martes, 2 de julio de 2013

Leyendas de Praga (II)

Salimos finalmente del Castillo y encontramos la plaza Hradcany.
Esta plaza ha conservado su forma desde la Edad Media, con una columna de Ferdinand Brokoff en el centro y varias residencias antiguas de los canónigos con fachadas profusamente decoradas.

 Una estatua del primer presidente de la República Checoslovaca, Tomás Masaryk, custodia la entrada del castillo.
 
En el nº 16 se halla el rococó palacio Arzobispal comprado por el arzobispo Antonín Brus de Mohelnice en 1562 y, desde entonces, sede episcopal; entre 1763 y1765, se le dio a la fachada un remozado rococó. No lo pude visitar porque sólo abre en Viernes Santo.
 La visita que sí que no quería dejar de hacer era el Palacio Schwarzenberg, ya que justo el mes anterior habían acabado las labores de restauración y lucía mejor que nunca.
 
Las típicas cerraduras checas..
 
La fachada maravillosa, renacentista ella, esgrafiada en blanco y negro.
 
Al igual que otros palacios de Hradcany, el Palacio Schwarzenberg fue construido en un área que antes ocupaban tres viviendas destruidas en 1541 por el gran incendio de Praga.  Desde 1908 albergó una exhibición del Museo Técnico Nacional y después, del Museo Militar.








En la actualidad pertenece a la Galería Nacional de Praga. Luego de varios años de extensa y costosa restauración, el palacio abrió nuevamente sus puertas al público con una exposición de 160 esculturas y 280 muestras de la pintura renacentista tardía y barroca, creadas en Bohemia desde el final del siglo XVI hasta fines del XVIII.

Abandonamos la plaza y una calle nos fue llevando hasta la Plaza Loreta.


 Situado frente a la plaza del mismo nombre, el Loreto de Praga es un edificio muy importante de la ciudad, compuesto por un claustro, una iglesia, la Santa Casa, un puñado de capillas y su campanario mundialmente famoso. El Loreto ha sido lugar de peregrinaje desde que fuera construido hace ya más de 300 años y guarda un valioso tesoro en objetos litúrgicos sólo comparable al que conserva la Catedral de San Vito.


 La construcción del Loreto comenzó en 1626 por iniciativa de la baronesa Katerina von Lobkowicz y fue creciendo en tamaño con el paso de los siglos. Los monjes capuchinos, instalados en un convento en proximidades, se encargaron de la dirección y cuidado del Loreto.

 El campanario del Loreto fue donado por un rico comerciante de Mala Strana, llamado Eberhard von Glauchau. Cuando fue instalado a fines del siglo XVII, era una verdadera novedad en Bohemia.
Las treinta campanas que componen el carrillón fueron hechas en Amsterdam por Claudy Fremy entre 1683 y 1691. Peter Neumann, famoso relojero de Praga, organizó el carrillón y lo conectó al reloj de la fachada de la torre. También creó el mecanismo basado en un cilindro con clavijas para producir las diferentes melodías, llamado pantomusos. El complicado mecanismo es similar al utilizado en la Westerkerk de Amsterdam, en Delft, Brujas y Berlín. Las campanas del Loreto sonaron por primera vez en agosto de 1695 y desde entonces suenan cada hora inundando el aire de Praga.
.
 El Monasterio Strahov es uno de los más antiguos de Bohemia y su historia comenzó con el establecimiento de una austera orden religiosa canóniga, los premontratenses. Esta orden fue creada por San Norberto en el año 1120 en la abadía de Prémontré, Francia, de donde derivó su nombre.


 Inicialmente fue construido un monasterio de madera con una basílica románica en el lugar que antes ocupaba una vieja construcción de los tiempos del Príncipe Vladislav II. La construcción de una iglesia en piedra probablemente haya comenzado hacia el año 1149, completándose también el monasterio en el año 1182. Esta primera construcción fue destruida por un incendio en 1258 casi en su totalidad y reconstruida en estilo gótico.

