Es una de las siete zonas de monumentos en el Valle de Katmandú, que en conjunto han sido designados por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. También se encuentra en la plaza el Museo de Patan, donde se veneran estatuas de bronce y objetos religiosos, que datan del siglo XI. Este museo, que era originalmente un palacio Malla, está abierto todos los días.
El Golden Temple (Hiranya Varna Mahavihar), construido en el siglo XII por el rey Bhaskar Verma, está situado al norte de la plaza Durbar. Este monasterio budista de tres tejados está adornado con una fachada de oro, cuatro puertas grandes, una torre del reloj, y dos esculturas de leones. En el interior hay imágenes doradas de Buda, esculturas de pared, y una rueda de oración. En el complejo del palacio se encuentra el templo de piedra de Lord Krishna ('Krishna Mandur') con sus 21 torres y bajo relieves que representan escenas del Mahabharata y Ramayana. El templo fue construido por el Rey Siddhi Narasingha Malla en el siglo XVI dC. El Baño Real (conocido como "Tushahity ') es otra obra maestra de la escultura de piedra fina y bronce.
A las afueras del mercado de Patan, el Templo Rato (Rojo) Machhindranath está dedicado al dios de la lluvia y la abundancia. Tiene cuatro puertas con tallas intrincadas, cada una con figuras de leones, y otros animales sobre los pilares. Este templo es el lugar de las celebraciones que incluyen un desfile con un carro desde el templo y termina en un pueblo cercano llamado Bungamati. Este festival se lleva a cabo durante abril y mayo.
El último día hicimos una excursión opcional a Kirtipur.
Localizada a cinco kilómetros al sur oeste de Katmandú, es una localidad campesina típicamente newar, en la que parece que nada ha cambiado desde hace siglos. Este pequeño pueblo, donde las técnicas modernas no han llegado, está situado en la cumbre de una estrecha colina que domina el valle.
Bhadgaon ( Bhaktapur). Capital del Valle entre los siglos XIV y XVI, también es conocida como "La ciudad de los devotos". Construida en el siglo IX, en forma de la concha de Visnú por el rey Ananda Malla, es la ciudad del Valle que mejor conserva su caracter e identidad. Ello es debido a sudesarrollo independiente hasta la reunificación del Valle por los invasores Ghurkas en 1768 y a la gran atracción que ejercía Katmandú sobre los inmigrantes. En sus calles llenas de tipismo y colorido se desarrolla una gran actividad artesanal que da aún mayor atractivo a esta ciudad de ambiente medieval.
Entrada a uno de los templos budistas, con la rueda de la vida y las garudas doradas guardando la entrada.
A las afueras del mercado de Patan, el Templo Rato (Rojo) Machhindranath está dedicado al dios de la lluvia y la abundancia. Tiene cuatro puertas con tallas intrincadas, cada una con figuras de leones, y otros animales sobre los pilares. Este templo es el lugar de las celebraciones que incluyen un desfile con un carro desde el templo y termina en un pueblo cercano llamado Bungamati. Este festival se lleva a cabo durante abril y mayo.
Localizada a cinco kilómetros al sur oeste de Katmandú, es una localidad campesina típicamente newar, en la que parece que nada ha cambiado desde hace siglos. Este pequeño pueblo, donde las técnicas modernas no han llegado, está situado en la cumbre de una estrecha colina que domina el valle.
Entrada a uno de los templos budistas, con la rueda de la vida y las garudas doradas guardando la entrada.
Una de las ruedas gigantes de oración. Mide 3 metros y hay que hacerla girar para que las oraciones lleguen a Buda.
A la vuelta pasamos por varios pueblecitos, mientras hacíamos un poco de trekking nepalí.
En Pashupatinath queman el cuerpo con lo que tienen a mano, nada de madera de sándalo o roble. Aquí el combustible es lo que tengamos a mano: muebles, cañas de bambú, sillas, mesas, etc. Es algo normal que no se consuma el cuerpo entero y que los restos se tengan que arrojar al río Bagmati. Esto lo hacen los dom, también encargados de limpiar el ghat y rastrillar por si encuentran alguna alhaja del muerto. Los curiosos no pierden ojo y asisten a la ceremonia desde el otro lado del río, entre ellos santones, fakires y yoguis. Y nosotros, claro.
Pashupatinath es el cementerio de Katmandú. Es un lugar frío, gris. Alberga uno de los mayores templos que hay en el mundo dedicado al dios Shiva y, como el noventa por ciento de Nepal, es Patrimonio de la Humanidad. Es el más antiguo del país del Himalaya y por él pasa el río Bagmati, afluente del Ganges, y río sagrado para los nepalíes.
En este lugar todo asombra a un occidental, somos todo oídos, ojos y olfato. Sobre todo olfato, huele a carne quemada que se te mete hasta las entrañas. Es un olor que no te puedes quitar y que nos perseguirá durante todo el día. La mayoría de los nepalíes terminan aquí sus días, menos los saddhus ya que son hombres sagrados y no necesitan purificarse.
Y para acabar nos dirigimos a Dharmapath, la Plaza Ratna, para comer en un restaurante giratorio que funciona desde hace varias décadas y que nos dejaba esta imagen desde lo alto.
En este lugar todo asombra a un occidental, somos todo oídos, ojos y olfato. Sobre todo olfato, huele a carne quemada que se te mete hasta las entrañas. Es un olor que no te puedes quitar y que nos perseguirá durante todo el día. La mayoría de los nepalíes terminan aquí sus días, menos los saddhus ya que son hombres sagrados y no necesitan purificarse.
Al terminar el ritual todos se lavan y cambian su vestimenta para quitarse las impurezas del cuerpo muerto. Familiares y amigos vestirán de luto blanco hasta el decimotercer día por la mañana. Aquí se prohíbe el luto excesivo y lamentarse demasiado, esto podría entorpecer el camino hacia el más allá de la vida.
Hasta siempre, Nepal.
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