Aprovechando que estábamos en Austria, decidimos darnos un salto a la ciudad de Mozart y vivir un día completo de auténtica esencia austriaca. Vamos a conocer Salzburgo...
El rio Salzach
El río Salzach divide la ciudad en dos. El compacto altstadt o casco antiguo peatonal, está en la orilla izquierda. Presidiendo la ciudad el Festung Hohensalzburg se aferra a los acantilados de Mönchsberg. Cruzando el río, la orilla derecha alberga el Schloss Mirabell, Kapuzinerberg, y numerosos complejos turísticos, hoteles y restaurantes. Unos diez minutos al norte está la estación de trenes y autobuses.
El río Salzach divide la ciudad en dos. El compacto altstadt o casco antiguo peatonal, está en la orilla izquierda. Presidiendo la ciudad el Festung Hohensalzburg se aferra a los acantilados de Mönchsberg. Cruzando el río, la orilla derecha alberga el Schloss Mirabell, Kapuzinerberg, y numerosos complejos turísticos, hoteles y restaurantes. Unos diez minutos al norte está la estación de trenes y autobuses.
Aparte de ser divisorio de las dos partes más antiguas de la ciudad, el río a su paso por Salzburgo parece convertirla en un escenario de película de manera constante. Por mucho que se pretenda modernizar su curso y darle otro aire que lo saque de ese ambiente mozartiano, el rio se niega a abandonar su pasado. Y así debe ser...
Pasaje Roittner
Este pequeño pasaje comercial, que por fuera parece una pequeña puerta a un patio, encierra unas tienditas realmente preciosas y curiosas, llenas de artículos de navidad, aún en febrero, y de multitud de adornos y souvenirs típicos, pero de calidad de la zona de Tirol.
El espacio es un simple patio de vecinos, abierto por los dos lados, con lo que se puede cruzar a la calle inmediatamente posterior, pero que tiene tal encanto que invita a quedarse y disfrutar de las menudencias y coloridas miniaturas que venden las contadas tiendas. También hay un establecimiento que nos seduce con trajes y vestimentas tirolesas adaptadas al vestir actual, si vives en Austria, claro, que no me imagino yo en Tenerife con un sombrero tirolés o un pantalón de cuero y paño...
Bromas aparte, el sitio pasa desapercibido, como buen rinconcito que se precie, a la mayoría de los apresurados turistas que sólo disponen de un día para visitar la ciudad, así que no está masificado y lo podemos disfrutar con toda tranquilidad.
Antiguo ayuntamiento
Cuando entramos en le casco antiguo de Salzburgo, y llegamos a esta estrecha calle de Getreidegasse, que luego se ensancha y se convierte en la arteria comercial de la ciudad vieja, obligatoriamente debemos pasar por lo que muchos consideran una iglesia, pero que fue durante muchos años el Ayuntamiento de Salzburgo. El actual se encuentra en el Palacio de Mirabel, por lo que el que nos ocupa permanece olvidado y formando parte del decorado de la ciudad.
En sus inicios fue una casa burguesa, de un rico comerciante de la ciudad, pero más adelante, el consejo de la ciudad la adquirió como sede legislativa y juzgado, como se puede comprobar por la estatua de la justicia que adorna su entrada.
Por la noche, la torre servía como punto de vigilancia y lo que muchos no saben es que el mecanismo de su reloj parece ser el más viejo de toda Austria. Hoy en día, se utiliza en casi su totalidad, para eventos culturales y exposiciones, lo que ha supuesto una revitalización de este precioso edificio barroco, que fue de gran importancia como sede del poder popular frente al inmenso gobierno de los príncipes obispos de Salzburgo.
El impredecible mirador.
Si, impredecible, porque cuando uno piensa en un mirador, pues eso, se imagina una terracita, con buenas vistas, unos banquitos para descansar si el camino ha sido largo y una cantidad razonable o desquiciante de visitantes.
Pero Kapuziner es lo opuesto totalmente.
Primero el acceso, por la calle Stefan- Zweig- Weg, que se realiza por un pasadizo entre casas centenarias y que nos ofrece, nada más empezar un camino empinado y cubierto de nieve ( en mi caso), en verano seguro que no existe este obstáculo..