 
Como otros edificios de Praga, el convento sufrió los vaivenes de la agitada historia de la ciudad. En 1420 la actividad del monasterio se detuvo cuando fue saqueado por los protestantes durante las revueltas husitas. El período de decadencia duró hasta fines del siglo XVI, cuando llegó el abad Jan Lohelius, quien emprendió enérgicas obras de revitalización: reconstruyó la iglesia, creó talleres y arregló jardines en torno al monasterio. Su obra fue continuada más tarde por su sucesor Kaspar Questenberg, quien entre otras cosas, habilitó el Hospital de Santa Isabel en las proximidades y puso en funcionamiento una cervecería en el monasterio mismo. Pero sin duda su mayor logro fue el traslado de las reliquias de San Norberto a Strahov, donde todavía se conservan.


Al final de la Guerra de los Treinta Años, el monasterio se encontraba otra vez saqueado y destruido, esta vez por soldados del ejército sueco, quienes robaron muchos objetos valiosos, manuscritos y libros impresos en el convento. Una vez más se emprendió la reconstrucción. En 1679 se completó la Sala Teológica.


 El Monasterio Strahov funciona aún como monasterio, esto es, preparando novicios y clérigos, y es un activo lugar de peregrinaje. Alberga además un valioso museo, una galería de pintura y su famosa biblioteca, que guarda una increíble colección de libros raros y otros objetos muy especiales.


 Salimos del Monasterio y emprendemos la subida a la Colina de Petrin, mirador por excelencia de Praga. Lo primero que vemos es el llamado Muro del Hambre, que se prolonga más de 1 kilómetro. Durante el reinado de Carlos IV, en 1362 los pobres de la ciudad trabajaron en estas defensas a cambio exclusivamente de comida, de ahí su nombre.
 La Colina Petrin se eleva hasta alcanzar los 327 metros al sur de Malá Strana. En otros tiempos proveía de las piedras necesarias para la construcción de casas y monumentos en la ciudad; actualmente, sus laderas forestadas y adornadas con jardines proporcionan un espacio muy agradable para pasear disfrutando de las mejores vistas sobre Praga y el río. El más reciente de sus jardines es un precioso rosedal que data de 1931, un espacio muy bonito para visitar en las estaciones más cálidas.

 Los praguenses disfrutan mucho del parque Petrin; cada estación lo "viste" de colores y sensaciones diferentes. Aún en invierno, la gente se llega para pasear por sus avenidas respirando el aire más limpio y puro, o para que los niños disfruten de los juegos en la nieve. También puede ser la ocasión de interesarlos a la astronomía llevándolos de visita al planetario.
 Hay dentro del parque algunas atracciones especiales, entre ellas la más famosa es la Torre de Petrin, una torre-observatorio de 60 metros de altura construida en 1891, que inmediatamente recuerda a la Torre Eiffel de París, evidentemente a una escala mucho menor.


Situada en lo más alto de la colina, vale la pena subir los 299 peldaños para llegar a su mirador, desde el cual las vistas alcanzan, en días claros, varias decenas de kilómetros a la redonda.


 
Dejamos atrás la torre de Petrin y nos dirigimos al Laberinto de los espejos. Instalado en lo que parece un castillo en miniatura, este laberinto con espejos deformantes hace las delicias no sólo de los más chicos.
 El edificio data de 1891 y era el antiguo Salón de Exposiciones de Praga.

 Antes de entrar al laberinto, hay que prestar atención a un diorama representando la última batalla de la Guerra de los Treinta Años, cuando los checos resistieron al ataque de los suecos combatiendo sobre el Puente Carlos.
 
La verdad es que el Laberinto es mínimo, y no vale la pena pagar los dos euros que vale, pero como lo teníamos incluido en la Praga Card...

 Frente al Laberinto de Espejos, adosada al Muro del Hambre y no muy lejos de la torre Petrin se encuentra la Iglesia de San Lorenzo. Según la leyenda, desde el siglo X los eslavos utilizaron el lugar como santuario para sus rituales paganos, que incluían el culto al fuego. Se dice que estos rituales involucraban extrañas visiones y una cierta actividad paranormal que los cristianos no toleraron. Tras las persecuciones a los eslavos por conjurar con lo desconocido construyeron una iglesia, hacia el año 1135, para contrarrestar los efectos del paganismo.

 Y seguimos paseando por el parque..

 En dirección al Observatorio de Stefánik.
 Estrellas, nebulosas, galaxias, planetas, asteroides, cometas: todos estos objetos y fenómenos celestes pueden ser admirados desde hace 80 años por los visitantes del Observatorio Štefánik, de Praga. 
 Su historia se remonta a los años 20 del siglo pasado cuando los miembros de la Asociación Astronómica Checa decidieron llevar a cabo su gran sueño: construir en Praga un observatorio público.

