domingo, 5 de febrero de 2017

Bali, la Isla de los Dioses (y V)

Al día siguiente una visita a la capital, Dempasar.
Caminando por calle Gajah Mada hacia la Plaza Puputan, nos encontramos una enorme estatua de granito rodeada por un hermoso jardín en una rotonda ( algo por otra parte muy habitual en Bali); miremos fijamente y sentiremos como si la estatua nos estuviera mirando. ¿Magia? No, es simplemente porque la estatua tiene cuatro cabezas, que guardan fielmente el cruce de Surapati Street, Udayana Street, Calle del Veterano y Gajah Mada Street; es realmente la representación del Dios Brahma, la manifestación de Dios como el creador todopoderoso. Catur Muka Statue (Cuatro Caras),fue erigida en 1973 por I Gusti Nyoman Lempad de Ubud.






Puede que sea una de las esculturas más impactantes de Bali, si no contamos con las gigantescas que se levantan en el sur que incorporan dragones, caballos, carros sobre las olas.....todo lo que permita la imaginación de los escultores y la maleabilidad de la piedra.
Al estar bastante aislada en el centro del cruce, llama bastante la atención y suele ser punto de encuentro de los habitantes de la ciudad.

Mucha de la fama de Denpasar vino de la "Puputan", la lucha a muerte contra los holandeses en 1906, cuando miles de guerreros balineses, vestidos con sus mejores ropajes y armados sólo con sus armas tradicionales, las kris (puñal corto) y lanzas, se lanzaron contra las líneas de carabinas holandesas. Los heridos fueron rematados y las frenéticas mujeres, buscaron también la muerte. Gran parte de la nobleza fue aniquilada. El incidente es ahora recordado por el Puputan en la Plaza del antiguo Reino de Badung, donde ocurrió la matanza. El monumento muestra a un padre y dos niños con los kris y lanzas de bambú listos para luchar, en la esperanza de que la sangre les de honor y eternidad.














Dentro de la plaza encontramos el templo de Pura Jagatnatha, el templo del Señor del mundo con una estatua dorada del Dios Supremo, Sanghyang Widhi Wasa. Cerca se encuentra el magnífico Museo de Bali que fue fundado en 1932 con una estupenda colección de hallazgos arqueológicos, máscaras de danza, artesanías, pinturas, así como las ilustraciones arquitectónicas de los diversos templos de Bali. Y en el lado norte se encuentra el edificio de lujo de Jaya Sabha, del Gobernador de Bali.

Como siempre, en Bali, las sorpresas esperan detrás de cualquier esquina. En este caso en pleno centro de Dempasar, la capital del país, que no parece, ni debería parecerse a sus hermanas, las gigantescas capitales de indonesia.
Cierto es que la esencia balinesa, su manera de ser, su espiritualidad, no creo que les permitiera ni siquiera pensar en formar parte de la vorágine de las grandes metrópolis, de los rascacielos ( no hay ni uno en Bali, ni siquiera hotel). Prefieren, acertadamente, disfrutar del día a día, sin prisas, meditando y rezando, haciendo ofrendas en lugares tan especiales como este templo urbano.










Y eso que fue, como muchos templos de la isla, levantado en la década de 1970, en un furor religioso constructivo y en honor a Sang Hyang Widhi Wasa, el Dios supremo, para el que existe, como también en la mayoría de los templos, un gran asiento de roca que ocupa en los momentos en que es honrado.


















El templo es famoso, porque en luna llena y nueva se llena de fieles hasta rebosar, al igual que en Kajeng Kliwon, que cae cada 15 días en el calendario balinés.
Como también en la mayoría de los santuarios de la isla, el típico avispado nos cobrará una voluntad para el templo por la visita y nos acompañará recitando en inglés una retahíla aprendida a fuerza de repetir lo mismo mientras poco a poco nos conduce hasta alguien que casualmente vende calendarios balineses originales.
Ni que decir tiene que no debemos siquiera dar credibilidad a este tipo de negocios, sino con toda educación, dejar el fajín, dar las gracias y dejar atrás este precioso templo, blanco y rodeado de un pequeño estanque, en el centro de la ciudad.

Olores, sabores, colores, sonidos....eso es Pasar Badung el mercado más animado, colorido y excitante de Bali, y donde curiosamente no suelen llegar los turistas, gracias a Shiva. No se si es por lo angosto de los pasillos y la falta de luz natural que conforman el espacio de varios pisos, o por la cantidad apabullante de mercancías de todo tipo que lo abarrotan.










