Aunque había estado en otras ocasiones en la isla de la Gomera, no conocía ni el lugar ni la leyenda que lo envuelve.
Conocida es la que nombra a los guanches Gara y Jonay en su historia de amor imposible, pero prefiero citar la que nos permite interactuar con el agua de una manera más cercana.
Primero debemos aparcar el coche y andar un poco por el sendero que nos lleva hasta los chorros. Por el camino encontraremos una pequeña ermita que casi siempre está cerrada, por lo que continuaremos un poco más y llegaremos a la fuente.
Después de disfrutar durante un rato de la belleza y la tranquilidad del lugar vamos a hacer lo siguiente:
Como todos buscamos el amor en nuestra vida, los caños van a echarnos una manita. Para ello las mujeres deben beber de los caños pares empezando por la izquierda y los hombres y las brujas de los impares. Si, de las brujas, porque el poder de este agua se dice tan grande, que las brujas pasaban por aquí y detenían sus vuelos a recoger el agua que manaba de la tierra para preparar sus hechizos, y luego seguían camino a sus aquelarres en la Laguna Grande.
Hay que saber que los dos primeros caños corresponden a la salud, los dos siguientes al amor, otros dos a la fortuna y el séptimo es sólo para brujas. !Nunca debemos siquiera tocarlo¡
Leyendas aparte, el agua de Epina fue tan conocida y sus supuestas virtudes tan destacadas que las familias adineradas de Vallehermoso enviaban a sus criadas a Epina a coger agua de esta fuente en una caminata de kilómetros y horas, y para cerciorarse de que realmente se trataba del agua de los Chorros de Epina les pedían que cubrieran la tapa de los recipientes con una hoja de aderno, un árbol que sólo crecía cerca de esta fuente mágica.
En fin, yo por si acaso hice el ritual, que nunca se sabe. !Ah, me olvidaba¡ El que beba de sus agua se casa antes de un año, y no digo más.
Primero debemos aparcar el coche y andar un poco por el sendero que nos lleva hasta los chorros. Por el camino encontraremos una pequeña ermita que casi siempre está cerrada, por lo que continuaremos un poco más y llegaremos a la fuente.
Como todos buscamos el amor en nuestra vida, los caños van a echarnos una manita. Para ello las mujeres deben beber de los caños pares empezando por la izquierda y los hombres y las brujas de los impares. Si, de las brujas, porque el poder de este agua se dice tan grande, que las brujas pasaban por aquí y detenían sus vuelos a recoger el agua que manaba de la tierra para preparar sus hechizos, y luego seguían camino a sus aquelarres en la Laguna Grande.
Hay que saber que los dos primeros caños corresponden a la salud, los dos siguientes al amor, otros dos a la fortuna y el séptimo es sólo para brujas. !Nunca debemos siquiera tocarlo¡
Leyendas aparte, el agua de Epina fue tan conocida y sus supuestas virtudes tan destacadas que las familias adineradas de Vallehermoso enviaban a sus criadas a Epina a coger agua de esta fuente en una caminata de kilómetros y horas, y para cerciorarse de que realmente se trataba del agua de los Chorros de Epina les pedían que cubrieran la tapa de los recipientes con una hoja de aderno, un árbol que sólo crecía cerca de esta fuente mágica.
En fin, yo por si acaso hice el ritual, que nunca se sabe. !Ah, me olvidaba¡ El que beba de sus agua se casa antes de un año, y no digo más.
Una vista que que deja sin aliento
Había visitado La Gomera años atrás, y recuerdo pasar muy cerca de donde hoy se levanta o se descuelga, según se mire, el mirador y decir en voz alta: " Este lugar es perfecto para construir una gran terraza desde donde ver la costa norte gomera y la isla de Tenerife". Pues como si hubieran leído mi pensamiento, el Cabildo de la isla, de la mano del genial arquitecto José Luis Bermejo, se puso manos a la obra y en 2013 se inauguró el maravilloso complejo que hoy es punto obligado de visita para cualquier visitante de la isla colombina.
Y es que el mirador, que domina paisaje, mar y tierra desde sus 620 metros de altura, fue un desafío para quien lo levantó, por lo escarpado del lugar y para quien lo visita porque es un reto a su vértigo. Basta con entrar al edificio para tener una idea de lo que nos espera en su rincón más desafiante: un saledizo de siete metros construido en vidrio, acero y hormigón y que nos hace sentir la sensación de volar sobre el pueblo de Agulo, como si quisiéramos saltar sobre él y llegar al mar.
