jueves, 4 de julio de 2013

Leyendas de Praga (IV)

Por la mañana tempranito, cruzamos la calle y empezamos con la primera visita del día, el Museo de la Ciudad de Praga.

 Por suerte no se trata de otro depósito de historia repleto de artefactos descubiertos (o no queridos por otros) exhibidos en aburrido orden cronológico, sino que este museo deliciosamente optimista abarca el ilustre pasado de Praga con una brevedad agradable.




Y de allí al Museo Nacional de Praga, en la plaza Wenceslao.


Fundado en el año 1818, y consagrado como el museo más antiguo y más grande de la República Checa, este increíble palacio fue diseñado por el arquitecto Josef Schultz, uno de los arquitectos más importantes de la época, y creador del Teatro Nacional de Praga, contemporáneo al Museo.
 Actualmente el Hall principal es uno de los sectores más espectaculares del lugar, y muestra su majestuoso estilo neorrenacentista, e incluso es escenario de diversos conciertos musicales que se celebran año tras año. Actualmente la muestra permanente se divide en diferentes temáticas, y se encuentra dispuesta en diversos departamentos y exhibiciones, tales como la exhibición antropológica (dentro del departamento de etnografía), el departamento de numismática (estudio de las monedas y medallas), el Teatro, el departamento de la prehistoria y el de la arqueología clásica.
 La gigantesca colección de minerales



 El corazón de la Ciudad Nueva es la impresionante Plaza Wenceslao, rodeada de bellos edificios y dominada en un extremo por la estatua del rey Wenceslao frente al Museo Nacional. Na Příkopě, que separa la Ciudad Nueva de la Ciudad Vieja, es la calle comercial por excelencia donde pueden encontrarse cuatro o cinco centros comerciales y restaurantes de alto nivel.

 
Bajando por la derecha pasamos por delante del maravilloso hotel Europa.


Fue construido en 1889; en ese momento llevó el nombre de "Archiduque Stephan" y su diseño fue una obra maestra del arquitecto Belsky.

 En el 1903 se reconstruyo el Hotel en estilo art nouveau bajo la supervisión de los arquitectos Hübschmann y Letzel. Fue escenario, entre otras películas de Misión Imposible.
Una imagen del vestíbulo.

Alrededor de la plaza hay muchísimos edificios grandes e interesantes..


 
El palacio Koruna (1910-1914), es obra del arquitecto Antonin Pfeiffer. Este suntuoso edificio es característico de la inspiración babilónica de finales del siglo XIX, fruto del interés que suscitaban las civilizaciones orientales: las excavaciones realizadas en Mesopotamia a partir de 1899 (redescubrimiento de los restos de Babilonia) y la difusión de los resultados de estas investigaciones en la década de 1910 desembocaron en una explotación de los motivos monumentales llamados babilónicos.


 Esta cruz marca el lugar donde Jan Palach, un estudiante checo, se suicidó prendiéndose fuego como forma de protesta política.

Las iglesias de Praga son maravillosas, de arquitecturas deslumbrantes e historias sin igual, pero hay una en particular que se comenzó a construir con la intención de que fuera la más grande del reino alcanzando 34 metros de alto en la bóveda.
 
Desafortunadamente esa altura no logró completarse y la Iglesia de Nuestra Señora de las Nieves alcanza los 29 metros, pero si ostenta un récord, el de ser la iglesia con el altar más largo de la ciudad.
 
Su historia indica que fue parte de los muchos movimientos religiosos que se ubicaron en el país, pero que el edificio se fue deteriorando por la falta de inversión. Finalmente durante el siglo XVII donaciones de los habitantes de Praga lograron reconstruirla, uno de los benefactores más importantes fue Marshall Russworm quien fue enterrado en la Iglesia 1 año después de que fuera terminada.



 ¿No es maravillosa?
 
Seguimos caminando, y en una callejuela aparece el antiguo Palacio América, hoy Museo Dvorak.
 
Este museo, en honor del gran compositor checo del siglo XIX Antonín Dvorak, se aloja en uno de los más bellos edificios civiles del Barroco de Praga, de fachada ocre y roja. Fue edificado por el gran arquitecto barroco Kilian Ignaz Dietzenhofer.
 
Tiene solamente dos plantas rematadas por un tejado con gradas y fue terminado en 1720. Se construyó para la familia Michnas de Vacinov y en su origen fue conocido como el Palacio de Verano de Michna. Más tarde se le llamó Villa América, por una posada cercana llamada América.


 Siguiendo nuestro paseo hacia Vysehrad, nos topamos de golpe con este edificio neogótico.
 
Se trata del Hospital Maternal de San Apolinar, un gigantesco complejo materno-infantil de horroroso aspecto, que hace recordar a películas de miedo como La Guarida o la semilla del diablo.
 
Fue construido a finales del siglo XIX y llegó a albergar a más de 400 pacientes con sus correspondientes vástagos, aparte de una inclusa donde quedaban los huérfanos. Una historia dice que hay una entrada secreta para que las damas de alta sociedad pudieran entrar, sin ser vistas, a dejar en el orfanato sus hijos no deseados...



 Y ya en Vysehrad vemos su vieja estación de tren abandonada...que pena.

 Hay pequeños palacetes que me hicieron recordar a la Grand Place de Bruselas...

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