sábado, 4 de agosto de 2018

Irlanda, la fascinante isla esmeralda (IV)

Bellycastle, la alegre y pintoresca marina.

Seguimos rodeando Irlanda del Norte en nuestro viaje. En Antrim encontramos el pequeño pueblo de Ballycastle, famoso por su hermosa costa y la tranquilidad de sus calles, llenas a rebosar de preciosas muestras de la arquitectura de los siglos XVIII y XIX y cuyos Bed and Breakfast son la base perfecta para pasar unos días y explorar los Glens ( valles), la Calzada del Gigante y la cercana isla de Rathlin.

Es una ciudad viva durante todo el año, pero cobra especial importancia durante el verano, cuando se pone hasta la bandera de visitantes que más que de la preciosa playa disfrutan de los múltiples ferias y festivales de música del Old Lammas Fair que se celebra en agosto y que es la más antigua de Irlanda.


Al margen de su animada vida estival, el pueblo nos ofrece la visita de su pequeño museo local y la reciente fama que Juego de Tronos le ha brindado por convertir el municipio en las Ciudades Libres en las que nace Varys.


Desde su muelle salen los ferrys hacia Rathlin Island pequeña isla con tres faros ( uno en cada punta) y que es famosa por ser el lugar de la primera transmisión radiofónica de la historia, cuando Marconi contactó con la isla desde Ballycastle. También fue el primer lugar de Irlanda en ser saqueado por los vikingos y escondrijo de Robert de Bruce, rey de Escocia.
Así que aunque parezca pequeño, el lugar está cargado de historia y de atractivos escénicos. Aunque yo me quedo con la preciosa playa, sin duda.


Castillo de Dunluce, colgado del acantilado
Y tan colgado, que según la leyenda la cocina entera y siete cocineros cayeron al mar durante una fuerte tormenta que azotó la costa norte de Irlanda. Aterrorizados por ello se dice que sus dueños abandonaron el castillo levantado por sus antepasados mercenarios allá por el siglo XIII, cuando llegaron desde Escocia como mercenarios y se asentaron con una fortuna más que considerable.

Lo cierto es que la lucha entre clanes les obligó a renunciar a sus posesiones en favor de otra familia, y desde entonces el castillo no ha cambiado de manos aunque si de funciones, ya que actualmente es uno de los castillos más hermosos de la isla que se pueden visitar. Nosotros llegamos tarde para ver su interior y perdimos la posibilidad de encontrarnos con el fantasma del capitán inglés que los miembros del clan Mc Donnell ahorcaron en una de las torres. Lo que sí hicimos fue bajar hasta donde la fortaleza hunde sus cimientos y admiramos la solidez de sus muros que nos hicieron pensar sobre la veracidad de esa historia de la cocina desplomada.



Tampoco pudimos ver los pocos restos de la nao Girona, una de las naves que pertenecían a la Armada Invencible y que encalló durante la tormenta que tanto favoreció a los ingleses. Sus cañones fueron rescatados y montados en el castillo para su defensa y según parece buen servicio le hicieron ya que aunque asaltado en numerosas ocasiones fue defendido por sus ocupantes hasta la última gota de sangre y pólvora.



Poca gente sabe que el castillo perteneció durante un tiempo a Churchill, gracias a su matrimonio con una hermosa muchacha del clan propietario, o que bajo el castillo se encuentra la Cueva de la sirena, una caverna enorme de 25 metros. Anécdotas históricas y leyendas aparte, el castillo de Dunluce tiene todo lo que una fortaleza puede desear: un asentamiento perfecto para la defensa, una panorámica envidiable del mar y la costa, unos muros casi indestructibles y sobre todo un encanto que lo convierten en indispensable visita cuando se pasa por esta zona costera de Irlanda del Norte.


Y nos vamos a Derry, donde lo primero que hicimos fue cenar antes de ir a dormir.
Queríamos probar otro "fish and chips" y decidimos entrar a Frankie Ramsey's, el mejor  de las dos Irlandas.
No es que me apasione el fish and chips, por lo menos no tanto como las hamburguesas, pero sí que de vez en cuando, sobre todo cuando estoy en anglopaises, me gusta catar uno de aquí y uno de allá y hay que reconocer que como fast food casi no hay quien le gane. Después de probar el mejor del mundo ( recuerden Poppies en Londres), cualquier otro puede parecer apenas un pescado frito, pero en Derry encontramos casi por casualidad el Frankie Ramsey's, justo antes de entrar a la parte histórica de la ciudad, y la verdad es que fue una sorpresa de lo más grata y sabrosa.

Se notaba que hacía poco que lo habían renovado, conservando ese aspecto de pub inglés por fuera pero más sobrio y moderno en su interior.

