viernes, 2 de diciembre de 2016

Contrastes de Budapest (II)

Y seguimos callejeando.

 La Gran Sinagoga, también conocida como Sinagoga de la calle de Dohany o Sinagoga de Tabakgasse, está situada en el séptimo distrito de Budapest.
 Este excelente monumento alberga uno de los lugares sagrados para el judaísmo, es la sinagoga más importante de toda Europa y la segunda del mundo.

 Su entrada es accesible para todos los turistas y bien merece la pena contratar a un guía para que te cuente la historia del templo desde sus orígenes, nosotros lo hicimos y aunque el tono era un poco monótono nos gustó mucho. En su interior, se verá una decoración muy cuidada de la que te hablan orgullosos los miembros de la comunidad, puesto que tuvo que ser completamente restaurada tras la II Guerra Mundial (con donaciones de ilustres judíos como Helena Rubinstein).
 La sinagoga tiene sus orígenes en el siglo XVIII, cuando los judíos fueron expulsados de Budapest pero se les permitió instalarse en las afueras de la ciudad.

 Allí, entre 1844 y 1859 construyeron las principales partes de la sinagoga, aprovechando uno de los edificios en los que nació Theodore Herzl (fundador del sionismo moderno). Tras sucesivas ampliaciones, el edificio puede albergar hoy en día más de 3.000 personas.
 
 Las filas de asientos están numeradas y muchos de ellos tienen una placa con el nombre de las personas que colaboraron en la reconstrucción o pagaron los bancos.


A la entrada, para visitarla, a los varones les hacen poner en la cabeza el gorro judío para el culto llamado kipah.
Situados en el interior te das cuenta de la lujosa y excesiva decoración que tiene, pues más que un templo parece un teatro con palcos incluidos. Posee elementos arquitectónicos góticos, bizantinos y árabes.

 La historia de este lugar es realmente trágica, especialmente durante la II Guerra Mundial, ya que esta sinagoga formaba parte del guetto de Budapest y muchos refugiados se hacinaban allí encontrando la muerte ante las bajas temperaturas del invierno de 1944. Tras su evacuación, las tropas alemanas lo utilizaron como un establo para caballos, quemando en ocasiones los textos sagrados para mantener caliente al ganado.


 Acabada la visita guiada fuimos al Parque del Memorial, inmediatamente detrás de la Sinagoga.



 El colorido exterior no deja indiferente, como tampoco lo hace su historia. En el año 1944, en plena II Guerra Mundial, el distrito militar se estableció en la zona, formando parte de éste la sinagoga. Luego el barrio pasó a ser un campo de concentración para los judíos. Desde allí mandaron a muchos judíos a los campos de exterminio. Otros murieron en el guetto.

 Aquí está la tumba de Raoul Wallenberg, un diplomático sueco miembro de una prestigiosa e influyente familia. En las últimas etapas de la Segunda Guerra Mundial, trabajó incansablemente y corrió grandes riesgos para salvar a miles de judíos húngaros del Holocausto. Fue arrestado por los soviéticos tras la entrada del Ejército Rojo en Budapest, alegando que era un espía de la Office of Strategic Services (OSS). Falleció estando aún bajo su custodia y su muerte es hasta el día de hoy motivo de controversia.

 En esta foto podemos ver los pequeños nichos-recordatorio de los que murieron por ser judíos.
La piedra se asocia espiritualmente con la presencia de cada persona. Colocar una piedra que hemos tenido en la mano y orado sobre ella, es dejar parte de nosotros mismos cuando la depositamos en cualquier sitio. Y si es sobre una tumba o en estos pequeños nichos es una señal de acompañamiento y de que llevamos a esa persona en nuestro corazón.

En memoria de los 600.000 mártires, se puede visitar una escultura llamada El árbol de la vida. Es una especie de sauce llorón que en cada hoja tiene el nombre de una persona muerta durante el holocausto judío.





Este monumento de 1991, obra de Imre Varga, porta una inscripción cuya traducción sería: " Quién podría sufrir una agonía mayor que la mía?"

 Museo Ludwig - Museo de Arte Contemporáneo: Es el único museo de arte contemporáneo de Hungría que colecciona incluso obras internacionales. Fue fundado en 1989 por el gobierno húngaro. La base de su colección eran las 70 piezas regaladas por la pareja Ludwig y por la Fundación Ludwig de Aachen. En 1991 regalaron 91 piezas más y este mismo año organizaron la primera exposición en el edificio A del Castillo de Buda bajo la dirección de la Galería Nacional. El museo se independizó en 1996 y desde entonces su colección se va enriqueciendo y han organizado más de 150 exposiciones temporales. En 2005 el museo se trasladó del Castillo al Palacio de Artes dotado de lo último en la tecnología necesaria para organizar todo tipo de exposiciones y eventos relacionados con el arte contemporáneo. El museo pretende presentar el arte húngaro (y centroeuropeo) en sus relaciones con el arte internacional, ya que la intención del mismo Peter Ludwig era intentar que los mundos anteriores a 1989 e ideológicamente divididos se acercaran a través del arte. Desde los años 90, el museo colecciona sistemáticamente obras de artistas checos, eslovacos, polacos, rumanos y eslovenos.