Por si fuera poco y para dar más encanto al lugar, la oferta se complementa con una cafetería restaurante que despliega sus aromas desde que bajamos del coche y en cuyo interior podemos deleitarnos con sabores de fusión que no olvidan la más genuina y sabrosa cocina gomera.
En el exterior, y rodeado por la rojiza piedra del lugar, un cuidado jardín da una muestra de la flora autóctona canaria, vital y desafiante como el magnífico Mirador de Abrante.
Y es que el mirador, que domina paisaje, mar y tierra desde sus 620 metros de altura, fue un desafío para quien lo levantó, por lo escarpado del lugar y para quien lo visita porque es un reto a su vértigo. Basta con entrar al edificio para tener una idea de lo que nos espera en su rincón más desafiante: un saledizo de siete metros construido en vidrio, acero y hormigón y que nos hace sentir la sensación de volar sobre el pueblo de Agulo, como si quisiéramos saltar sobre él y llegar al mar.
Por si fuera poco y para dar más encanto al lugar, la oferta se complementa con una cafetería restaurante que despliega sus aromas desde que bajamos del coche y en cuyo interior podemos deleitarnos con sabores de fusión que no olvidan la más genuina y sabrosa cocina gomera.
En el exterior, y rodeado por la rojiza piedra del lugar, un cuidado jardín da una muestra de la flora autóctona canaria, vital y desafiante como el magnífico Mirador de Abrante.
El señor de La Gomera
El Roque de Agando impresiona lo mires por donde lo mires. Por mucho que intentes pensar y cavilar, pasan los minutos y sigues sin encontrar la manera en la que la Madre Naturaleza pudo haber creado un roque tan perfecto e imponente. Y es que atrae desde lejos, desde que tomamos la carretera en dirección al Monte del Cedro y tras una curva lo vemos ante nosotros, impasible y atemporal.
Son casi 1.200 metros los que se levanta el gigante pétreo, fotogénico como pocos, y la carretera, cercana pero prudente, parece acercarnos al él, pero nos mantiene a una distancia respetuosa, preservando su grandeza.
Y es que podemos decir que Agando es un lugar sagrado, ya que en su cima ( y esto poca gente lo sabe) se han encontrado restos de un altar de sacrificios con restos animales que datan de épocas prehispánicas, y algún cuento que otro de brujas también hay.
Está muy claro que el lugar tiene algo hipnotizante, mágico y misterioso. Y si no que se lo digan a los escaladores que cada vez en mayor cantidad se aventuran a subir hasta su cima.
Frondosos bosques eternamente verdes, nieblas cargadas de vital humedad, caminos que parecen sacados de películas de fantasía, árboles centenarios de los que cuelgan musgos como barbas de abuelo, leyendas de brujas y guanches... ¡Bienvenidos a Garajonay!
Estamos entrando en una máquina del tiempo, ya que la laurisilva que nos rodea es una auténtica reliquia del pasado, porque conserva parte de la flora de los bosques que hace millones de años poblaban el área mediterránea y que ahora casi exclusivamente se encuentra en La Gomera.
Estamos entrando en una máquina del tiempo, ya que la laurisilva que nos rodea es una auténtica reliquia del pasado, porque conserva parte de la flora de los bosques que hace millones de años poblaban el área mediterránea y que ahora casi exclusivamente se encuentra en La Gomera.
Así que debemos respetar al máximo el entorno y no olvidarnos de disfrutar cada paso que demos dentro del Parque, porque si pasamos un día dentro del gran verdor de la cumbre, aparte de salir de él renovados, oxigenados y revitalizados, nos daremos cuenta de que ese conjunto de árboles, arbustos y helechos no dependen de nosotros, sino muy al contrario, nosotros dependemos de ellos para vivir. Así que cuidemos lo que nos queda y repito, disfrutemos de un paseo por los miles de senderos preparados para tal fin. En cada curva del camino nos espera una sorpresa, como la ermita de la Virgen de Lourdes que mandó a levantar la institutriz inglesa Florence Stephan Parry; y pensemos en todo momento que sobre nosotros tenemos un techo verde de valor incalculable.
