De aquí a Ciudad Rodrigo, la Mirobriga romana disputada luego por nobles y obispos y defendida de los franceses por el Duque de Wellington, aunque con graves pérdidas para su gran patrimonio monumental. Recomiendo esta visita guiada para conocer su patrimonio.
Al ser una ciudad amurallada, debemos entrar a ella por una de sus siete puertas, siendo la principal la de La Colada.
Siguiendo nuestro camino, encontramos la preciosa Casa del Marqués de Cerralbo, adornada con un delicado friso plateresco y varios escudos heráldicos que muestran la nobleza de sangre de la familia.
Para acabar este recorrido nos llegamos a la catedral, donde debemos admirar la portada de las Cadenas y el pórtico del Perdón, que nos recuerda al pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela. El edificio es una amalgama de estilos que a veces nos hace verla como templo, otras como edificio civil y otras como fortaleza.
Una leyenda cuenta que mientras se construía, todo el trabajo que se adelantaba durante el día era destruido por un gigantesco oso endemoniado que no permitía que la obra avanzase. Fue necesaria la intervención de un caballero para acabar con el animal enviado por el demonio para que la catedral pudiera concluirse.
Y esa noche llegamos a Zamora.
Es recomendable contratar esta visita guiada para recorrerla.
Dando un paseo por una ciudad que nos sorprendió muy gratamente y donde nos metimos de lleno en sus tradiciones, como la de la Semana Santa, simbolizada por el Merlú, que así se conoce en Zamora a la pareja de congregantes de la Cofradía de Jesús Nazareno que con el sonido de una corneta y un tambor reúnen a los demás componentes de la cofradía para empezar el desfile procesional a las 5 de la mañana del Viernes Santo. Como los miembros de la Hermandad suman hasta 6.000 miembros, existen 6 parejas que recorren los barrios para congregarlos y así comenzar el recorrido.
Un palacio nos sale al paso, el llamado de los Momos, joya del gótico florido de la ciudad que se edificó en el siglo XV.
De la impresionante portada destacan las preciosas ventanas, los dos escudos pequeños a los lados del portón de la entrada y un tercero más grande, sostenido por una pareja de salvajes. Antes de servir como Palacio de Justicia fue usado como mesón y casa de arrieros.
Poco queda de la estructura original de la catedral, que empezó a construirse en 1151, puesto que ha sufrido numerosísimas modificaciones, algunas poco afortunadas. Un románico que debía ser puro se combinó con un bizantino que se aprecia claramente en el cimborrio que recuerda a Santa Sofía de Estambul.
Junto a una fachada principal austera y con aires de castillo, se alza la torre campanario, que sin acabar tiene planta cuadrada y da la impresión de no encajar en el conjunto.
La Puerta del Obispo, es la única que permanece visible de las tres originales y como podemos ver también tiene una aire recargadamente oriental que tiene un encanto único.
Y dejamos atrás la ciudad para seguir descubriendo lugares poco conocidos, como la Iglesia visigoda de San Pedro de la Nave, que cual Moisés en piedra fue rescatada de las aguas de un pantano, desmontada piedra a piedra y vuelta a erigir en su emplazamiento actual. Para sustentar su primera construcción se usaron lápidas romanas, que hoy se conservan en un Centro de Interpretación.
Nos detenemos ahora en Toro, histórica ciudad cuyas calles fueron escenario de batallas medievales y conspiraciones cortesanas. Es muy interesante esta visita guiada.
Varios puntos llaman nuestra atención en esta ciudad que se precia de ser cuna y terruño del primer vino tinto que llegó a América, ya que de toneles de sus caldos iban llenas las calaveras de Colón.
El Monasterio de Santa Clara, donde se recluyó Juana La Loca estaba cerrado, así que sólo pudimos verlo por fuera.
Se nos echaba la noche encima, así que emprendimos camino a Valladolid, donde aparcamos y de camino al hotel vimos la Iglesia de la Antigua, a la que volveremos, y la Plaza Mayor, ambas magníficamente iluminadas.
