miércoles, 1 de julio de 2020

La Palma, un fin de semana en la Isla Bonita (I)

Muchos son los encantos que hacen que La Palma sea denominada y conocida como La Isla Bonita. Su clima suave e ideal durante todo el año, la calidad de su cielo sin contaminación atmosférica ni lumínica, sus playas de fina y negra arena volcánica que contrastan con los verdes y tupidos bosques de la cumbre, los paisajes atlánticos que sugieren que más allá del océano se encuentra América con la que tantos lazos la unen, sus espacios rurales que guardan el sabor de las tradiciones, y una naturaleza pura que le ha otorgado el título de Reserva de la Biosfera. Todo eso y mucho más es La Palma, y nos hemos propuesto conocerla no a fondo, porque un fin de semana es muy poco, pero al menos cortejarla para que vaya contándonos algunos de sus secretos y nos conquiste para volver.
Así que lo mejor es empezar sin perder más tiempo, y lo hacemos por su capital, Santa Cruz de La Palma.


Nos alojamos en una antigua casa del barrio de San Telmo, uno de los más característicos del casco histórico de la capital palmera, concretamente junto a la ermita de San Sebastián, que fue fundada en el siglo XVI para honrar al santo protector de la peste, que se empeñaba en azotar las Islas de cuando en cuando y al que se encomendaban los marineros que arribaban a la ciudad.



Vamos bajando para pasar ante otro templo, el de Santo Domingo, bastante mayor en tamaño y hermosamente adornada en cantería roja y que sustituyó al importantísimo convento de San Miguel de las Victorias, con obras de arte de valor incalculable.

Camino abajo la primera de las sorpresas, la Real Sociedad Cosmológica, un precioso edificio del siglo XVI que funcionaba como alhóndiga y que fue comprada por el Concejo de La Palma para el estudio y la divulgación de las Ciencias Naturales y Etnográficas.

Su nombre hace honor a la obra Cosmos del explorador  Alexander Von Humboldt rendido admirador de la Naturaleza canaria y por ello inspirador de los avances del estudio de la relación entre el Hombre y la Naturaleza. En el imponente edificio se reunían médicos, humanistas, botánicos investigadores y demás hombres de ciencia para debatir sobre los últimos avances tecnológicos y las ventajas y desventajas que tendrían para la sociedad de su tiempo. Aparte, la sociedad ha emprendido, a lo largo de los siglos, valiosos rescates de la historia isleña, y atesorado la preciada Biblioteca Cervantes.

Y las preciosas callejuelas nos llevan a la recoleta Plaza de España, que sirve de antesala a la Parroquia Matriz de El Salvador.

Esta plaza, una de las más bellas de Canarias por la profusión de elementos renacentistas que la adornan, ha sido a lo largo de los siglos lugar de celebraciones festivas, como la llegada de Los Indianos, religiosas, con la Bajada de la Virgen de las Nieves o simplemente como punto de reunión de todos los santacruceros.



Señoriales casas como la de Monteverde, la de Lorenzo, la de Massieu o la de Pereira, que se miran en las Casas Consistoriales que cierran la plaza, con sus arcos y sus balcones en piedra, sirven de marco a este espacio recoleto y lleno de historia. En uno de los lados de la iglesia también encontramos una fuente que se remonta nada menos que al año 1588.

La parroquia, que fue levantada en 1500, tiene una impresionante fachada adornada con cantería gomera, con una hermosa imagen central en mármol de El Salvador del Mundo

No dejemos de acercarnos a la esquina izquierda para contemplar de cerca unas magníficas gárgolas.


Seguimos nuestro camino por la señorial calle O'Daly, que debe su nombre al comerciante irlandés Dionisio O'Daly, miembro de la burguesía de la ciudad del siglo XVIII.

Aprovechamos la generosidad palmera para conocer los preciosos patios que son el núcleo de las imponentes casas que forman la calle, y que permanecen abiertos para deleite del visitante.




Nos salen al paso casas realmente hermosas...


...y cargadas de historia, como ésta de Sotomayor, que se remonta a finales del siglo XVI, y que con su fachada de piedra volcánica más parece una fortaleza que una vivienda.

Desandamos nuestros pasos pero esta vez por la Avenida Marítima, para disfrutar del aire del mar y la negra arena volcánica en la Playa Nueva que anteriormente llevaba el nombre de Malecón...


...hasta llegar a los famosos balcones que son imagen inseparable de la ciudad.

¿En qué catálogo de viajes, programa de televisión o incluso exposición de cuadros o fotografía sobre la ciudad no aparecen estos coloridos y preciosos balcones? Constituyen toda una muestra de la arquitectura canaria civil, ya que conforman un catálogo vivo de las distintas tipologías de balcones de estilo canario, con especial interés en los llamados balcones dobles de estilo portugués o adufas.






Lo curioso de estas construcciones en madera, es que se crearon para ventilar las traseras de las casas de la calle Anselmo Pérez de Brito, para que entrara el aire procedente del mar y como lugar también donde colocar los llamados "excusados", que en su momento evacuaban las aguas sucias al mar, cuando éste llegaba casi hasta los mismos cimientos de las casas.






Y nos encontramos de frente con el Castillo de Santa Catalina, parte del sistema defensivo de la ciudad ordenado levantar por los Reyes Católicos y que es copia del Castillo de San Cristóbal de Tenerife.

Pasado el castillo llegamos al Barco de la Virgen, que es al tiempo Museo Naval de la ciudad.


Protagonista junto con el Castillo de la Virgen del conocido "Diálogo entre el castillo y la nave" de las Fiestas Lustrales, este barco fue colocado en su actual emplazamiento para la Bajada de 1940, y contiene tesoros tan valiosos como son portulanos del Caribe, mapas y cartas marítimas del archipiélago canario, maquetas de barcos construidos en la isla, mascarones de proa, diarios de bitácora, instrumentos de navegación y decenas de artilugios y legajos relativos a la vida en el mar y los descubrimientos.


Muy cerca, en la Plaza de Alameda, encontramos la Escultura en honor del Enano, homenaje a una de las figuras más entrañables y curiosas de la Bajada y que está situada de manera que, en una sola imagen podemos captar a sus espaldas el barco de la Virgen y al fondo el Castillo, elementos significativos de las Fiestas Lustrales.

Y caminando por la calle San Francisco...


...llegamos a la Plaza e Iglesia del mismo nombre.
Cuando terminó la conquista de la isla, los frailes franciscanos obtuvieron en recompensa por su ayuda en la evangelización, el solar que hoy ocupa el templo y sus alrededores, con la protección de los Reyes Católicos.


Dentro, encontramos varias joyas de la imaginería palmera, como la Concepción, la de San Francisco de Asís, fundador de la orden, el Cristo de la Piedra Fría o el Cristo de la Caída.



A su lado, el Museo ubicado en el Convento de la Concepción, alberga variadas colecciones sobre el arte, la naturaleza y la historia de La Palma.
Acabamos nuestra andadura por la capital palmera tomando un café en la tranquila y colorida Placeta de Borrero.

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