sábado, 3 de diciembre de 2016

Contrastes de Budapest (III)

Nuestro destino de hoy: Buda

El Palacio Gellert.

Construido en 1907 para una compañía de seguros londinense, es de estilo modernista, y fue totalmente reformado en 2007. Actualmente, se ha convertido en un hotel 5 estrellas: el Four Seasons. Después de 4 años de reformas, se puede decir que es un verdadero éxito y que el establecimiento ha recuperado el encanto de sus orígenes: vidrieras, estatuas de bronce en todos los rincones, escaleras perfiladas, jardín de invierno y balcones de cerámica... todos los elementos propios de la decoración modernista están presentes, y el conjunto es más que refinado. Declarado monumento histórico de la ciudad, encara al Danubio y el Puente de las Cadenas, y se ubica justo en frente de la colina del castillo de la ciudad. ¡Su vajilla aún data de principios del s. XX! Una maravilla.

 Como se puede ver el tiempo no acompañaba precisamente...
 Desde el Puente se puede ver ya el Palacio Real...

...y cómo nos acercamos a Buda.

El Puente de las Cadenas (el nombre oficial es puente Széchenyi) es el más antiguo de los puentes que unen las dos ciudades Buda y Pest. Desde el punto de vista estructural es un puente colgante, en el cual se han sustituido los cables principales por eslabones rígidos de una cadena. Su vano central es de 202 metros, uno de los más largos del mundo en su apertura. Es uno de los puentes más conocidos sobre el río Danubio.
El Puente de las Cadenas es el símbolo de Budapest, el primer puente permanente en el tramo húngaro del Danubio y el segundo en el tramo total del río. Los viajeros atravesaban este importante corredor comercial en transbordador, aunque ya a principios del siglo XV existió un puente de pontones provisional sobre el río.

En los inviernos se podía cruzar así el Danubio congelado a pie o en coche de caballos. Pero cuando se rompía el hielo, desaparecía totalmente la conexión entre las dos orillas. El conde Esteban Széchenyi en 1820 tuvo que esperar una semana entera hasta que encontró un navegante lo suficientemente valiente como para trasladarle de Pest a Buda entre las movedizas tablas de hielo. Fue entonces cuando ofreció sus rentas de un año entero para la construcción de un puente permanente sobre el río.
Planes para ello ya habían existido desde finales de los años 1700 y como modelo servía el puente Carlos de Praga, con varios pilares de apoyo. Sin embargo, más tarde se optó por otra solución técnica. El conde Széchenyi vio en Inglaterra el Puente de cadenas del ingeniero William Clark y le encomendó la preparación de los planes del primer puente permanente húngaro. La ejecución de las obras fue encargada al ingeniero civil escocés Adam Clark, cuyo apellido coincide con el del ingeniero inglés, en cuyo honor se ha nombrado la plazoleta que se halla inmediatamente a la salida del puente, del lado de Pest.
Los trabajos se iniciaron en 1839 y fue inaugurado el 20 de noviembre de 1849.
Al final de la Segunda Guerra Mundial las tropas alemanas dinamitaron el puente. Reconstruido, se inauguró el 21 de noviembre de 1949, festejando el primer centenario de su construcción.

La colina del Castillo con el túnel para el tráfico que lo atraviesa.

Escudo de la Gran Hungría. La leyenda dice " Mi confianza en la Antigua Virtud".

Todavía no funcionaba el teleférico hasta la cima, así que fuimos dando un paseito...

 Que pena que estuviera tan nublado...

El funicular (sickó) original data de 1870 y funcionaba a vapor pero fue destruido durante la Segunda Guerra Mundial. El actual, eléctrico, entró en servicio en 1986.


 Palacio Real de Budapest.
Sufrió gravísimos daños durante la Segunda Guerra Mundial y debió ser reconstruido. Alberga en la actualidad la Biblioteca Nacional y tres importantes museos: el Museo de Historia de Budapest, que permite al visitante recorrer la fascinante historia de la capital húngara desde el medievo hasta hoy; la Galería Nacional Húngara, que expone obras de artistas húngaros y la colección Ludwig; y el Museo de Arte Contemporáneo.

Habitado por el rey Béla IV tras la invasión mongola de 1241, el Palacio Real vivió su apogeo durante el reino del rey Matías (1458-90). A finales del siglo XVIII, la emperatriz María Teresa reconstruyó y agrandó el palacio. El Palacio Real ha renacido de sus cenizas, cual ave Fénix, tras numerosas guerras: el asedio turco (1541) y posterior invasión (1686), la guerra de la Independencia (1848-49) y las últimas batallas de la II Guerra Mundial.

