martes, 5 de enero de 2016

Viena Imperial (V)

Aunque la ciudad es amable y generosa a la hora de recorrerla, está tan llena de historia y curiosidades que para conocerla, si se dispone de poco tiempo, conviene contratar un tour por Viena y el Palacio de Schönbrunn.

Del mismo modo, hay que buscar un hotel céntrico y de buen precio, como el Hotel Beim Theresianum Austria.

No es un hotel céntrico, pero tampoco le hace falta para ser cómodo y muy utilitario, y sobre todo a un precio más que razonable.

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La distancia al aeropuerto es sólo de veinte minutos en taxi y todo se realiza por una cómoda autopista.
Una vez en el hotel encontramos un rápido check-in y un servicio de recepción atento y servicial.
Subimos a la habitación, amplia y limpia y en mi caso con vistas a la calle Favoritenstrasse, una vía transitada pero tranquila con varios supermercados, restaurantes, e incluso una farmacia justo enfrente. No le falta de nada.


El desayuno es muy abundante, con una gran variedad de panes de semillas, integrales y blancos, bollos y croissants, embutidos, quesos, fruta, yogures, cereales, mermeladas, infusiones y zumos.
El establecimiento ha sido recientemente renovado, así que lo encontramos reluciente y listo para pasar revista.


Según salimos, a la derecha encontramos la boca de metro de Südtiroler, que nos lleva, tras 4 paradas y un cambio al centro de Viena (Stephanplatz).
Y algún que otro restaurante..
Mama's kitchen cocina vienesa
Imaginemos... Viena, Febrero de 2012.. Después de toooodo un día de visitas, agotados y muertos de hambre, en pleno centro de la ciudad, un frío de muerte, y el estómago totalmente pegado a la espalda... Dos pobres viajeros buscan algo caliente para comer que no sea Mac Donalds, ni Burguer King, ni sushi, ni pizza. Un platito de cuchara seguido por algo ligero pero nutritivo.


Y he aquí que en una bocacalle de la principal y comercial Kamtner Strasse aparece este pequeño restaurante de especialidades austriacas. Con un menú en clarito y perfecto español, nos tentaba con unos exquisitos platos y la esperanza de un sitio calentito y cómodo.
Así que entramos y fuimos rápidamente atendidos en un local con una buena iluminación, cálida y bien situada. Nos sentamos en una mesita pegados al cristal, para ver pasar a la gente que corría a sus casas presa del frío de la calle.
Nos sirvieron un consomé típico con mucho sabor a hortalizas y tiras de crepe a modo de fideos.

De segundo, como no, un escalope vienés muy tierno, acompañado de papas fritas y ensalada de papas con rúcula.
Y para postre...tachannn: la sabrosa tarta Sacher, bizcocho de chocolate con cobertura de ídem y rellena de mermelada de albaricoque.
No soy de los que peregrinan a esos sitios a los que todo viajero y turista debe ir (aunque reconozco que me tomé un fresco té a la menta con piñones en el Café des Nattes en Sidi bu Said, jejeje), pero no me podía ir de Viena sin comer la tarta Sacher...

El restaurante es sencillo pero la carta es amplia, sin pretensiones y a un precio no muy caro para el lugar en el que está situado.
Hay que tenerlo en mente para una cena austriaca ligera pero alimenticia. Mmmm
Y seguimos el recorrido después de reponer fuerzas
Estación de trenes de Westbahnhof
La estación de Westbahnhof, se sitúa la oeste del centro de Viena, y actualmente ( ya que la estación del sur se encuentra en obras), aglutina los destinos de ambas.


Se trata de una hiperluminosa estructura que sorprende con sus vistas, como ese amanecer con las agujas de la iglesia y que sorprende por sus espacios amplios y funcionales.
Tiene varios pisos, siendo el inferior el de llegada a través del sistema de metro, a continuación galerías comerciales y varias vías de salida de trenes y un superior dedicada a los restaurantes y venta de billetes.
La estación sigue creciendo ante la demanda de nuevas rutas en un país que se precia de utilizar el transporte público de manera razonable, aunque el precio de los trenes para los no residentes no es precisamente barato.


Los larga distancia a Munich, Budapest o Praga, se alternan con los cercanías así que la estación actúa de nudo de comunicaciones para viajeros, hombres de negocios e inmigrantes.
Palacio de Schönbrunn


La bella residencia de verano de los Emperadores de Austria, toma su nombre de un manantial que se encontró en este lugar. Antaño existía un pabellón de caza que fue destruido por los turcos, y sobre sus ruinas se construyó este considerablemente grande palacio barroco.


Es tan de destacar la belleza del palacio en sí como de los jardines, aunque cubiertos de nieve no se aprecian en toda su belleza aunque sí en su grandeza. Tiene tanto que ver que recomiendo el tour que incluye lo mejor de Viena y el palacio de Schönbrunn en su totalidad.
En el interior, las estancias pueden ser o muy suntuosas como la de la Millionen Zimmer, forrada en madera de higuera y adornada con miniaturas persas o austeras y sencillas, como las ocupadas por el emperador Francisco José y Sissi.