Repleto de decenas de figuras y formas alegóricas, símbolos y escudos, lo que más nos llama la atención se encuentra casi a la altura de los ojos. Como guardando la entrada del Museo se encuentran enfrentados dos grupos. Por un lado los salvajes vestidos con pieles, que pueden hacer referencia a los pobladores de la recién descubierta América, y por otro los caballeros de armadura, símbolo del valor y la virtud cristiana, que al tiempo son figuras más elaboradas y menos agresivas en gestos y posturas. Acompañándolos encontramos alegorías a la Iglesia y sus ministros, el conocimiento, la sabiduría, la monarquía y todo un conjunto de emblemas, escudos y símbolos que hacen referencia a las bondades de la vida en tiempos de los Reyes Castellanos.
Salimos de Valladolid y siguiendo la estela de la historia nos detenemos en Peñafiel, lugar donde se erige uno de los castillos más impresionantes de España. El lugar siempre ha esto unido a grandes personajes de la historia de nuestro país, como Doña Urraca, Alfonso I o el Infante Don Juan Manuel.
Tras su doble muralla encontramos una enorme plaza de armas y una airosa y elegante torre del homenaje, que destaca en la distancia y nos sirve de faro para llegar hasta la fortaleza. Hoy en día se ha diversificado el uso de este enclave histórico añadiendo a sus atractivos un interesante Museo del Vino, que nos muestra todos los aspectos de los caldos vallisoletanos, desde su cultivo hasta su maduración y venta, pudiendo realizar una cata de los más afamados vinos de la región.
Evidentemente su importancia es tal que la ciudad ha querido darles homenaje con una escultura en bronce en la Plaza Mayor, obra de Antonio Pedrero.
Al día siguiente empezamos un precioso recorrido, que nos llevó como primer punto a admirar la Iglesia de Santa Lucía, en pleno barrio judío que en ese entonces se rodeaba de artesanos de la alfarería y la curtiduría. De origen románico, fue totalmente restaurada en el siglo XVII, que es cuando se le adosa una bonita espadaña con un balcón de madera. En épocas más recientes se instaló en su exterior un "reloj de sol" que también marca las épocas históricas de la humanidad y con una leyenda que dice: " Que no pase ni un momento que no queramos recordar"
Cruzamos el conocido Puente de Piedra, que sustituye desde el siglo XII a aquel romano que se levantaba en el mismo lugar. Lo forman 16 arcos que salvan con su piedra el río Duero.
Y desde el otro lado disfrutamos de esta perspectiva de la ciudad.
Perdiéndonos entre las callejuelas admiramos iglesias como la de Santa María de la Horta, que perteneció a los Caballeros Hospitalarios de la Orden de San Juan de Jerusalén. Como anécdota cabe decir que en el solar que ocupaba el cenobio, se levantó la primera fábrica de electricidad de la ciudad que luego se transformó en una fábrica de alcohol y un hotel.
Cruzamos el conocido Puente de Piedra, que sustituye desde el siglo XII a aquel romano que se levantaba en el mismo lugar. Lo forman 16 arcos que salvan con su piedra el río Duero.
Perdiéndonos entre las callejuelas admiramos iglesias como la de Santa María de la Horta, que perteneció a los Caballeros Hospitalarios de la Orden de San Juan de Jerusalén. Como anécdota cabe decir que en el solar que ocupaba el cenobio, se levantó la primera fábrica de electricidad de la ciudad que luego se transformó en una fábrica de alcohol y un hotel.
Un palacio nos sale al paso, el llamado de los Momos, joya del gótico florido de la ciudad que se edificó en el siglo XV.
De la impresionante portada destacan las preciosas ventanas, los dos escudos pequeños a los lados del portón de la entrada y un tercero más grande, sostenido por una pareja de salvajes. Antes de servir como Palacio de Justicia fue usado como mesón y casa de arrieros.
Y finalizamos la visita a la ciudad rindiendo honores a su catedral.