El Museo Histórico de Budapest, en la parte sur del palacio, recorre la historia de la ciudad desde la liberación de Buda de los turcos en 1686 hasta 1970. El Museo Ludwig, en el ala norte del palacio, debe su nombre a su mecenas Peter Ludwig, cuyas donaciones incluyen obras de Picasso, Warhol y Lichenstein. Los cuadros y esculturas de Europa del este ofrece una fascinante crítica de un régimen comunista que se desmoronaba. La Galería Nacional Húngara se encuentra en el corazón del palacio. La colección enciclopédica de arte húngaro abarca desde el siglo X hasta la actualidad y muestra batallas, victorias y derrotas, bucólicos y románticos paisajes, así como retablos medievales que ayudan al visitante a formarse una buena idea sobre la identidad nacional húngara.
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Saliendo del castillo decidimos seguir por Tárnok Utca, y encontramos esta cabina:

Columna de la Peste, monumental altar de Acción de Gracias en estilo barroco a la Santísima Trinidad en memoria de la epidemia de 1691.

 Esquina de una casa de esta plaza.

 Iglesia de San Matías.
 Esta encantadora iglesia es oficialmente la Iglesia de Nuestra Señora pero popularmente llamada de San Matías en honor a Matías Corvinus (Mátyás király), el más famoso rey húngaro y quien mandó edificar la torre sur en 1470.

Patrimonio Cultural de la Humanidad, y de más de 700 años de antigüedad, en muchos aspectos la iglesia es un recordatorio para los húngaros de la antigua riqueza de la ciudad, unida a su trágica historia. En ella se han celebrado los actos más solemnes de la nación, como las dos bodas del rey Matías o la coronación de Carlos IV, el último rey Habsburgo.

 La iglesia de San Matías ha sido también lugar de tragedias y milagros, como el que se produjo durante el sitio de 1686 por parte de la Liga Santa a Buda para desterrar a los otomanos, que eran reyes y señores de la ciudad desde hacía más de un siglo.


Durante la batalla, uno de los muros de la iglesia (entonces mezquita) cayó tras un cañonazo, y sucedió que una estatua de la virgen María apareció escondida detrás.
 Este hecho acabó de desmoralizar a los turcos y ese mismo día cayó la ciudad en manos cristianas.

Detalle de unas partituras que encontramos. Parecen ser del Himno Nacional (Nemzeti himnusz).

 Hoy en día guarda aún los restos del rey Bela III, que reinó de 1173 a 1198, y la Reina Ana de Chantillon. El interior de la iglesia es una maravilla, repleto de tapices de exquisito gusto obra de los pintores húngaros más famosos del siglo XIX: Bertalan Székely y Károly Lotz, y son una intrigante mezcla de Art Noveau y diseños turcos que le dan un toque muy especial.

 El Bastión de los Pescadores.

Se diseñó y construyó entre 1895 y 1902 según los planos de Frigyes Schulek.
 Las siete torres representan las siete tribus magiares que se establecieron en la cuenca carpatiana en el año 896.


Recibe el nombre del grupo de pescadores responsable de defender este enclave de las murallas de la ciudad en la Edad Media. Se trata de un mirador con numerosas escaleras y paseos.
 ¡Lo único que echaba de menos era un poco de sol!






 Entre el Bastión y la iglesia Matías se alza una estatua de bronce de Esteban I de Hungría a caballo, erigida en 1906. El pedestal fue construido por Alajos Stróbl, basándose en el proyecto de Frigyes Schulek en estilo neorrománico y con episodios que ilustran la vida del rey.
 Seguimos por Tarnok Utca, viendo ejemplos de la arquitectura popular.

Llegamos caminando hasta Pest e hicimos el camino de vuelta por la orilla del Danubio.
El Parlamento.

 Una alternativa a las rutas habituales es este autobús anfibio que recorre las calles de Budapest y como final da un tranquilo paseo por el Danubio.

 La Iglesia de Santa Ana constituye el mejor ejemplo de arquitectura barroca italiana en Budapest. Su construcción comenzó en 1740 de la mano de Kristóf Hamon y fue finalizada en 1762 por Mátyás Nepauer.
La Iglesia ha sido durante más de 200 años victima de guerras, inundaciones y terremotos. Debido a su lamentable estado, pensaron en derribarla en varias ocasiones, especialmente cuando se construyó el metro. Finalmente se reconstruyó entre 1970 y 1984.

Iglesia Calvinista
Una de las iglesias más singulares de Budapest, y que preside este lado del Danubio. Fue construida a finales del siglo XIX. Destaca de manera importante las tejas de cerámica de su cubierta, dando bonitos reflejos tanto si son iluminadas por el sol, como si son reflejadas por la lluvia.
Podemos observar que esta iglesia sigue la forma de las iglesias católicas medievales.

Monumento a la Emperatriz Sissi.

El Monumento a San Gerardo (Szent Gellért-szobor) fue erigido en el año 1904 en el lugar en el que se cree que el Obispo Gellért fue asesinado en el siglo XI. Fue arrojado al río Danubio, según la creencia, metido en un tonel, por el pueblo que se negaba a adoptar el cristianismo. En la imagen de la estatua, San Gerardo tiene la mano extendida con una cruz en ella y a sus pies hay un húngaro arrodillado en señal de conversión al cristianismo. Se trata de una obra de Gyula Jankovits que es visible desde muchos puntos de la ciudad.