De entre la carta que ofrece no le dimos muchas vueltas y escogimos el pescado y no nos arrepentimos. Sobre la mesa aparecieron dos enormes platos con el inmenso y grueso filete, patatas fritas en su punto y un poco de ensalada para hacer la digestión. El pescado estaba exquisito, sin sabor a fritanga, crujiente sabroso y sobre todo muy, muy jugoso.

Salimos del local con la barriga llena y el convencimiento de que habíamos probado el mejor fish and chips de las dos Irlandas..
Al día siguiente lo primero que visitamos fue el Guildhall un edificio que es la elegancia hecha ladrillo y piedra.
Antes de penetrar en las casi inexpugnables murallas que rodean el corazón de la vieja Derry, conviene pasar por la plaza donde se encuentra este edificio del siglo XIX que desde sus inicios fue el corazón gubernamental y administrativo de la ciudad.

Su importancia histórica no lo ha hecho inmune a los desastres como el incendio que casi lo redujo a cenizas a principios del siglo XX o varios atentados protagonizados por miembros del IRA que lo convirtieron en objetivo de su ira independentista.


Sus preciosas 23 vidrieras que cuentan la historia de la ciudad y el reloj diseñado como réplica del 'Big Ben' de Londres necesitaron una reconstrucción cuidadosa siguiendo los planos originales que afortunadamente se guardaban en la caja fuerte del ayuntamiento en un lugar casi tan seguro como la recién descubierta cápsula del tiempo que se encontró entre sus cimientos en unas reformas el pasado año.



Aparte de sus funciones gubernamentales, el edificio alberga en su planta baja una pequeña pero completa muestra de su historia enlazada a la perfección con la de Londonderry, siempre bajo la severa y atenta mirada de la estatua de la Reina Victoria, que campea por toda Irlanda del Norte recordando su inflexibilidad a la hora de ceder territorios que ella y su gobierno consideraban parte del Imperio Británico.
Peace Bridge, paz y vistas
Un puente muy joven, tanto que sólo tiene cinco añitos, pero aún teniendo el hormigón con el que se levantó aún fresco se fue haciendo con el corazón de los habitantes de Derry, que veían en el, según se levantaba, una aberración moderna y casi sin sentido en una ciudad que presumía de histórica e independiente.

Londonderry no quería quedarse a la zaga de los proyectos de modernización que envolvía cada una de las grandes ciudades de Irlanda del Norte, con proyectos que volvían a surgir tras la normalización de la situación política convulsa y triste que la había alejado de la modernidad que parecía devorar todo el Reino Unido.
Hoy en día el puente se ha convertido en una estructura icónica de la ciudad, conectando las dos orillas del río Foyle y por el que ya han pasado más de tres millones de personas que lo han elegido como punto donde celebrar festividades como el Año Nuevo o el nombramiento de Derry como Ciudad de la Cultura.
Novias y novios que se besan bajo sus dos altos mástiles, abueletes que pasean sin prisas por su estructura sabiendo que ya no tienen premura por llegar a ninguna cita, ciclistas y corredores o simplemente turista que como nosotros desean ver la hermosa ciudad de Derry desde otra perspectiva diferente, desde este privilegiado mirador sobre las aguas del río Foyle.

Diamond war memorial
La llamada "Ciudad del Odio" con la que se le identificaba desde el Bloody Sunday cantado por los magníficos U2 ha sabido librarse de sus oscuras etiquetas y pacificar los ánimos de sus gentes, recompensando a los cada vez más numerosos turistas que cada día la visitan.

Uno de los monumentos más famosos de la ciudad es este precioso memorial de guerra situado en la llamada Diamond Square, corazón de la Derry amurallada que nos recuerda a los caídos en las dos Guerras Mundiales con una mezcla de patriotismo y orgullo difícil de superar.


755 hombres y una mujer son las almas a las que recuerda el monumento que se levanta airoso y elegante pero que hunde sus cimientos en los más de 1.500 ciudadanos de Derry que perdieron la vida durante las dos guerras. ¿Cómo se explica esto? Muy sencillo.


Fue inaugurado en 1927, tras la I Guerra, con el recuento de víctimas acabado, pero en un acto de economía patriótica se añadieron las fechas de la II Guerra para no tener que hacer otro monumento. Así que en realidad es un lugar un poco apaño, ya que un mismo memorial, fue aprovechado para los dos conflictos.

La figura de la Victoria, flanqueada por un marinero y un soldado, realizados los tres en bronce, constituyen la vista más artística del monumento, ya que la base no pasa de ser una columna de piedra que soporta cuatro placas también del mismo metal que recuerda los nombres de los caídos.