Al escoger el nombre para el observatorio, sus autores se inspiraron en el personaje de Milan Rastislav Štefánik, astrónomo y político, considerado como uno de los fundadores del Estado checoslovaco.
El edificio contaba originalmente con una sola cúpula, la del este, mientras que la cúpula principal y la del oeste fueron construidas en 1930. En la mitad de los años 70, el Observatorio se sometió a una compleja reconstrucción después de la cual adquirió su forma actual.

El Observatorio fue equipado con un gran telescopio de la empresa alemana Zeiss, destinado a la observación de cometas y nebulosas. En 1928, la viuda del aficionado a la astronomía Rudolf König, de Viena, ofreció a la Asociación Astronómica Checa otro telescopio. En la recolecta pública, organizada para obtener el aparato, contribuyó también el primer presidente de Checoslovaquia. El telescopio se encuentra hoy en la cúpula principal, ubicado en un pilar clavado en la roca, para que las vibraciones del suelo provocadas por el paso de los visitantes no perturben su funcionamiento.

El Observatorio es visitado por unas 50 mil personas cada año. Les guían los empleados del instituto, la mayoría de ellos, estudiantes universitarios aficionados a la astronomía. Las visitas incluyen, por supuesto, la observación del firmamento con alguno de los telescopios.
 Para bajar de la colina a la ciudad decidimos probar el funicular que por 26 kc te pone en la calle Karmelitská

 Y llegamos abajo.
Vamos a caminar por la calle Karmelitská...

La Iglesia de Nuestra Señora de la Victoria en Malá Strana es la iglesia barroca más antigua de Praga y uno de los sitios de peregrinaje más visitados por católicos de todo el mundo, puesto que en ella se encuentra la imagen del venerado Niño Jesús de Praga.

La devoción a Jesús siendo niño fue estimulada por muchos santos durante siglos. En el barroco fue especialmente Santa Teresa de Ávila quien promovió el culto al Niño Jesús en España. Y fue allí precisamente donde comenzó la historia del Niño Jesús de Praga, se cree que en algún convento entre Córdoba y Sevilla.

 Doña Isabela Manrique de Lara y Mendoza habría obtenido esta imagen de 47 cm. de altura, que luego viajó a Praga como regalo de bodas de su hija con un noble checo. Pasando de generación en generación, llegó a Polyxena de Lobkowicz quien la donó a las carmelitas en 1628.

Con la ocupación sajona en 1631 el monasterio y la iglesia cayeron en el abandono. Un cura llegó después al lugar abandonado y encontró la estatua seriamente dañada. Se dice que oyó voces del niño que le decía que lo restaurara y que él le daría paz y así lo hizo el sacerdote. Desde entonces se le atribuyeron una serie de milagros, como la protección de la ciudad durante la ocupación sueca
 La tradición de vestir al Niño Jesús es muy antigua y el de Praga cuenta con alrededor de 85 trajes.

Los miles de peregrinos que cada año pasaban por allí deseaban ver esta colección de trajes, algunos ricamente adornados, y por ello se abrió en 1997 el pequeño Museo del Niño Jesús de Praga, que en espera de fondos para crear un espacio mayor, por el momento sólo puede exhibir una parte de la colección.



Los orígenes de esta iglesia se remontan al siglo XVI, cuando era en realidad una capilla protestante. Resultando muy pequeña, en 1611 fue construida una iglesia, más tarde dedicada a la Santísima Trinidad.
 
El cómo llegó a ser una iglesia católica tiene que ver con las luchas entre protestantes y católicos. En 1618, los enfrentamientos entre ambos bandos provocaron la Defenestración de Praga (gobernadores católicos que fueron arrojados por las ventanas del Castillo de Praga) marcando el inicio de la Guerra de los Treinta Años. En 1620, ambos ejércitos se enfrentaron en la Batalla de la Montaña Blanca (Bila Hora). Dicen las leyendas que un cura que acompañaba a los católicos llevaba con él una imagen de la Virgen María, que había encontrado en un monasterio confiscado. Cuando la batalla parecía favorable a los protestantes, el cura bendijo a su ejército utilizando la imagen y finalmente ganaron la batalla.

Y llegamos a la Iglesia de San Nicolás de Malá Strana, que desgraciadamente estaba cerrada, aunque pudimos disfrutar de su maravillosa torre y de la sorpresa que nos aguardaba en su cumbre.