Antes de irnos al hotel pasamos un ratito por la Ópera.
Uno de los monumentos más importantes y conocidos de Budapest, la Ópera abrió sus puertas el 27 de septiembre de 1884, con una ceremonia espectacular, en presencia de José Francisco I. Pero la celebración de la inauguración casi se convirtió en escándalo porque al abrir las puertas, el público curioso entró empujando violentamente a los policías sólo para poder ser el primero en admirar el maravilloso palacio de la calle Sugár. Inauguraron la Ópera con el primer acto del Bánk Bán, la apertura de Hunyadi László y el primer acto de Lohengrin.

Tras años de pensarlo y planificarlo, en 1873 por fin se publicó el concurso para arquitectos húngaros y extranjeros para diseñar una ópera con capacidad para 2000 personas. El arquitecto húngaro, Miklós Ybl ganó la competición pero tenía que modificar sus diseños para que el proyecto saliera más barato, así que tuvo que prescindirse de la cuarta planta de la sala de espectadores y reducir el tamaño del vestíbulo. Después, siguiendo las intenciones de Frigyes Podmaniczky, en la construcción sólo podían participar artistas, arquitectos y firmas húngaras, con pocas excepciones (por ejemplo hay aparatos de escenario de Viena).

Al terminar la construcción, a pesar de haber salido casi un 50% más caro de lo planificado, Budapest podía enorgullecerse de la Ópera más moderna de Europa, un palacio neorenacentista con elementos barrocos. Y ni a lo largo de los siguientes 100 años cambió de su aspecto artístico, sólo había algunas modificaciones en el interior.
La renovación del edificio comenzó en 1980, con el cambio de algunos aparatos de la escena, los frescos, las sillas, se redujo el número de plazas a 1289 y se volvió a abrir la confitería de la tercera planta. Después de los trabajos realizados, la Ópera pudo celebrar su 100 aniversario con su anterior esplendor.

 La elegantísima Avenida Andrassy, es una copia mejorada de los Campos Elíseos de Paris. Me encantó.

Y nos encontramos este amigo de la época comunista, que seguro que todavía funciona.
El Trabant es un automóvil de bajo costo producido por el fabricante VEB Sachsenring Automobilwerke Zwickau, Sajonia. Fue en su tiempo el vehículo más común en la República Democrática Alemana, siendo también exportado a otros países inclusive fuera del bloque comunista. Su carrocería era de fenoplast (resina fenólica) y su motor, de dos cilindros a dos tiempos. Contaba con espacio para cuatro adultos y equipaje y era compacto, rápido, ligero y durable.
De los pocos modelos de automóviles a los que los húngaros tenían acceso, el Trabant era el más barato. Para adquirir un Trabant había que apuntarse en una lista y esperar hasta 10 años... o acudir al mercado negro. El nombre Trabant significa en alemán "compañero viajero"; popularmente se le llamaba Trabbi.
Se dejó de fabricar en 1991, después de que su producción se volviera insostenible y dependiera de subsidios del gobierno alemán.

Como colofón a tan largo día (aunque eran las 6 de la tarde)nos fuimos al Balneario Gellert.
 El edificio imponente, maravillosamente decorado con elementos húngaros y orientales es ligero y monumental a la vez. El Balneario Gellért es sin duda el más antiguo de la ciudad. Su elegancia y su gran tamaño impresionan a los bañistas. Los huéspedes del hotel pueden disfrutar de las piscinas de forma gratuita, y este hecho, sin lugar a dudas, aporta mucho a la popularidad del balneario
 Al entrar en el vestíbulo enriquecido con pilares y estatuas de mármol, podemos comprar las entradas e ir a cambiarnos enseguida. El camino que uno tiene que recorrer hasta llegar al vestuario es como si fuera un laberinto fantasmal. El sistema es el de la pulserita que abre el acceso y las puertas del vestuario.

Después de habernos puesto el bañador y unas zapatillas primero valdría la pena echar un vistazo al tesoro más grande del balneario: su amplio atrio de 700 metros cuadrados y de dos plantas, con logias y techo de cristales.
 En los detalles más pequeños del interior - en los pilares, estatuas, mosaicos rojos, jarras - se descubre una obra maestra de las artes aplicadas pero viendo el conjunto, la sala no nos parecerá uniforme. Enfrente de la piscina hay otra de aguas termales y desde el fondo de la sala se puede salir para ver las otras partes del edificio.

 Saliendo por primer extremo llegamos a las secciones divididas entre hombres y mujeres de los baños termales, que con su ambiente nos llevan al mundo mágico de los baños turcos. Desde el otro extremo se llega a los sitios para tomar el sol (en verano) y subiendo las escaleras al buffet.
 Esta parte es realmente espectacular y muuuuuuy relajante.
 Concluida la saludable visita nos fuimos a cenar algo ligerito y a dormir.

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