 Aquí una maravillosa scooter con guantes incorporados al manillar.

El Mercado Grande (su nombre oficial es Mercado Central) es el mercado cubierto más grande de Budapest. Varias veces hemos podido ver el Mercado Grande en televisión y en las noticias de todo el mundo, ya que numerosos extranjeros de alto rango, artistas y famosos hacen sus compras de ajo y paprika roja aquí, rodeados por cámaras. En el mercado más bonito, más grande y de surtido más rico de la capital húngara se puede encontrar todo, por ejemplo verduras frescas, carnes y especias.


La construcción del Mercado Grande empezó en 1894, pero debido a un incendio repentino unos días antes de la inauguración planeada el 15 de febrero de 1897, sólo pudieron celebrar la fiesta de inauguración del mercado. Al mismo tiempo abrieron cuatro mercados modernos más (los de la calle Hold, de la Plaza Rákóczi, de la Plaza Klauzál y de la Plaza Hunyadi). La construcción del mercado llegó a costar 1.900.000 florines, que casi equivale a los gastos totales de construcción de los otros mercados del distrito en total. Tras la inauguración entró el primer tren de cargas en el edificio y el día siguiente empezó la vida bulliciosa del Mercado Grande.


El primer director del mercado era Nándor Ziegler quien estableció una gran cantidad de reglas estrictas. Una de éstas era que los vendedores sólo podían utilizar el equipamiento del mercado, no podían levantar sus propios puestos. Los precios de alquiler de los lugares fueron rígidamente preestablecidos según los artículos que querían vender, aunque los pescadores pagaban los precios más altos porque tenían que pagar el alquiler de las neveras. Además, los comerciantes se veían obligados a aceptar una gran cantidad de reglas referidas a la higiene. El transporte de mercancías y los horarios de la venta estaban rígidamente controlados y estaba prohibido ofrecer mercancías en voz alta, gritar, cantar, silbar, usar palabrotas y blasfemar. El sistema introducido por el director no tuvo gran éxito entre los vendedores. Había varias mercancías que no cumplían con los requisitos establecidos por las nuevas reglas de calidad. En la prensa aparecían cada vez más artículos criticando el establecimiento, los clientes se quejaban de que desde la inauguración del mercado todo era mucho más caro y decían que los vendedores eran groseros y les engañaban con frecuencia.

La observación de las prescripciones fue estrictamente controlada e incluso confiscaron algunas mercancías. Pero después de las insatisfacciones de los primeros meses los comerciantes se dieron cuenta de que el tráfico comercial era cada vez más intenso y de que eso podía asegurar una existencia más estable para ellos. A lo largo de los años el mercado central iba desarrollándose tanto exterior como interiormente, el mercado de los pescados se subió al carro del éxito y empezaron la ampliación de la parte del muelle. Pero durante la Primera Guerra Mundial el caos se apoderó totalmente del mercado: los precios estaban en las nubes, los robos y las peleas eran cada vez más frecuentes.

 Hacer una excursión al Mercado Central siempre resulta ser muy fascinante a los visitantes curiosos. Nada más entrar por la puerta principal el viajero ya ni siquiera sabe qué dirección tomar porque los puestos coloridos y los artículos presentados con gusto atraen la atención desde el primer momento. Si logramos resistir la tentación de los primeros momentos y decidimos recorrer todo el edificio, merece la pena empezar el recorrido en el sótano donde podemos degustar los encurtidos que son típicos en la cocina húngara y también podemos comprar especias orientales. Junto a los puestos pequeños encontramos una cafetería para desayunar y un supermercado. Subiendo desde la planta baja nos sumergimos en la vida bulliciosa del mercado y aquí, zigzagueando entre la inmensidad de puestos, podemos recrear la vista y comprar tanto verduras y frutas frescas como carnes y otros productos. La mejor manera de hacerlo es ir comiendo una de esas sabrosas piezas de bollería que se llaman "media luna". Se recomienda probar la que lleva queso ya que siempre están frescas y recién hechas.

 El Puente de la Libertad o Szabadság-híd.