La virgen y su milagro
Se dice que hace muchos años, un vecino de Agulo que se dirigía hacia Seima, subió a su caballo y emprendió el camino. Pero resultó que sufría de una narcolepsia aguda, y en el momento menos adecuado, como suele ocurrir con esta enfermedad, cayó profundamente dormido. El caballo había hecho el camino en multitud de ocasiones, pero en esta ocasión se desvió del sendero y tomó el camino que lleva al sur. No se sabe como, la bestia se desvió demasiado y empezó a caminar por el borde de barrancos y acantilados y llegado un punto se aproximó tanto a un precipicio que estuvo a punto de despeñarse con su amo. Afortunadamente el jinete se despertó a tiempo y pudo frenar al animal, diciendo:. "Madre mía, de buena me has librado".
Como era carpintero, talló en agradecimiento una Virgen que pronto se convirtió en milagrera, sobre todo para aquellos más desesperados que han estado a un paso de la muerte.
A lo largo de las décadas, el nicho en que el agradecido hombre colocó la imagen se convirtió en una coqueta ermita, y a su alrededor se ha levantado un pequeño complejo recreativo con asadores, aseos, una gran plaza y mesas para comer y pasar un agradable día de descanso.
Las vistas desde la explanada que precede a la ermita son realmente impresionantes y el silencio y la paz que envuelven el lugar bien merecen la subida por la rampa que lleva hasta él.
Una cosa: los higos y brevas que crecen en el camino son puro azúcar, los más sabrosos que he probado. Un milagro.
Como era carpintero, talló en agradecimiento una Virgen que pronto se convirtió en milagrera, sobre todo para aquellos más desesperados que han estado a un paso de la muerte.
A lo largo de las décadas, el nicho en que el agradecido hombre colocó la imagen se convirtió en una coqueta ermita, y a su alrededor se ha levantado un pequeño complejo recreativo con asadores, aseos, una gran plaza y mesas para comer y pasar un agradable día de descanso.
Las vistas desde la explanada que precede a la ermita son realmente impresionantes y el silencio y la paz que envuelven el lugar bien merecen la subida por la rampa que lleva hasta él.
Una cosa: los higos y brevas que crecen en el camino son puro azúcar, los más sabrosos que he probado. Un milagro.
Restaurante Roque Blanco, cuando la boca se hace agua
Por recomendación de nuestra amiga Luisa de Los Telares, hicimos un alto a la hora de comer en los altos de Agulo, en este restaurante que afortunadamente está bastante alejado de la carretera principal. Y digo afortunadamente porque las cosas buenas siempre queremos mantenerlas en secreto, temiendo que desde que se conozcan demasiado puedan perder su esencia, aquello que las hace diferentes.
Porque una cosa puedo asegurarles, creo que mis jugos gástricos no se habían estimulado de tal manera desde hacía mucho tiempo como cuando la enorme chuleta llegó a nuestra mesa y su aroma tocó mi nariz.
Jugosa, hecha con amor y calma a la brasa, tierna y tan grande que la camarera me dijo que sería incapaz de zampármela toda. Sigue sin creerlo aún, incluso después de haber visto el plato vacío.
Pero es que no fue sólo la carne, la chuleta y el fabuloso bistec de cerdo, las papas fritas naturales y crujientes, los deliciosos postres con miel de palma y los chupitos finales de gomerón, sino que todo parecía acompañar a la comida: la amabilidad (tan natural en los gomeros) del personal, la limpieza del local y sobre todo las vistas que se tienen desde el comedor.
La carta no es muy amplia, ni falta que hace. Prefiero una corta pero sabrosa y variada, que esas extensas y cansinas donde todo parece ser variaciones de un par de platos insulsos y demacrados.
Roque Blanco es para repetir y no cansarse nunca. Porque ¿quién se cansa de lo bueno?
Porque una cosa puedo asegurarles, creo que mis jugos gástricos no se habían estimulado de tal manera desde hacía mucho tiempo como cuando la enorme chuleta llegó a nuestra mesa y su aroma tocó mi nariz.
Jugosa, hecha con amor y calma a la brasa, tierna y tan grande que la camarera me dijo que sería incapaz de zampármela toda. Sigue sin creerlo aún, incluso después de haber visto el plato vacío.
Pero es que no fue sólo la carne, la chuleta y el fabuloso bistec de cerdo, las papas fritas naturales y crujientes, los deliciosos postres con miel de palma y los chupitos finales de gomerón, sino que todo parecía acompañar a la comida: la amabilidad (tan natural en los gomeros) del personal, la limpieza del local y sobre todo las vistas que se tienen desde el comedor.
La carta no es muy amplia, ni falta que hace. Prefiero una corta pero sabrosa y variada, que esas extensas y cansinas donde todo parece ser variaciones de un par de platos insulsos y demacrados.
