jueves, 5 de noviembre de 2015

Islas Baleares (I) Mallorca(y V)

 Palma se debe al mar y el mar en compensación la abraza y la besa como si un amante se tratara. Por ello para conocerla debemos empezar recorriendo su Paseo Marítimo, imagen emblemática y representativa de la ciudad más turística y cosmopolita, en unas orillas en las que hasta no hace mucho podían pescarse anguilas y que hoy representa una Palma abierta, tolerante y plural.

Por aquí pasean estudiantes y jubilados, turistas como nosotros o navegantes que fondean en su muelle y toda una variopinta amalgama de gentes y pensamientos que conforman, junto a su arquitectura también ecléctica un mosaico elegante y variopinto con un delicado toque de distinción.

Con todo ello convive un tráfico incesante de coches, autobuses y bicicletas que temen la posibilidad de que esta vía tan importante para la capital pueda ser peatonalizada en un futuro no muy lejano.

Los restos de la antigua muralla de Es Baluard...

o esculturas como el reloj de sol localizado en el llamado secadero de redes, colocado aquí en 1978 y adornado con líneas y signos del zodiaco, en un bloque coronado por una veleta...

hasta llegar a la escultura "Hacia el sur" del artista uruguayo Enrique Broglia, que es antesala del casco histórico de Palma.

Inmediatamente aparecen ante nosotros los edificios del Palacio Real de la Almudaina y contigua a él la Catedral.


Como es habitual en nuestro país, la Seu se edificó sobre una antigua mezquita, luego de, claro está, purificar las tierras donde se levantaba la impía construcción árabe. Empezada a construir a primeros del siglo XIV, se dice que aún está incompleta, lo que la ha llevado a sufrir varias restauraciones y añadidos.

Aunque imponente por sus dimensiones y la altura de sus torres no deja de tener un porte y delicadeza admirables, una elegancia en sus terminaciones y una gracia apenas comparable con la de otras catedrales de la geografía nacional.

El Portal de l'Almonia que es la entrada habitual al templo, nos recibe con su estilo gótico mediterráneo, inseparable del campanario donde aún resuena la voz de N'Eloi, la campana de cinco toneladas de peso tan familiar a todos los habitantes de la ciudad.

Ya dentro espacios como el Museo Diocesano guardan celosamente interesantes piezas de orfebrería religiosa, reliquias y curiosidades varias.


Aparte de las consabidas capillas y retablos de cuidada manufactura...



... lo que más llama la atención es sin duda la obra de Miquel Barceló, artista mallorquín que ha plasmado el milagro del pan y los peces en una de las naves del templo.

Grandiosa obra hecha con técnica mixta de pintura y cerámica, ocupa 3.000m² con unas vidrieras que se elevan hasta los 12 metros de altura.

Al estar frente a esta obra del año 2007 sólo caben dos sentimientos, o adorarla o denostarla, y creo que yo tiro más por el segundo...

Ya de nuevo en la calle vamos recorriendo el laberinto que parece envolver la catedral, encontramos los típicos patios abiertos de las grandes mansiones antiguas de Palma, plenos de arcos, escaleras, portales y pozos.


En sus calles respiramos la esencia de Palma, la romana, la árabe, la cristiana y aún bajo todo ello la talayótica.





Otro punto interesante es la Plaza de Cort, presidida por el Ayuntamiento que destaca por su espectacular alero hecho de madera y adornado con elegantes figuras labradas. Especial cariño demuestran los ciudadanos de Palma al reloj que señorea su frente, al que llaman En Figuera.

A su lado, un precioso palacio neogótico alberga el Consejo Insular de Mallorca.

Magníficos edificios históricos como Can Corbella, de estilo neomudéjar, con arcos cubiertos de vidrios de colores y una estética muy próxima al Art Nouveau, salen a nuestro encuentro.

Otros como éste iban a ser salvados del abandono.


Iglesias como San Miguel, levantada en el lugar exacto donde Jaime I el Conquistador ordenó dar su primera misa tras entrar en la ciudad...

El centenario Forn des Teatre, situado cerca del Teatro Principal de Palma, nos muestra una sobrefachada en madera diseñada al gusto modernista catalán, acompañada por los paneles de líneas onduladas que enmarcan puertas y ventanas con motivos florales. Aparte de por su preciosa estática, el horno es famoso por sus ensaimadas y gatós.



Y nos despedimos de la isla acercándonos de nuevo al Parque del Mar.



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