En una ciudad que parece tener varios corazones, como es Bratislava, uno de ellos parece ser más magnético que los demás, no se si por ser el lugar por donde obligatoriamente hay que pasar, o simplemente porque es preciosa se mire por donde se mire.
Es pequeñita, y se nota que se hizo sin aires de grandeza, sencilla, como corresponde al carácter eslovaco. Por un lado el edificio del Ayuntamiento Viejo, con su preciosa torre, en su frente, al otro lado de la plaza, el pequeño, pero impresionante edificio del Banco de Hungría, y a partir de estos dos ejes se articulan los demás edificios, como la embajada de Francia, con la escultura de Napoleón apoyado en el espaldar de un banco, o la embajada de Japón.
Por supuesto que en ella tienen lugar las celebraciones populares más importantes, como la consabida Feria de Navidad. La fuente de Rolando situada en la parte este de la plaza es el punto más común de reunión entre la gente de Bratislava que acude a la parte vieja de la ciudad.
Lo que no me gustó fue el lugar donde está situado, en pleno cruce de las principales vías de la ciudad nueva.
Pero claro, basta acercarse un poco para disfrutar del encanto de este palacete que parece salido de un cuento y que fue centro de la vida cultural de la ciudad.
Este palacio de verano, de estilo rococó, fue construido en 1760 para el Presidente de la Cámara Real Húngara y Consejero de la Emperatriz María Teresa, el Conde Anton Grassalkovich, y hoy es la residencia oficial del Presidente de la República Eslovaca.
El edificio no está abierto al público, así que desde detrás de las rejas podemos ver, a horas determinadas el cambio de guardia, o bordeándolas acercarnos al jardín público que está detrás donde se encuentra la “Alameda de los presidentes”, que es dónde todo presidente extranjero, de visita oficial a Eslovaquia, planta un pequeño roble.
Espero que algún día abran, al menos, parte del Palacio al público, ya que es famoso en el país por las obras de arte que atesora.
Subiendo hacia el castillo encontramos el Cementerio e iglesia de Kozia Brana, el camposanto olvidado.
Olvidado porque no está en ninguna guía turística, e incluso parece no ser conocido ni por los propios habitantes de Bratislava.
Los turistas que visitan la ciudad pasan por delante de él en su visita en autobús al castillo, y lo más que consiguen es una vista, por encima de los muros, de alguna que otra tumba.
Se trata de un cementerio evangélico, cuyo nombre,"Kozia brána" significa la verja de la cabra ( no me pregunten el porqué), y es el tercer cementerio evangélico del distrito de ciudad vieja.
Fue inaugurado en 1783, en medio de unos pequeños jardines y viñedos a los que continuamente se agregaron nuevos lotes de tierra. En 1868 se construyó una capilla funeraria encargada a Ignác Feigler Jr. Sus obras sacras correspondían al romanticismo del siglo XIX, por tanto, la capilla tiene un aspecto neogótico.
En el cementerio de Kozia brána han encontrado su reposo eterno muchas personas importantes de la historia evangélica del país como los generosos seguidores de la Iglesia (familia de Earl Jesenák), escritores eslovacos como Janko Jesenský (1874-1945) y muchos otros. La mayoría de las lápidas son preciosas obras de la arquitectura funeraria eslovaca del siglo XIX.
Pero claro, basta acercarse un poco para disfrutar del encanto de este palacete que parece salido de un cuento y que fue centro de la vida cultural de la ciudad.
Este palacio de verano, de estilo rococó, fue construido en 1760 para el Presidente de la Cámara Real Húngara y Consejero de la Emperatriz María Teresa, el Conde Anton Grassalkovich, y hoy es la residencia oficial del Presidente de la República Eslovaca.
El edificio no está abierto al público, así que desde detrás de las rejas podemos ver, a horas determinadas el cambio de guardia, o bordeándolas acercarnos al jardín público que está detrás donde se encuentra la “Alameda de los presidentes”, que es dónde todo presidente extranjero, de visita oficial a Eslovaquia, planta un pequeño roble.
Espero que algún día abran, al menos, parte del Palacio al público, ya que es famoso en el país por las obras de arte que atesora.
Subiendo hacia el castillo encontramos el Cementerio e iglesia de Kozia Brana, el camposanto olvidado.
Olvidado porque no está en ninguna guía turística, e incluso parece no ser conocido ni por los propios habitantes de Bratislava.
Los turistas que visitan la ciudad pasan por delante de él en su visita en autobús al castillo, y lo más que consiguen es una vista, por encima de los muros, de alguna que otra tumba.
Se trata de un cementerio evangélico, cuyo nombre,"Kozia brána" significa la verja de la cabra ( no me pregunten el porqué), y es el tercer cementerio evangélico del distrito de ciudad vieja.
Fue inaugurado en 1783, en medio de unos pequeños jardines y viñedos a los que continuamente se agregaron nuevos lotes de tierra. En 1868 se construyó una capilla funeraria encargada a Ignác Feigler Jr. Sus obras sacras correspondían al romanticismo del siglo XIX, por tanto, la capilla tiene un aspecto neogótico.
En el cementerio de Kozia brána han encontrado su reposo eterno muchas personas importantes de la historia evangélica del país como los generosos seguidores de la Iglesia (familia de Earl Jesenák), escritores eslovacos como Janko Jesenský (1874-1945) y muchos otros. La mayoría de las lápidas son preciosas obras de la arquitectura funeraria eslovaca del siglo XIX.
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