Roque Blanco es para repetir y no cansarse nunca. Porque ¿quién se cansa de lo bueno?
Iglesia de la Virgen de la Salud, la Virgen a la que todos rezan.
Salud, dinero y amor, dice la canción. El dinero hay que ganarlo por trabajo o por un golpe de suerte, el amor viene solo, cuando menos lo esperas, pero la salud, ¡ay, la salud! Esa es más veleta... A veces saltamos de alegría, de bienestar, de energía; pero otras caemos enfermos, sin ganas ni ánimos, sin vida. Por eso todos los mortales creyentes en una u otra religión, se encomiendan a su dios, profetas, santos o beatos para que nunca les falte. Ya se sabe que al final lo importante es " tener salud".
En el caso católico, la Virgen como Madre de Jesús, la que le dio la vida, es considerada desde siempre como fuente de milagros y curaciones para millones de enfermos y como custodia de los que tienen la suerte de no caer presas de la enfermedad..
Así, por aquello de no ser menos, decidimos entrar a visitarla.
La iglesia es de un blanco inmaculado, que contrasta con los colores de las tejas y el verde de los árboles que dan sombra a la plaza. Dos pequeñas campanas cuelgan del también diminuto campanario.
Dentro, donde el cálido y luminoso sol de verano no puede acceder, estallan los colores en un muestra excepcional de imaginería y sobre todo en un retablo muy sencillo pero que me recordó inmediatamente a esas maravillosas tablas que cubren las iglesia populares de México.
Rojos, verdes, dorados azules... Como paleta de pintor, los colores del retablo parecen luchar para llamar nuestra atención, para dirigir nuestros ojos hacia ellos en una batalla estética interminable. Disfruto de la contienda hasta que mis ojos se detienen ante un delicado crucifijo que alguien, acertadamente colocó sobre el altar. Quiero llevarme su pequeña imagen en la memoria...
La única nave del templo, así como su horizontalidad, nos permiten acercarnos casi a milímetros de las obras de arte que custodia la iglesia. Un calvario, una preciosa Virgen de los Remedios.. Pero sobre todo la hermosa y límpida cara de la Virgen de la Salud, al más puro estilo de las tallas sevillanas pero con un rostro de esperanza, de alegría y de quietud.
No es de extrañar que acudan los devotos a miles, y que cada año una familia de Arure o de cualquier lugar de la isla confeccione un ramo de frutas y flores para dar gracias por las promesas realizadas a alguno de sus miembros. Según me dijeron hay una lista de espera de 10 años para confeccionar la ofrenda.
En el caso católico, la Virgen como Madre de Jesús, la que le dio la vida, es considerada desde siempre como fuente de milagros y curaciones para millones de enfermos y como custodia de los que tienen la suerte de no caer presas de la enfermedad..
Así, por aquello de no ser menos, decidimos entrar a visitarla.
La iglesia es de un blanco inmaculado, que contrasta con los colores de las tejas y el verde de los árboles que dan sombra a la plaza. Dos pequeñas campanas cuelgan del también diminuto campanario.
Dentro, donde el cálido y luminoso sol de verano no puede acceder, estallan los colores en un muestra excepcional de imaginería y sobre todo en un retablo muy sencillo pero que me recordó inmediatamente a esas maravillosas tablas que cubren las iglesia populares de México.
Rojos, verdes, dorados azules... Como paleta de pintor, los colores del retablo parecen luchar para llamar nuestra atención, para dirigir nuestros ojos hacia ellos en una batalla estética interminable. Disfruto de la contienda hasta que mis ojos se detienen ante un delicado crucifijo que alguien, acertadamente colocó sobre el altar. Quiero llevarme su pequeña imagen en la memoria...
La única nave del templo, así como su horizontalidad, nos permiten acercarnos casi a milímetros de las obras de arte que custodia la iglesia. Un calvario, una preciosa Virgen de los Remedios.. Pero sobre todo la hermosa y límpida cara de la Virgen de la Salud, al más puro estilo de las tallas sevillanas pero con un rostro de esperanza, de alegría y de quietud.
No es de extrañar que acudan los devotos a miles, y que cada año una familia de Arure o de cualquier lugar de la isla confeccione un ramo de frutas y flores para dar gracias por las promesas realizadas a alguno de sus miembros. Según me dijeron hay una lista de espera de 10 años para confeccionar la ofrenda.
Qué bonitas historias, leyendas y todo lo que dices, hasta de la comida. Gracias
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