lunes, 8 de junio de 2020

Vietnam, la sonrisa del dragón (IV) Hue, tercera parte.

Y de los mausoleos nos vamos a visitar algo diferente, la Pagoda de Thin Mu.

Realmente deberíamos hablar de un complejo religioso, no sólo de la pagoda, ya que los terrenos donde se levanta ocupan una superficie considerablemente grande, y que además está compuesta por varios edificios de carácter religioso.

Una de las cosas que más llama la atención, es que está edificado sobre una pequeña loma a orilla del río del Perfume, en las afueras de la ciudad de Hue, y que para los vietnamitas es uno de los lugares de peregrinación más sagrados del país, y ahora veremos el porqué.
Si que conviene saber que la pagoda, que es el referente arquitectónico del complejo, mide 21 metros de altura y tiene 7 pisos, cada uno de ellos dedicado a uno de los budas que aparecieron con forma humana y que aunque parezca muy antigua fue edificada en 1844. Cierto es, que el sitio siempre ha estado ocupado por anteriores pagodas muy parecidas que han sido construidas y destruidas una y otra vez.
 



Thien Mu, significa "Dama Celestial" y hace referencia la leyenda según la cual, una anciana se apareció al emperador Hoang y le profetizó que una enorme pagoda iba a ser construida justo en el sitio donde ella estaba sentada, y que sería el lugar donde todo el pueblo acudiría a rezar por la prosperidad del país.


El santuario principal, que también es escuela y monasterio, guarda tres estatuas de Buda que simbolizan la vida pasada, la presente y la futura.


Aunque los monjes viven relativamente alejados de las visitas turísticas, a veces no pueden evitar los brotes de curiosidad natural de los pequeños novicios...



Dejamos atrás el monasterio y nos acercamos a un rincón que nos contará una historia realmente escalofriante...
Volvamos por unos minutos al cercano siglo XX, concretamente a los primeros meses del año 1963. Las grandes ciudades vietnamitas estaban en plena ebullición antigubernamental. Las protestas se sucedían cada día no sólo frente a los edificios del gobierno, sino a lo largo y ancho del país. El gobierno estaba coartando muchas de las libertades del pueblo, y éste quería hacer oír su voz. Una de esas prohibiciones fue la de exhibir cualquier símbolo religioso, incluso las banderas que se sacan en ocasiones festivas durante las celebraciones budistas, algo que puede parecer extraño, cuando el 90% de la población practica esta religión. Pero es que por aquel entonces el gobierno estaba presidido por un vietnamita...católico. Así que ante la negativa de retirar las banderas de las calles, el presidente sacó a las fuerzas policiales y militares a las calles. Sofocó las protestas, si, pero pagadas con la sangre de 9 personas, entre ellas varios niños, que fueron aplastadas por los carros de combate o simplemente ametralladas.
El día 10 de junio, una procesión de 350 monjes avanza por la avenida principal de Saigon ( Ho Chi Minh City) siguiendo a un coche donde viajaba otro monje, era Thich Quang Duc, un ermitaño que había vivido en las montañas del país durante tres años.
Llegados a la intersección donde se ubicaba la embajada de Camboya, cerca del actual Palacio de la Reunificación, la procesión se detiene.
El monje se baja del coche y sus acompañantes le ayudan a sentarse en el suelo, sobre un cojín y le vacían un bidón de gasolina encima, mientras los 350 monjes forman un círculo a su alrededor.
Duc enciende una cerilla y la deja caer sobre sus ropas...

Rápidamente el olor a carne quemada se adueña de la calle, contrastando con la imagen del monje que seguía impasible, sentado y en estado de trance. Pasados diez minutos, el religioso cae de espaldas muerto. Los monjes lo cubren, y metido en un cajón es trasladado a un templo de la ciudad.
Hoy en Thien Mu, puede verse el coche en el que viajó el monje hacia su fatal destino...
Y una foto que muestra el corazón intacto que fue robado por la policía para evitar que se produjeran peregrinaciones a la pagoda.
Espeluznante, ¿verdad?. Para intentar olvidar la imagen del monje ardiendo, dimos un paseo hasta el fondo del recinto, admirando la enorme cantidad de bonsáis que pueblan los jardines.

Para llegar hasta una pagoda más pequeña que marca el inicio de un cementerio budista.
Para finalizar la jornada nos embarcamos en unas grandes chalanas que nos llevan a dar un paseo por el río Perfume.

Este curso de agua que atraviesa la ciudad de Hue, debe su nombre al agradable e intenso olor que antaño surgía del agua cuando las flores de orquídea caían al cauce y eran arrastradas por la corriente. Ese perfume ya no es perceptible debido a la contaminación del aire, pero el nombre ha permanecido y le da ese aire romántico que lo envuelve.

El río tiene 80 kilómetros de largo, y fluye mansamente hasta llegar al mar...

Y nos retiramos a descansar, ya que al día siguiente, muy temprano, volaríamos a la milenaria Saigón.

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