Segundo, como un Via Crucis de nuestra vida de viajero, debemos pasar por delante de cada una de las hermosas estaciones que jalonan el camino. Después de luchar contra la resbaladiza nieve, un Calvario nos espera para señalarnos el final del camino. Detrás de él, uno de los cenobios de los monjes capuchinos, que hoy en día está en uso sólo para misas. Tomamos el caminito de la derecha y de repente.....Nos quedamos sin el poco aliento que la ascensión hasta la cima nos había dejado. Frente a nosotros, la mejor y mayor vista de la ciudad de Salzburgo. Esa vista que sólo hemos visto en fotografías y películas, tan cerca que casi podemos tocarla. A nuestros pies, el río Salzach, abrazando la ciudad, que se extiende a izquierda y derecha con sus edificios de cuento de hadas. Vigilando toda la escena, la fortaleza de Hohensalzburg. enorme y poderosa, símbolo de los todopoderosos príncipes obispos de Salzburgo, que hicieron temer a los reyes por su cada vez mayor influencia y ambición.
La bajada recomiendo hacerla por unas escaleras que van a dar al río, y que nos pasan por delante de una imagen de un Cristo muy curioso, ya verán porqué...
Calle Getreidegasse
Y es que esta preciosa calle parece tenerlo todo. Desde las mejores tiendas y boutiques de las mejores marcas, para satisfacción y deleite de los más sibaritas ( incluyendo nuestra omnipresente Zara) hasta un Mac Café bastante más caro de lo normal, pero siempre lleno, o enormes tiendas de souvenirs con todo lo que se pueda imaginar. Si entramos saldremos a loa calle convertidos en tiroleses, sin que nos falte ningún detalle.
Calle Getreidegasse
Y es que esta preciosa calle parece tenerlo todo. Desde las mejores tiendas y boutiques de las mejores marcas, para satisfacción y deleite de los más sibaritas ( incluyendo nuestra omnipresente Zara) hasta un Mac Café bastante más caro de lo normal, pero siempre lleno, o enormes tiendas de souvenirs con todo lo que se pueda imaginar. Si entramos saldremos a loa calle convertidos en tiroleses, sin que nos falte ningún detalle.
En esta calle también esta la casa donde nació Mozart y el pasaje de Roittner, del que ya he hablado, aparte de varios cafés donde disfrutar de la Apfeltorte o la Sacher con un delicioso café Vienés con muuuuucha nata.
Pero si nos desviamos un poco de los trillados caminos de la calle, y nos internamos en las callejuelas que se abren a los lados, encontraremos pequeños tesoros como tiendecitas que venden artesanías en madera de haya, delicadas platerías o tiendas de juguetes artesanos, una tradición muy arraigada.
Si volvemos a la calle, al final veremos una iglesia que parece surgir de repente, con su característica forma de iglesia tirolesa con un gran y esbelto campanario. Justo a su izquierda, Pferdeschwemme, con sus esculturas y frescos, bajo la montaña.
La que yo visité fue el hogar del compositor durante los primeros 17 años de vida. Llama mucho la atención por el fuerte color amarillo en que la han pintado y se accede a ella por una puerta que da a unas escaleras interiores. Lo más curioso es que en sus bajos han instalado un SPAR GOURMET, aprovechando el tirón del genio. ¿Se supone que uno sale embebido de la sutileza y la genialidad de Mozart y busca las delicatessen que nos puede ofrecer la tienda? Contrastes de la vida y marketing turístico...
Dentro de la casa, en la primera sala aparece el sagrado Wolfgang cuando era bebé bajo un halo azul fluorescente. Otras curiosidades son un mini violín que Amadeus tocaba de niño, un mechón de pelo y botones de su chaqueta.
Para muy melómanos y fans del músico..
La plaza de la universidad de Salzburgo
La Plaza de la Universidad, no es grande, pero sí muy coqueta, y parece sacada de la nada, como de retales de calles y pasadizos. Se llega a ella quieras o no, porque corre perpendicular a Getreidegasse y es de obligado paso al venir de ella o al acercarnos a Residenzplatz.
Lo curioso de este espacio es lo pintoresco de sus rincones.
Lo primero, el frente de la gigantesca iglesia de Kollegienkirche, que desgraciadamente estaba cerrada y que parece que hubiera caído del cielo en medio de la plaza. Imponente.
Lo segundo, los edificios pintados de vivos colores que forman el frente norte de la plaza y que se empeñan en iluminar el espacio frente a lo neutro de la iglesia barroca.
Y como complemento tenemos un mercadillo de agricultura y alimentación tradicionales que lo meten a uno de lleno en la vida de la región. Hay que resaltar sobre todo los puestos de quesos, embutidos y chacinas, con precios medios, más o menos como lo que costaría en España un buen embutido.
La plaza invita a quedarse y curiosearla, y mezclarse con la gente de la ciudad y los alrededores.
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