Y seguimos
nuestro camino después de haber sido invitados de honor del terrible Vlad. Haríamos noche en la región de Târgu Mureș, durante tanto tiempo y siglos
sumida en la dominación húngara, que sin embargo dejó también aportes espectaculares
en la arquitectura y en ese espíritu dominante en la región que hace que las
tradiciones se conserven de manera fiel y pura.
Sin ir más
lejos, en su capital nos detuvimos en una avenida ancha que forma una plaza
alargada y casi rectilínea. Allí, aparte de la pequeña pero llamativa Catedral
de la Ascensión ,
tuvimos ocasión de disfrutar de un rincón que volvió locos los objetivos de
nuestras cámaras, el que forma el edificio de la Prefectura y el Palacio
de Cultura.
El primero
se levantó entre 1905 y 1908 y el segundo
como su complemento entre 1908 y 1913. Ambos forman u conjunto único e
indisoluble que sirvió para dotar a la ciudad de una nueva cara, con la que
entraba e la modernidad vestida de estilo Secesionista y Art Nouveau. Tanto sus
arquitectos como los artistas que los adornaron con una elegancia y unos
materiales exquisitos y de gran valor provenían de Budapest.
El palacio
cuenta con una biblioteca, un conservatorio, un museo etnográfico, una escuela
de idiomas, una sala de conciertos y una sala de conferencias y está adornado
con mosaicos y bajorrelieves en bronce y piedra, frescos y vitrales, de gran
valor artístico.
Por su parte, el edificio
de la Prefectura
o Consejo del Condado con su hermoso techo de tejas de color naranja y verde y su
ornamentada torre de vigilancia de 60
m , lo han convertido en uno de los edificios más
fotografiados de Târgu Mureş.
Uniendo ambos edificios encontramos un
pequeño parque donde se ubica una escultura de la
Loba Romana , o Lupoaica en rumano. Estas
esculturas las podemos hallar en gran cantidad de ciudades del país, ya que
a partir del siglo XIX surgió un movimiento cultural (sobre todo lingüístico)
que defendía la idea de que Rumanía era el último bastión de Roma entre pueblos
bárbaros, rodeados de los vulgares pueblos de la Europa del Este. Por ello
se dedicaron a levantar recordatorios de su origen romano y dacio y adornarlos
con medallones de antiguos emperadores romanos, escritores y prohombres de la cultura de la época, que militaban en las
filas de esta corriente de pensamiento.
Y llegamos a Bistrita, donde descansaríamos esa noche. La ciudad no tiene mucho que ofrecer, aparte de una iglesia bastante imponente a la que dedicamos un pequeño espacio en nuestro recorrido.
La iglesia (biserica) evangélica, que se encuentra en la Piata Unirii , es de
estilo gótico, concretamente sus cimientos nos miran desde el siglo XV-XVI, con
aportes renacentistas que se añadieron un siglo después por el suizo Petrus
Italus de Lugano.
De los árboles colgaban huevos de Pascua pintados, tradición de esta zona tal y como veríamos el siguiente día.
Aunque no pudimos entrar, si que supimos que posee un órgano
de más de 500 años. La torre del reloj alcanza los 76 metros (es la iglesia
de piedra más alta de Rumania), siendo fácilmente divisable desde toda la
ciudad.
En 2008, se produjo un incendio que destruyó la
parte superior de la torre. Ésta se reconstruyó y se equipó con un
ascensor, lo que la convirtió en la única torre de iglesia entre Moscú y Viena
que está equipada con esta instalación mecánica.
En el parque que la rodea varias estatuas de niños solos o con sus madres le daban un aspecto moderno y artístico a un parque cuajado de árboles cuyas hojas ya enseñaban los colores del otoño.
Hotel Castel Dracula.
Bienvenidos al paso del Borgo, la tierra del conde más famoso de todos los tiempos, donde el famoso novelista irlandés Bram Stoker, imaginó y localizó el fantástico castillo de Drácula allá por 1897.
Este hotel se levanta justo en el lugar, según sus dueños, donde antes se alzaba un castillo en ruinas que fue el que inspiró la famosa novela. Estéticamente no es más que un caserón de varias plantas y torres, nada que ver que el que tenemos en nuestra imaginación, pero una pequeña parada técnica nos sirvió para recordar al conde chupasangres.
Monasterio de Moldovita
El resto del día, del que quedaba bastante, lo dedicamos a
visitar un monasterio que forma parte del Patrimonio de la Humanidad, e l de Moldovita.
Se encuentra en medio del campo, protegido su recinto por
murallas de más de un metro de espesor y cinco de altura, lo que nos lleva a
mirarlo como una iglesia fortificada.
Como sus hermanos, el resto de monasterios de la región de
Bucovina, muestra su belleza un poco deteriorada lanzando a nuestros ojos los
impresionantes frescos que decoran el exterior de sus iglesias.
Al igual que en las catedrales góticas, con sus elaborada
escultura en tímpanos e interiores, este tipo de manifestación artística tenía
para ellos, y para la época más valor didáctico que artístico, es decir,
gracias a las pinturas, el pueblo llano que no sabía leer, aprendía la Historia Sagrada ,
y en ellos veía y con ellos aprendía lo que debía y no debía hacer si quería
ganarse le cielo o ir al infierno.
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