Si tuviera que destacar alguna de las múltiples salas que se visitan con el Tour Imperial ( la otra es el Grand Tour, más corto y con menos salas a visitar) sería los dos salones chinos circulares, la Gran Galería ( aunque está en obras en su mitad) y el Salón de Laca Antigua.
Especial atención, ya a manera de anécdota, requiere el baño que encontramos en la entrada / salida forrado de vinilo ecológico...




Y después de visitar el palacio nos dirigimos a los jardines. 
La nieve nos impidió llegar hasta la Glorieta por el camino más corto, que es la línea recta, así que tuvimos que desviarnos a la derecha y pasar por un costado, en forma de empinada cuesta, del zoológico del palacio, que por razones evidentes estaba cerrado. 

Cuando llegamos arriba, encontramos ese pedazo de Versalles encaramado a la colina, como un homenaje profundo a las glorias de Napoleón. Construida en 1775 y usada como mirador de todo el complejo palaciego y jardines, es un arco triunfal con dos brazos de arcadas a los lados con arcos semicirculares. La sección central fue cubierta con cristal posteriormente y coronada por la figura de un águila imperial sujetando un orbe. Dentro del espacio acristalado hay un café con unas vistas preciosas del castillo, si el día lo permite..

Pero entre la glorieta y el palacio se encuentra un gran jardín que en verano debe ser precioso, por las fotos que pudimos ver.




Mientras, en la glorieta, los cuerpos de armas adornados con leones y corazas, parecen confirmar el poderío de los Habsburgo, emparentados, según se dice, con los más poderosos emperadores romanos.
Ni por asomo sabía de la existencia de estas ruinas prefabricadas y como de decorado de películas en Austria, y menos en el palacio real de Schönbrunn. Sólo al investigar sobre lo que podía ser de mi mayor interés en la visita del recinto encontré este curioso rincón, y lo marqué como de obligada visita nada más llegar al los jardines. Cuando llegué a él, me pareció envuelto en una candidez y una inocencia fantasiosas, la idea idealizada, el cartonpiedra de una ciudad antigua traída para el entretenimiento y disfrute de los Habsburgo.



Originalmente llamado la ruina de Cartago, la Ruina romana fue diseñada por Johann Ferdinand Hetzendorf von Hohenberg y construida en 1778, con las órdenes directas del Kaiser de que el conjunto estuviera completamente integrado en el paisaje como el rasgo pintoresco del jardín.

La moda de las ruinas artificiales había comenzado antes de mediados del siglo XXVIII en Inglaterra, pero se tomó varias décadas para extenderse más allá de las fronteras británicas. Hohenberg creó la Ruina romana de Schönbrunn como una estructura completamente nueva basándose en el modelo del antiguo templo romano de Vespasiano y Tito, cuyos restos se habían registrado en un grabado de Giovanni Battista Piranesi, que data de alrededor de 1756.



Consiguió, en poco espacio, un resumen de las formas artísticas romanas de base griega, con una arquitectura que enmarca la escultura que tanto gustaba a los Habsburgo.
Es una curiosidad que no debe perderse el que visite el Palacio.
El poder Habsburgo en un símbolo
Un obelisco siempre sorprende, por su altura, por su simbolismo, sobre todo si no está en su lugar natural, esto es, Egipto. Si además, está acompañado de una preciosa fuente, en el marco incomparable de un jardín barroco que enmarca un palacio Habsburgo, la cosa ya tiene otro significado.


La fuente del obelisco, también situada al pie del Cerro de Schönbrunn, proporciona el énfasis visual al final de la Avenida diagonal oriental y junto a la glorieta y el Zoo es uno de los puntos de mayor interés en los jardines del palacio. También fue diseñada por Johann Ferdinand Hetzendorf von Hohenberg y de acuerdo con la inscripción en el zócalo del obelisco se erigió en 1777. Las esculturas se deben a Benedikt Henrici según diseño de Wilhelm Beyer. La fuente la conforman una piscina contenida por la ladera gracias a un muro de contención, rematado por una balaustrada con jarrones. Proyectada hacia adelante desde el centro de la pared posterior, surge una gruta de la montaña, con dioses de Río coronados por un obelisco. El agua fluye de la boca de una máscara central y de los jarrones sujetados por los dioses del río a través de una sucesión de tres cuencas en la piscina principal.


El obelisco, soportado por cuatro tortugas como símbolo de la estabilidad, está cubierto de jeroglíficos que cuentan la historia de la dinastía de los Habsburgo. Como símbolos cósmicos, los obeliscos estaban asociados con el culto del sol de los antiguos egipcios. Coronado por una esfera de oro que simboliza el sol, el obelisco representa la ruta de los rayos del sol a la tierra, mientras que los cuatro bordes simbolizan los puntos cardinales. El águila posada encima de la esfera, única criatura que puede acercarse al sol sin llegar a dañarse, simboliza su poder de mediar entre el cielo y la tierra. La fuente del obelisco en Schönbrunn sin duda, también pretendía expresar la reclamación de los Habsburgo al dominio absoluto y duradero.

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