En el nº 16 se halla el rococó palacio Arzobispal comprado por el
arzobispo Antonín Brus de Mohelnice en 1562 y, desde entonces, sede
episcopal; entre 1763 y1765, se le dio a la fachada un remozado rococó.
No lo pude visitar porque sólo abre en Viernes Santo.
La visita que sí que no quería dejar de hacer era el Palacio
Schwarzenberg, ya que justo el mes anterior habían acabado las labores
de restauración y lucía mejor que nunca.
Al igual que otros palacios de Hradcany, el Palacio Schwarzenberg fue
construido en un área que antes ocupaban tres viviendas destruidas en
1541 por el gran incendio de Praga. Desde 1908 albergó una exhibición del Museo Técnico Nacional y después,
del Museo Militar.
En la actualidad pertenece a la Galería Nacional de Praga. Luego de
varios años de extensa y costosa restauración, el palacio abrió
nuevamente sus puertas al público con una exposición de 160 esculturas y
280 muestras de la pintura renacentista tardía y barroca, creadas en
Bohemia desde el final del siglo XVI hasta fines del XVIII.
Las treinta campanas que componen el carrillón fueron hechas en Amsterdam por Claudy Fremy entre 1683 y 1691. Peter Neumann, famoso relojero de Praga, organizó el carrillón y lo conectó al reloj de la fachada de la torre. También creó el mecanismo basado en un cilindro con clavijas para producir las diferentes melodías, llamado pantomusos. El complicado mecanismo es similar al utilizado en la Westerkerk de Amsterdam, en Delft, Brujas y Berlín. Las campanas del Loreto sonaron por primera vez en agosto de 1695 y desde entonces suenan cada hora inundando el aire de Praga.
Como otros edificios de Praga, el convento sufrió los vaivenes de la
agitada historia de la ciudad. En 1420 la actividad del monasterio se
detuvo cuando fue saqueado por los protestantes durante las revueltas
husitas. El período de decadencia duró hasta fines del siglo XVI, cuando
llegó el abad Jan Lohelius, quien emprendió enérgicas obras de
revitalización: reconstruyó la iglesia, creó talleres y arregló jardines
en torno al monasterio. Su obra fue continuada más tarde por su sucesor
Kaspar Questenberg, quien entre otras cosas, habilitó el Hospital de
Santa Isabel en las proximidades y puso en funcionamiento una cervecería
en el monasterio mismo. Pero sin duda su mayor logro fue el traslado de
las reliquias de San Norberto a Strahov, donde todavía se conservan.
Al final de la Guerra de los Treinta Años, el monasterio se encontraba
otra vez saqueado y destruido, esta vez por soldados del ejército sueco,
quienes robaron muchos objetos valiosos, manuscritos y libros impresos
en el convento. Una vez más se emprendió la reconstrucción. En 1679 se
completó la Sala Teológica.
El Monasterio Strahov funciona aún como monasterio, esto es, preparando
novicios y clérigos, y es un activo lugar de peregrinaje. Alberga además
un valioso museo, una galería de pintura y su famosa biblioteca, que
guarda una increíble colección de libros raros y otros objetos muy
especiales.
Salimos del Monasterio y emprendemos la subida a la Colina de Petrin,
mirador por excelencia de Praga. Lo primero que vemos es el llamado Muro
del Hambre, que se prolonga más de 1 kilómetro. Durante el reinado de
Carlos IV, en 1362 los pobres de la ciudad trabajaron en estas defensas a
cambio exclusivamente de comida, de ahí su nombre.
La Colina Petrin se eleva hasta alcanzar los 327 metros al sur de Malá
Strana. En otros tiempos proveía de las piedras necesarias para la
construcción de casas y monumentos en la ciudad; actualmente, sus
laderas forestadas y adornadas con jardines proporcionan un espacio muy
agradable para pasear disfrutando de las mejores vistas sobre Praga y el
río. El más reciente de sus jardines es un precioso rosedal que data de
1931, un espacio muy bonito para visitar en las estaciones más cálidas.
