sábado, 12 de julio de 2025

El maravilloso mundo de los cruceros. (VII) MSC Armonia

Apenas amanecía cuando el MSC Armonía apareció frente a nosotros, atracado en el puerto de Tenerife. No tenía el porte gigantesco de los megabuques más nuevos, pero su silueta elegante y equilibrada irradiaba un tipo distinto de presencia: la de un veterano del mar, refinado y acogedor. A bordo, nos esperaba una experiencia que prometía menos ostentación, pero más carácter.

El Armonía es uno de los barcos más emblemáticos de MSC Cruceros, y también uno de los más antiguos aún en operación dentro de su flota. Fue construido en el año 2001 por los astilleros Chantiers de l'Atlantique, en Francia, bajo el nombre de MS European Vision, antes de ser adquirido y rebautizado por MSC. Sin embargo, en 2014 fue completamente renovado como parte del programa "Renaissance", una ambiciosa modernización que añadió nuevas áreas, camarotes y tecnología, extendiendo su eslora a 275 metros.



Subimos por la cubierta 5, donde una tripulación cordial nos dio la bienvenida. El ambiente a bordo era relajado, casi íntimo. A diferencia de otros barcos más grandes, el MSC Armonía tiene una capacidad máxima de alrededor de 2,679 pasajeros, atendidos por una tripulación de más de 700 personas, lo que se traduce en una atención más personalizada y un ritmo de vida más pausado.

El atrio principal, aunque más sencillo que en otros barcos de la flota, ofrecía una calidez inmediata: suelos de mármol oscuro, barandillas de bronce y una iluminación suave que creaba una atmósfera elegante sin excesos. Uno podía imaginarse fácilmente tomando un café aquí durante una tarde de navegación tranquila por el Adriático o el Caribe.



Nos dirigimos a los camarotes, repartidos en 9 cubiertas de pasajeros. La renovación de 2014 añadió más de 190 nuevas cabinas, muchas con balcón, lo cual no era común en barcos de su generación. Visitamos una cabina con balcón privado en la cubierta 9: sobria, funcional y con un enorme ventanal desde el que el mar parecía estar al alcance de la mano.





En la zona de piscinas, ubicada en la cubierta superior, el ambiente era familiar. Había una piscina principal y varios jacuzzis rodeados de tumbonas, con un bar a pocos pasos. Si bien el Armonía no cuenta con las cúpulas retráctiles de los buques más modernos, su diseño más abierto deja entrar la brisa del océano sin intermediarios. A pesar de sus 58,600 toneladas de registro bruto, el barco se siente ágil, casi ligero en su navegación.







La zona de entretenimiento incluye un teatro de dos niveles, La Fenice, con capacidad para varios cientos de personas. Aún vacío durante la visita, el escenario y las luces sugerían que cada noche allí ocurren verdaderos espectáculos a la altura de cualquier producción profesional. También hay un casino, una discoteca y un espacio para adolescentes, aunque el enfoque general del barco es más sereno y clásico.



Uno de los grandes aciertos del Armonía está en su MSC Aurea Spa, donde se ofrecen tratamientos de relajación y belleza con un enfoque holístico. Tuvimos la oportunidad de probar una sesión corta de aromaterapia, y fue fácil olvidar que estábamos sobre una estructura que puede alcanzar velocidades de hasta 20 nudos en mar abierto, propulsada por motores diésel muy eficientes para su tamaño.



Pasamos luego por el restaurante Marco Polo, el principal del barco, decorado con maderas oscuras y cortinas elegantes. Aquí se sirve cocina mediterránea con menús que cambian cada día. También visitamos el buffet, abierto gran parte del día, y la heladería italiana, una delicia inesperada. En total, el barco alberga 5 restaurantes y bares temáticos, incluyendo un café de estilo vienés.












Lo más destacable del MSC Armonía es su atmósfera: no pretende competir con los barcos más modernos en tamaño ni en espectáculos, sino ofrecer una navegación tranquila, cómoda y profundamente humana. Aquí, el mar es protagonista. Es un barco para quienes buscan conexión más que deslumbramiento.




Cuando la visita terminó y bajamos por la pasarela, el sol ya estaba alto. Al volver la vista atrás, el Armonía nos pareció más que un barco: un pequeño hotel con alma, flotando entre puertos históricos y cielos despejados. Un homenaje a una forma de viajar más íntima, más auténtica, y aún muy viva.

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