De cualquier manera es emocionante ver como de vez en cuando y cada vez menos, lógicamente, los familiares vivos de los que dieron su vida por un ideal, se acercan en silencio a rezar por sus almas y mantener viva la llama del orgullo valeroso de Derry.
Murallas de Derry, el corazón fortificado
Derry ( roble en gaélico) o Londonderry, como prefieren llamarla os británicos quizá para reforzar sus raíces anglófilas, es la única ciudad de toda la isla que mantiene casi intacta su muralla medieval que hoy en día acoge un alegre y apacible casco histórico.


Construida a principios del siglo XVII, las enormes City Walls fueron dotadas de cuatro puertas, una por cada lado, para el trasiego normal de mercancías y transeúntes durante los pocos periodos de paz que disfrutó. Cerradas convertían a la ciudad que se comprimía entre ellas en un bastión protestante en la guerra de los Orange.



Recorrerlas es muy sencillo, ya que tras pasar bajo uno de los cuatro arcos vamos a dar a los accesos que suben hasta un camino que recorre todo el perímetro de la muralla de unos 1.500 metros. Mientras andamos podemos disfrutar de los mejores puntos de interés de Derry como la Catedral de St. Columb, el Tribunal de Justicia, el doble bastión con cañones en perfecto estado de revista, el Gran Parade, terreno destinado a los desfiles militares, la torre Museo de O' Dougherty y por supuesto los incontables pubs que jalonan cada una de las calles de la antigua Derry. Sin duda un paseo más que interesante por el pasado y presente de esta ciudad.
San Columbano, con una catedral en el jardín
Nombrada oficialmente como el edificio más antiguo de Derry ( data de 1633) la catedral de St Columba fue erigida como una réplica de las iglesias que salpicaban en sus tiempos el extenso territorio británico, con la salvedad de que al menos permitieron que tanto la roca como la piedra caliza que se utilizó en su construcción se extrajera de canteras irlandesas.

Eso sí, las campanas que avisarían para misa, alertarían ante posibles ataques o tocaran a muerto, fueron enviadas desde Londres, así como el cáliz con el que se oficiarían los servicios. Listos los ingleses...



Elegantemente coronada por una aguja que la eleva hasta los 68 metros, sólo pudimos visitarla por fuera, ya que son muy estrictos a la hora de dejar pasar a visitantes que no acudan a los servicios sino a curiosear en horas sagradas. Así que nos contentamos con entrar al porche y luego rodearla admirando la pureza de las líneas y sobre todo el lugar que ocupa.




Al estar localizada en el centro del perímetro amurallado, el espacio es tan pequeño y la gente ha querido vivir tan cerca de ella, que en algunos lugares los jardines de las casas se han fusionado con el cementerio que rodea la catedral, por lo que a veces es imposible distinguir o separar uno del otro, creando una sensación un poco extraña de macabra hermosura.
Catedral de St Eugene, el origen de Derry
No suele estar en los planes de los visitantes de Londonderry, ya que se encuentra un poco alejada del centro, de las murallas que tanto gustan a los que llegan hasta esta ciudad de Irlanda del Norte, y es una pena.

Debo decir que tampoco estaba en nuestros planes visitarla, pero como estaba muy cerca de nuestro alojamiento, un Bed and Breakfast cómodo del que hablaré en otra ocasión, nos acercamos a visitarla justo antes de seguir nuestro camino.

E hicimos bien, ya que según se cuenta, al margen de la belleza del templo, la carga histórica para los habitantes de Derry es altísima, ya que los anales de la ciudad sitúan el origen de la ciudad en el antiguo monasterio que se encontraba justo al lado de donde hoy se levanta la iglesia, un altozano desde donde se domina una preciosa panorámica de la ciudad.


Construida en granito y siguiendo las directrices del más puro estilo neogótico, la nave de 10 metros de ancho y 49 de largo, está completamente decorada con preciosas vidrieras que dejan pasar un raudal de luz que hace brillar cada piedra y cada tesoro del interior. Reliquias, pequeñas capillas de culto católico, preciosos retablos que trepan hasta lo más alto y sobre todo una maravillosa sensación de paz y silencio.


Fuera nos espera la torre de 78 metros de altura completada en 1903 debido a la falta de financiación, con una estatua de San Eugenio ocupando un nicho encima de las puertas de la entrada principal. Las campanas todavía suenan cada noche a las 21:00 como recordatorio de las leyes penales que prohibían a los católicos asistir a misa y avisándolos con este toque de queda a recluirse en sus casas bajo pena de encierro.


A un lado vemos la gruta que se levantó en los terrenos de la catedral en 1928 en memoria del obispo McHugh, organizador de la primera peregrinación a Lourdes de irlandeses católicos para visitar a la Virgen del mismo nombre de la que era gran devoto.


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