Continuamente alimentado por vendedores de toda la isla que acuden en tropel a vender todo tipo de productos, nos muestra todo su exotismo y su carácter único.
Desde los puestos de flores, las especias fragantes que se utilizan en las ofrendas religiosas, la verdura y la fruta, los huevos cocidos durante horas, los patos y pollos hasta el pescado.....Todo tiene sitio y cabida en este lugar.




























Eso en el piso bajo, porque en el superior encontramos todo tipo de artesanía para los servicios religiosos, que mirando bien tienen un lugar en la decoración de nuestra casa, como cestas de mimbre y paja, bandejas de ofrendas, inciensos...
En los pisos superiores, todo un enjambre de tiendas donde encontrar falsificaciones (buenas y malas) de ropa, camisetas de fútbol y baloncesto y otras prendas difíciles de adquirir por su dudoso buen gusto.
Pero he aquí, que saliendo del edificio, y cruzando un pequeño puente sobre el río Badung, entramos en otro de similares características pero con otro tipo de mercaderías, las que más llaman la atención al turista de a pie.
Sin duda oriente siempre ha destacado por su artesanía, que últimamente ha bajado bastante en su calidad. Raramente podemos encontrar un lugar como este en el que los precios se encuentren diametralmente opuestos a la calidad del producto.
Buenas terminaciones, materiales si no de primera, de segunda calidad, objetos bonitos y originales y sobre todo buenos precios, pudiendo conseguir autenticas gangas ( si es que quedan) por poco dinero.
Aún hoy me sigue extrañando que pocos turistas acudan a este lugar. Estuvimos dos veces y sólo vimos a una familia americana. ¿Mejor así, verdad?

La idea era ir a Nusa Penida, una de las islas que pertenecen a Bali. por eso nos acercamos a uno de los múltiples embarcaderos que se prodigan por la zona de Nusa Dua, otro de los núcleos turísticos de la isla.
Pero de nuevo la avaricia de la gente les lleva a perder dinero, y por intentar sacarnos más dinero del que debían renunciamos a la travesía en barco, por la que nos pedían unos 27 euros.
Así que retornamos a la carretera con ánimos de seguir con lo que teníamos programado para el día y de repente.....¡¡sorpresa!!










Allí estaba, en medio de un espacio enorme, medio cerrado por muros y vallas un conjunto de templos y torres de un orientalismo extremo que llamaron rápidamente nuestra atención.
Así que bajamos del coche y pedimos permiso para entrar en templo.
El permiso fue concedido y nos dejaron deambular por el complejo a nuestras anchas. Siempre manteniendo la distancia de los lugares más sagrados, fuimos visitando cada una de las dependencias.








Primero los altares de menos importancia, con gran profusión de imágenes y decoración alegórica al cielo budista, sus héroes y dioses.
Luego pasamos al sanctasanctorum, por llamarlo así, y haciendo comparación con un templo cristiano, donde se encontraban las principales deidades.












El conjunto de unos 8.000 metros cuadrados es hogar de 18 dioses y diosas, que incluye al dios principal, Na Cha, el gran luchador contra la injusticia. Está representado como una deidad joven, volando por los cielos, y montado sobre el viento con ruedas de fuego.




Aunque el edificio fue inaugurado en agosto de 2012, inmediatamente llamó la atención de los fieles, que acuden en cientos a rezar, especialmente durante el primer y el quinceavo día del mes del calendario chino; ya en año nuevo fue sede de un espectacular concierto de música de Taiwan que llenó el inmenso patio de entrada.
No recomiendo hojear los álbumes que se encuentran en la entrada del templo, ya que guardan fotografías que pueden herir la sensibilidad del espectador.

Y seguimos hacia Pulau Serangan.
Antes de hablar del templo, veamos un dato curioso. La isla de Pulau Serangan, está separada de la curva meridional de la playa de Sanur por una zona de manglares y ha ido ganando terreno al mar durante las obras de construcción de un proyecto hotelero, y cuenta con un puente que la comunica con Bali, ya que antes los transportes eran a base de barcas de pesca y ferries.


Pero he aquí uno de los detalles del sitio: los lugareños mantienen una especie de aduana entre legal e ilegal y cobran a los visitantes una pequeñísima cantidad de dinero por entrar a su isla. Es apenas 0,15 céntimos de euro, pero no deja de ser curioso.
Una vez entramos en la isla que básicamente son dos calles que dan a un puerto pesquero y al templo, nos dirigimos a éste.
Podría parecer que es un templo más, sobre todo por que no destaca desde lejos y hay que dar un par de vueltas y preguntar para encontrarlo. Sin embargo es uno de los lugares más sagrados de Bali.