Poco queda de la estructura original de la catedral, que empezó a construirse en 1151, puesto que ha sufrido numerosísimas modificaciones, algunas poco afortunadas. Un románico que debía ser puro se combinó con un bizantino que se aprecia claramente en el cimborrio que recuerda a Santa Sofía de Estambul.
Junto a una fachada principal austera y con aires de castillo, se alza la torre campanario, que sin acabar tiene planta cuadrada y da la impresión de no encajar en el conjunto.
Y dejamos atrás la ciudad para seguir descubriendo lugares poco conocidos, como la Iglesia visigoda de San Pedro de la Nave, que cual Moisés en piedra fue rescatada de las aguas de un pantano, desmontada piedra a piedra y vuelta a erigir en su emplazamiento actual. Para sustentar su primera construcción se usaron lápidas romanas, que hoy se conservan en un Centro de Interpretación.
Nos detenemos ahora en Toro, histórica ciudad cuyas calles fueron escenario de batallas medievales y conspiraciones cortesanas. Es muy interesante esta visita guiada.
Varios puntos llaman nuestra atención en esta ciudad que se precia de ser cuna y terruño del primer vino tinto que llegó a América, ya que de toneles de sus caldos iban llenas las calaveras de Colón.
Paseando por la Puerta del Mercado nos encontramos con la Torre del Reloj, que cobija en un nicho una imagen de Cristo, bajo el que pasamos para continuar hacia la Colegiata de Santa María La Mayor, del siglo XII. Es curioso como todas las esculturas que la adornan, o casi todas, conservan la policromía original, que exalta la vida de la Virgen María, la Iglesia Celestial y el Juicio Final. Prestemos especial atención a la llamada Virgen de la Mosca, llamada así popularmente porque tiene a uno de estos insectos posado en su regazo, aparte de una rana y un gusano, quizá atraídos por el olor dulce de la fruta que la Virgen ofrece al Niño. La minuciosidad de los detalles la han convertido en una obra que para su preservación debe custodiarse en la sacristía del templo.
Las vistas hacia el puente de Toro son espectaculares. Consta de 22 arcos que ayudan a salvar el paso sobre el río Duero y en la Guerra de la Independencia, el 2 de julio de 1812, durante la retirada de las tropas invasoras francesas fueron volados dos de ellos para evitar el paso de las tropas de Wellington.
Nuestra siguiente parada es Tordesillas, ciudad cortesana que fue el lugar elegido por Alfonso XI para levantar un palacio y donde se firmó el conocido Tratado de Tordesillas por el que España y Portugal fijaban la línea divisoria para el reparto de los territorios del Nuevo Mundo. Con esta visita guiada conoceremos lugares como su Plaza Mayor, presidida aún por el Ayuntamiento, rodeado de balconadas sobre columnas que poseen una "cadencia romana".
Las vistas hacia el puente de Toro son espectaculares. Consta de 22 arcos que ayudan a salvar el paso sobre el río Duero y en la Guerra de la Independencia, el 2 de julio de 1812, durante la retirada de las tropas invasoras francesas fueron volados dos de ellos para evitar el paso de las tropas de Wellington.
Nuestra siguiente parada es Tordesillas, ciudad cortesana que fue el lugar elegido por Alfonso XI para levantar un palacio y donde se firmó el conocido Tratado de Tordesillas por el que España y Portugal fijaban la línea divisoria para el reparto de los territorios del Nuevo Mundo. Con esta visita guiada conoceremos lugares como su Plaza Mayor, presidida aún por el Ayuntamiento, rodeado de balconadas sobre columnas que poseen una "cadencia romana".
El Monasterio de Santa Clara, donde se recluyó Juana La Loca estaba cerrado, así que sólo pudimos verlo por fuera.
Se nos echaba la noche encima, así que emprendimos camino a Valladolid, donde aparcamos y de camino al hotel vimos la Iglesia de la Antigua, a la que volveremos, y la Plaza Mayor, ambas magníficamente iluminadas.