Los praguenses disfrutan mucho del parque Petrin; cada estación lo
"viste" de colores y sensaciones diferentes. Aún en invierno, la gente
se llega para pasear por sus avenidas respirando el aire más limpio y
puro, o para que los niños disfruten de los juegos en la nieve. También
puede ser la ocasión de interesarlos a la astronomía llevándolos de
visita al planetario.
Hay dentro del parque algunas atracciones especiales, entre ellas la más
famosa es la Torre de Petrin, una torre-observatorio de 60 metros de
altura construida en 1891, que inmediatamente recuerda a la Torre Eiffel
de París, evidentemente a una escala mucho menor.
Situada en lo más alto de la colina, vale la pena subir los 299 peldaños para llegar a su mirador, desde el cual las vistas alcanzan, en días claros, varias decenas de kilómetros a la redonda.
Situada en lo más alto de la colina, vale la pena subir los 299 peldaños para llegar a su mirador, desde el cual las vistas alcanzan, en días claros, varias decenas de kilómetros a la redonda.
Dejamos atrás la torre de Petrin y nos dirigimos al Laberinto de los espejos. Instalado en lo que parece un castillo en miniatura, este laberinto con
espejos deformantes hace las delicias no sólo de los más chicos.
El Observatorio es visitado por unas 50 mil personas cada año. Les guían los empleados del instituto, la mayoría de ellos, estudiantes universitarios aficionados a la astronomía. Las visitas incluyen, por supuesto, la observación del firmamento con alguno de los telescopios.
Con la
ocupación sajona en 1631 el monasterio y la iglesia cayeron en el
abandono. Un cura llegó después al lugar abandonado y encontró la
estatua seriamente dañada. Se dice que oyó voces del niño que le decía
que lo restaurara y que él le daría paz y así lo hizo el sacerdote.
Desde entonces se le atribuyeron una serie de milagros, como la
protección de la ciudad durante la ocupación sueca
Los miles de peregrinos que cada año
pasaban por allí deseaban ver esta colección de trajes, algunos
ricamente adornados, y por ello se abrió en 1997 el pequeño Museo del
Niño Jesús de Praga, que en espera de fondos para crear un espacio
mayor, por el momento sólo puede exhibir una parte de la colección.
Nerudova es una
calle muy pintoresca de Praga. Comienza en una esquina de la Plaza de
Malá Strana y sube hacia el oeste por la ladera de la colina. Una vez en
lo alto se puede continuar por unas escalinatas (Radnické Schody) que
flanquean dos grandes estatuas para recorrer Hradcany, o bien seguir
hacia la derecha (Ke Hradu) para ir al Castillo de Praga.
Indudablemente el nombre de la calle nos recuerda de inmediato a Pablo
Neruda. Y casi nadie ignora que el talentoso chileno utilizaba como
seudónimo el apellido del famoso escritor y periodista checo Jan Neruda.
Los nobles construyeron enormes palacios, como el Palacio
Thun-Hohenstein que hoy es sede de la Embajada de Italia, cuya entrada
es custodiada por dos águilas gigantescas. Por su parte, la Embajada de
Rumania tiene su sede en el Palacio Morzin; en este caso dos atlantes,
dos enormes moros, sostienen el pesado balcón. La referencia a los moros
no es casual; Pavel de Morzin, uno de los nobles checos más ricos,
había combatido contra los turcos al servicio del emperador...
Si alguien sabe lo que es este MOAI que me lo diga. Solo sé que había una acera llena de ellos y fue el único sitio donde los vi.
El edificio data de 1891 y era el antiguo Salón de Exposiciones de Praga.
Antes de entrar al laberinto, hay que prestar atención a un diorama
representando la última batalla de la Guerra de los Treinta Años, cuando
los checos resistieron al ataque de los suecos combatiendo sobre el
Puente Carlos.