De nuevo el sacristán de turno intenta sacarnos unos dólares por prestarnos unos fajines, ya que ve que llevamos nuestros sarongs preceptivos; y de nuevo tenemos que torearlo, recibiendo a cambio unas palabras en indonesio que no creo que suenen muy bien en español.
Una vez dentro admiramos la maravillosa pirámide escalonada de coral blanco ( el tipo de coral, no el color actual de la torre), que recuerda a los templos de la Polinesia.










Observamos de nuevo los rituales que se realizan en el lugar que se cree fundado por el sacerdote budista javanés Mpu Kuturan en el siglo XI, lo que lo convierte en uno de los más antiguos de Bali.
El hambre apretaba, así que fuimos a buscar un sitio para comer...

Después de la visita al templo de la isla de Palau Serangan, nuestro estómago reclamaba urgentemente alimento sólido, así que donde mismo teníamos aparcado el coche, bajo un árbol, vimos como preparaban las cáscaras de coco para usarlas como combustible, algo habitual en las zonas rurales de la isla. Nos dimos la vuelta, y vimos una serie de chiringuitos, unos 10, que nos llamaban para ofrecernos lo que era el plato único de la zona, pescado. Como en un bazar, fuimos pasando por delante de cada uno de ellos y viendo la calidad de los pescados ofrecidos hasta finalmente decidirnos por uno que parecía tener el más fresco y brillante de todos.


Así que pasamos bajo los chamizos, no sin antes ver como encendían el fuego de cocos y colocaban el pescado que habíamos elegido en las brasas.




Nos sentamos en una mesas bajas, en el suelo de cañas y empezamos el proceso de rehidratarnos con Bintang, mientras asumíamos la espera. 
En breve, un delicioso arroz con una salsa picante ( por supuesto) aumentó nuestro apetito y fue seguido de una ligera ensalada acompañada de cacahuetes.






En poco tiempo estaba en la mesa el mejor pescado asado que he comido en mi vida. Tierno, sabroso, con un delicado perfume a mar y coco...Insuperable.
Disfrutamos de la comida, de la bebida y de la compañía, no solo nuestra, sino de las simpáticas propietarias del local, alegres de que al menos cuatro viajeros hubieran elegido su restaurante para aliviar su hambre, y de que encima estuvieran disfrutando de su comida.
Si digo el importe de la comida, creo que no sería creíble....pero lo voy a decir: al cambio unos 20€ las cuatro personas, incluyendo, claro está, una considerable cantidad de botellas grandes de Bintang, frías y sabrosas. ¡La comida perfecta! Y seguimos el camino hasta la costa.




Hasta llegar a Pura Luhur Uluwatu
La pena fue llegar tan tarde. Eso y el hecho de que hubiera una ceremonia religiosa en varias dependencias del templo, impidieron poderlo ver en todo su esplendor y tomar buenas fotografías.
Pero en fin, lo importante es que pudimos tener un atisbo de la belleza no solo del templo, sino del lugar en sí, que resultó ser impresionante.






Provistos de los obligatorios sarongs y fajínes entramos al recinto, y avanzamos hasta que llegamos a una de las vistas más espectaculares de las que he disfrutado nunca.
Frente a nosotros estaban los merus del templo que parecían querer desplomarse al mar, en una especie de sacrificio ritual. Hay quien dice haber visto delfines y tortugas mirando hacia arriba, como si hablaran con los dioses del templo.
La caída al agua desde la altura del templo es de unos 200 metros y es realmente impactante la imagen de los acantilados tanto del lado del templo como a su contrario.


Una vez empapados de la belleza del paisaje, recorrimos el entorno, lleno a esa hora de visitantes y feligreses que aprovechaban las horas de menos calor del ocaso y la brisa marina para disfrutar del lugar.
Por la parte trasera del templo, es donde se encuentra la mayor densidad de población de macacos balineses.
Pueden  parecer muy "monos" y entrañables, pero hay que tener mucho cuidado. son auténticos ladrones que operan al despiste. Les atrae todo lo que sea brillante, todo lo que cuelgue de nuestras orejas, cuello o muñecas y sobre todo les encanta las gafas, de sol o de vista.




Dos turistas japoneses cayeron bajo el encanto de un pequeño mono que les tiraba de las correas de la mochila, cuando éste subió rápidamente a la cabeza de la chica y le arrebató sus gafas de vista.
La pobre japonesa se echó las manos a los ojos, ya que tenía una graduación más que considerable, y pensaría en cómo iba a seguir viendo el resto del viaje.
El monito se trepó rápidamente a lo alto del techo de una de las dependencias del templo, y casualmente apareció una señora con comida y empezó a llamarlo.....¿Negocio o travesura?
Ya se hizo de noche y debemos regresar. A esa hora los macacos están más desconfiados....salimos más deprisa de lo que entramos.....

