domingo, 16 de junio de 2024

China, los secretos del Imperio Celestial (V) Suzhou (I)

En tiempos de las dinastías imperiales, Suzhou era una esplendorosa ciudad adornada por multitud de canales y callejuelas estrechas llenas de encanto. Su época de mayor esplendor fue durante el siglo XIV, momento en que su prosperidad llegó a su cima gracias a la producción de seda. Fue probablemente en ese momento cuando  recibió la visita de Marco Polo.

Desgraciadamente llegó la época de la Revolución Cultural de Mao y mucho de los lugares que visitó Polo, fueron borrados de la faz de la ciudad.



La historia de la población original se remonta a más de 2.500 años y se desarrolló plenamente cuando se convirtió en paso obligado en la Ruta de la Seda.
Luego visitaremos la ciudad en un paseo nocturno, pero ahora es el momento de conocer uno de sus tesoros, la Colina del Tigre.


Para acceder al recinto debemos cruzar un puente que parece volar sobre el canal y llegar a su puerta principal. En el canal encontramos barcas que pueden ser alquiladas para disfrutar de un delicioso y tranquilo paseo por las vías de agua que rodean la colina.



Es habitual encontrar a jóvenes ataviadas con hanfus o qitaos que protagonizan una sesión de fotos para sus perfiles en las redes sociales chinas.

Varios guerreros celestiales protegen la entrada de la Colina.

Cuenta la leyenda que en este lugar está enterrado el rey He Lu, fundador de Suzhou, capital del reino de We, que antes de ser arrasada por los bárbaros era una de las ciudades más poderosas de China.
Después de su muerte durante una batalla el rey fue enterrado en la Colina, y cada noche un tigre blanco dormitaba sobre su tumba, protegiendo el descanso del monarca, de ahí el nombre del lugar.

Pasamos ahora, durante la subida por la Plaza de los 1.000 hombres, en homenaje a los obreros que trabajaron en la tumba del rey y que fueron asesinados para impedir que se conociera el emplazamiento exacto del enterramiento. Nadie ha conseguido desentrañar el enigma, pero se cree que la tumba está entre los cimientos de la pagoda que veremos luego, aunque no se puede excavar bajo ella porque sus cimientos están inclinados peligrosamente.

El siguiente punto de interés es un estanque rectangular cavado en la roca con una leyenda, que cuenta que fue aquí donde fue enterrado el rey, y que sus soldados colocaron sobre sus restos 3.000 espadas de la mejor calidad, por lo que se conoce como Pozo de las Espadas.


Pero quizá el hito de la visita sea la conocida como Pagoda de Yunyan o también Torre de Huqiu. Como siempre hay comparaciones, se la llama la Torre Inclinada de China, en referencia la italiana de Pisa.
Su construcción empezó en el año 907 después de Cristo y se completó 54 años después.


La pagoda tiene una altura de 47 metros de altura, distribuidos en sietes pisos de forma octogonal a imitación de las de madera que se habían construido hasta entonces.
En sus más de 1.000 años de historia se ha ido inclinando ligeramente debido a la rotura de dos de las columnas de apoyo que se encuentran en sus cimientos, por lo que hay una diferencia de unos 2,32 metros en la vertical con su base.
La rotura se debe a que el material de esos cimientos es ladrillo y que el terreno donde se encuentran sus 7 toneladas es una mezcla de tierra y piedra.
En principio no debería inclinarse más, ya que en 1957 se le inyectó hormigón armado a la base para detener su caída.


A pocos metros de la Pagoda se encuentra un pequeño templo con Budas dorados




Parecía que posaban para nosotros.


Bajando de la colina nos encontramos con el Manantial de la Sencillez y la Honestidad, que surgió cuando el monje encargado de transportar agua desde la ciudad, rezó para que hubiera un manantial más cerca de la Colina y no tener que recorrer el largo camino.

Y nos despedimos de la Colina del Tigre en Villa Wanjin, que nos regala una colección única de bonsais de estilo Suzhou con más de 600 ejemplares.

Esta colección, que ocupa el primer lugar entre las de China se divide en bonsais de árboles y bonsais de paisaje.
Los primeros imitan la belleza natural gracias al diseño artístico de los ejemplares em maceta en miniatura, mientras que los segundos recrean la imagen de un mágico paisaje natural.






Todos tenemos la idea de que el bonsai tiene su origen en Japón, pero es errónea, ya que su cultivo nació en China hace más de 2.000 años, cuando se comprobó que podía darse forma a un árbol mediante la reducción de su tamaño, añadiendo paciencia y mimo.
Lo que si es cierto es que fue en Japón donde se perfeccionó y alcanzó la categoría de arte, evolucionando hasta llegar a los ejemplares que hoy podemos admirar en aquel país.
Los bonsais chinos son más naturales y menos elaborados que los nipones, como si representaran una naturaleza más salvaje.









Varios kioscos y pagodas no despiden de la Colina.


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