viernes, 31 de mayo de 2024

China, los secretos del Imperio Celestial (II). Xi'an.

 Empezamos nuestra visita a Xi'an por la Pagoda del Ganso Salvaje.

En el siglo VII después de Cristo, el budismo estaba en plena expansión, por lo que varios monjes se dirigieron a la India con una enorme sed de conocimientos sobre la nueva fe que rápidamente iba extendiéndose por Asia.

Uno de ellos Xuanzang, estuvo allí dieciséis años, y regresó a China, acompañado de varias reliquias y rollos de textos budistas que necesitaban ser traducidos y estudiados.

Así, en poco tiempo, el primer monasterio que hubo en este sitio se convirtió en referencia  para todos los monjes y traductores del país, ávidos de conocimiento de una religión que ya había entrado en China seis siglos antes.


Aquel primer edificio era una pequeña pagoda de ladrillo que con el tiempo se convertiría en la que visitamos hoy.


Aunque el recinto de la pagoda y sus edificios auxiliares estaba continuamente habitado, la dedicación de los monjes al estudio no iba a la par con sus habilidades conservadoras, con lo que la pagoda fue deteriorándose hasta tal punto que unas enormes grietas amenazaban con derrumbarla, ya que sus 5 pisos fueron construidos con una básica mezcla de barro, paja y algunos ladrillos.
La emperatriz Wu Zetián, decidió poner remedio al desastre y ordenó construir la actual, que incluso llegó a tener 10 pisos.



Varias guerras internas dañaron la parte superior de la pagoda, que vio así perdidas las tres plantas superiores, por lo que quedó reducida a las siete que vemos hoy en día. Un destino similar sufrió el conjunto de edificios monásticos, que fue abandonado a su suerte. No fue hasta 1604 que la dinastía reinante puso de nuevo sus ojos en la pagoda y comenzó su restauración. Pero el plan más ambicioso de recuperación empezó en 1954 y culminó en 2003, cuando se dieron por finalizados los trabajos. El resultado fue tan satisfactorio que fue incluida en el Patrimonio de la Humanidad en 2014.


En uno de los costados de la pagoda encontramos el Templo de la Gracia Maternal, construido por el emperador Li Zhi en memoria de la emperatriz Wende.

El curioso nombre de la pagoda proviene, al parecer, de la escasez de alimentos que sufrían los monjes tras la fundación del complejo religioso.
Rezaron y rezaron hasta que un día vieron como una bandada de gansos sobrevolaba el terreno y poco a poco fueron cayendo muertos a los pies de los monjes. 

Los 64,1 metros de la pagoda sirven de relicario de varios tesoros, como varias estelas con la caligrafía del emperador Taizong y el monje Xuanzang.

El gran salón Mahavira guarda la estatua de Sakyamuni rodeado de sus discípulos y está justo a los pies de la pagoda, donde cayeron los gansos salvajes.


Cada uno de los lados de la pagoda tiene 25 metros de largo, medida que disminuye según llegamos a la punta que se remata con un tasha al que se añadió un pararrayos en los años 90.


En una de las estancias encontramos al  Avalokiteshvara o Buda de la Compasión.


Entre el resto de las construcciones destaca la Torre del Tambor, la de la Campana, el salón Mahavira, el Xuanzang Sanzang y la valiosa biblioteca de textos budistas.
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Salimos del recinto de la pagoda y de la ciudad, para disfrutar de otro de los puntos fuertes del viaje, el Museo de los Guerreros de Terracota.
Pero antes, la visita de rigor que conlleva la parte comercial, una fábrica de réplicas de todos los tamaños de los guerreros para que nos lleváramos "un recuerdo".



Afortunadamente la parada fue breve, y tras ella, pasando por varios controles y colas llegamos al Museo que se compone de varias estructuras que protegen a los Guerreros.
Su historia es muy curiosa al igual que su descubrimiento.
Todo ocurrió en 1974, en abril, es decir justo y exactamente hace 50 años, cuando un agricultor que cavaba en el terreno un pozo, en busca de agua para sus cosechas, encontró algo que le resultó muy extraño. Del suelo seco y rojizo surgían unas cabezas y varias flechas de bronce.


Curiosamente, Yang Zhifa, que así se llamaba el labriego, había descubierto otros tres ballesteros arrodillados, pero mantuvo el hallazgo en secreto.
Sólo después del hallazgo de las cabezas supo que sus figuras pertenecían a un ejército mandado a modelar por el emperador que unificó China en la dinastía Qin.


Los arqueólogos, con este golpe de suerte, se dieron cuenta de que habían encontrado uno de los mayores tesoros históricos del siglo XX, un ejército de 8.000 figuras de terracota, fabricados hacía unos 2.200 años para proteger al emperador en el más allá.
Soldados, caballos y carros a tamaño natural, empezaron a surgir bajo las bóvedas de madera y tierra a cada paso que daban.
Nunca se encontraría la totalidad del tesoro, ya que desde hacía tiempo, los agricultores de la zona habían estado vendiendo objetos de bronce que habrían desaparecido para siempre.


Muchos de ellos estaban hechos pedazos, por lo que fueron llevados con urgencia a un improvisado museo para ser montados.
Pronto, y tras ser restaurados, ya tenían los tres primeros soldados de casi 1,80 de estatura frente a ellos.

