciudad fue un castillo de madera en lo alto de la colina Toompea. En 1219 las tropas danesas de Valdemar II la conquistaron tras la batalla de Lyndanisse y levantaron tres años más tarde la fortificación de piedra que aún se conserva en parte. Poco más tarde se fueron instalando bajo el castillo los primeros comerciantes de Lübeck, que construyeron el núcleo de Vanalinn, la actual ciudad antigua. En 1284 Tallin entró a formar parte de la Liga Hanseática y en esa época comenzó la construcción de la muralla.
El siglo XVI fue el momento de mayor apogeo y extensión de la muralla.
En ese momento la ciudad se enorgullecía de poseer uno de los conjuntos
fortificados más impresionantes y poderosos del norte de Europa.
A los estonios también les parece un buen marco para sus fotos.
En su momento de máxima extensión, en el siglo XVI, la muralla alcanzó
los 2,4 kilómetros de longitud, 16 metros de altura y 3 de espesor.
Contaba entonces con 46 torres intercaladas en su recorrido y 6 puertas
de acceso.
El exterior de esta muralla puede visitarse libremente. También es
posible la entrada, previo pago, al interior de las torres Kiek in de
Kök, Assauwe y Paks Margareeta, así como a las torres Nunna, Sauna,
Kuldjala y el tramo de muralla que las une a las tres.
Y aquí encontramos, antes de salir, la penúltima sorpresa de Tallín.
Se encuentra lejos de la principal zona turística, en una calle
tranquila frente a la sección noroeste de la muralla de la ciudad que
difícilmente puede haber cambiado en 500 años y merece la pena
conocerla.
La iglesia es la casa de un mercader convertido, y es muy fácil caminar
en línea recta por su frente sin darse cuenta de su existencia.
En el siglo IX durante el tiempo de los iconoclastas, San Juan de
Damasco defendía a capa y espada la veneración de los iconos. Debido a
esto, fue calumniado por el emperador iconoclasta León III, que informó
al califa de Damasco que San Juan estaba cometiendo actos de traición.
Después de rezar se quedó dormido y vio en un sueño que la Virgen se
volvió hacia él y le prometió una rápida cicatrización. Después de
haber despertado del sueño, San Juan vio que su mano estaba ilesa. En
agradecimiento por esta curación, San Juan puso una mano de plata en el
icono, por lo que éste recibió el nombre de "Tres Manos".
La iglesia es muyyy pequeña, pero lo curioso es que tiene dos plantas,
La principal de oración y abriéndola en dos, como una herida, una
escalera baja al piso de abajo, donde el comerciante tendría su almacén y
que ahora mantiene una pequeña colección de iconos.
De acuerdo con
estos párrafos en varios idiomas en la pared, la Virgen es protectora
de los inocentes que han sido injustamente condenados, engañados y
difamados. Si tenemos un problema que podemos decir al sacerdote, ponemos
una carta en el buzón de la pared y él orará por nosotros.
Y saliendo ya de Tallín encontramos una tétrica sorpresa. El cuartel general de la KGB.
Actualmente una placa en el exterior dice " Este edificio alberga el órgano de represión de la fuerza de trabajo soviética. El camino hacia la represión para miles de estonios empezó aquí".
Es interesante observar que la torre de la vecina San Olaf, del siglo XIII fue utilizada por la KGB para enviar transmisiones de radio.
Típico tranvía tallino.
Y con esto abandonamos Tallín, pero sabiendo que sólo fue un aperitivo de todo lo que puede ofrecernos Estonia.