La verdad es que el Laberinto es mínimo, y no vale la pena pagar los dos
euros que vale, pero como lo teníamos incluido en la Praga Card...
Frente al Laberinto de Espejos, adosada al Muro del Hambre y no muy
lejos de la torre Petrin se encuentra la Iglesia de San Lorenzo. Según
la leyenda, desde el siglo X los eslavos utilizaron el lugar como
santuario para sus rituales paganos, que incluían el culto al fuego. Se
dice que estos rituales involucraban extrañas visiones y una cierta
actividad paranormal que los cristianos no toleraron. Tras las
persecuciones a los eslavos por conjurar con lo desconocido construyeron
una iglesia, hacia el año 1135, para contrarrestar los efectos del
paganismo.
Y seguimos paseando por el parque..
En dirección al Observatorio de Stefánik.
Estrellas, nebulosas, galaxias, planetas, asteroides, cometas: todos
estos objetos y fenómenos celestes pueden ser admirados desde hace 80
años por los visitantes del Observatorio Štefánik, de Praga.
Su historia se remonta a los años 20 del siglo pasado cuando los
miembros de la Asociación Astronómica Checa decidieron llevar a cabo su
gran sueño: construir en Praga un observatorio público.
Al escoger el nombre para el observatorio, sus autores se inspiraron en
el personaje de Milan Rastislav Štefánik, astrónomo y político,
considerado como uno de los fundadores del Estado checoslovaco.
El
edificio contaba originalmente con una sola cúpula, la del este,
mientras que la cúpula principal y la del oeste fueron construidas en
1930. En la mitad de los años 70, el Observatorio se sometió a una
compleja reconstrucción después de la cual adquirió su forma actual.
El Observatorio fue equipado con un gran telescopio de la empresa
alemana Zeiss, destinado a la observación de cometas y nebulosas. En
1928, la viuda del aficionado a la astronomía Rudolf König, de Viena,
ofreció a la Asociación Astronómica Checa otro telescopio. En la
recolecta pública, organizada para obtener el aparato, contribuyó
también el primer presidente de Checoslovaquia. El telescopio se
encuentra hoy en la cúpula principal, ubicado en un pilar clavado en la
roca, para que las vibraciones del suelo provocadas por el paso de los
visitantes no perturben su funcionamiento.
El Observatorio es visitado por unas 50 mil personas cada año. Les guían los empleados del instituto, la mayoría de ellos, estudiantes universitarios aficionados a la astronomía. Las visitas incluyen, por supuesto, la observación del firmamento con alguno de los telescopios.
Para bajar de la colina a la ciudad decidimos probar el funicular que por 26 kc te pone en la calle Karmelitská
Y llegamos abajo.
Vamos a caminar por la calle Karmelitská...
La Iglesia de Nuestra Señora de la Victoria en Malá Strana es la iglesia
barroca más antigua de Praga y uno de los sitios de peregrinaje más
visitados por católicos de todo el mundo, puesto que en ella se
encuentra la imagen del venerado Niño Jesús de Praga.
La devoción a Jesús siendo niño fue estimulada por muchos santos durante
siglos. En el barroco fue especialmente Santa Teresa de Ávila quien
promovió el culto al Niño Jesús en España. Y fue allí precisamente donde
comenzó la historia del Niño Jesús de Praga, se cree que en algún
convento entre Córdoba y Sevilla.
Doña Isabela Manrique de Lara y Mendoza habría obtenido esta imagen de
47 cm. de altura, que luego viajó a Praga como regalo de bodas de su
hija con un noble checo. Pasando de generación en generación, llegó a
Polyxena de Lobkowicz quien la donó a las carmelitas en 1628.
La tradición de vestir al Niño Jesús es muy antigua y el de Praga cuenta
con alrededor de 85 trajes.
Los orígenes de esta iglesia se remontan al siglo XVI, cuando era en
realidad una capilla protestante. Resultando muy pequeña, en 1611 fue
construida una iglesia, más tarde dedicada a la Santísima Trinidad.
