La
reconstrucción ha sido total. Como el ave fénix que renace de sus
cenizas, o sin entrar en la mitología, como un Alcazar de Toledo en
tierras eslovacas, el Castillo de Bratislava se erige a 150 metros de
altura, sobre una colina, con unas vistas impresionantes de la ciudad.
Por poco que nos fijemos se ve perfectamente el contraste entre la parte
antigua y la parte moderna
de la capital. Del castillo sin embargo, no. Fue reconstruido
completamente como podemos ver en el pequeño museo que sobre él se
encuentra en una de sus dos únicas salas visitables. En la otra
encontramos los restos de la primitiva fortificación y las
recuperaciones arqueológicas que se produjeron durante el proceso. El
edificio, actualmente es sede de la administración pública.
Lo que si es interesante es su función como mirador sobre el Danubio y sobre la ciudad, y es una experiencia única bajar por la calle Zidovska, que antaño albergó el barrio judío.
Los jardines del castillo, que en este momento se encuentran en fase de reconstrucción, ocuparan todo el espacio hasta la muralla y se ha emprendido también la recuperación de los edificios adyacentes.
Si tomamos el camino contrario al que suele seguir el visitante que sube hasta lo alto de la colina del castillo, nuestra visita será, según pude comprobar, más completa. Primero porque tendremos una vista diferente de la ciudad y segundo porque hay varios lugares interesantes que nos saldrán la paso.
Lo que si es interesante es su función como mirador sobre el Danubio y sobre la ciudad, y es una experiencia única bajar por la calle Zidovska, que antaño albergó el barrio judío.
Los jardines del castillo, que en este momento se encuentran en fase de reconstrucción, ocuparan todo el espacio hasta la muralla y se ha emprendido también la recuperación de los edificios adyacentes.
Si tomamos el camino contrario al que suele seguir el visitante que sube hasta lo alto de la colina del castillo, nuestra visita será, según pude comprobar, más completa. Primero porque tendremos una vista diferente de la ciudad y segundo porque hay varios lugares interesantes que nos saldrán la paso.
El
primero es el paso subterráneo que atraviesa la muralla y nos saca del
conjunto fortificado del castillo. Este lado de la colina parece estar
construido en terrazas, donde vamos encontrando jardines con esculturas,
a las que son tan aficionados los eslovacos, y construcciones civiles y
religiosas. Hay pequeñas callejuelas que van deslizándose hacia abajo
por la colina, enseñándonos la arquitectura moderna y la antigua combinada, en una especie de semidecadencia, como demostrando que la ciudad crece hacia la modernidad
y que el nuevo ciudadano quiere integrarse en las nuevas edificaciones
de la parte este de la ciudad, hacia donde ésta crece.
Bosorka, un homenaje a las mujeres que fueron ejecutadas en la ciudad, acusadas de brujería.
Bosorka, un homenaje a las mujeres que fueron ejecutadas en la ciudad, acusadas de brujería.
Casi
abajo encontramos muestras y detalles de la arquitectura de los siglos
XVII al XIX que dan un poco de lástima, ya que les hace falta una buena
capa de pintura y refuerzo.
Por aquí llegamos a la Catedral de San Martín, pero ya esa es otra joya.
Por aquí llegamos a la Catedral de San Martín, pero ya esa es otra joya.
Es
curioso, porque no tiene el porte de la típica catedral que
esperaríamos de una capital europea, y ni siquiera está en lo que hoy en
día se considera como el centro de la ciudad, así que a menos que se
haya investigado sobre los atractivos de la ciudad, o se pase cerca de
ella al venir del castillo, uno piensa que es una iglesia de relativa
importancia pero no el principal templo de Bratislava.
Así
que si nos acercamos a ella por la calle peatonal del oeste, junto al
café L'Aura, el ambiente de película de terror es inevitable: un jardín reseco, unas farolas con un dudoso diseño neogótico, las lápidas
formando parte de las paredes, y una única puerta de entrada, muy
disimulada entre la arquitectura del templo por su parte este.
Entramos
y todo cambia, por un lado porque la blancura de las paredes contrasta
con la semipenumbra de la iglesia, ambientada con la música del
organista que ensaya, la absoluta sensación de paz pero combinada con la
pompa que debió exigir la ceremonia de coronación de los 11 reyes de
Hungría y 8 reinas eslavas.
Quizá
lo que más llame nuestra atención sea las magníficas vidrieras que
permiten el paso de la única luz que ilumina el recinto, ya que de resto
la iglesia permanece casi en la mayor oscuridad.
Decidimos darnos un respiro y encontramos el Café L'Aura.
¿Cómo puedo describir este encantador café que parece pegado a la Catedral de San Martín?
¿Cómo puedo describir este encantador café que parece pegado a la Catedral de San Martín?
Pues
puedo hablar de un lugar acogedor e íntimo, donde descansar mientras
disfrutamos de la visita de la ciudad. Un lugar que parece hecho de
varios pedazos de historia, con muebles de todas las épocas que le dan
un ambiente muy agradable.
También podría decir que tienen una gran variedad de cervezas, infusiones y cafés, que vienen muy bien si como en el día de mi visita, hace un frio considerable.
El cappuccino que tomé estaba exquisito, y sin decir nada me trajeron el vasito de agua, costumbre que ya se ha perdido en otros lugares.
También podría decir que tienen una gran variedad de cervezas, infusiones y cafés, que vienen muy bien si como en el día de mi visita, hace un frio considerable.
El cappuccino que tomé estaba exquisito, y sin decir nada me trajeron el vasito de agua, costumbre que ya se ha perdido en otros lugares.
Es
una experiencia enriquecedora, disfrutar de tu bebida mientras tus ojos
van de un objeto a otro, de un cuadro al siguiente o de este a aquel
mueble, colocados como en el salón de una casa con paredes de piedra.
El servicio es rápido y agradable y los precios no está nada mal. Muy recomendable para hacer una parada en un duro día de viaje.
Una cosita más. No no perdamos al salir el edificio de la farmacia que encontramos enfrente. Me pareció único y diferente a todo lo que había visto..
El servicio es rápido y agradable y los precios no está nada mal. Muy recomendable para hacer una parada en un duro día de viaje.
Una cosita más. No no perdamos al salir el edificio de la farmacia que encontramos enfrente. Me pareció único y diferente a todo lo que había visto..
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