viernes, 23 de mayo de 2025

Burgos, la tierra del Cid (y V) Huelgas y la Cartuja de Santa María de Miraflores

Al norte de la ciudad de Burgos encontramos el Monasterio de las Huelgas, el cenobio femenino más influyente de España durante siglos. Debido a su importancia, el conjunto posee un extraordinario patrimonio que conjuga diversos estilos, desde el románico al renacentista, lo que hacen de él uno de los más notables de la arquitectura medieval española. Bien de Interés Cultural desde 1931, es administrado por Patrimonio Nacional que se encarga del cuidado y mantenimiento para la Corona Española.

Ya no está abarrotado de monjas como en el pasado, hijas de familias ilustres o caídas en desgracia, pero aún quedan algunas de ellas que siguen siendo de la orden fundacional del Cister..



Su historia se remonta al año 1187, cuando Alfonso VIII y su esposa Leonor de Plantagenet, fundan el monasterio de Santa María la Real de las Huelgas.
El nombre proviene del paraje sobre el que se construyó el cenobio, Huelgas del Rey, junto al río Arlanzón. A su vez el término huelgas proviene de olca u olga, que se refiere a un humedal donde pasta el ganado y que se encuentra a orillas de un río.


Las primeras religiosas llegaron desde Navarra y fue tal su fervor y religiosidad, que los reyes convirtieron a Huelgas en Panteón Real, determinando que allí serían enterrados tanto ellos como sus descendientes. También sería lugar de retiro de las mujeres de la realeza y la nobleza, así como lugar donde los hombres serían armados caballeros.
Tanta importancia trajo grandes riquezas y posesiones al monasterio, llegando su abadesa a estar bajo las órdenes directas del Papa.

Entramos al monasterio por la iglesia, donde disfrutamos de sus valiosísimas obras de arte religioso, como el gran retablo del siglo XVIII del que llaman la atención las enormes columnas salomónicas de sus costados y que enmarcan la imagen central de la Asunción y el Calvario, acompañado de preciosas figuras de ángeles músicos.
Una curiosidad es el púlpito de hierro forjado, que puede girar para que las monjas pudieran escuchar al predicador desde la clausura.





El lugar muestra también los sepulcros de infantes y reyes, ya que como he dicho, Alfonso VIII quiso que el templo fuera panteón real. Muchos de ellos se han podido conservar, más otros desaparecieron, víctimas de expolios y guerras.
Uno de los más interesantes es el de Fernando de la Cerda, hijo de Alfonso X el sabio, que nunca heredó el trono por su temprana muerte. El sepulcro fue realizado en piedra policromada y rebosa de escudos heráldicos. Al haberse salvado del expolio, los vestidos que portaba el infante pudieron ser rescatados, y pueden verse en el gran salón del Museo de Telas Medievales que se visita antes salir del complejo religioso y que antes era almacén del cenobio.

Por otro lado, el de Alfonso de la Cerda está adornado con gran cantidad de relieves que muestran castillos y leones bordeados por flores de lis, debido a la ascendencia francesa del difunto.
Una de las curiosidades que encontraron al abrir el sarcófago, fue que el cuerpo aún presentaba restos del bigote y la barba que lucía en vida.


En la nave central encontramos el doble sarcófago de los fundadores del monasterio, Alfonso VIII y Leonor de Inglaterra, fallecidos en 1214, por lo que la decoración refleja los escudos de armas de ambos monarcas, con motivos heráldicos de Castilla y de los Plantagenet. En este espacio se encuentran también 5 enterramientos más, siendo el más importante el de doña Berenguela, hija de Fernando III y el de la reina Berenguela, hija de los fundadores y abuela de la anterior.

La magnífica sillería del coro fue tallada en madera de nogal y encargada por Ana de Austria, hija de Juan de Austria, que también está enterrada en esta nave.


En una de las cabeceras de la nave encontramos un rico retablo de principios de XVI con un Descendimiento que data de dos siglos antes.

Pasamos una pequeña puerta para entrar en una de las naves que nos introducen en la zona de clausura. la de Santa Catalina. 
Lo primero que llama nuestra atención es la gran cantidad de sepulcros de piedra, en número de 16, que descansan sobre patas en forma de león o águila, lisos o con alguna que otra decoración.
Los que se encuentran en mejor estado de conservación son los de Fernando y Alfonso de la Cerda, hijo y nieto del rey Alfonso X, así como el de Enrique I, hijo de los fundadores que murió cuando era niño cuando una teja le cayó en la cabeza.



Pasamos ahora al Claustro de San Fernando, que sustituyó al de las Claustrillas como claustro principal y que posee unas vidrieras francesas de gran valor. También destacan en él hermosos tapices flamencos y un manuscrito de Santa Teresa de Jesús.



Finalizamos la visita en el claustro románico conocido como Las Claustrillas. El diminutivo viene de su tamaño, comparado con el claustro grande de San Fernando.
Sin embargo, aunque menor de dimensiones, tiene el honor de haber sido el germen de la vida del monasterio y por ello el que guarda los restos más antiguos del complejo., que se remontan al año 1200.




Finalizamos la visita en la Capilla de la Asunción, la primera iglesia del monasterio, y de la que se piensa que guardó los restos de los primeros reyes en ser enterrados en el lugar. En estilo almohade, se construyó en el siglo XIII, al igual que el claustro, y tiene una interesante bóveda estrellada.




Vamos a conocer el último lugar en nuestra escapada a Burgos, la Cartuja de Santa María de Miraflores.
Aunque fue fundada en 1442 por el rey Juan II de Castilla, la obra lleva el indiscutible sello de su hija, la reina Isabel la Católica, que la mandó a construir en estilo gótico en el lugar de un antiguo pabellón de caza.

El pequeño recorrido comienza en la iglesia, donde vemos los escudos del fundador y del reino de Castilla y León sobre una imagen de la " Compasión".



Pasamos el atrio..


...para entrar a la estancia de los fieles...


...y al Coro de los Hermanos, que está entre la preciosa reja y los altares. Aquí destaca la exquisita puerta de la clausura con una imagen de la Virgen, obra de Gil de Siloé, hecha en alabastro, que es de especial devoción para los monjes.


Una de las joyas de la iglesia es el impresionante retablo gótico del siglo XV, realizado en madera de nogal por Gil de Siloé. 
Dedicado a la Redención, su centro es un Crucificado, rodeado de ángeles, la Virgen María, escenas de la Pasión, los Evangelistas, San Pedro y San Pablo y otros doctores de la iglesia. Completan el imaginario los santos patronos de los cartujos, San Juan Bautista y Santa María Magdalena.




Frente al altar se encuentra el sepulcro donde descansan los restos de los reyes Juan II e Isabel de Portugal, padres de Isabel la Católica.
Esta obra de arte fue creada en alabastro por Gil de Siloé y es contemporáneo del retablo.
En forma de estrella de ocho puntas, sobre esta base, están tallados los cuerpos de los monarcas acompañados de los Evangelistas y otros santos, la Virgen de la Leche y las Virtudes Teologales.


El sepulcro del Infante Alfonso, que se arrodilla para rezar, está adosado al muro del Evangelio, profusamente decorado y coronado por la Anunciación.

La última parte de la visita guarda un valiosísimo museo.


Burgos tiene mucho que ofrecer, pero el resto lo guardamos para una segunda visita que será dentro de muy poco tiempo.

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