El cómo llegó a ser una iglesia católica tiene que ver con las luchas
entre protestantes y católicos. En 1618, los enfrentamientos entre ambos
bandos provocaron la Defenestración de Praga (gobernadores católicos que fueron arrojados por las ventanas del Castillo de Praga) marcando el
inicio de la Guerra de los Treinta Años. En 1620, ambos ejércitos se
enfrentaron en la Batalla de la Montaña Blanca (Bila Hora). Dicen las
leyendas que un cura que acompañaba a los católicos llevaba con él una
imagen de la Virgen María, que había encontrado en un monasterio
confiscado. Cuando la batalla parecía favorable a los protestantes, el
cura bendijo a su ejército utilizando la imagen y finalmente ganaron la
batalla.
Y llegamos a la Iglesia de San Nicolás de Malá Strana, que
desgraciadamente estaba cerrada, aunque pudimos disfrutar de su
maravillosa torre y de la sorpresa que nos aguardaba en su cumbre.
La subida, como a casi todas las torres, se hace interminable, pero los
checos, muy listos ellos dividieron la visita en dos fases.
La primera nos enseña las vivienda del campanero y la historia de las campanas y el significado de su toque.
Salimos al exterior y vimos preciosas vistas..
Cuando dan las horas en punto un caballero acompaña a un trompetero que
toca la misma melodía que en el resto de las torres hacen otros
compañeros.
Cuando acaba, saluda.
Seguimos subiendo y encontramos la sorpresa:
Un nido de espías!!!!!!!
Después de la reanudación de la República Checoslovaca, en el verano de
1945, los comunistas ganaron influencia decisiva en el sector de
seguridad que aprovecharon para imponer el carácter bolchevique en todos
los servicios de seguridad. Al mismo tiempo, el país se convirtió en un
baluarte estratégico, de dónde los soviéticos enviaban legalmente a sus
agente al Occidente.
Tras febrero de 1948, cuando los comunistas realizaron, bajo la máscara
de un respeto hipócrita a las normas de una democracia formal, un golpe de
estado, el recientemente establecido régimen totalitario comenzó amplias
purgas contra los agentes de orientación democrática. Los comunistas no
vacilaron en recurrir a torturas, chantaje, liquidaciones físicas y
ejecuciones.
Después de la muerte de Stalin, en 1953, Moscú llegó a la conclusión de
que la lucha con el capitalismo sería un asunto a largo plazo. Por lo
tanto, los espías de los servicios de inteligencia de los países del
bloque soviético recibieron nuevas tareas: penetrar en los sectores
políticos, económicos, gubernamentales, policiales y militares de
Occidente.
Hasta la primavera de 1968, los servicios de inteligencia checoslovacos
estaban entre los colaboradores más estrechos de las semejantes
organizaciones soviéticas, sobre todo la KGB y el contraespionaje
militar, GRU.
La torre acondicionada como vivienda, fue usada durante años para espiar
las embajadas extranjeras y también a los ciudadanos sospechosos de
actividades anti-comunistas.
Lo más curioso de todo es que encima estaban las campanas... ¿Cómo aguantaría el espía de turno???
Maravillosa vista del Puente Carlos
Bastante complacidos por la sorpresa, bajamos a la calle y dimos el último paseo del día.
Pues la última visita fue la calle Nerudova.
La columna de la peste de la Plaza de San Nicolás..
Recorrer esta calle camino del castillo, si bien significa un
considerable esfuerzo puesto que es bastante empinada, es un verdadero
placer para los sentidos; por el colorido de las fachadas, las tiendas
de recuerdos, la animación de sus cafés y restaurantes, pero
especialmente por la cantidad y variedad de símbolos que decoran las
fachadas, que servían para identificar las viviendas antes de que el
sistema de numeración lo reemplazara en 1770. Evidentemente estos
símbolos están presentes en muchas casas del centro histórico de Praga,
pero en esta calle por suerte se ha conservado una buena cantidad.
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