viernes, 1 de enero de 2016

Viena Imperial (I)

Viena, la capital de Austria es una de las ciudades soñadas de Europa, un lugar único en el mundo donde la elegancia comienza en los palacios, calles y cafés, en las barcas que recorren el río Danubio, en cada uno de sus más escondidos rincones...Vamos a descubrirla juntos.

Que la Catedral de San Esteban es el centro y corazón de Viena, nadie lo pone en duda.
Y es que además es evidente. No sólo por su situación, que la hace parecer génesis de la ciudad, de donde parece haber surgido cada ladrillo y cada piedra que vemos, sino que los reyes y emperadores se encargaron de darle más importancia aún, si cabe, regalándole la fama junto con las urnas que contienen sus restos y que están en el Altar Mayor.



Y es que la catedral es antigua, o por lo menos la gran portada de los Gigantes y las torres de los Paganos, del siglo XIII. Lo demás también lo es, pero menos, ya que los añadidos alcanzan hasta el barroco de la sacristía inferior.



Si paseamos a su alrededor vemos varios puntos interesantes, como la subida a la torre que se encuentra en una casita en la parte trasera de la Catedral, o la figura de San Juan de Capistrano, predicando sobre el invasor turco y las escenas de la pasión pintadas sobre las paredes de la trasera catedralicia.





Al entrar, varios puntos llamaron mi atención.









La Catedral impresiona no tanto la altura como la profundidad de la construcción. Eso si, es el marco perfecto para joyas como el púlpito de Pilgram, de exquisita filigrana, el cristo que se esconde en una pequeña capilla y que según cuenta la leyenda, tiene una barba de pelo humano que aún sigue creciendo, el maravilloso Altar policromado Wiener Neustärted con escenas de la vida de Jesús, el Cristo del Dolor de Muelas, que así se llama un busto de un Ecce Homo con un sufrimiento infinito...

Tampoco podemos olvidarnos de acercar nuestros pasos al órgano y ver, a su lado un autorretrato en piedra del escultor Pilgrim, como saliendo de la pared y antes de dejar atrás el templo, recordar los primeros enterramientos que se realizaron en el lugar y cuyas lápidas forman parte del edificio.

Y salimos para encontrarnos de lleno con el barullo de la Sthephanplatz



Las calles tortuosas y las amplias plazas de esta zona conforman el casco viejo de la ciudad. Tras la segunda Guerra Mundial se realizaron excavaciones que dejaron al descubierto los restos de una guarnición romana de hace más de 2.000 años. En esta zona se muestran todas las etapas desde entonces. Desde los arco románicos de la Rupreschtskirche a la espectacular y moderna Haas House de acero y cristal.
La mayoría de los edificios alberga oficinas, empresas, sedes ministeriales, tabernas y tiendas elegantes.


En una de las calles que van a dar a la plaza encontramos la Pestsäule, erigida tras la peste de 1679, es la más impresionante de las columnas barrocas construidas por este motivo. La forman la figura de una santa contemplando la destrucción de una bruja que simboliza la peste, mientras, a un lado, reza el emperador.


Iglesia de Servitenkirche
Es la típica iglesia que aparece ante nosotros cuando realmente buscamos otro rincón y damos con ella cuando no la teníamos en nuestro programa de visitas. Uno de esos afortunados encuentros.
Es extraño, porque ni aparece siquiera en las guías más exhaustivas de Viena. Se encuentra al norte, en el distrito de Alsergrund, muy metida entre callejuelas pequeñas.
Por fuera parece uno de esos templos barrocos, de paredes lisas que esconden un interior recargado y pesado. Pero no, al entrar vemos que el altar y las paredes mantienen cierto aire renacentista que me hicieron respirar de alivio, porque personalmente el barroco me asfixia, con tanta filigrana y oros.

Así que disfruté de la sencillez de los dos pequeños altares que se encuentran a los lados de la entrada, con reliquias y tumbas de piadosos fieles y tras la reja un altar sobrio y estilizado, con la representación de la Proclamación de la Virgen, que da nombre a la orden monástica que cuida el templo y que nos obliga a subir la vista al techo, donde se refugia todo el barroco que se podía permitir el arquitecto y los artistas que lo decoraron. Me sorprendí al saber que fue la única iglesia que quedó intacta tras la invasión turca, ya que estaba, como he dicho antes escondida y lejos del núcleo antiguo de Viena.









Por fuera, a la derecha de la entrada principal, hay un monumento muy curioso. Se encuentra en un agujero en el suelo, cubierto de vidrio bajo el pavimento, en la esquina de la Servitengasse y Grünentorgasse.
Las 462 llaves, con etiquetas de nombres, representan a los habitantes judíos de la Servitengasse, expulsados - un tercio de ellos fueron asesinados - en los años posteriores a la Anschluss, la incorporación de Austria a Alemania .El Schlüssel gegen das Vergessen (" Llaves del recuerdo") fue inaugurado el 08 de abril de 2008.

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