 
La subida, como a casi todas las torres, se hace interminable, pero los checos, muy listos ellos dividieron la visita en dos fases.
 La primera nos enseña las vivienda del campanero y la historia de las campanas y el significado de su toque.





 Salimos al exterior y vimos preciosas vistas..



 
Cuando dan las horas en punto un caballero acompaña a un trompetero que toca la misma melodía que en el resto de las torres hacen otros compañeros.

 Cuando acaba, saluda.
 
Seguimos subiendo y encontramos la sorpresa:
 Un nido de espías!!!!!!! 

 
Después de la reanudación de la República Checoslovaca, en el verano de 1945, los comunistas ganaron influencia decisiva en el sector de seguridad que aprovecharon para imponer el carácter bolchevique en todos los servicios de seguridad. Al mismo tiempo, el país se convirtió en un baluarte estratégico, de dónde los soviéticos enviaban legalmente a sus agente al Occidente. 
 
Tras febrero de 1948, cuando los comunistas realizaron, bajo la máscara de un respeto hipócrita a las normas de una democracia formal, un golpe de estado, el recientemente establecido régimen totalitario comenzó amplias purgas contra los agentes de orientación democrática. Los comunistas no vacilaron en recurrir a torturas, chantaje, liquidaciones físicas y ejecuciones. 

Después de la muerte de Stalin, en 1953, Moscú llegó a la conclusión de que la lucha con el capitalismo sería un asunto a largo plazo. Por lo tanto, los espías de los servicios de inteligencia de los países del bloque soviético recibieron nuevas tareas: penetrar en los sectores políticos, económicos, gubernamentales, policiales y militares de Occidente.  

 Hasta la primavera de 1968, los servicios de inteligencia checoslovacos estaban entre los colaboradores más estrechos de las semejantes organizaciones soviéticas, sobre todo la KGB y el contraespionaje militar, GRU. 

 La torre acondicionada como vivienda, fue usada durante años para espiar las embajadas extranjeras y también a los ciudadanos sospechosos de actividades anti-comunistas.

 Lo más curioso de todo es que encima estaban las campanas... ¿Cómo aguantaría el espía de turno???



Maravillosa vista del Puente Carlos
 
Bastante complacidos por la sorpresa, bajamos a la calle y dimos el último paseo del día.
 Pues la última visita fue la calle Nerudova.

Nerudova es una calle muy pintoresca de Praga. Comienza en una esquina de la Plaza de Malá Strana y sube hacia el oeste por la ladera de la colina. Una vez en lo alto se puede continuar por unas escalinatas (Radnické Schody) que flanquean dos grandes estatuas para recorrer Hradcany, o bien seguir hacia la derecha (Ke Hradu) para ir al Castillo de Praga.
 La columna de la peste de la Plaza de San Nicolás..

 Recorrer esta calle camino del castillo, si bien significa un considerable esfuerzo puesto que es bastante empinada, es un verdadero placer para los sentidos; por el colorido de las fachadas, las tiendas de recuerdos, la animación de sus cafés y restaurantes, pero especialmente por la cantidad y variedad de símbolos que decoran las fachadas, que servían para identificar las viviendas antes de que el sistema de numeración lo reemplazara en 1770. Evidentemente estos símbolos están presentes en muchas casas del centro histórico de Praga, pero en esta calle por suerte se ha conservado una buena cantidad.


Indudablemente el nombre de la calle nos recuerda de inmediato a Pablo Neruda. Y casi nadie ignora que el talentoso chileno utilizaba como seudónimo el apellido del famoso escritor y periodista checo Jan Neruda.


Los nobles construyeron enormes palacios, como el Palacio Thun-Hohenstein que hoy es sede de la Embajada de Italia, cuya entrada es custodiada por dos águilas gigantescas. Por su parte, la Embajada de Rumania tiene su sede en el Palacio Morzin; en este caso dos atlantes, dos enormes moros, sostienen el pesado balcón. La referencia a los moros no es casual; Pavel de Morzin, uno de los nobles checos más ricos, había combatido contra los turcos al servicio del emperador...






 Si alguien sabe lo que es este MOAI que me lo diga. Solo sé que había una acera llena de ellos y fue el único sitio donde los vi.

No hay comentarios:

Publicar un comentario