domingo, 4 de noviembre de 2018

El maravilloso mundo de los cruceros (XI). Norwegian Sun

 

Hace unos años disfruté de un maravilloso crucero por el Báltico en un precioso barco, el Norwegian Sun, de NCL. No soy de los que creen que un barco pequeño es mejor que uno grande, ni que una compañía es mejor que otra, simplemente elijo el barco en función de la ruta que haga.

Ese año, el más que se ajustó a lo que buscaba era el Sun. Sabía que no iba a tener mala experiencia, ya que era el tercer crucero con la compañía, así que jugaba sobre seguro. Pero veamos un poco al detalle la experiencia.

Si tuviera que destacar algo sobre todo lo demás, me decantaría por el servicio. NCL es la amabilidad llevada al límite. Todos los tripulantes, sin excepción, se desviven por hacer que cada crucero sea una experiencia única. Todos sonríen, por muy mal día que tengan, te acompañan a donde quieras ir, vienen a cada momento a la mesa para saber si te hace falta algo, o incluso pasan fuera de su turno por el camarote para saber si se te acabó el hielo.

  Aparte de la naturaleza amable de los camareros y ayudantes, de los oficiales y cabinistasNCL ha puesto en marcha un programa, el S.T.Y.L.E. que premia las felicitaciones que reciben por parte de los pasajeros, lo que a veces hace que la amabilidad sea un poco excesiva.


Siguiendo en la línea de la compañía, se han renovado totalmente los menús, adaptándolos a un gusto standard europeo, y en el que los españoles encontramos muchos platos de nuestro gusto. En los restaurantes libres, como son el Seven Seas y el Four Seasons la comida es muy buena, con cantidades aceptables y curiosas presentaciones. En el buffet Garden Caffe, es muy variada y para todos los gustos; el único punto negativo es que cierra a las 14.30 y si vienes de una excursión con un poco de hambre tienes que contentarte con los snacks del Great Outdoors de popa o del Sports Bar, contiguo a éste.

Después de comer podemos ir al camarote a descansar, Esta vez un interior, ya que no es excesivamente pequeño y pueden moverse dos personas con total comodidad.



El armario es realmente enorme y tiene espacio para ropas y maletas de sobra. El camarero repone hielo dos veces al día y abre la cama por la tarde con el regalo del muñeco de toallas. Las camas son realmente cómodas, mullidas pero no blandas. Las almohadas muy bajitas para mi gusto. El baño está bastante bien, un monobloque que el cabinista se encarga de mantener impoluto cada día. En la ducha hay gel y champú en dispensadores y jabón líquido para el lavabo. Y por supuesto, la pregunta que se hacen todas las mujeres. ¡¡¡Sí, tiene secador!!!!



El camarote tiene mucho colorido gracias a las moquetas y los colores claros de muebles y paredes, lo que da más sensación de amplitud.

Salgamos fuera de nuevo, y veamos si hay algo que hacer.¡¡¡ Pues claro!!!! Es NCL y si quieres puedes estar casi las 24 horas del día haciendo cosas sin parar. El día de navegación conté hasta 78 actividades, varias de ellas simultáneas. Yo no soy mucho de participar, pero esta vez me pareció divertido, y acudí a dos clases de doblado de servilletas, una conferencia sobre el museo Ermitage, una subasta, una charla sobre otros cruceros NCL… ¡¡¡Casi no paré!! Comparando con otras compañías la verdad es que la animación, sin que sea algo espectacular, llega al nivel de aceptable.


Sin embargo, los espectáculos no alcanzan el nivel de otros en los que he viajado como MSC. En NCL no son una prioridad, aunque en el Norwegian Sun fueron mejores que en el Norwegian Gem, se limitaron a dos noches de musical medianamente aceptable, dos de mimos y humoristas, dos de malabares y dos de variedades. En conjunto sumarían un aprobado, pero raspadito.








Si tenemos que hablar de las escalas, he de decir algo bueno y algo malo.

Por un lado los países que tocó el crucero me parecieron perfectos, justo lo que quería, pero por el otro, aunque los tiempos de las escalas en líneas generales fueron aceptables, si que hubo uno de ellos que logró que me pusiera de mal humor. Estocolmo parece ser muy caro para la compañía, por lo que amarra en el puerto de Nynashmn, a 1.30 en tren de la capital.





Aunque llegamos a las 8, hasta las 10 no bajamos en los tender, la hora y treinta en tren , más lo mismo a la vuelta, reduce la visita de Estocolmo a 4 horas y pico.

No se puede visitar el Ayuntamiento con prisas, ni el Museo Vasa. Menos mal que mi naturaleza es callejera y aunque tuve que renunciar a ambas cosas ( aunque la torre del Ayuntamiento sí la visité), el ambiente de la ciudad y algunas iglesias y plazas consiguieron que me llevara una imagen, bastante global de la ciudad.


Fue lo único absolutamente negativo de la organización.



Mirando de forma global el crucero y el barco y si tuviera que puntuarlo le daría un 8. Lo recomendaría sin ninguna duda a cualquier amigo o a quién quisiera vivir el Báltico en un barco grande pero acogedor, con buen ambiente y animación, una tripulación agradable y atenta, una comida más que aceptable, una decoración variada y con diferentes ambientes, y sobre todo el sistema Free Style, que nos permite movernos por el barco a la hora de la comida como si estuviéramos en casa , pudiendo comer donde queramos y casi a cualquier hora.

A la pregunta de si volverá a viajar en NCL, diré que con toda seguridad lo haré en breve. Es una gran compañía que crece sin parar, sin perder un ápice de calidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario