jueves, 2 de junio de 2022

Crucero por Emiratos Árabes y Qatar. (II). Dubai (II)

 Cruzamos al otro lado del Creek, donde aparte de obtener otra perspectiva de Al Fahidi recorremos el barrio de Deira. Una moderna carretera nos ha traído hasta aquí, pero quienes no disponen de coche toman uno de los abras, en el que caben hasta 20 personas y en un par de minutos cruzan de un lado a otro de la ría. 



También aquí amarran los dhows de los que hemos hablado, a la espera de ser alquilados para eventos y paseos de grupos organizados.

Cae la tarde, y debemos acercarnos al centro, para presenciar uno de los espectáculos más emocionantes que nos ofrece Dubái.
Para ello debemos entrar al Dubái Mall, el centro comercial más grande del mundo.
Este paraíso de las compras y el ocio, ocupa nada menos que 1,1 millones de metros cuadrados, y aún se le va a añadir 93 mil metros cuadrados más para dar cabida a nuevas tiendas y opciones de ocio.

Son más de 1.200 tiendas, unos multicines con 22 salas, 120 restaurantes y cafeterías...todo un mundo.



Pero uno de sus atractivos principales es el gigantesco acuario, que posee el Record Guiness de tener el panel acrílico más grande del mundo, que puede disfrutarse justo a pocos metros de la entrada del Centro Comercial. Tras él, nadan 33 mil peces de 140 especies diferentes, entre ellos 300 tiburones.

Pero vamos a pasar de largo de esta maravilla y seguir hasta el fondo del inmenso pasillo para cruzar el Mall y dirigirnos a un espacio interior abierto al cielo. 
Aquí con la omnipotente y espectacular vista del Burj Khalifa vamos a asistir a un espectáculo que recordaré toda mi vida.

Considerada oficialmente como la fuente con coreografía más grande del mundo, viene a ser la versión árabe de las de Bellagio en Las Vegas, pero en versión petrodólares, es decir, más impresionante. Con un coste de 218 millones de dólares, la estructura, que posee 6.600 luces de colores, que iluminan 275 metros de chorros de agua que suben hasta los 150 metros, es todo un espectáculo que debe ser visitado al menos una vez en la vida.
Pongo aquí un breve video para que puedan hacerse una idea de lo espectacular de esta demostración acuática que se repite, diariamente cada 30 minutos de 6 a 11 de la tarde.

Al siguiente día volvimos al Dubai Mall, esta vez para batir mi propio record de altura, que estaba en haber subido al Empire State  a 320 metros. Tras pasar los controles de seguridad llegamos al vestíbulo, y al mirar por la ventana que da al edificio Burj el Khalifa, el más alto del mundo con 828 metros de altura, vimos el punto exacto donde estaríamos unos minutos después, una terraza en el piso 124 situada a 450 metros del suelo.

Los ascensores que nos llevan arriba suben a una velocidad de 18 metros por segundo, es decir a unos 65 kilómetros por hora. Al llegar arriba vemos una de las más de 1.000 obras de arte que adornan el edificio, como esta espectacular lámpara de cristal de Baccarat.

Salimos a la terraza para disfrutar del vértigo de una vista de 360 º de la ciudad de Dubái.
Quizá la imagen favorita de todos los que hacemos esta visita sea la de las espectaculares fuentes que vimos la noche anterior.

Las cifras del edificio son realmente vertiginosas. 
Para su construcción se usaron 330.000m³ de hormigón. 39.000 toneladas de barras de acero.

La cantidad de aluminio usado en el edificio es la equivalente a la usada en construir 5 aviones Airbus A380 y los paneles de vidrio que lo cubren tienen la misma superficie que 17 estadios de futbol.



Teníamos todavía algo de tiempo para acercarnos a Jumeirah y ver, al menos de lejos el que fue una vez orgullo de Dubái en cuestión de popularidad, el Burj al Arab. Para ello nos acercamos a un centro comercial que merece una visita al menos para disfrutar de su arquitectura y por la calidad de sus productos, aunque los precios ya son harina de otro costal, Madinat Jumeirah.


Después de ver algunas de sus 75 tiendas nos acercamos a una terraza interior desde donde vimos la esperada imagen de este hotel que merecería, según los expertos, la calificación de 7 estrellas. Y a las estrellas parece llegar, con sus 321 metros de altura que parecen emerger de una isla artificial y que lo convierten en el hotel de lujo más alto del mundo.

Decidimos acercarnos un poco más para conocer al coloso un poco mejor.
Se dice que su construcción costó la friolera de 1.000 millones de dólares, aunque al parecer fue bastante más. No es de extrañar, ya que no se escatimó en materiales.
30 tipos de mármol, 8.000 m² de pan de oro de 24 kilates, dos acuarios gigantescos, dos suites reales con cine privado, un helipuerto, el techo de cristal de Swaroski más grande del mundo, e incluso los huéspedes reciben un iPad cubierto de oro de 14 kilates para su uso durante la estancia. Todo parece poco para este hotel.

Y nos dirigimos ahora al último punto a visitar antes de dejar la ciudad, la Marina de Dubái.

Hasta hace poco más de una década en esta parte del sur de la ciudad tan sólo había agua y arena. Hoy va camino de convertirse en el puerto deportivo más grande del mundo y también en cabeza del desarrollo tecnológico, con la Dubai Media City y Dubai Internet City como bandera.

Para atraer a lo mejor de lo mejor en residentes e inversores, se ha construido un canal artificial de 7 kilómetros flanqueado por un paseo salpicado de tiendas, restaurantes y cafeterías.
Pero sin duda lo que más llama nuestra atención es la infinita cantidad de rascacielos que inspirados e el Concord Pacific Place de Vancouver son el hogar de más de 120.000 personas.




Aquí se encuentra el Dubai Marina Yacht Club, uno de los más selectos clubs de yates del mundo que da atraque a más de 500 yates a cual más lujoso y moderno.

Nos despedimos de Dubái para continuar nuestra singladura y conocer la capital de Emiratos Árabes, Abu Dabi.

No hay comentarios:

Publicar un comentario