Accidentalmente, un crucero que iba a realizar por los fiordos noruegos, tenía su puerto de salida en la ciudad hanseática, así que me propuse investigar sobre ella y saber qué me podía deparar. Al momento de empezar a leer artículos y reseñas que hablaban de Hamburgo, fui quedando poco a poco atrapado por sus increíbles rincones y con un creciente deseo de disfrutarlos. Así que decidí conocerla a fondo en apenas 48 horas que iba a aprovechar hasta el último segundo antes de embarcarme en el crucero que me llevaría aún más al norte. La ciudad tiene mucho más que ver y que disfrutar de lo que me esperaba, así que decidí apuntarme a un free tour por el Barrio Rojo y el puerto.
Nada mejor que empezar a conocerla por su corazón, por su alma, por su origen...el río que la conecta con el mar. Todo empezó con un pequeño embarcadero de apenas 120 metros de largo allá por el siglo IX. Entonces, Hamburgo contaba con apenas 200 habitantes y una voluntad férrea de enriquecerse con el floreciente comercio a distancia que ya se movía por el Báltico y el Atlántico.
El siglo XII y el emperador Federico Barbaroja reconocieron los esfuerzos hechos por los ciudadanos para fortalecer su comercio marítimo y les premiaron con el privilegio de navegar libres de aranceles aduaneros a lo largo del Elba y casi todo el Mar del Norte. Posteriormente la Liga Hanseática aumentó dichas prerrogativas, haciéndolas extensivas a Inglaterra y Flandes, con sucursales en Londres, Brujas, Amsterdam y Escandinavia. El puerto experimentó una mejora notable en el siglo XVIII con tres grandes astilleros, fabricantes de aparejos y anclas de la mejor calidad.
Todo fue construido de nuevo, no reconstruido, aplicando siempre los últimos avances en tecnología para que el puerto de Hamburgo volviera a resurgir. Y de repente ocurrió algo maravilloso: Con la entrada del año 1967 la era del contenedor llegó a las orillas del Elba . La ciudad supo aprovechar la oportunidad y actualmente estiba cerca de 145 millones de toneladas encerradas en contenedores provenientes de todo el mundo.
Nosotros escogimos el MS Commodore de la empresa Barkassen-Meyer ya que era el más pequeño, con mayor amplitud de maniobra y por tanto el que más se puede acercar a los portacontenedores. Sentados en cubierta pudimos disfrutar de un paseo único y diferente por el maravilloso río Elba, conociendo a fondo el puerto y descubriendo la zona residencial de Othmarschen y Altona, con preciosas casas que dan a las playas que forma el río.
En 1913, Hamburgo se convirtió en una ciudad con un millón de habitantes, siendo el principal puerto del continente y el tercero mayor del mundo, después de Londres y Nueva York. La Segunda Guerra Mundial fue un desastre para su puerto, ya que el ochenta por ciento de las instalaciones portuarias quedaron arrasadas por las bombas.
Hace muy poco, tan poco como apenas 6 meses Hamburgo se despertó con un nuevo símbolo en el perfil de su ciudad. En enero de 2017 quedó inaugurada oficialmente la Filarmónica del Elba, un edificio que rápidamente se convirtió en referente arquitectónico y musical a nivel mundial.
Localizado en la punta de la Península de HafenCity, frente a los muelles y muy cerca de Speicherstadt que es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, esta gigantesca ola de 110 metros de altura, construida en cristal con base de ladrillo se mimetiza con los grandes almacenes del puerto que dan sabor y color a la ciudad y los complementa a la perfección.
Dos grandes salas de conciertos, la increíble Plaza que es el nuevo gran mirador de la ciudad y donde se puede tomar una copa u organizar reuniones de trabajo en un entorno único y privilegiado disfrutando de las mejores vistas de Hamburgo, y un hotel y varios pisos de apartamentos que se camuflan a ambos lados del edificio, conforman una estructura que simboliza el espíritu marítimo, cosmopolita y musical de la ciudad. Un espíritu que mira hacia el futuro combinando la tradición con la modernidad, la creatividad con el respeto por el entorno histórico y sobre todo una ciudad elegante y rebosante de buen gusto.Como anécdota debo decir que el Elbphilharmonie se levanta sobre los cimientos de un antiguo almacén de cacao y café, así que no nos extrañemos de que de vez en cuando nos llegue un agradable olor a estas exóticas bebidas que llegaron a Europa remontando el Elba para entrar en el continente y conquistarlo, tal y como este maravilloso y único edificio conquista nuestro corazón desde que aparece ante nuestros ojos.
Miniatur Wunderland, el paraíso de Lilliput en la tierra.
¡Ay de aquel que visite Hamburgo y no se acerque a disfrutar de este maravilloso mundo de las miniaturas! Sería imperdonable...
Si el visitante es un aficionado a las maquetas éste será sin duda el mayor placer que experimentará en su vida, y si no lo es, caerá igualmente rendido ante la perfección, el colorido y la originalidad de un lugar que me atrevo a calificar como único en el mundo.
Si quieren empezamos por las cifras, aunque les advierto que son impresionantes: son nada menos que 1.500 metros cuadrados de maquetas distribuidos en dos plantas representando 9 países, 15 kilómetros de vías de tren, 10.000 vagones ( el tren más largo mide casi 15 metros), 1.400 señales, 385.000 luces y focos, 260.000 figuras humanas y 130.000 árboles... No se si seguir porque además todas estas cifras se doblarán cuando termine el plan de ampliación que se llevará a cabo hasta 2020 y que incluirá por ejemplo una enorme maqueta de Venecia con canales navegables...Una maravilla.
Todo esto y muchísimo más es Miniatur Wunderland, el lugar donde lo pequeño se hace grande ante nuestros ojos y despierta el niño que todos llevamos dentro gracias a decenas de miles de detalles. Imprescindible.
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