Gracias a esta visita guiada conocimos lugares como la Plaza Mayor, que gracias a Felipe II se convirtió rápidamente en el espacio más animado de la ciudad y núcleo de la vida vallisoletana. Empezó a trazarse tras el voraz incendio que casi destruye la ciudad por completo a mediados del siglo XVI pero que fue el detonante de una nueva forma de ver y diseñar la nueva capital del Pisuerga.
Y regresamos también a la Iglesia de Santa María La Antigua, un sólido templo románico del siglo XIV que es la joya de este estilo artístico en Castilla y León, sobre todo si tenemos en cuenta su torre de 55 metros de altura, que precede a la iglesia en un siglo de antigüedad.
A mí, que tanto me gustan las leyendas, me fascinó la que cuenta que en el lugar donde hoy se levanta la cruz de piedra, se encontraba un antiguo cementerio, donde apareció el cuerpo de un niño, vestido de romano que accidentalmente vino con la arena que se trajo de Tierra Santa para sacralizar el terreno donde se levantó posteriormente la iglesia.
Nos acercamos a ver la impresionante fachada del Museo de Escultura, hermosa construcción del siglo XV donde juró fueros el emperador Carlos V. Aparte de su enorme importancia como recipiente de una valiosísima colección de escultura que abarca todos los campos y siglos de esta modalidad artística, lo que llama la atención sobremanera es la impresionante fachada.
De entre todos los edificios que rodean la plaza, destaca, por supuesto, el Ayuntamiento. en una ingeniosa mezcla de estilos medieval y Beaux-Arts francés.
A mí, que tanto me gustan las leyendas, me fascinó la que cuenta que en el lugar donde hoy se levanta la cruz de piedra, se encontraba un antiguo cementerio, donde apareció el cuerpo de un niño, vestido de romano que accidentalmente vino con la arena que se trajo de Tierra Santa para sacralizar el terreno donde se levantó posteriormente la iglesia.
Nos acercamos a ver la impresionante fachada del Museo de Escultura, hermosa construcción del siglo XV donde juró fueros el emperador Carlos V. Aparte de su enorme importancia como recipiente de una valiosísima colección de escultura que abarca todos los campos y siglos de esta modalidad artística, lo que llama la atención sobremanera es la impresionante fachada.
Repleto de decenas de figuras y formas alegóricas, símbolos y escudos, lo que más nos llama la atención se encuentra casi a la altura de los ojos. Como guardando la entrada del Museo se encuentran enfrentados dos grupos. Por un lado los salvajes vestidos con pieles, que pueden hacer referencia a los pobladores de la recién descubierta América, y por otro los caballeros de armadura, símbolo del valor y la virtud cristiana, que al tiempo son figuras más elaboradas y menos agresivas en gestos y posturas. Acompañándolos encontramos alegorías a la Iglesia y sus ministros, el conocimiento, la sabiduría, la monarquía y todo un conjunto de emblemas, escudos y símbolos que hacen referencia a las bondades de la vida en tiempos de los Reyes Castellanos.
Salimos de Valladolid y siguiendo la estela de la historia nos detenemos en Peñafiel, lugar donde se erige uno de los castillos más impresionantes de España. El lugar siempre ha esto unido a grandes personajes de la historia de nuestro país, como Doña Urraca, Alfonso I o el Infante Don Juan Manuel.
Pero centrémonos en su imponente castillo que con sus 200 metros de largo, es uno de los mayores de España. La plaza fue fundamental a la hora de controlar la frontera del Duero, por lo que su situación en lo alto de la peña, desde donde se contempla un paisaje que parece infinito, fue crucial.
Tras su doble muralla encontramos una enorme plaza de armas y una airosa y elegante torre del homenaje, que destaca en la distancia y nos sirve de faro para llegar hasta la fortaleza. Hoy en día se ha diversificado el uso de este enclave histórico añadiendo a sus atractivos un interesante Museo del Vino, que nos muestra todos los aspectos de los caldos vallisoletanos, desde su cultivo hasta su maduración y venta, pudiendo realizar una cata de los más afamados vinos de la región.
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