Un festín de delicias.
Tuvimos la suerte de que en el momento de alquilar nuestra villa, la maravillosa anfitriona, aparte de ofrecernos el coche de alquiler gestionado a muy buen precio, incluyó la posibilidad de por un precio razonable ( unos 20€ por persona) viniera un cocinero privado acompañado de su ayudante a nuestra casa, y nos presentara un sabroso desfile de platos de la mas elegante y sabrosa cocina balinesa.






Empezamos por una delicada sopa de verduras y pollo, una ensalada de deliciosa verdura, brochetas ( sate lilit) de carne picada y muy aderezada, acompañada de salsa de cacahuetes y coco, arroz aromático y suave, galletitas de arroz y rollitos de verdura, carne asada con salsa de cilantro pimienta y ajo, acar ( verduras en salmuera), atún en suave escabeche y acabamos con un delicioso arroz negro en salsa de coco que nos envió directamente al séptimo cielo, eso sin contar con la deliciosa fruta fresca cortada en filigrana.












Todo un lujo el poder disfrutar de todos estos manjares en casa, sin prisas y con un cocinero de gran maestría y profesionalidad.

 Al día siguiente, último de nuestro viaje, visitamos Tanah Lot.
Dejamos para el final este precioso templo, quizá porque estaba cerca de casa, o porque queríamos dejar Bali impregnados de su magia y de su ambiente único. Llegamos a la entrada del complejo, que clama al cielo por su rabioso carácter turístico, lleno de bares, de restaurantes, de tiendas ( la mayor tienda de souvenirs de todo tipo que he visto jamás) y miles de ofertas para los visitantes.


Tras pasar esa poco agradable estampa, continuamos con más calma hasta llegar a la orilla del mar, donde se alza uno de los lugares más relevantes de Bali, a 100 metros de la costa. Afortunadamente no llegamos en un momento de mucho ajetreo, por lo que el número de visitantes era relativamente pequeño.






Al islote, un promontorio de principios del siglo XX, sólo puede accederse a pie cuando baja la marea ( el mar lo está erosionado a pasos agigantados). Los acantilados que rodean la isla han sido reforzados cuidadosamente con hormigón, y se han hundido trípodes en el mar a manera de rompeolas.


Tal y como sugiere su nombre, el templo está situado donde el mar y la tierra se encuentran. Por ello, el lado del templo que da al océano está dedicado a la diosa del mar, Betara Tengah Segara, mientras que la que da a la tierra lo está los dioses Gunung Batukau
El templo fue levantado en un intento de frenar las plagas y enfermedades que se creía venían del mar.
Hoy es una de las fuentes de ingreso más fuertes de la región aunque sin perder su carácter sagrado, aunque haya adquirido un tinte turístico, como podemos ver al acercarnos a la cueva bajo el islote, donde podemos recibir una bendición de agua y arroz o justo enfrente, bajo el acantilado, donde podremos, tras entregar una propina, tocar una serpiente...


















De cualquier manera la belleza del lugar sobrepasa y anula la parafernalia mercantil que está tejida en torno a él. Relajémonos y disfrutemos.

Un poco más allá encontramos el Pura Batu Bolong.




La perfecta unión entre la mano creadora de la Naturaleza y la respetuosa fe del pueblo balinés.
Un enclave mágico de la Isla que desgraciadamente está condenado a desaparecer por la fuerza de los vientos y las olas, al igual que su compañero de costa y devoción, el Tanah Lot y varios otros que están diseminados en la misma costa.














Pensar que pueda desaparecer, aunque sea dentro de siglos, me resulta realmente triste; y eso que o sufre la degradación colaboradora por parte del turismo que llega hasta aquí, ya que la mayoría se limita a visitar de manera express el templo de Tanah Lot y seguir su camino, sin reparar siquiera, de que detrás de la loma que esconde el mirador hay otro lugar que compite en belleza con el templo de la tierra y el mar.
Pero bueno, como suelo decir, esas circunstancias suelen ser favorables a los que nos aventuramos un poco más allá de lo que abarca nuestra mirada.
La vista, desde cualquier sitio que la disfrutemos es inolvidable, mucho más si estamos solos o con la presencia de algún que otro surfista.
El puente que une el templo con la tierra firme parece caer con solo mirarlo, con que una ola lo acaricie o el viento lo sople.
Una oración porque la fuerza de la pobre roca arenisca pueda mantener la belleza y la magia del lugar.

El resto del día lo dedicamos a la playa, a compras y a recordar todos los momentos inolvidables que pasamos en la maravillosa Bali, deseando volver incluso antes de habernos ido.

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