Pero el descubrimiento estaba en peligro, ya que el país estaba en sus últimas fases de la Revolución Cultural del Presidente Mao, cuyos guardias rojos querían destruir cualquier vestigio de las viejas tradiciones imperiales.


Aunque los arqueólogos intentaron guardar el secreto de su hallazgo, un periodista de la agencia estatal Xinhua que visitaba el lugar por otros motivos se enteró del descubrimiento y publicó la noticia.
Pronto, la cabeza del Partido Comunista tuvo conocimiento del tesoro de Xi'an, pero al contrario de lo que habían temido los científicos, se comprometió a colaborar en la excavación y restauración de los guerreros. 
La primera tanda de 500 guerreros, salió a la luz en tan sólo unos meses, gracias al trabajo del Ejército Rojo, bajo la supervisión de los arqueólogos.


La historia de Qin Shi Huang, el emperador de la unificación se iba prácticamente escribiendo sola. 
Había ordenado, poco después de subir al trono, la creación de un ejército que le defendería en el Más Allá, con soldados cuya cara es única, es decir, ninguna se repite, 150 jinetes sobre sus caballos, 520 caballos uncidos a 130 carros, que acompañaban a funcionarios, acróbatas y músicos repartidos en perfecta formación en un área que actualmente ocupa unos 98 km²




Cuando la cantidad de soldados fue creciendo paulatinamente, se decidió construir un museo en el lugar, para que los dirigentes nacionales y extranjeros, pudieran visitarlos.
Poco a poco fue llegando también el turismo y en 1987 el reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad.
Casi al final de la sala 1, la más impresionante, se encuentra un área de restauración in situ, donde se unen las piezas rotas de los guerreros y se intenta recuperar los colores que un día adornaban las marciales figuras.


Los Guerreros son hoy un tesoro nacional en China, y son millones los visitantes que vienen a admirarlo, pero también hay un lado oscuro, oculto.
Al parecer no fue Yang Zhifa su descubridor, que durante años firmaba autógrafos en el sitio e incluso era llevado como un héroe a otros países para contar la historia del descubrimiento.
Zhao, era el nombre de quien, por primera vez vio la cabeza de uno de los guerreros, pero fue reprimido por "proteger cosas viejas que recuerdan la infame vida de los despreciables emperadores, verdugos del pueblo chino", y sustituido en los honores por Yang Zhifa, más afín al régimen.
Aún así, Yang salió perdiendo, ya que se confiscaron gran parte de sus tierras para abrir el museo.


También existe una maldición, como en el caso de Tutankamón, ya que uno de los campesinos del grupo se ahorcó en extrañas circunstancias y otros murieron por no tener dinero para costearse sus gastos médicos.


La venganza de Zhao fue silenciosa. Se recluyó en el museo de Lintong, donde firmaba postales y libros a los turistas como el "Primer descubridor y restaurador de los Guerreros de Terracota".
El antiguo historiador Sima Qian, escribió que el emperador había ordenado construir un túmulo funerario con maquetas de su palacio, oficinas y pabellones que ocupaban un terreno que simulaba sus territorios unificados, con ríos hechos de mercurio, bajo una gran cúpula que reproducía la bóveda celestial. Remató su lugar de descanso eterno llenándolo de tesoros que incluían joyas y objetos de oro y plata, piedras preciosas y valiosas vasijas de la más fina porcelana.
No es de extrañar, que según cuenta el mismo Sima Qian, el emperador necesitara de 700.000 obreros para tan magna obra.


Y volvemos a la ciudad de Xi'an para visitar brevemente su barrio musulmán, que se ha convertido en un rincón muy popular entre los habitantes de la ciudad y los turistas que llegan a la ciudad por lo ajetreado y animado de su calle principal.

Aquí, mezclándonos entre los miles de hambrientos y curiosos visitantes, visitamos tiendas y degustamos la famosa comida callejera de Xi'an en puestos que abarrotan la calle Beiyuanmen, que va desde la Torre del Tambor hasta la Puerta Beiyuan.


Antes del anochecer nos acercamos a la muralla que rodea la ciudad vieja, que es uno de los mayores sistemas defensivos antiguos del mundo.
Sus cimientos datan del 194 después de Cristo, aunque los muros que hoy vemos son mas recientes, ya que comenzaron a construirse en 1370.

Ya en 1644 se añadieron las torres en las cuatro puertas para proteger la de los ataques de los ejércitos de otras ciudades. Su longitud total es de 13,7 kilómetros de largo, 12 metros de altura y unos 16 de espesor.

Para completar el sistema defensivo se añadieron 98 torres de defensa situadas en lo alto de la muralla cada 120 metros y un foso de 20 metros de ancho por 10 de profundidad.

Y finalizamos la visita a Xi'an con un paseo nocturno para ver la ciudad iluminada.
Nos acercamos al lago del parque Qujianchi, y desde su puente vemos los edificios adornados con luces, entre los que destaca una preciosa pagoda y la figura de un dragón que hace las veces de fuente.


De allí nos fuimos a Kaiyuan Square una animada plaza que marca el comienzo de la calle del mismo nombre, repleta de tiendas y restaurantes.


La cena fue un exquisito muestrario de la gastronomía de la provincia.