Muy temprano dejamos atrás Hanoi, ya que nos esperaban 175 km y casi 3 horas de camino hasta llegar a uno de los puntos fuertes del viaje.
Desde su nombramiento en 1994 como Patrimonio de la Humanidad ( hecho que los vietnamitas se encargan de recordar con enormes esculturas con el símbolo de la UNESCO), Halong no ha parado de crecer. Y me refiero a la pequeña aldea de pescadores que era cuando las bellezas que la rodeaban fueron redescubiertas y promocionadas para el turismo.
Infinidad de hoteles y apartamentos se levantan ahora donde antes sólo habían campos de labranza y bosque, y playas y puentes artificiales han encontrado su lugar ideal sobre el lecho de roca de la orilla del mar.
La tripulación salió a recibirnos a la cubierta...
Entramos al camarote, sencillo pero muy bonito, con un balcón que ocupaba todo su largo. Eso si, para los que necesiten mucho espacio para sus maletas u holgura a la hora de moverse no es demasiado indicado, pero recordemos que estamos en un barco...
Subimos a la cubierta a ver la salida de la nave y...
Bajamos a reponer fuerzas mientras nos dirigíamos a los fascinantes islotes de la bahía.
Poco a poco nos fuimos deslizando sobre las aguas verde esmeralda del golfo de Tonkín, entre algunas de las más de tres mil islas que lo conforman.
El paisaje mágico y cautivador está formado por atolones de piedra caliza y muchos de ellos están salpicados de grutas y playas originadas por la acción del viento y las olas.
Hay momentos en que parece que estamos solos rodeados de toda esta belleza y esplendores de la naturaleza, pero la realidad es que la bahía recibe un torrente de visitantes cada año.
Halong significa "El lugar donde el dragón se sumerge en el mar" y según cuenta la leyenda, un dragón furioso que vivía en las montañas, decidió un día descender al mar. Según iba bajando rompía las cordilleras y las montañas con su poderosa cola, y al sumergirse hizo subir el nivel del mar, quedando a la vista solamente los picos de las montañas que habían quedado intactas.
La Bahía en su conjunto está muy dañada y las orillas llenas de basura, producto de la desidia de propios y extraños, es decir, de los lugareños que olvidaban que el mar todo lo devuelve y de los turistas que han visitado el lugar durante décadas. También se han esquilmado los fondos coralinos, las estalactitas de las cuevas y la arena de la playa, y con un solo fin, proveer a la industria turística de recuerdos para las tiendas de tierra firme.
Me pregunto qué diría el tarasque, que así llaman los marineros al dragón milenario que habita la aguas de Halong y que por ellos ha sido visto, sobre cómo se va contaminando cada día más la cristalina bahía. Supongo que haría las maletas y se iría una temporada muy larga al hogar de su primo Nessie en Escocia.
Tras fondear en una bahía, hicimos kayak durante una hora, y luego nos acercamos a uno de los islotes en una barcaza.
Atravesamos el gran peñasco por su corazón, gracias a una cueva que lo perfora de un lado a otro, hasta llegar a una pequeña playa para darnos un baño.
Y llega el atardecer después de un día completo de navegación, dejándonos este espectacular escenario.
Mientras dejamos volar nuestros sentidos
Y nos vamos al comedor a cenar...
Tras la deliciosa cena subimos a cubierta para disfrutar del cielo estrellado y relajarnos un rato en las hamacas. Al poco tiempo nos fuimos a dormir, ya que había que despertarse al alba para una visita muy especial.
Es costumbre en Vietnam desayunar de manera contundente con una exquisita sopa llamada Pho. Se trata de un caldo con abundantes noodles o tallarines de arroz, carne, brotes de soja y algunas hierbas frescas.
Mientras esperábamos para desembarcar, aprovechamos para tomar algunas fotos bajo el tímido sol de la mañana.
Algunas vendedoras de coral, conchas, agua y chucherías se acercaban al barco con la esperanza de vender algo.
Y desembarcamos para visitar la impresionante Cueva de las Maravillas.
Para llegar hasta ella hace falta que la barcaza del pequeño crucero nos acerque por grupos y nos deposite al pie de un muelle de donde parte una larga escalera de 90 escalones muy empinados. Según vamos subiendo el paisaje se hace más bonito.
El nombre original Hang Dau Go, quiere decir Cueva de las Estacas de Madera, en referencia a los afilados postes de bambú que el héroe nacional Tran Hung colocó en el lecho de un cercano río para detener la flota mongola invasora de Kublai Khan y fueron almacenados en ella.
La cueva está formada por tres grandes cámaras que desatan nuestra imaginación, ya que es fácil ver en las estalactitas y estalagmitas figuras de enanos, dragones, tortugas...
La altura de la gruta alcanza los 25 metros de altura, y se dice que en su momento el mar llegaba hasta el techo y le dio la forma que hoy vemos.
Volvimos al barco y comenzamos la navegación de vuelta hacia el continente.
Nuestro siguiente destino sería Hoi An, por lo que teníamos que tomar un vuelo desde Hanoi hasta Da Nang.
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