De diseño húngaro, llevó al principio el nombre del Emperador Francisco José. La copia del remache de plata que el emperador había colocado en la inauguración de 1896 desapareció durante la revolución de 1956.
 Los arcos centrales portan el escudo de armas de Hungría y la mítica ave Turul. A este lado del puente vemos el monte Gellert.

El Monte Gellért es una de las principales atracciones turísticas de Budapest y por otra parte uno de los lugares que brindan el mejor panorama de la ciudad. El monte de 235 metros de altura se encuentra en el distrito XI y es perfecto para excursiones por su riqueza en valores históricos y naturales. Este monte - llamado varias veces la piedra preciosa de Budapest- y sus alrededores pertenece al Patrimonio de la Humanidad desde 1987. Cada año, los fuegos artificiales de la celebración del 20 de agosto se lanzan desde aquí.

El monte recibió su nombre del obispo Gellért, quien tenía un papel de singular importancia en la difusión del cristianismo en Hungría. Cuenta una leyenda que en 1046 los paganos lo arrojaron al Danubio desde la cima de este monte en un baúl, por lo que en honor a su martirio a partir del siglo XV este promontorio se llama Monte de San Gellért. Según otras leyendas aquí vivían muchas brujas.

Los primeros habitantes del monte eran los celtas y el sitio era una urbanización floreciente hasta el siglo 1 D.C. En la época de los reyes de la casa de los Árpád el monte llevaba los nombres Kelen y Pesti. Los balnearios Rudas y Rác a los pies del monte son obras de la época de los turcos y siguen funcionando. Había castillos en la cima y en 1813-15 aquí construyeron el centro de astrología de la Universidad de Nagyszombat que quedó destruido en el cerco de Buda de 1849.

 En el monte se encuentra uno de los monumentos históricos más conocidos, la Ciudadela, que va vinculada a la revolución y guerra de independencia de 1848-49. La fortaleza se construyó después de la derrota de la revolución en 1850-54 por el orden de Julius Haynau para poder vigilar los húngaros rebeldes desde este punto estratégico. La función militar de la Ciudadela se acabó en 1897 y gran parte de los muros fueron demolidos. Hoy es un punto turístico que brinda una vista maravillosa de la capital, menos hoy, que esta demasiado nublado como para que merezca la pena subir.

Otra atracción turística y monumento histórico es la Estatua de la Libertad que conmemora la liberación de la ocupación nazi. La estatua de 1947 representa una figura femenina con una rama de palmera en la mano que alza al cielo. Obra de Zsigmond Kisfaludy Stróbl tiene 14 metros de altura y con el pedestal mide más de 40 metros.

Pocos saben que el Monte Gellért que es famoso principalmente por ser monumento histórico y excelente destino de excursionistas, también posee riquezas naturales. Su importancia geológica se basa en varias fuentes termales a los pies del monte, los más conocidos son los fuentes Mátyás, Rákóczi y Árpád. También hay varias cuevas protegidas como por ejemplo la Cueva Esteban (István) o las cuevas de las fuentes de los balnearios Gellért y Rudas. En el interior del monte se encuentra el mayor depósito de agua potable de la ciudad.

 Y se nos abrió el apetito, así que fuimos directamente a comer a Vaci Utca. Por el camino nos encontramos esta vaca, que formó parte del Cow Parade.

El CowParade es una exhibición internacional pública que ha sido mostrada en grandes ciudades de todo el mundo. El concepto es simple: artistas locales decoran esculturas de fibra de vidrio con forma  de vacas; luego las esculturas son distribuidas por el centro de las ciudades, en lugares públicos como estaciones de metro, avenidas importantes y parques.
Las esculturas suelen mostrar diseños que rememoran la cultura local, así como la vida en la ciudad, y otros temas de importancia local o nacional. Después de que las esculturas son exhibidas en la ciudad (durante varios meses), son subastadas, y las ganancias donadas a organizaciones sin fines de lucro.

 El famoso restaurante Fatal

 La carta.


Y la comida. El Fatal Platter:

Y como no.....Gulash!!!!

Y esta es la cajita de la cuenta. Unos 12 euros por persona con bebida.

 Después de cenar era absolutamente necesario un buen paseo hasta el hotel. Así que seguimos por Vaci Utka.

Muy cerca del hotel estaba el hotel New York Palace Budapest.

 El flamante New York Palace es el hotel más lujoso de Budapest. A pesar de tener un nombre con sabor norteamericano, se trata, fundamentalmente, de una creación italiana: el edificio renacentista de 1894 ha sido renovado con un estilo contemporáneo por el grupo hotelero Boscolo y el arquitecto italiano Maurizio Papiri.

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